Las ideas de la Ilustración tampoco van a ser proclives al fenómeno de las peregrinaciones. A ello hay que sumar el largo período de guerras que se inicia con la Revolución Francesa, y, sobre todo, el fenómeno de las desamortizaciones eclesiásticas que va a desarrollarse a lo largo de gran parte del siglo XIX con la consiguiente desaparición de conventos y hospederías.
El acto de peregrinar a un santuario como el de Compostela se convierte en algo extraño, propio de personalidades atrabiliarias (ejemplo el poeta suletino Etchahun).
De ahí la acepción peregrino=raro. Sin embargo, León XIII, preocupado por la enorme pérdida de terreno experimentada por la Iglesia católica a lo largo de esta centuria, expide en 1884 una bula declarando auténticas las reliquias santiaguinas, cosa que apenas alteró el estado de la cuestión en lo que a la escasa afluencia de público se refiere. La Gran Guerra, la Guerra Civil de 1936 y la II Guerra Mundial completarán esta decadencia.
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