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AZCONA

Azcona cuenta con importantes construcciones de orden civil de los siglos XVI y XVII repartidas entre la calle Mayor y las inmediaciones de la parroquia.

El palacio de Azcona es una construcción de origen medieval, rehecha en el siglo XVII en sillería. Del tipo palaciano de finales de este siglo y principios del XVII, los elementos primitivos quedan en torno al patio interior. Su fachada se distribuye en dos cuerpos más ático, sobresaliendo en los laterales dos torreones planos que recuerdan el pretérito carácter defensivo del conjunto. Tanto la portada de ingreso que aparece centrada en el cuerpo inferior como el resto de balcones y ventanas son de forma adintelada y están reforzados con orejetas. Los torreones se rematan mediante cornisa moldurada, mientras que sobre la parte central de la fachada se alza un pequeño alero con ménsulas de madera decoradas.

Los edificios del siglo XVI responden a una tipología constructiva de fachada principal realizada en sillar o sillarejo y dividida en dos cuerpos más ático. En el inferior aparece de forma descentrada una portada de ingreso adovelada de medio punto. En el resto de la superficie se suceden vanos adintelados de forma irregular. Escudos de los siglos XVII y XVIII.

La parroquia de San Martín es una construcción románica tardía de influencia cisterciense del siglo XIII, que en el XVI sufrió una importante reforma bajo parámetros gótico-renacentistas. Presenta planta de una sola nave dividida en triple tramo y crucero con capillas laterales que se prolonga hasta la zona de la cabecera pentagonal. Se conserva parte de la estructura medieval en el alzado de tres tramos de la nave, compuesto por una bóveda de medio cañón apuntada que se articula mediante arcos fajones que descansan sobre potentes pilares. En el siglo XVI, en las reformas llevadas a cabo por Lope de Urreta en torno a 1558 se dispone sobre el crucero una bóveda estrellada, mientras que para la cabecera se proyecta una gallonada. Entre los elementos que configuran la estructura externa del templo destaca la portada románica del siglo XIII; de gran arco apuntado, cuenta con tres arquivoltas baquetonadas que descansan sobre seis capiteles decorados con motivos vegetales y crismón situado en la clave.

El retablo mayor es una pieza de estilo romanista de traza debida a Martín de Morgota y Pedro de Gabiria se ejecutó en el primer lustro del siglo XVII. En su estructura en artesa, con un cuerpo alto en funciones de banco, se dispone un cuerpo dividido en triple calle y dos entrecalles, que se articulan mediante sucesión de columnas de orden jónico. . En los diferentes motivos iconográficos que aparecen representados se aprecia la influencia formal de Juan de Anchieta. Son escenas de relieve y bultos redondos que precisan un gran estudio anatómico y de pliegues, con rizos gesticulación forzada. En el lado de la Epístola coinciden sendos retablos barrocos del siglo XVIII, que tienen como titulares a San Antonio y al Santo Cristo, destacando en este último la imagen gótica del Crucificado que aparece en la hornacina central. Completa el inventario retablístico parroquial una pieza barroca del siglo XVIII de la Virgen del Rosario. En otras dependencias parroquiales se localizan interesantes piezas de la Virgen y Cristo de los siglos XIII y XVII. En la sacristía se guarda una sobresaliente colección orfebre, con piezas cuyo periodo cronológico abarca desde el siglo XVI, del que destacan un copón y una cruz procesional de plata, al XIX.

En la zona más alta del caserío de Azcona, se ubica la Basílica de Nuestra Señora de Medigaña. Se edificó en la primera década del siglo XVIII sustituyendo a una primitiva ermita medieval. Presenta planta de cruz griega de una nave con triple tramo, crucero con brazos rectos y cabecera recta. Para los tramos de la nave y para la cabecera se disponen sendas bóvedas de medio cañón con lunetos, mientras que sobre el crucero se eleva una bóveda de media naranja sobre pechinas de abigarrada decoración. Entre los elementos que configuran la estructura externa destaca la fachada principal ubicada en la zona de los pies. En su alzado presenta una portada de ingreso adintelada, que se inscribe en un gran cuerpo flanqueado por pilastras toscanas de orden gigante. La fachada se remata mediante un gran frontón recto moldurado, en cuya parte central aparece inscrito un óculo. Este esquema constructivo de la fachada se repite de forma simétrica sobre una hornacina que aparece sobre el dintel de la puerta.

En el interior destaca el retablo mayor, del tipo del de San Gregorio Ostiense de Sorlada, atribuido al entorno del maestro Juan Angel Nagusia. Se trata de una monumental pieza de la primera mitad del siglo XVIII, que responde fielmente a la exagerada decoración del estilo rococó. En su estructura sobre un alto banco se dispone un cuerpo de triple calle, que se articula mediante columnas salomónicas de orden gigante decoradas con motivos vegetales. El conjunto se culmina a través de una ático curvo, que también aparece muy ornamentado.

La imagen de la titular, Virgen de Mendigaña, es una talla gótica del siglo XIV con el Niño sentado sobre su rodilla izquierda. Completan el inventario de piezas retablística barrocas, dos obras de mediano tamaño atribuidas a los maestros Manuel Adán y Lucas de Mena. Corresponden con piezas de la primera mitad del siglo XVIII, dedicadas a San Francisco Javier y a San José, que se localizan en la zona de la Epístola y del Evangelio respectivamente.

Finaliza el inventario de arquitectura religiosa de Azcona la ermita de Santa Catalina pieza destacada del románico estellés de finales del siglo XII. Con notables influencias cistercienses, presenta planta rectangular de nave única de tres tramos y cabecera semicircular. Sobre los tramos de la nave, se alza una bóveda de medio cañón apuntada que se articula mediante potentes arcos fajones sobre ménsulas sencillas pareadas. Sobre la zona de la cabecera, discurre una bóveda de cuarto de esfera. También es doble el arco triunfal, y apoya sobre pilar con semicolumna adosada con capiteles que representan a Cristo entre leones alados y un centauro armado de arco luchando contra un caballero que protege a una dama. Los muros del ábside conservan restos de pinturas del siglo XVI en tonos rojizos.

El muro exterior queda marcado por contrafuertes y dos semicolumnas adosadas que enmarcan la ventana central del ábside, coronadas por capiteles representando leones enfrentados y combate entre caballeros, tema de raigambre oriental e iconografía que figura en el románico navarro, como en Irache o en el palacio real de Estella. Todo el perímetro es recorrido con muy interesantes canes con motivos historiados, en los que se representan escenas humanas, de faunísticas y religiosas, todas de gran originalidad.

Fernando GARCÍA NIETO