La zona ocupada por las poblaciones beronas ha sido investigada desde hace décadas por prestigiosos arqueólogos que han llevado a cabo importantes trabajos de campo. Si hubiera que destacar un poblado de entre las decenas hoy catalogados éste sería el poblado de La Hoya (Laguardia) en el que se realizaron excavaciones arqueológicas continuas durante más de una década, aunque otros como el de La Custodia (Biana) son también de gran relevancia.
La densa ocupación de este territorio, siguiendo en muchos casos los principales ejes de comunicación naturales, proporciona abundante información de este momento cultural. La localización estratégica de esta zona articulada principalmente por el río Ebro y su fácil conexión entre los mundos de la Meseta y del Mediterráneo facilita las relaciones entre poblaciones diversas, en ocasiones con formas de vida diferentes. Como sucede en el resto de los territorios, la mayor parte de los asentamientos corresponde a poblados fortificados en altura siguiendo una variada tipología en la elección del enclave, si bien en algún caso como en el de La Hoya se eligen lugares llanos, debido probablemente a lo estratégico de la zona.
Durante un momento avanzado de la Edad del Hierro se producirá un hecho relevante: el urbanismo. El trazado de calles y plazas en algunos de los poblados dará un nuevo aspecto más funcional y evolucionado a este tipo de asentamientos. Una vez más es el poblado de La Hoya el caso más significativo: con 4 hectáreas de superficie fue evolucionando durante su existencia, y si bien durante la Primera Edad del Hierro el trazado urbano estaba organizado de forma perimetral, levantándose la mayoría de las casas adosadas a la muralla, en la Segunda Edad del Hierro la organización interior cambió radicalmente, agrupándose las viviendas en manzanas y constituyendo barriadas. Sus calles pavimentadas alcanzaban anchuras de 5,50 m., con aceras de entre 1 y 1,50 m., contando con plazas y algunas casas con pórticos que sobresalían sobre las aceras lo que favorecía la actividad urbana.
Por lo que se refiere a las nuevas tecnologías generalizadas tanto en la Primera como sobre todo en la Segunda Edad del Hierro, gran parte de ellas están claramente presentes en el poblado de La Hoya. El empleo de la piedra es muy importante principalmente para la construcción de los sistemas defensivos así como, en algunos momentos, para levantar la parte inferior de los muros e incluso, en poblados con un urbanismo desarrollado, para aceras y pavimentos. Al igual que en otros casos son pocos los utensilios elaborados con este material si exceptuamos un gran número de molinos así como alisadores y percutores.
La producción cerámica, únicamente manufacturada en un primer momento pasa, entrada ya la Segunda Edad del Hierro, a convivir con la cerámica a torno, la cual presenta gran variedad de formas y tamaños, decorándose en ocasiones mediante diferentes motivos pictóricos frecuentes en algunas de las vasijas de La Hoya; las temáticas, predominantemente de carácter geométrico, se pueden agrupar en líneas rectas, líneas onduladas, círculos concéntricos, semicírculos concéntricos y bandas con motivos geométricos y de animales. Estas representaciones se obtenían aplicando un engobe o barbotina mezclada con colorantes de óxido. Dentro de la producción cerámica destacan por su belleza y detallada elaboración las denominadas cajas excisas, halladas en número de seis en el poblado de La Hoya; situadas dentro de la Segunda Edad del Hierro presentan decoraciones diferentes estructuradas en bandas y realizadas mediante impresiones o excisiones, formando tanto ángulos como triángulos o estrellas de cuatro puntas entre otros motivos, que se extienden a las patas.
El empleo de la madera es también frecuente tanto en la construcción de las viviendas como en los sistemas defensivos; de ello existen notables ejemplos en el citado poblado. También sería utilizada para la fabricación de uso cotidiano, aunque éstos no se han conservado.
Algunos de los escasos objetos de hueso y cuerna correspondientes a la Edad del Hierro se documentan en los recintos de este territorio, destacando los mangos de herramientas y los silbatos.
Con respecto a la metalurgia del bronce está generalizada durante la primera mitad de la Edad del Hierro siendo abundantes las piezas de adorno de variada tipología así como la presencia de algún horno para refundir chatarra. Es avanzado el milenio anterior a nuestra Era cuando la producción de bronce se verá desplazada por la de hierro, estando presentes muy frecuentemente las escorias. La amplia serie de aperos de labranza y herramientas de hierro halladas en el poblado de La Hoya así como la variada tipología de armamento descubierta en la necrópolis de Piñuelas correspondiente a este recinto son los restos que más información aportan. También son muy abundantes las escorias de bronce y hierro así como las piezas fabricadas en estos dos metales dentro del poblado navarro de La Custodia.
La fabricación de tejidos, principalmente a partir de la utilización de la lana, se documenta con las abundantes pesas de telar descubiertas en La Hoya y otros poblados.
La producción agrícola ocuparía en este momento muy probablemente importantes extensiones en las zonas más próximas a los asentamientos e incluso, en algún caso, en el interior de los mismos. La variedad de especies, predominantemente gramíneas, está constatada en las grandes cantidades de restos calcinados recuperados en el interior de las voluminosas vasijas de almacenamiento reventadas sobre el terreno en muchas de las viviendas y proximidades de las mismas en el recinto alavés de La Hoya, al igual que en el poblado de La Custodia.
La ganadería está igualmente representada en este yacimiento al igual que en otros muchos; en él se han hallado numerosos restos de las especies más frecuentes criadas en este momento como son la oveja/cabra, la vaca y el cerdo, estando así mismo presentes el caballo y el perro entre otras especies. El gallo se documenta por primera vez en este yacimiento dentro de la Segunda Edad del Hierro, entre los años 450 y 350 antes de nuestra Era. La abundancia mayor o menor de cada especie varía según los momentos cronológicos.
La actividad comercial, ampliamente extendida por todo el continente europeo, es patente, como no podía ser de otra manera, en el estratégico territorio de los berones; el hecho de que el poblado de La Hoya fuese incendiado durante la Segunda Edad del Hierro, probablemente en un día de mercado en el que muchos de los productos se encontraban sobre las aceras, junto a las viviendas, demuestra la práctica de esta actividad. En este caso, las transacciones probablemente tendrían lugar entre gentes ubicadas a corta y media distancia, lo cual no quiere decir que no existiesen relaciones más esporádicas a mayor distancia como ha quedado documentado en otros yacimientos. Por otra parte el hallazgo en este lugar de tres tiendas en cuyo interior se almacenaban numerosos y variados artículos, así como el descubrimiento de un ponderal formado por seis pesas troncocónicas de bronce y una discoidal de hierro, todas ellas con perforación central redonda para ser engastadas en un vástago y grabadas en su cara superior con finas incisiones lineales relacionadas con el valor de cada una de ellas, abundan en esta actividad. Igualmente en el cercano poblado de La Custodia se encontraron cuatro piezas de bronce pertenecientes a distintos ponderales.
La presencia de monedas incide así mismo en las relaciones comerciales, destacando en este sentido las 143 monedas descubiertas hasta la fecha en el poblado de La Custodia, 139 de las cuales cuentan con leyendas ibéricas, predominando las de ba(r)scunes con un total de 52 piezas.
Resulta hasta la fecha difícil la obtención de datos relativos a las estructuras políticas y sociales de estos momentos, así como sobre las posibles jerarquizaciones de los asentamientos. Sin embargo, recientes investigaciones de A. Llanos (2002) apuntarían a la probable existencia en algunos casos de una élite de guerreros que estaría presente durante mediados y finales de la Edad del Hierro, destacando por su importancia los miembros pertenecientes a la caballería. Esta hipótesis está respaldada por los numerosos restos arqueológicos con representaciones de jinetes tales como monedas, estelas, fíbulas y otros objetos de adorno. Así mismo sorprende la gran cantidad de elementos bélicos, muchos de ellos relacionados con el caballo, presentes en las tumbas de la necrópolis de Piñuelas.
El mundo funerario está representado principalmente por la necrópolis de Piñuelas, formada por cistas construidas con lajas de piedras clavadas verticalmente en el terreno, formando un reticulado con paredes medianiles, y al parecer, alineadas de alguna manera, hallándose entre varias de las lajas fragmentos de estelas decoradas mediante trazos incisos geométricos lineales. La presencia de clavos y grapas de hierro han hecho pensar que existirían cajones de madera para servir de urnas funerarias. Gran parte de los materiales hallados en el interior de este recinto son piezas de armamento y adornos.