Monarchy and Nobility

Carlos III de Navarra El Noble

Este, en su tiempo, ennoblescio et exalco en dignidades a muchos ricos hombres.

Tal como lo reza su epitafio, Don Carlos, llevado por cierta manía de grandezas aliada a su innegable bondad, gustó de crear nuevas dignidades y complacer a las ya existentes. Acabada la era de las empresas bélicas, la nobleza y los ricoshombres navarros quedan, como las Grandes Compañías, ociosos, sin derroteros y sin nuevas posibilidades económicas. No nos hallamos solamente ante un monarca que quiere brillar, sino ante una constelación de cortesanos que no quiere "ser menos", actitud en la que Lacarra ve una evidente influencia castellana. Surgen así los grandes señoríos hereditarios, terreno abonado para la bandería. Carlos reparte rentas y pechas: las de Valderro a Aujer de Garro (1387), las de Ostabarret al señor de Laxague (1388), las de Monreal al vizconde de Baigorry (1389), las de Aezkoa, Salazar y Sangüesa a los Agramont (1419-1420), las de Mendiondo a Saubat de Garro (1422), etc. Crea títulos nobiliarios: la baronía de Béhorléguy (1391), el condado de Cortes (1414), el señorío de Egüés, Elcano y Olaz (a Juan Coxe de Suescun, 1420), el principado de Viana (1423), el condado de Lerín (1424), el vizcondado de Méharin (1424), el vizcondado de Muruzábal y de Valdilzarbe (1427). Funda dos órdenes nuevas: la del Lebrel Blanco y la de la Buena Fe. Dice Moret que también "fueron muchas las mesnadas y remisiones de hidalgos que dio... (Anales, Tolosa, pp. 141-142). Sus propios bastardos, así como los de su padre y tíos fueron dotados de pingües señoríos.

"Inexcusable locura cometió D. Carlos "El Noble" -comenta Campión- cuando engrandeció a los bastardos y a los bastardos de los bastardos por cuyas venas corría sangre real... No previó las envidias y ambiciones que habían de incitarlas a destrozarse mutuamente... Con semejante imprevisión, aquel bonísimo monarca dejó hacinada la leña cuyas llamas habían de hacer pavesas al Reino"

(Navarra en su..., p. 261).

El reparto de rentas y pechas debilita a la monarquía al privarle de su propia financiación y engrandece a la nobleza concesionaria. Una corona débil en la época de la creación de los Estados Modernos significa la muerte de la soberanía... Carlos III siembra las primeras semillas de esta muerte.