Architecture

Fundación Museo Jorge Oteiza. Alzuza

La instalación del Museo del escultor Oteiza en Alzuza es consecuencia directa del establecimiento del artista y su mujer en un viejo caserón abandonado de la localidad, a donde fueron a vivir en el año 1975, en busca de un aislamiento que favoreciera su creatividad. Jorge Oteiza (Orio 1908-San Sebastián 2003) fue uno de los escultores más representativos del siglo XX, aunque en su vida destacó también en sus facetas de ensayista, poeta e incluso antropólogo. Como escultor, desarrolló un estilo en el que predomina la experimentación con el espacio y el vaciamiento y la desocupación de la escultura.

El edificio del museo, propiamente dicho, es obra del arquitecto navarro Francisco Sáenz de Oiza (Cáseda 1918-Madrid 2000), y supone "el reencuentro definitivo del legado de Jorge Oteiza con el testimonio último de Sáenz de Oiza, dos autores fundamentales de la escultura y la arquitectura contemporáneas, amigos y colaboradores en diversos proyectos desde mediados del siglo XX". El arquitecto proyectó un enorme cubo de hormigón de color rojizo, rematado en alto por tres cuerpos prismáticos de color oscuro y formas irregulares, que recogen la luz y la trasladan al interior, de manera que iluminen las salas sin restar protagonismo a la obra escultórica. El objetivo declarado de Sáenz de Oiza fue que el continente arquitectónico no se convirtiera en una "escultura llena de esculturas", que el contenedor arquitectónico no eclipsara al contenido escultórico. El edificio, que al interior intenta recrear el túnel en el que Oteiza trabajaba cuando su participación en la obra escultórica del monasterio de Arantzazu, integra además la vivienda en la que Oteiza vivió y trabajó durante casi treinta años, y que constituye el germen del museo, configurado en vida por el propio escultor.

En cuanto a la colección artística, reúne 1690 esculturas, 800 dibujos, 2000 proyectos en tiza y la biblioteca personal del autor, compuesta por unos 5000 volúmenes. Se recogen además escritos del artista, su amplia hemeroteca y objetos de su uso personal. El amplísimo abanico de obras reunidas permite recrear de manera completa la evolución creativa del escultor, comenzando por sus primeras obras de corte expresionista, que poco a poco van abandonando la figuración, al tiempo que se da el conocido proceso de vaciamiento y desocupación espacial. Pueden encontrarse también piezas y bocetos realizados para la obra de Arantzazu, así como las investigaciones formales que permitieron el vaciamiento de las formas geométricas, en un proceso artístico y vital que culmina con el abandono de la actividad escultórica del artista, tras constatar y manifestar que "me quedé sin escultura en las manos". Otro elemento importante del museo es el célebre Laboratorio de Tizas, que en realidad abarca materiales variados como papel, escayola, latón, madera o corcho, con los que el autor profundizó en sus investigaciones artísticas.