Concept

Feria

Representan en la problemática económica la dimensión distributiva del comercio en el espacio, por tanto, geográfica. Se distinguen tres instituciones, la feria, el mercado periódico y la plaza comercial (tiendas). Aquí nos vamos a referir solamente a ciertos lugares institucionalizados como centros de reunión de gentes que acuden a los mismos con afanes de compra o de venta de toda clase de artículos. Respecto al comercio interior, al flujo de operaciones comerciales intercomarcal, interregional, nacional y aun internacional remitimos al artículo Comercio. La feria es probablemente anterior a toda clase de mercados. Su origen es, indudablemente, pastoril y ganadero, en tanto el mercado periódico es de origen agrícola y artesanal. La palabra feria, "vasc. periya", es latina (ferial) y proviene del vocabulario eclesiástico con significación primitiva de "festivo": día feriado. El lugar destinado a la feria se viene denominando ferial, del lat. forum, "plaza", "mercado". De ahí nuestro pueblo vizcaíno Forua y el meridional "Forum Gallorun", Gallur. Las ferias se solían celebrar una o dos veces al año en tanto los mercados podían ser diarios, semanales, quincenales o mensuales. Cada villa, puebla o ciudad combina las tres actividades de feria, mercado y tiendas o plaza comercial. Es indudable que cada una de estas instituciones localizadas en cruces de comunicaciones o lugares comercialmente estratégicos ejercieron gran influencia demarcando áreas humanas de relación comercial y sociocultural.

El atractivo de estas ferias y mercados periódicos ha residido en que las ferias gozaban de privilegios reales durante los días de duración y de compraventa. Se traducían en exenciones fiscales y seguridades personales, no detención, etc. Los mercados gozaban igualmente de exenciones fiscales. A la feria concurren los feriantes con sus mercaderías, ganados, por lo general caballar, vacuno, lanar y porcino; productos agrícolas como frutas, verduras, aves, huevos, etc.; objetos de artesanía, herramientas, vestidos, etc. Lo más característico de la feria es que relaciona a la comarca con el exterior, y su aspecto expositivo y emulante, ya que es frecuente el concurso, el jurado y los premios. El mercado periódico, en cambio, ofrece un radio de acción apenas comarcal pero repercute más en la regularización de precios mediante el suministro competitivo de toda clase de mercaderías, ganaderas, agrícolas e industriales. Las tiendas, plaza comercial, compiten con mercados y ferias desde sus establecimientos propios o arrendados y sujetos a un registro en el fisco y a un permiso municipal. La competitividad comercial de las mismas tiende a la especialización: tejidos, ferreterías, comestibles, perfumería, relojería, bisutería, etc.

Ya no se trata de premiar al expositor de más calidad, ni de regular el precio. Ahora la exposición es permanente mediante el escaparate. La competencia conduce a la búsqueda de la clientela vendiendo mejor y más barato. Las comunicaciones vienen jugando un papel muy importante desde la aparición de los modernos medios de comunicación. Muchas ferias y mercados antes distantes se hallan ahora a minutos de automóvil. Hoy en día se llega a todas partes e incluso a las ferias internacionales de maquinaria y herramientas más alejadas. El avión suple al automóvil como éste desterrara al carro y aun al tren. La historia económica y de las comunicaciones han revolucionado y revolucionan todos los días las ferias y mercados con concurrencias inusitadas y espectaculares, p. ej. los actuales productos japoneses. La feria es el lugar de la novedad, del orden que sea, acompañada de la publicidad. Se promocionan modelos, marcas y firmas. Todo esto ha llegado a través de un largo proceso histórico. Paralelamente se produce un espectacular crecimiento demográfico. Aquellos viejos lugares de ferias y mercados se van convirtiendo en pueblos y ciudades como ocurre con Vitoria, Pamplona, Bilbao, Bayona, Tudela, Estella o Baracaldo. Muchos pueblos se independizan de un cierto modo aunque no pasen de mercados secundarios. Tudela depende más del área de mercado zaragozano que del pamplonés. Varios pueblos navarros dependen de Vitoria y de Logroño, y algunos alaveses, de Bilbao.

El mapa de relaciones comerciales provocadas por ferias y mercados periódicos no da de sí áreas delimitadas sino irradiaciones y atracciones cuyo alcance es irregular: se trata de la procedencia tanto de compradores como de vendedores. Ganan relieve los grandes mercados y sus satélites pero con proyecciones insospechadas. Los famosos tratantes se distinguían por su procedencia exteriorizada en su vestimenta. El tratante vasco vestía una blusa vueluda y negra, boina y palo. No es rara la concurrencia a algunas ferias de tratantes aragoneses, catalanes, castellanos y aun gallegos. La influencia de lejanas ferias se ha dejado sentir en materia de precios como la de Torrelavega. Examinado nuestro mapa se dejan ver como mercados principales los de Portugalete, Bilbao, Amorebieta, Guernica, Vitoria, Villafranca, San Sebastián, Estella, Pamplona, Bayona, Tudela. Los viejos mercados y ferias conocían, además, el comercio ambulante, como el de los aceiteros, vinateros, cordeleros, tejeros, etc. El viejo comercio de pueblos entonces aislados sin carreteras como Isaba, en Roncal, se relacionaba con el exterior mediante la trashumancia. Los cuchareros del valle vendían las cucharas de boj a los refinadores de Valencia. Las maderas, transportadas en almadía, se vendían normalmente en Zaragoza, donde se compraban las joyas de la roncalesa. Los paños de sus faldas venían de Marsella y los sombreros del varón, de Sástago, en Aragón. Un análisis de ferias y mercados nos dejaría ver una red de relaciones quizá emparentada con la red dialectal del romance y del euskara. La multiplicación de medios y vehículos de comunicación, como se ha dicho, ha favorecido a unas localidades y perjudicado a otras, dando lugar a reajustes, auges y ruinas, que no son otra cosa que historia comercial.

Dice Lacarra que

"desde que Sancho el Mayor (siglo XI) cambió el camino de Santiago dirigiéndolo por Estella y Logroño, el número de peregrinos aumentó considerablemente, favorecidos por la mayor comodidad y seguridad de la nueva ruta, y, a lo largo de ella, se estableció una importantísima vía comercial. De trecho en trecho y en los puntos estratégicos se fueron formando nuevos mercados, cuyo comercio era mantenido especialmente por francos y judíos; estos comerciantes necesitaban para sus especulaciones una protección especial, que los reyes concedían gustosos, al ver acrecentarse las riquezas de sus estados".

Y añade:

"en estos mercados el comercio era mantenido por judíos (en Estella y Nájera, especialmente) y por francos y extranjeros que constituían casi el único núcleo de mercaderes y burgueses. Estos francos, franceses en su mayor parte, fueron estableciéndose desde finales del siglo XI a lo largo de la ruta de Santiago, y siempre en poblaciones importantes a las que los reyes concedían fueros especiales: eran mercaderes y artesanos, y el hecho de trasladarse a países de costumbres y legislación distintas, las seguridades especiales que necesitaban para dedicarse al comercio y el constituir núcleos urbanos de alguna consideración (lo que hasta entonces fue desconocido en Navarra) eran motivos suficientes para que se les otorgasen leyes especiales sin contar el deseo de los monarcas de acrecentar la riqueza de sus estados con hombres trabajadores, ricos e industriosos"

(Ref. Lacarra, J. M. Para el estudio del municipio navarro medieval. "Príncipe de Viana", II, n.° III, Pamplona, 1941).

"Pamplona tenía mercado en 1087, prohibiéndose a los pueblos de la cuenca el celebrarlo el martes para favorecer aquél; otro mercado se estableció en la misma ciudad en el barrio de San Saturnino, el cual consiguió ( 1129) un monopolio para vender a los peregrinos. Estella desde 1090, Logroño en 1095, Nájera tenía en 1052 un barrio de mercado y un barrio de las tiendas; el mercado se celebraba el jueves percibiendo la iglesia de Santa María la cuarta parte de las rentas del mismo; el comercio estaba en manos de los judíos y francos, aunque parece que el mercado se hallaba en el barrio de los castellanos. Miranda de Ebro tenía un mercado general el jueves, y otro para los del alfoz, el martes. Belorado (1116), Sangüesa (1122), Puente la Reina (1122), Monreal (1149), Los Arcos (1175) y otros lugares de la ruta de Santiago van alcanzando sucesivamente mercados, los cuales se extienden a otros lugares más apartados del camino francés pudiendo decirse que en el siglo XII no hay villa realenga aforada que no disfrute de un mercado más o menos importante"

(Lacarra, ob. citada, p. 54).

Se habla ya de senior mercati desde 1087. Le habrían sucedido los alcaldes de mercado que se mencionan y regulan ya en el Fuero General (I, I, 3), al tratar "dalis mercados o fagan lures mercadurias". Dice el Fuero:

"Otro sí, si alguno ha contienda con otro hombre, por amor de trayer contienda et barayla entre eyllos, dalis alcaldes de sus mercados, buenos hombres e membrados, et sabidores de los fueros et de los drechos. Empero es en el mandamiento del Rey por dar alcaldes quoales eyll quisiere en los mercados de Navarra".

Coexisten desde entonces los alcaldes de mercado y los de nombramiento concejil, compitiendo a aquéllos los delitos reservados a la justicia real. Los alcaldes de mercado juzgaban a los pecheros, y por eso en 1327 los de Sorlada y Burguillos que habían sido pecheros de D. Fortuño Almoravid, se compraron a sí mismos haciéndose labradores del rey suplicando tuviesen su alcalde en el mercado de Estella. Juzgaban también a los hidalgos según acuerdo de Cortes de 1450. Lo notable es que esta clase alcaldes de mercado no se conoció en los reinos de Castilla y de León. Su jurisdicción sería la merindad respectiva. (Ref.: Lacarra, J. M., Obra citada, p. 62).

En abril de 1796 solicitaban privilegio de feria los lugares de Barasoain y Garinoain, muy contiguos y por tanto con unos mismos intereses. En la solicitud se hace ver cómo, por ejemplo, el lugar de Garinoain, del Valle de Orba, se encuentra en el camino real que desde la ciudad de Pamplona se dirige a los reinos de Castilla y Aragón, la bella situación, los términos espaciosos de que dispone, la utilidad y conveniencia para sus naturales. Para salvar la competividad entre ambas villas se propone una alternativa anual, pero la de Garinoain alegaba en su favor la disposición de sitios y términos más acomodados y abundantes en yerba para el sustento de los ganados. Incluso se traen a cuento los servicios prestados en la última guerra y los que seguía prestando continuamente alojando a la gente de guerra en continuo tránsito por el lugar. En el acuerdo del Concejo que precedió a la solicitud se consignaron los fundamentos en que se basaba:

a) Situación en el centro del Reino sobre el camino real, a distancias proporcionadas entre Estella y Sangüesa,
b) Contar con número suficiente de casas, corrales, dos ventas y la Granja de Kataláin más dos buenos abrevaderos,
c) La proximidad de Barásoain, Mendivil, Solchaga, Orisoain, el Pueyo y su venta, etc.

La fecha más oportuna les parecía del 1 al 8 de setiembre y los feriantes estarían exentos del derecho de alcabala. Para botigas o tiendas era lugar adecuado el centro del pueblo y para el ganado los terrenos de detrás de la iglesia donde podían caber hasta 10.000 cabezas de ganado. Para yerbas disponían del paraje de Zubialdea. Al único regidor existente se le nombraría alcalde de feria para los ocho días, con privilegio de la vara. Barasoain hizo solicitud parecida y se concedió por fin anual alternativa para ambas villas con alternativa también de la alcaldía de mercado. (Ref. Idoate, Rincones de la Historia de Navarra, II, pp. 420-421).

No era siempre fácil obtener una concesión de feria o mercado. Dependía de la situación del pueblo solicitante ya que podía perjudicar a otra localidad cercana. En este caso el Consejo Real de Castilla no concedía su autorización. En 1726 se suprimieron las ferias celebradas en descampado provocando no pocos trastornos. Así, por ejemplo, se desestimó la petición de mercado de Gordejuela en 1796. En Navarra sucedía otro tanto. (Ref. Fernández Pinedo, E. Crecimiento económico... 1100-1850, p. 236).

Muchas ferias, llamadas "francas", se veían libres de pechas por concesión y privilegio de fundación. La pecha más corriente era la lezda, cobrada directamente o por arriendo, la percibe el tesoro real sobre los artículos y animales objeto de mercado salvo el caso de feria exenta. En 1360, p. ej., es de 3 dineros blancos por cada carga de trigo en ciertas localidades de la merindad de Estella. En 1365 se arrendaba en Valtierra en cuarenta y cinco sueldos. Hay lezda de la carne, del pescado, de la sal, de ollas y gamellas, de quesos, cueros y abarcas. Según el Fuero de Estella de 1 164 existían un mercado semanal y la venta diaria de las tiendas. El jueves, día de mercado, se podían realizar transacciones comerciales sin pagar la lezda (impuesto real) menos en aquellos productos que se miden con la roba o robo; es decir que los granos, productos del campo de los pueblos vecinos que se medían con la roba, estaban en inferioridad de condiciones el día de mercado. Pero en cambio se podía vender grano a diario en las casas, en las tiendas de los burgueses estelleses sin pago de lezda. (Ref. Lacarra, J. M.ª El Fuero de Estella. "Anuario de H.ª del Derecho Español", 1927.) Otro de los impuestos eximidos en las ferias y mercados francos es el de la alcabala, que era una pecha sobre las compraventas, veáse Alcabala.

Como dice Lacarra, la política de paz introducida por Carlos III (de Navarra) permitió aumentar los esfuerzos para la reparación de caminos y puentes, mejorando la circulación de las rutas comerciales, y el establecimiento de ferias para la contratación interior. En 1390 se crearon tres ferias francas en Peralta, Los Arcos y Tudela; al año siguiente, otra en Estella, y en 1417, en Corella. Estos signos de restauración económica habían de sufrir bruscas oscilaciones a la muerte de este monarca por las graves disensiones internas por que pasó el reino a lo largo del siglo XV. (Ref. Lacarra, O. c., p. 210.) Las ferias y mercados cambian de fechas a lo largo de la historia, desaparecen, reaparecen, nacen nuevos centros de contratación y cambian de lugar de reunión. Así, por ejemplo, en las localidades de las que vamos a hablar.

En Estella, p. ej., en 1187 Sancho el Sabio concede mercado a los estelleses; en 1236, Teobaldo I concede mercado a la parroquia de San Miguel; en 1251, feria anual durante quince días; en 1366 se habla ya del Mercado Viejo y del Mercado Nuevo; de 1435 sabemos que había autorización de dos ferias francas. Actualmente Estella recibe una gran influencia de Vitoria. Los mercados se celebran en las plazas de Santiago y de los Fueros. Se vende con preferencia ganado porcino. En las ferias de San Andrés se venden las famosas jacas navarras.

A Tudela se le concedía en 1251 (D. Teobaldo) el privilegio para una feria franca de 15 días del 1 al 16 de febrero. Este privilegio subsistía todavía a fines del siglo XVIII. Es tradicional la concurrencia de roncaleses y montañeses de Jaca.

A título anecdótico citamos el mercado de Huesca del siglo XIV ya que en las Ordenanzas municipales de 1349 se establece taxativamente que ningún corredor sea osado de hacer mercadería ninguna ni compre ni venda entre ninguna clase de personas, hablando algaravía, hebreo ni vascuence. Se da un trato por igual a las tres lenguas ya que entre los compradores abundarían los musulmanes, hebreos con colonias en la ciudad y los euskaldunes, gentes del campo oscense e incluso de montañeses afincados en la ciudad. Sobre el significado de la palabra "corredor" en el siglo XIV y en Aragón, véase el diccionario etimológico de Corominas.

Otro ferial antiguo debió de ser el de Hernaz, en Isaba (Nav.) en los lindes con Bearne y Zuberoa y ligado al tradicional Tributo de las Tres Vacas. Hoy en día sólo subsiste el nombre y un pequeño ferial de perros de pastor. La feria de San Miguel de Aralar era al mismo tiempo romería. Se le cita ya en 1345. Otra, la de Roncesvalles, era vigilada y cuidada por el merino de Sangüesa.

En 1399 Enrique III (de Castilla) concedía a Vitoria privilegio para celebrar ferias francas cada año, la primera de 16 días, por la Ascensión, y la segunda, por setiembre, de doce días. En 1466 Enrique IV le concede mercado franco el jueves de cada semana. En tiempos de Landazuri había otros dos, el martes y el sábado. La libertad y franqueza de no pagar derechos se declaraba sacando la bandera de la ciudad al balcón de la casa consistorial. Actualmente el mercado se celebra los jueves de cada semana.

Pasando otra vez a Navarra, dice Yanguas que en el privilegio de esta clase concedido a la villa de Monreal hacia los años 1466, "se decía que pudieran concurrir todos, así naturales como extranjeros de todos los señoríos del mundo, sean cristianos, judíos o moros, hombres o mujeres, a dicho mercado, y estar en él y volver a sus lugares y tierras, libre, salva y seguramente, con todos sus bienes, aun cuando hubiere guerra con los países de donde los concurrentes tuviesen su vecindad, ni por deudas, marcas, ni obligación alguna, que hubieren contraido" (Yanguas y Miranda, J. Diccionario de Antigüedades del Reino de Navarra, Pamplona, 1840) (art. Mercados). Este mercado desapareció en fecha imprecisa.

Puente la Reina, vieja ciudad en la vía de peregrinos, con mercado desde 1122, era un centro importante que con las nuevas vías y medios de comunicación entra en franca decadencia. En 1498 D. Juan de Albret le concede el privilegio de feria. El mercado actual se celebra los miércoles con venta de verduras, frutas y gorrines.

En 1499 los reyes navarros D. Juan y D.ª Catalina conceden mercado quincenal y dos ferias al año a la villa de Lesaca. Su actual mercado es quincenal con venta de ganado vacuno, de cerda, ferretería y tejidos. Los valles orientales de Navarra poseen sus mercados a la entrada de los valles en la alineación Sangüesa, Lumbier, Urroz, Pamplona.

Lumbier tenia ya mercados y ferias en 1512. Su competencia es siempre Sangüesa. La venta en la actualidad es de ganado cerda y vacuno principalmente. Muchas de las ferias de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya datan de la Edad Media o del siglo XVI. En 1757 había en Guipúzcoa cuando menos siete, diez de las cuales eran importantes: Beasain, Vergara, Azpeitia, Villafranca, Azcoitia, Villarreal, Mondragón, Segura, Elgóibar y Oñate. En Vizcaya se autorizaron ferias de ganado en Ermua (1752), Sopuerta (1780), Axpe de Busturia (1779), Sopelana (1780), Guecho (1780), Gabica (1781), Frúniz (1781), Berriz ( 1781) y Amorebieta ( 1782), y espontáneamente, sin permiso real, se celebraban en Zalla y en Morga, ésta principiada hacia 1780. (Ref. Fz. Pinedo, E. Crecimiento económico, p. 134).

En 1512 la reina D.ª Juana expidió a favor de Villafranca de Ordizia una Real facultad disponiendo que tuviera mercado todos los miércoles pero no se estableció con mucha regularidad en mucho tiempo. En 1630 obtuvo la villa la merced de celebrar todos los años una feria el día de San Bartolomé. En 1754 se comenzó a celebrar la feria todos los jueves del año que luego cambiaron por el lunes. En 1790 las Juntas suprimieron dicho mercado. No se resignaron sus habitantes. Se establecieron otras tres o cuatro más. Tras laboriosas gestiones se celebró en 1797 la renombrada feria de Villafranca por primera vez. Afectan la feria y mercado de Villafranca a toda Guipúzcoa y una buena parte de Navarra.

Ezquioga celebró hasta 1726 la única feria de ganado caballar de Guipúzcoa en el barrio de Andoaga o Santa Lucía. A partir de esa fecha, habiéndose prohibido las ferias en descampado pasó a celebrarse en Zumárraga y Villarreal.

A fines del siglo XVIII Vergara tenia feria por Pentecostés, en especial de ropa, a la que acudían comerciantes de Bayona, Bilbao, Vitoria y San Sebastián e incluso catalanes, y otra de ganado vacuno, sábados alternos, desde Ramos a Pentecostés. La facilidad de nuevos caminos para Vitoria arruinó a ambos. (Pinedo, p. 234.)

No se accedió en 1790 a la petición de Tolosa, que ya tenía un mercado semanal de mucha concurrencia, a fundar una feria al por mayor del 20 de junio al 4 de julio. Ahora los inconvenientes procedían del peligro de comerciar importando géneros del puerto franco de Bayona y exportarlos a Castilla sin tocar aduanas. (Pinedo, p. 237.)

Labastida, rica en viñedo, debía proveerse de granos para elaborar el pan necesario para el sustento. Tenía que surtirse de Haro, pero los de este pueblo no dejan salir a los arrieros sin la contrapartida correspondiente de vino. En 1797 se le concedió mercado para toda clase de frutos y géneros el sábado de cada semana (Pinedo, p. 235).

Santa Cruz de Campezo obtuvo mercado en 1799 a celebrar los sábados de cada semana para evitar un desplazamiento con sus productos hacia los mercados de Logroño, Vitoria, Salvatierra y Estella (Pinedo, p. 235).

Los habitantes de Eibar se dedicaban a la fabricación de armas y carboneo debiendo proveerse de trigo de pueblos de Alava y Castilla, y maíz, de Vizcaya. En 1801 solicitó una feria de ganados y un mercado de granos. (Pinedo, p. 235.)

Según refiere Idoate en Rincones ... [t. II, pp. 421-423] desde muy antiguo venía celebrándose en la ermita de Nuestra Señora de Belate una feria anual el 28 de agosto, hasta el año 1793, en el que, durante la guerra contra los franceses, fueron derruidos los edificios que allí se encontraban. Por ello desapareció la feria, siendo trasladada la Virgen a Alcoz. En el año 1817 el valle de la Ulzama envió un informe a las Cortes, proponiendo el restablecimiento de la feria en Lizaso. Los tres Estados sometieron la solicitud a informe del Síndico de la Diputación, D. Angel Sagaseta de Ilurdoz, quien respondió favorablemente. El virrey accedió a la celebración de la feria en Lizaso, mientras que la ermita de Velate no estuviera en condiciones de alojar a los feriantes de nuevo.

En el transcurso del año había en Bayona dos ferias francas; la primera comenzaba el miércoles de Ceniza; la segunda el último día del mes de abril; duraban quince días cada una; pero los feriantes se arreglaban generalmente con los regidores que tenían derecho a concederles ocho días de prolongación. Las fábricas del Languedoc, Castres, Toulouse y otros lugares traían gruesos paños y sombreros que eran muy buscados en el País Vasco y también por los marineros; otros feriantes traían también artículos de cuchillería y de bisutería. Estas dos ferias anuales, instituidas por Luis XI, se instalaban en la calle Pont Mayou, que recibió después el nombre de calle Víctor Hugo. Ya durante la Edad Media había existido, bajo el reinado de Enrique III, dando comienzo ocho días antes de San Miguel y terminando ocho días después. Ref. Edouard Duceré: Dictionnaire historique de Bayonne, 2 vols, Bayonne, 1911-1915. art. Ferias.

Se traslada en 1881 la afamada feria de Basurto en Abando a la orilla opuesta del Cadagua en Cruces, Baracaldo.