Lexicon

BRONCE

Edad del Bronce.

Período prehistórico que en Euskalerria abarca aproximadamente de 1.200 a 600 años antes de J. C. Se caracteriza por el empleo de hachas, puntas de flechas, puñales y utensilios de bronce, pero el habitante del país es el mismo que en pasadas edades. Estos hombres, de tipo idéntico al vasco moderno, habitaron entre otras cuevas las de Lumentxa y Santimamiñe, en Bizkaia, y la de Harixtoy en la Baja Navarra. Se han encontrado en ellas objetos de cerámica y artefactos de piedra. Además de estas cuevas naturales debieron estar habitadas grutas artificiales como las que subsisten todavía en Álava (El Montico, Albaina; Santorkaria, Laño). Los restos humanos hallados y su asociación a objetos de esta Edad dejan ver las distintas formas de enterramiento de los cadáveres. Un sector de la población los enterraba en las cuevas naturales (Oialkoba, Lezetxe, Isturits, Harixtoi, Goikolaua...), otro en los dólmenes (Obioneta, Portuzargaina, Landarbaso...). El dolmen de Obioneta, en la sierra de Aralar, presenta la particularidad de tener su fondo empedrado. Un tercer sector incineraba los restos humanos, como en el caso del arenal de Salvatierrabide, cuyos hoyos de incineración tenían hasta 1 m. de diámetro por 0,65 de profundidad. Los vestigios del hombre vasco de la Edad del Bronce se hallan en diversos yacimientos, como los de Santimamiñe (Kortezubi, Bizkaia), Goikolaua (Berriatúa, Bizkaia), Lezetxe (Arrasate/Mondragón, Gipuzkoa), Lamikela (Contrasta, Álava), Esterlocq (Beyris, Anglet, Lapurdi), el dolmen de Obioneta (Aralar, Navarra) y lugares donde han sido descubiertos objetos aislados como en Kutxinobaso (Cenarruza, Bizkaia), Artziniega (Bizkaia), Orkatzategi (Oñati, Gipuzkoa), Faardiko-harri (Sara, Lapurdi), Iruzubieta (Aretxabaleta, Gipuzkoa). La industria de esta Edad es generalmente de piedra, aunque aparecen como una novedad los objetos de bronce, hachas, puntas de flecha, puntas de lanza leznas y brazaletes. Los distintos tipos de hachas corresponden a los cuatro períodos del bronce. La cerámica está representada por unos pocos vasos funerarios hechos a mano. Los estudiados por Barandiarán son unos de base plana, otros de base convexa; en forma de escudilla y en forma bicónica; con pezón o sin él; de superficie lisa y de superficie con fajas de incisiones verticales. Recuerdan a cerámica más antigua. La técnica del tejido se fue aprendiendo a todo lo largo de la Edad del Bronce. A finales de ésta, hacia el s. VII antes de J. C., tiene lugar el primer contacto de los celtas invasores y los vascos. Los tres modos de enterramiento ya citados parece corresponden a creencias religiosas distintas. La incineración llega tardíamente. Se han olvidado las antiquísimas religiones para dar paso al culto del sol, eguzki, el fuego, sua y el cielo, ortzi. Se cree en otra vida y se hacen ofrendas a los muertos dejando junto a su cadáveres, útiles, alimentos y adornos corporales como ocres y pendientes. Se colocan también algunas vasijas (vasos cerámicos) con bebidas y alimentos, además de armas diversas, flechas, cuchillos, hachas, punzones y hasta amuletos hechos de cristal de roca o cuentas de azabaches. Las creencias en Mari no desaparecen, ya que han llegado hasta nuestros días. La semana que era de tres días, aste-lena (primero de la semana), aste-arte (intermedio de la semana) y aste-azkena (último de la semana), se ve adicionada por otros tres días: ortzegun (día del Cielo), ortzirala (poder del Cielo) e igandia (el creciente). Esta relígión es naturista. Una divinidad celeste, Urtzi, es el señor del Cielo y de ella dependen tempestades y bonanzas.De ahí que no es raro que el trueno y el rayo y hasta la luz del sol se consideren como atributos a juzgar por sus nombres euskéricos, ortz-antz "ruido de Ortz", oxpiñ-arri "piedra de trueno". Estas creencias se aproximan al mito indoeuropeo del martillo de Thor y de las flechas de Júpiter. El rayo sería en la mentalidad del vasco de esta Edad un hacha de piedra o de metal, que al caer se introduciría en la tierra siete estadios. Coexiste con Urtzi otra divinidad, Odei, que preside las tormentas y brama por medio del trueno, que es su voz, odai-ots. Estas creencias se suplantan y combinan entre sí, pero no logran desarraigar totalmente los viejos mitos. Urtzi y Odei se disputan la supremacía o se reparten los atributos, mientras que al Sol y a la Luna se les considera en los testimonios orales actuales los "ojos de Dios". En fragmentos de oraciones cristianizadas que todavía se rezaban hace pocos años se dice:

Jaungoiko'aren begi ederra
Amaberjiñak alaba dezala
Amaberjiñen begi ederra
Jaungoikoak alaba dezala

Oi! zein illargi ederra
begi ederra!
Jaungoiko'ak bereinka zaitzala.

Esta oración hace alusión a la Virgen, pero esto no significa otra cosa que una adherencia al pasar a través del cristianismo. Con el culto al Sol se veneran sus símbolos: la flor del cardo eguzki-lore, la swástica lauburu, círculos y estrellas pentagonales izar, etc. Otros vestigios de ese culto son la orientación de los dólmenes, casas y cabañas mirando a oriente, etc. Las fiestas solsticiales han dejado su huella en el nombre del mes de junio ekaina, y quizá en el nombre de la Navidad, eguberri. Refs.: Barandiarán, J. M.: El hombre prehistórico en el País Vasco, Buenos Aires, 1953; Estornés Lasa, B.: Origenes de los Vascos, t. I., pp. 229- 264; Quadra Salcedo, Ana: Nuevos yacimientos navarros de la Edad del Bronce en Navarra, "Munibe", 1962, pp. 459-490; Maluquer de Motes, J.: Notas sobre la Edad del Bronce en Navarra, "Príncipe de Viana", XLVIII y XLIX.

Bernardo ESTORNÉS LASA