La fotografía tiene sus orígenes en la cámara oscura. Este procedimiento para obtener imágenes era conocido desde la Antigüedad y consistía en una caja cerrada en la que se hacía un pequeño orificio en un lado, y la luz que provenía desde el exterior pasaba por este agujero y proyectaba sobre el lado opuesto, de una manera invertida, los objetos del exterior. Sin embargo, aunque este artilugio permitía ver las imágenes y fue muy utilizado desde el renacimiento pero, especialmente, durante el barroco no permitía fijar las imágenes ni obtener reproducciones fotográficas, por lo que hubo que esperar al avance de la ciencia -el ennegrecimiento de las sales de plata por efectos de la luz- para llegar al inicio de la fotografía.
El primero que lo logró fue el científico francés J. N. Niepce (1765-1833), que realizó en 1826 la primera fotografía conocida como "Vista desde la ventana en le Gras". Más adelante se asoció con L. J. M. Daguerre (1791-1851) -oriundo del País Vasco francés- quien hizo evolucionar el invento de Niepce simplificando el proceso. De esta manera nació lo que se denominó como daguerrotipo, proceso por el cual se obtenía la fotografía sobre una superficie de plata pulida, resolviendo algunos problemas técnicos del procedimiento inicial de Niepce y reduciendo los tiempos de exposición. Casi al mismo tiempo, otros investigadores como H. Florence, H. Bayard, o W. Fox Talbot desarrollaron otros métodos diferentes; el de Fox Talbot, denominado calotipo, obtenía sobre un soporte de papel los negativos y a partir de estos negativos se reproducían también en papel copias positivas. De esta manera, la fotografía quedó inventada.
La fotografía durante este primer período que se extendió hasta finales del siglo XIX se limitó a copiar a la pintura, a imitarla con el objetivo de sustituirla, por lo que apenas avanzó nada hacia su propio lenguaje. En esta labor destacaron A. E. Disderi, que realizó paisajes, y O. G. Rejlander quien cultivó el retrato. Sin embargo, comenzaron a surgir excepciones y la fotografía comenzó a encontrar su propio lenguaje. El primero que lo intentó realizando una obra personal fue el fotógrafo francés de retratos Nadar, a quien le siguió cultivando el mismo género la británica J. M. Cameron. Pero donde la fotografía comenzó a encontrar sus verdaderas posibilidades expresivas fue en el reportaje; este nuevo género lo inauguró el británico R. Fenton, el primer fotógrafo que realizó fotografías de guerra, concretamente de la Guerra de Crimea. A continuación le siguieron los norteamericanos M. B. Brady, J. A. Riis y L. W. Hine, realizando obras de contenido y crítica social.
Sin embargo, para que encontremos el comienzo de una fotografía madura y personal, confiada en las posibilidades de sus propios recursos y dispuesta a crear su lenguaje, tuvieron que darse importantes avances entre los que destacó el abaratamiento del proceso fotográfico, que vino gracias a la invención a partir de 1888 por parte del norteamericano G. Eastman de la cámara Kodak, una cámara que utilizaba carretes de película enrollable en lugar de placas planas. Este nuevo procedimiento para poder obtener las fotografías instantáneamente trajo la popularización de la fotografía y un cambio radical en su concepción y su lenguaje a partir del comienzo del siglo XX. Y es que la mayor transformación se dio en la aparición de una nueva sensibilidad. Así, comenzaron a surgir fotógrafos que en vez de fijarse en los hechos de una manera objetiva como era el modo predominante hasta entonces, comenzaron a reflejarlos de un modo subjetivo, artístico -como lo habían comenzado a hacer los artistas realistas, impresionistas, postimpresionistas y simbolistas a partir de mediados del siglo XIX- destacando los siguientes fotógrafos: P. Martin, E. Atget, A. Stieglitz, E. Steichen. F. E. Evans y P. H. Emerson. Estos fotógrafos comenzaron no sólo a reflejar el testimonio directo de la realidad que veían, sino también a leer en ella, no limitándose sólo a mirar; esta lectura subjetiva enriqueció el lenguaje fotográfico.
A partir de comienzos del siglo XX hubo fotógrafos que no conformándose con reflejar de un modo artístico la realidad, decidieron involucrarse en el arte de las vanguardias. Así nació lo que denominamos como fotografía artística que combinaba los lenguajes de las vanguardias artísticas plásticas con los de la fotografía. En esta línea destacaron los constructivistas con Rodchenko y Moholy-Nagy, los dadaístas y los surrealistas como J. Heartfield, R. Housmann y Man Ray, y otros muchos que aunque no se inscribieron en una vanguardia concreta sí realizaron fotografías con intenciones vanguardistas, como fuel el caso de P. Strand, E. Weston, A. Kertesz. A. Sander, D. Lange o Brassai. La fotografía y el arte durante este período que coincidió con la época de entreguerras, estuvieron estrechamente relacionados; de hecho, la influencia entre ambos fue mutua, y de esta relación la fotografía salió beneficiada pues consiguió así seguir enriqueciendo su lenguaje.
A comienzos de los años treinta, nuevamente fueron los avances técnicos los que propiciaron un nuevo cambio en la fotografía, que llevaron a ésta a su plena madurez. Estos cambios vinieron de la mano de E. Salomón y O. Barnack. El primero inventó la cámara de formato pequeño sin flash y el segundo la cámara Leica, también de pequeño formato y con el tipo de película reducida que luego se popularizó. Estos dos inventos fueron fundamentales para el lenguaje fotográfico, pues posibilitaron una mayor libertad de movimientos para el fotógrafo y su estilo. Y es que la simplificación de las cámaras y su mayor manejabilidad posibilitó a los fotógrafos poder seguir la realidad desde más cerca y retratarla de una manera más directa pero también más personal.
El otro elemento que provocó la evolución del lenguaje fotográfico fue el nacimiento del reportaje fotográfico, que consistía en contar una historia utilizando las fotografías que reflejasen los diferentes instantes del acontecimiento. Este genero se desarrolló con las aparición de revistas como la estadounidense Life y la francesa Vu, que recogieron este tipo de trabajos. Así, la fotografía se convirtió en testimonio de las acontecimientos, además de un lenguaje reconocido. Muchos fueron los fotógrafos que lucharon por la fotografía tanto como documento histórico como artístico. Destacaron los que en 1947 decidieron crear su propia agencia con el objetivo de defender su trabajo; esta agencia fue Mágnum, y ella fue quien marcó la evolución de la fotografía en las siguientes décadas en el campo del reportaje. Entre los fotógrafos de esta agencia destacaron R. Capa, E Erwitt, H. Cartier-Bresson o W. Eugene Smith, aunque su estilo influyó en otros muchos fotógrafos como, por ejemplo, M. Álvarez Bravo, W. Eggleston o R. Doiesneau.
A finales de los años cincuenta, la fotografía sufrió un importante cambio debido a la aparición de la televisión. Y es que técnicamente alcanzó todas las conquistas incluyendo el color a partir de 1935, la competencia de la televisión le obligó a replantearse sus objetivos, sus funciones, su propio lenguaje, y en cierto modo se replegó sobre sí misma; ya no es el testigo de los acontecimientos, por lo que su lenguaje evolucionó hacia una mayor introspección. En estas décadas destacaron por sus trabajos W. Evans, M. White, R. Frank, W. Klein, J. Gutmann, R. Avedon, I. Penn, C. Beaton y D. Hamilton.
A partir de los años setenta surgió una nueva generación de fotógrafos que, liderados por A. Katz en Estados Unidos y el matrimonio formado por Bernd y Hilla Becher en Alemania, comenzaron a replantearse la disciplina apostando por una nueva mirada muy influida por los movimientos artísticos del momento -arte pop, arte minimalista, arte conceptual, arte povera, land art- y que reivindicaba géneros tradicionales como el paisaje o el retrato pero desde una nueva perspectiva influida por el concepto de posmodernidad. T. Ruff, A. Gursky, C. Sherman, R. Mapplerton, A. Serrano, S. Neshat, e incluso, S. Salgado son diferentes ejemplos de este nuevo tipo de miradas más contemporáneas.
A finales del siglo XX aparece una nueva tecnología que supone un cambio de rumbo en la forma de utilizar y entender la fotografía. Nos referimos a la aparición de la digitalización que, aunque ha liberado a la fotografía del carácter documental de su naturaleza, le ha creado otras cuestiones difíciles de digerir. Y es que las nuevas tecnologías digitales ofrecen la posibilidad de intervenir en el registro de las imágenes y, por tanto, tienen la capacidad de transformar la realidad, de manipular y distorsionar las imágenes sin perder el realismo fotográfico con el que fueron captadas. Con la pérdida de la objetividad de la imagen fotográfica, en el siglo XXI se empieza a considerar la actual como la era post-fotográfica, en la que se ha superado el concepto de lo fotográfico como modelo de realismo. Sin embargo, la manipulación de la imagen ha existido en la fotografía desde sus orígenes y, por tanto, los nuevos retos a los que se enfrenta la fotografía actual no están tan sólo limitados al procedimiento mecánico o el concepto de virtualidad, como a la propia imagen y su significado.