Urbanismo y construcciones civiles
El lugar se encuentra en alto, dominando el valle, y desde aquí se aprecia una buena vista del paso de Dos Hermanas y del camino hacia el otro gran desfiladero de la zona, el de Oskia. No es, pues, casualidad que en los alrededores de Etxeberri se levantara el castillo de Aizita, en lo alto de una de las dos "hermanas", nombre que no es sino una corrupción del original vasco que designa el paso, "Bi Ahizpe" (literalmente "bajo las dos rocas", pero que se distorsionó al tomarlo por "bi ahizpa = "dos hermanas").
El casco urbano se agrupa en torno a una única calle, que se ensancha y asciende en suave pendiente hacia la iglesia, de forma similar a como hemos visto en otros pueblos de la zona. Abre el conjunto un recio caserón de traza dieciochesca, con volumen cúbico, tres alturas y tejado a cuatro aguas o "en pabellón". Los muros van enlucidos y con cadenas de sillar, como es habitual en la arquitectura de la zona. Los vanos son rectos, salvo una ventana con arco rebajado y la puerta que remata con arco de medio punto sin moldurar. Preside la fachada un escudo barroco muy decorado y hoy partido por la mitad. Más adelante hay dos casas adosadas, una de las cuales muestra las mismas características antes descritas, con la salvedad de que el empleo de sillares se extiende al paño inmediato al acceso, como en otros pueblos del valle de Arakil. Otra casa, de marcado volumen vertical, tres alturas y tejado a doble vertiente, tiene un medio punto que se abre a un soportal en ladrillo. Ha sido muy reformada. Otra se adapta a la pendiente del terreno, mostrando dos alturas en uno de los frentes y tres en el opuesto, manteniendo por lo demás las mismas características arquitectónicas ya descritas. En lo alto de la calle Santa María, ocultando con su tamaño la iglesia, hay otra casa muy reformada, con balcones muy uniformes y tres alturas, bajo tejado a doble vertiente.
Hay además en Etxeberri varias casas de nueva factura o chalets, exentas y con diseños diversos, que en realidad imitan el estilo vasco en sus diferentes variedades, con un similar empleo de los materiales aunque, como es habitual, el tratamiento de los vanos es diverso, tendiendo a una mayor amplitud, y los diseños son más imaginativos, llamando la atención en especial la mayor riqueza volumétrica. Alguna casa, no obstante, se aparta de este patrón "neovasco", con acabados más innovadores e incluso cromáticamente agresivos.
Ermitas
Dice Pérez Ollo que el obispo visitador Igual de Soria conoció la de Santiago y Santa Ana, que inspeccionaba en septiembre de 1797. En aquella época mandaba que dicha ermita se trasladase a un lugar más adecuado.
Parroquia de la Natividad
Se trata de un templo medieval en origen y datable como del siglo XIII, aunque posteriores reformas hayan desfigurado un tanto su aspecto. La planta consta de una única nave, rematada en testero recto. La sacristía se adosa a la cabecera por el lado de la Epístola, y le da continuidad volumétrica un pórtico que se alinea con ella. Como es habitual, la torre apoya sobre el primer tramo de la nave, y a su pared se adosa un modesto frontón remozado en 1991. Los muros son de mampostería de buen tamaño y con abundante argamasa, y van perforados por tres ventanas rectas. A los pies de la nave se levanta un coro de obra moderno y con barandilla de madera.. La cubierta consiste en una bóveda de cañón apuntado que denota el origen antiguo de la fábrica. Lleva dos arcos fajones igualmente apuntados, que dividen los tramos en longitudes diferentes. La sacristía lleva cubierta plana.
Al exterior destaca la torre, un sencillo volumen prismático con dos medios puntos abiertos a mediodía, para alojo de las campanas. Parece que fue rehecha en el siglo XVI, pero se siguió la tipología medieval en su reconstrucción. El pórtico es también moderno y sin mayores pretensiones, con estructura adintelada y de madera. La puerta es apuntada y consta de tres arquivoltas sin decoración, salvo una estrellita algo desfigurada en la clave. Parece que esta portada sigue modelos tardogóticos, probablemente del siglo XVI.
El retablo mayor es moderno e interpretado en clave neogótica, siendo también moderna la imaginería que lo complementa. Cerca hay una talla de la Virgen, barroca del XVIII, con bello rostro que figura una Madre de Dios muy joven, con movimiento expresivo y elocuente, con ropajes movidos y con bien justificados plegados, minuciosos y que dan acertado ritmo a la imagen. Hay también un Crucificado barroco, algo más tosco y popular, de tamaño algo inferior al natural.
Joseba ASIRON SAEZ (2007)