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Ibero

Ocupa una posición destacada en el casco urbano un edificio medieval de planta cerrada, conocido en el lugar como "Casa el Fuerte" o simplemente como "el Palacio", con cuatro alas que encierran un patio central, siguiendo una tipología muy extendida en Navarra, especialmente en su mitad septentrional.

Junto a una curva de la carretera encontramos un caserón de planta rectangular muy alargada, con la fachada en uno de los frentes cortos, dos alturas más ático y cubierta a doble vertiente. Los muros son de mampostería desnuda, salvo la fachada donde vemos un sillarejo de mejor factura. Las ventanas son rectas, con antepechos moldurados, y la puerta consta de arco de medio punto con la rosca moldurada y anagrama de Cristo IHS en la clave, que va orlada con una moldura dentada. Una placa de mármol nos informa: EN ESTE PUEBLO NACIÓ/ EL EXMO. SEÑOR GENERAL CARLISTA/ D. NICOLÁS OLLO Y VIDAURRETA/ EL 6 DE DICIEMBRE DE 1816/ EN ESTA CASA VIVIÓ Y DE ELLA SALIÓ AL CAMPO DEL HONOR/ DONDE MURIÓ DEFENDIENDO LA BANDERA/ DE DIOS PATRIA Y REY/ EL 29 DE MARZO DE 1874/ DEDICAN ESTE HOMENAJE A SU MEMORIA/ LOS CARLISTAS DE NAVARRA/ JUNIO DE 1912.

De este punto arranca la calle de San Juan, que en su primer tramo es más bien una plaza rectangular, con inmuebles a ambos lados. Tienen tres alturas, con muros desnudos casi siempre y tejados a dos aguas, a veces con limas. Una de ellas, con portalón rematado con dintel adovelado, presenta un escudo rococó bordeado por una moldura rectangular. Siguen dos más, una con portal adintelado muy similar al ya citado y otra con gran arco de medio punto. En el lado opuesto de la plaza hay varias casas muy reformadas que, no obstante, mantienen un formato coherente, destacando en un extremo otro caserón de tres alturas y gran portalón adintelado y adovelado.

A un costado de la iglesia vemos una casa de planta rectangular alargada y desarrollo horizontal, con muros enlucidos que presentan cadenas de sillar en esquinas y enmarques, dos alturas más desván. La planta baja se abre por un portal de medio punto con largas dovelas y rosca moldurada. Va cortado por un balcón que cruza toda la fachada, en el que se abren cuatro puertas rectas. Culminan cuatro tragaluces. La fachada va presidida por un blasón rococó decorado con rocallas. En el costado contrario de la iglesia hay otro caserón exento, con planta cuadrada, tres alturas y tejado en pabellón con gran alero. Los muros van enlucidos, salvo un zócalo bajo, un paño que rodea al acceso, las esquinas de los muros y los enmarques de los vanos. Las ventanas son rectas, con antepechos labrados en el piso noble, y la puerta es un medio punto de cortas dovelas y rosca moldurada. Repite características otro inmueble situado algo más abajo y recientemente rehabilitado.

En la zona baja del pueblo hay un caserón de gran formato, con planta cuadrada y tres alturas, que ha sido muy reformado pero mantiene aún su portalón dieciochesco apuntado. El resto del caserío repite más o menos características ya reseñadas, incorporando una de ellas, muy reformada, el escudo del linaje Yániz. Podemos destacar, si acaso, una casa de planta alargada y muros de mampostería, en el que aún se abre un arco gótico con visos de antigüedad. La parte superior del edificio se ha desfigurado para abrir una terraza, destacando uno de los extremos a modo de torre. Cerca vemos una torre medieval, que repite el modelo de las vistas en Izu o Artázcoz. Su planta es ligeramente rectangular, y presenta muros de mampostería concertada, repartidos en cuatro alturas, más tejado a cuatro vertientes. Mantiene una ventana original, con un dintel en el que se han labrado dos arquillos de medio punto, al modo de una ventana geminada, y en alto se ve una doble cornisa de piedra, sobre modillones abocelados, que posiblemente en origen rodeaba todo el perímetro de la torre, cerca de su remate. Lleva adosada otra casa de menor altura, con dos pisos más desván, ventanas rectas y puerta de medio punto.

  • Ermitas

Los textos antiguos dan para el lugar no menos de seis ermitas, bajo la advocación de San Andrés, San Pedro, San Bartolomé, San Martín de Tours y Santo Tomás. Hoy no queda memoria de ninguna de ellas.

  • Iglesia vieja de San Pedro

Se levanta en un promontorio, ligeramente apartada del casco urbano, y se arruinó hace mucho tiempo. Sus muros perimetrales, desprovistos de cubierta, sirven hoy de cierre exterior para el cementerio de la localidad. En origen, la iglesia vieja era un edificio del siglo XV o incluso de la primera mitad de la siguiente centuria, erigido aún en lenguaje gótico. Presentaba una única nave, articulada en cuatro tramos, más una cabecera de tres paños. El acceso se ubica en el lado de la Epístola, en su segundo tramo, alojada entre dos contrafuertes. Dos capillas poco profundas, abiertas en el tramo previo al presbiterio, hacían las veces de embrionario transepto.

Los muros van en sillería, aunque se ha perdido la parte superior de los mismos, privándonos de otras informaciones. Sí se conserva parte de la estructura nervada de las capillas laterales, que recibían bóveda de terceletes, cuyos nervios apean aún en ménsulas cónicas que se encastran en los muros para apear los empujes.

La puerta de acceso al recinto interior es la original del templo. Va abocinada, y el amplio derrame se solventa mediante cuatro arquivoltas apuntadas más guardalluvias externo. Apean sobre columnitas dotadas de capiteles lisos. Lleva una suerte de tímpano que dibuja un arco de medio punto interior a la puerta, reduciendo la amplitud de su luz. Todo el mobiliario y el ajuar de esta primitiva iglesia fue trasladado en su momento, y en la capilla del Evangelio hay un sarcófago romano reaprovechado, con cubierta en forma de tejadillo.

  • Nueva Parroquia de la Asunción

La nueva iglesia se edificó al parecer en los primeros años del siglo XIX, tras diversos avatares, al ser rechazados dos proyectos previos, presentados por Manuel Larrondo y Antonio Aloy, y verse arruinado por una riada un tercer intento, llevado a cabo por Ángel Santos de Ochandátegui, auspiciado por el mismísimo Ventura Rodríguez. Este cuarto proyecto fue ejecutado por José de Armendáriz, en estilo neoclásico. La planta es de cruz latina, con una única nave, sin divisiones espaciales, y dotada de un transepto apreciable en planta. Remata con cabecera recta. El acceso se encuentra en el muro de los pies, y deja a ambos lados sendos edículos circulares, uno de los cuales alberga una escalera de caracol para acceder a la torre, que se levanta encima. Al lado de la Epístola se adosa un volumen para alojar la escalera de acceso al coro, mientras que en el lado opuesto vemos un pórtico con tres arcos. En cuanto a la sacristía, es una estancia de planta rectangular alargada, adosada a la cabecera por el lado de la Epístola.

Los muros son de sillarejo, y muestran en el interior las superficies enlucidas. Para dar luz al interior hay dos ventanas termales por lado, abiertas en los brazos del transepto y en los tramos previos.

La nave va cubierta por un único tramo de bóveda de lunetos, de tradición barroca. Los brazos del transepto reciben sendos tramos de bóveda de cañón, al igual que la cabecera, mientras que el crucero lleva una cúpula vaída, limitada por cuatro arcos torales sobre pilastras, con pechinas en las que se han representado pinturas figurando los cuatro Evangelistas, siguiendo una disposición que pudiéramos calificar como clásica. En el arranque de las cubiertas corre además una cornisa moldurada, que recorre todo el perímetro interior del templo. La sacristía lleva también dos tramos de bóveda de cañón, divididos en dos tramos de diferente anchura.

Al exterior apreciamos la torre, que se levanta a los pies de la nave. Su fuste va articulado por tres cuerpos de altura y planta decreciente, separados por cornisas molduradas, rematando con un cuerpo de campanas en el que se abre un hueco de medio punto para las campanas, entre cajeamientos y con un nivel superior aterrazado, con antepecho curvo decorado con pirámides y bolas. En su parte inferior se abre el acceso principal del templo, adintelado y enmarcado por una simple cinta lisa. Como se ha dicho, el lado del Evangelio va ocupado por un pórtico de ladrillo, abierto por dos arcadas centrales más una lateral, de medio punto y sobre machones de piedra. Cobijan un acceso secundario al templo, abierto en el brazo septentrional del transepto.

El interior va presidido por un retablo mayor que ocupa el presbiterio. Procede de la parroquia vieja y es tardorromanista, ejecutado en la primera mitad del siglo XVII por Pablo de Aguirre, Juan de las Heras y Juan de Ibero. La mazonería consta de banco, dos cuerpos con tres calles y dos entrecalles, y ático de la misma estructura, coronado por frontones curvos. Se articula mediante columnas corintias, y presenta un sagrario romanista. En cuanto al programa iconográfico, alterna las esculturas de bulto en calle central y entrecalles, con las escenas de relieve en el resto de la obra. En el banco vemos las escenas de la Última Cena, Lavatorio de los pies, Oración en el huerto y el Prendimiento, entre las figuras de Santa Lucía, San Lucas, San Juan Evangelista, San Marcos, San Mateo y Santa Bárbara. En el primer cuerpo relieve de la Anunciación, los bultos de San Juan Bautista y San Antonio Abad y la escena de la Visitación. Sigue un friso de separación de los cuerpos, con las Virtudes Cardinales y los Padres de la Iglesia Latina, recostados al modo miguelangelesco. El cuerpo superior presenta la Anunciación, bultos de San Pedro, la Asunción central y titular, San Pablo y el relieve de la Epifanía. En el ático remata el Calvario, San Fermín, San Saturnino y dos santos mártires. La policromía, algo mediocre, desluce un tanto la buena calidad de la escultura, que remite a los mejores modelos del renacimiento, con avances hacia el barroco.

En el muro del Evangelio podemos ver un retablo bajo la advocación del Sagrado Corazón, barroco temprano y datable como del siglo XVII, con banco, un cuerpo con hornacina y frontón curvo. Cerca encontramos una talla barroca de San Pedro y una Virgen con el Niño, románica del XII, muy reformada y con un Niño añadido en época romanista.

En el lado de la Epístola encontramos el retablo de la Virgen del Rosario, barroco del XVIII, con banco, un cuerpo y ático rematado por una placa muy decorada. Las esculturas son reaprovechadas en su mayoría, pudiendo destacar una Virgen del Rosario tardorromanista, sendos bultos de Santa Lucía y Santa Catalina del XVI, y un San Antonio con el Niño, moderno. Cerca vemos los bultos de San José con el Niño, barroco, y San Francisco Javier y la Inmaculada modernos. Junto a la puerta hay una pila aguabenditera del XVI, con pedestal prismático decorado con rosetas y copa avenerada decorada con cabecitas de serafines.

En el bajo coro vemos una pila de bautismos medieval, con fuste cilíndrico corto y dotado de capitel decorado con palmetas y bolas, y copa decorada con gallones. Cerca cuelga un Crucificado romanista, de la primera mitad del XVII, muerto, con la cabeza ladeada, facciones afiladas y anatomía correctamente ejecutada, expresiva y caracterizada por una delgadez extrema. En la sacristía, por último, se custodian algunas piezas de orfebrería.

JAS 2009

  • ASIRON, J.: El palacio señorial gótico en la Navarra rural. Palacios de cabo de armería, torres de linaje, casas fuertes. Tesis doctoral sin publicar.
  • CARO BAROJA, J. La casa en Navarra, Pamplona, vol. II, C.A.N. 1982, pp. 435-436.
  • GARCÍA GAÍNZA, M.C.: La escultura romanista en Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1986, pp. 54, 134, 135, 137.
  • GARCÍA GAÍNZA, M.C. (et. alt.): Catálogo Monumental de Navarra, vol. V**, Merindad de Pamplona, Imoz-Zugarramurdi, Pamplona, Gobierno de Navarra, Arzobispado de Pamplona, Universidad de Navarra, 1996, pp. 427-433.
  • PÉREZ OLLO, Fernando: Ermitas de Navarra, Pamplona, C.A.N., 1983, pp. 119.
  • LACARRA DUCAY, Mª Carmen (et. alt.): Navarra, guía y mapa, Estella, C.A.N. 1983, pp. 217.

JAS 2009