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Ideologías políticas: ¿fin o renacimiento?

Hoy en día, para muchos, ideología y ciencia son consideradas como antónimas, lo cual nos obliga a estudiar las confusiones y diferencias entre ambos conceptos. Para definir los rasgos fundamentales del pensamiento científico podemos identificar algunos de ellos, como la validación empírica, la exploración descriptiva, la operacionalidad y posibilidad de aplicación práctica. Evidentemente, estos ejes no son siempre imprescindibles para el buen funcionamiento de una ideología.

En cualquier caso, deberíamos separar y diferenciar la naturaleza y los contenidos de la ideología política de otras disciplinas como el pensamiento, la filosofía o la teoría política. Y esto es algo complicado, ya que aunque si bien es cierto que las fronteras que separan estos cuatro conceptos pueden ser relevantes para conocer los fundamentos de cada una de estas disciplinas, también es evidente que sus fronteras están difuminadas y se suelen solapar.

Una de las claves fundamentales del pensamiento político es explicar las relaciones de legitimación para con las instituciones y el Estado, así como el proceso de cambio social. La teoría política, por el contrario, tiene un objetivo intermedio buscando la intelegibilidad y la transmisibilidad, contener las críticas internas y externas y difundirlas. Para los teóricos políticos lo fundamental es la explicación de los conflictos políticos y la descripción de los posibles mecanismos de solución.

En la filosofía política la clave es la especulación. La principal preocupación de los filósofos es la comprensión de los orígenes y los principios de las ideologías; su tiempo y energía lo dedican a estudiar los por qués de los fundamentos o principios políticos. Como vemos, estas líneas de división son muy generales, de forma que es comprensible que nos resulte dificil catalogar a Aristoteles como pensador, filósofo o teórico político. Seguramente, debió ser las tres cosas a la vez.

Cuando hablamos de ideologías debemos preguntarnos si éstas funcionan, a quién atraen, por qué lo hacen. Los ideólogos y sus ideologías necesitan seguidores. Su éxito depende de su capacidad de movilizar y de ser sostenidas, portadas por una parte de la sociedad, a pesar de que en muchas ocasiones esta adscripción no sea muy racional o incluso sea irracional; cuestión esta de la que deriva su mala fama.

En la época de la ilustración, el concepto de ideología fue considerado, sensu strictu, como el de la ciencia de las ideas. No obstante, K. Marx puede ser considerado uno de los autores más críticos con esta relación entre ideología y ciencia. Marx en sus diversos textos trató de crear una doctrina coherente respecto a la ideología.

En las relaciones entre ciencia e ideología, lo que esta en discusión son los niveles del conocimiento o el método. Mirando a la epistemología o a la ciencia del conocimiento y en función de las diferentes escuelas así como de los diversos momentos o etapas históricas observamos que se han utilizado diversas formas de conocimiento.

En la antiguedad, desde la perspectiva de Platón, la contemplación era el camino principal para el conocimiento y la sabiduría; para los filósofos cristianos escolásticos la clave estaba en los libros sagrados y en el contexto de la Ilustración, el fundamento del conocimiento se circunscribía a la razón. De igual forma, las diversas propuestas ideológicas se han sostenido sobre métodos o caminos diversos. Las ideologías liberales (lógica formal), como las marxistas (fundamentos dialécticos) o las conservadoras (analogías, mitos, providencia divina) han buscado diversos métodos a la hora de explicar la complejidad de la realidad sociopolítica.

Pero una vez que se acepta que la razón es el fundamento de nuestro conocimiento, Marx plantea en un sentido materialista que es el sujeto conocedor quien aprehende la realidad que le rodea, apartando los componentes metafísicos, los misterios o los mitos, y llega a afirmar que todo se puede mostrar o explicar con argumentos científicos. Por esta razón muchos, entre ellos el propio Marx, consideraron que el marxismo era una ciencia, que la llegada del socialismo resustentaba sobre bases científicas y que no era una simple aproximación ideológica interesada.

Karl Marx defendió en sus escritos sobre la "Ideología Alemana" que la conciencia era un producto social, y que la realidad social condiciona la conciencia. Como es conocido, Marx realizó un análisis profundo, racional, científico del capitalismo, reflejando sus contradicciones. Analizando las diferencias objetivas entre las experiencias y los medios de vida de la burguesía y del proletariado industrial, consideró imprescindible criticar las ideas o tesis sobre la armonía o la comunidad de intereses entre ambas clases.

Desde su perspectiva, la burguesía, es decir, la clase dominante, trataba de encontrar respuestas a estas contradicciones en su propio esquema de pensamiento, razón por la cual su ideología (el liberalismo burgués) se ha convertido en un preciado instrumento de defensa del "statu quo".

En su argumentación, Marx considera que la filosofía, las leyes, la religión, la moral, las teorías sociales o incluso los medios de comunicación son construcciones habilitadas desde la perspectiva e intereses de la burguesía, realizadas en su proio provecho. El proletariado ha asumido la normalidad de estas construcciones sociales, generando lo que Marx denomina como "falsa conciencia". Un fenómeno social que será identificado como aburguesamiento. Sobre esta base, George Lukacs, marxista húngaro, distinguirá más tarde entre lo que objetivamente es la "clase en sí", concretada en un proletariado condenado vender su fuerza de trabajo, y la "clase para sí", ese proletariado que tras un análisis crítico de su realidad, asimila subjetivamente las consecuencias de su situación. Por ello, estos trabajadores conscientes asumen un perfil revolucionario, comprometiéndose en la lucha contra el capitalismo.

En cualquier caso, como el propio Marx asumió, la burguesía no siempre presenta una imagen distorsionada o caricaturizada de la realidad. Dicho de otra forma, no todo es engaño, ya que el capitalismo también contiene en sus entrañas una base científica. Sin embargo, lo que preocupaba fundamentalmente a Marx era la capacidad de la ideología burguesa para lograr la adhesión al capitalismo, al consumismo, al individualismo por parte del proletariado, como si estas realidades y tendencias fueran naturales.

El socialismo científico de Marx, apoyado sobre la base del materialismo histórico y desde el rechazo al idealismo hegeliano, defiende que la estructura económica de una sociedad es la que condiciona el conocimiento, la moral, la legislación, la cultura y en última intancia, todos los aspectos sociales y políticos.

Veía sus propuestas revestidas de ciencia, alejándose del idealismo o de una visión ideologizada. Las revueltas y las actuaciones para llegar al socialismo y al comunismo eran ineludibles para la clase trabajadora. Las y los trabajadores no tenían otro "ideal", ya que objetivamente se convertirían en revolucionarios debido al ahogo del capitalismo monopolista y opresor.

En el estudio del concepto de ideología es imprescindible la aportación de K. Marx baina pero también lo es la de Mannheim un sociólogo alemán posterior que planteo la neutralidad de los intelectales como idónea para la producción ideológica.

K. Mannheim analiza en su famosa obra Ideología y utopía: Introducción a la teoría del conocimiento (Bonn, 1929) las contradicciones entre ambos términos. Al punto de vista parcial, sectario y desviado de las ideologías opone la perspectiva global decomprensión del mundo, el sentido global, social y racional de la utopía. Considera que por encima de ambas visiones, el intelectual tiene que asumir una orientación consciente, no clasista (objetiva) y que desde la perspectiva de la utopía tiene que plantear diagnósticos acertados de la realidad, así comola necesidad de un compromiso para alcanzarlo.