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IDIAZABAL

La iglesia parroquial de San Miguel se finalizaría en el siglo XVII, manteniendo la planta de salón propia de la centuria anterior. Posee, por tanto, tres naves de igual altura con columnas de capitel dórico y bóvedas de crucería, debiéndose estas últimas a Miguel de Abaria y Martín de Aldasoro, quienes las iniciaron en 1672 según lo dispuesto para la parroquia de Zumarraga. El ábside es poligonal, mientras que el coro -realizado en 1709- se sitúa en alto a los pies, apoyándose en unos elementos añadidos a los últimos soportes. Los contrafuertes rectangulares al exterior se muestran en el interior en forma de columnas semicirculares.

Con todo, el aspecto más sobresaliente es la portada principal, obra de transición entre el románico y el gótico, del siglo XIII. Abocinada con siete arquivoltas, la primera de las cuales lleva un angrelado de arquillos con trilóbulos, imposta coronada por un cordón, jambas con algunas cabezas talladas, pájaros y decoración de círculos, esvásticas y figuras geométricas en los frentes y el anagrama de Jesús en letras góticas.

El retablo mayor es un destacado exponente del rococó en la provincia. El responsable del diseño fue Miguel de Irazusta, mientras que de la ejecución material se responsabilizaría José Antonio de Iparraguirre y de la escultura Juan Bautista Mendizábal I, aunque la efigie del titular, de enorme calidad, corresponde a Luis Salvador Carmona. Por último, el recubrimiento policromo se debe a José de Quintana, quien llevó a cabo su labor entre 1768 y 1770. El retablo adopta el habitual esquema de planta curva, con un gran banco sobre pedestal pétreo, cuerpo principal y ático en forma de cascarón. San Juan Bautista, San Pedro, San Pablo y Santiago nos dirigen hacia la bella imagen de San Miguel, escoltado a su vez por San Lorenzo y San Vicente. Ya en el remate nos encontramos con la escena del Calvario, en cuyos laterales se sitúan algunos ángeles. El conjunto es, como indicábamos, de gran interés, destacando sobremanera la imagen de San Miguel. El retablo colateral de Nuestra Señora del Rosario fue ejecutado entre 1674 y 1675 por Juan de Ursularre y Echeverría. Sufragado el coste por el capitán Domingo Aranguren, el mismo personaje haría frente a los derivados del dorado, labor ésta que correspondió a Juan de Arraiz. El retablo colateral de San Blas, realizado entre 1677 y 1678 por Domingo de Viquendi, fue también sufragado por Aranguren. No ocurrió así con su dorado, realizado también por Juan de Arraiz. Los retablos laterales de la Sagrada Familia y de San Ignacio de Loyola fueron ejecutados por José Antonio de Iparraguirre entre fines de 1734 y 1740, momento en el cual los tasó Ignacio de Ibero.

Dentro del casco urbano conviene resaltar las casas Elizalde y Torre, habiéndose erigido la plaza en 1929. En cuanto a la casa consistorial, se erigió en 1950. El autor del proyecto fue el arquitecto Joaquín Domínguez. Fiel a la tipología habitual para este tipo de construcciones en la provincia, cuenta con un soportal, tres alturas, balcón volado e incluso la presencia de un pequeño frontón sobre el eje principal. En la plaza San Miguel se sitúa el Monumento al pastor, realizado en 1983 por Rafael Huarte Celaya.

Ermita de la Virgen de Gurutzeta, también conocida como Serotegi. Situada en el núcleo de población, fue la primitiva parroquia de Idiazabal, con una imagen sedente de la Virgen de tipo gótico datada entre los siglos XIV y XV. Al decir de Manuel de Lecuona "la parte más interesante del conjunto es la carpintería del techo, que revela a un maestro carpintero con conocimiento del oficio en la disposición general, y con fantasía de artista en el ábside o presbiterio, por la bella perspectiva que ha logrado con el juego de las vigas".

A la derecha de la carretera a Segura se sitúa la ermita de San Ignacio, modesta construcción que alberga un retablo efectuado por Domingo de Viquendi entre 1677 y 1678. La imagen del titular, por su parte, fue realizada por Francisco de Barrenechea. Se trata de un conjunto de modestas proporciones, con banco y único cuerpo de tres calles, en las que, escoltando a la efigie ya señalada, se sitúan lienzos dedicados a San Juan Bautista por un lado y San Francisco por el otro.

En el barrio de Ursuaran destaca la ermita de Santa Engracia, construcción de planta rectangular con dependencias añadidas en el lado de su fachada principal. Además, el caserío Olea era en origen la casa del ferrón de una ferrería situada en su momento en ese lugar.

Bibliografía:
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  • Ignacio CENDOYA ECHÁNIZ
    Profesor de la U.P.V.-Euskal Herriko Unibertsitatea