Literary Figures

San Juan García, Gregorio

El poeta Gregorio San Juan nació en el municipio palentino de Melgar de Yuso, en el año 1928. Murió en Bilbao, el 17 de mayo del 2006.

A pesar de haber nacido en Burgos, siempre se consideró vizcaíno, puesto que, desde que era niño, pasó toda su vida en Bizkaia, repartida entre Bilbao, Barakaldo y Sestao. Sus padres eran profesores que, por razones profesionales, fueron a vivir a Barakaldo en 1931, el mismo año en el que proclamaron la Segunda República, cuando Gregorio tenía apenas tres años.

Su afición a la lectura nació siendo aún muy pequeño. Le apasionaba leer y, motivado por un insaciable afán por los libros, pasaba horas y horas devorando todos los ejemplares que pasaban por sus manos.

De joven, al contrario que a los amigos de su edad, a Gregorio no le gustaba el fútbol; de modo que empezó a frecuentar las diferentes tertulias literarias que se celebraban en aquella época en Bilbao. En estas salas tuvo la ocasión de profundizar, sobre todo, en distintos temas literarios. Al mismo tiempo, tomó parte de forma activa en las discusiones que se daban en estos círculos por lo que, progresivamente, creció en su interior el interés por la política.

Su interés por la literatura fue el que motivó a Gregorio a estudiar la carrera de filosofía y letras. También estudió magisterio, de modo que posteriormente,trabajó, durante varios años, como profesor en centros de Bilbao y Sestao.

Siguiendo en todo momento por el camino de las letras, San Juan dio un paso más y, motivado por el interés que le suscitaban tanto la política como los problemas sociales, decidió estudiar derecho. Tras licenciarse, comenzó a trabajar en los servicios jurídicos de la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao, donde permaneció durante varias décadas.

En los primeros años posteriores a la dictadura franquista, al mismo tiempo que trabajaba en la caja de ahorros, participó de forma directa en la fundación de varias publicaciones culturales, así como en su promoción. De este modo, contribuyó a organizar el certamen de novelas Villa de Bilbao. También trabajó para la recuperación de la sociedad bilbaína El Sitio, de la que, además de ser socio, llegó a ser presidente. Por medio de esta sociedad, Gregorio San Juan editaría dos libros del escritor bilbaíno Miguel de Unamuno: De Fuerteventura a París (El Sitio, 1981) y Romancero del destierro (El Sitio, 1982). Estas obras no se habían editado en su totalidad hasta entonces, desde que la censura prohibiera su publicación. Al mismo tiempo, Gregorio también fue miembro de la Sociedad Vascongada de Amigos del País.

Después de la transición, en 1979 entró como concejal en el Ayuntamiento de Bilbao, representando al Partido Socialista Obrero Español. Tomó parte en la comisión de cultura, hasta que en 1983 dejó su cargo.

Aparte de la política, en esos años también tuvo otras responsabilidades. Fue miembro de la comisión del Museo de Bellas Artes de Bilbao, del que llegaría a ser vicepresidente.

Durante casi toda su vida, San Juan tuvo una trayectoria ligada a la política, tanto vocacional como profesional. Era socialista, y su pensamiento político sería trascendental en su escritura y en su obra, la cual encaminó hacia la poesía social. En la última parte de su vida al hablar sobre literatura contemporánea, afirmaba que los poetas sociales se habían diluido; el escritor de Barakaldo reivindicaba su poesía política, siempre en defensa del trabajador, de los hombres y las mujeres que hacían frente a las duras condiciones de vida en la margen izquierda del Nervión.

De joven adoptó la costumbre de escribir muy a menudo, y sus primeros escritos se pudieron conocer a partir de su aparición en diferentes publicaciones periódicas como, por ejemplo, la revista bilbaína Pleamar, donde publicó varios poemas.

En 1960, la Asociación Artística Vizcaína, publicó una antología sobre cuatro muchachos jóvenes: 4 poetas de hoy. En este libro, junto con Gregorio San Juan, aparecían también José María de Basaldua, Julio F. Maruri y Vidal de Nicolás. Se recogía, de este modo, la labor hecha por unos jóvenes cuyas nuevas voces iban a sumarse a las ya reconocidas de Blas de Otero, Gabriel Aresti, Gabriel Zelaia, Eusebio Abasolo, Javier Bengoetxea o los hermanos Pablo y Antonio Bilbao, entre otros.

Esta antología, fue una iniciativa del propio Gregorio. El libro tuvo dos colaboraciones especiales, a cargo de dos grandes amigos suyos: Gabriel Celaya realizó el prólogo, mientras que Blas de Otero se encargó de escribir el epílogo.

Ese mismo año, presentó el que puede considerarse como su primer libro de poemas escrito en solitario: Pequeño Viaje a nuestro Parnaso (Ellacuría, 1961); el año siguiente, publicaría Arte menor (Imprenta Provincial de Vizcaya, 1962).

Viviendo en Barakaldo, compuso el que quizás sea su poema más célebre, Digo quienes componen mi pueblo, escrito en homenaje al pueblo que lo vio crecer, así como a sus habitantes. En este trabajo, se habla sobre los múltiples oficios relacionados con la metalurgia de la zona.

Persona humilde y cercana, fue ganándose poco a poco el respeto, la admiración y el cariño de la gente. Siempre entregado a la literatura, a las ganas de saber, a la pasión. Fue poeta en cada uno de los apartados de su vida, antes que profesor, abogado o político. Poeta en la manera de mirar a su alrededor, poeta en su escritura y en la relación con la gente.

Gregorio, al igual que otros escritores del País Vasco -como Blas de Otero o Ángela Figuera, por ejemplo-, no sabía hablar en euskera, y el castellano fue, principalmente, la lengua en la que escribió, no así la única. Pero el hecho de que no supiese euskera no quiere decir que no hablase más lenguas. De joven, cuando tuvo que prestar el servicio militar, fue destinado como alférez a la ciudad gallega de Santiago de Compostela. Allí conoció a María Fernanda Iglesia Lesteiro, mujer con la que posteriormente contraería matrimonio y compartiría el resto de su vida. Poco a poco, aprendió a hablar gallego, lengua en la que escribiría parte de su obra. Más adelante, también se familiarizó con el catalán, pero no lo llegaría a dominar. A estas lenguas ha de sumarse el portugués, el cual, por su cercanía con el gallego, logró aprender. Saber el idioma luso le posibilitó más tarde traducir a autores que escribían en esta lengua.

Por otra parte, pensaba que debía una humilde admiración hacia la lengua de su pueblo, de modo que, gracias a su buen amigo y compañero Gabriel Aresti, con quien compartía largas tertulias en los círculos literarios de la ciudad, vería parte de su trabajo traducido al euskera en Gaurko Lau Poeta.

No puede obviarse el extenso trabajo intelectual que San Juan ha realizado en los campos del ensayo, la crítica literaria o de la traducción, labor que fue tanto o más importante que la manifestación de su voz lírica.

Sus traducciones, por ejemplo, han tenido un amplio reconocimiento. Entre éstas, es bien conocida la del poemario del portugués Manuel Bandeira. Muchos consideran a San Juan el mejor traductor que ha tenido el escritor luso. Sus primeros versos traducidos verían la luz en la revista Kantil.

Además de la poesía, el teatro fue un género que siempre le había atraído mucho. En la década de los sesenta, entre los nuevos proyectos que nacían dentro de los movimientos culturales alternativos, San Juan participó en la creación de la compañía bilbaína de teatro Akelarre. Comenzando por su nombre, el grupo ya tenía un carácter transgresor, con el cual pretendían ir más allá del teatro tradicional que se venía haciendo.

En lo que respecta al ensayo, escribió varios libros. Es suyo, por ejemplo, Vida y Obra de Luis Antonio de Vega (El Tilo, 2000), monografía sobre el escritor bilbaíno, en la que demuestra un profundo conocimiento sobre su obra. También escribió sobre su compañero Juan Larrea, con el que se carteaba frecuentemente, manteniendo una gran amistad; Alonso de Ercilla: cuarto centenario (Bilbao Bizkaia kutxa, 1994), trabajo sobre la obra del poeta madrileño, con ocasión de su cuarto centenario. En el 2006 publicarían su último libro: Quodlibetales. Ensayos sobre literatura y pensamiento (Ediciones beta III Milenio. 2006).

Este trabajo es una selección de artículos escogidos entre más de cincuenta. Divididos en dieciocho capítulos, los artículos tratan sobre el País Vasco, el klausismo y el krausismo, y, especialmente, sobre los escritores que le han marcado, como son Juan Larrea, Ramón de Basterra, Jaime Delclaux, Gabriel Aresti, Blas de Otero, Souto Vilas, entre otros.

Además de escribir libros, colaboró en muchas revistas, publicando infinidad de artículos sobre literatura, política y otros muchos temas. Fue un magnífico columnista en publicaciones periódicas como Gaiak, Kantil, Primer Acto, Nueva Forma, Esprit, Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura o Pérgola, entre otras.

Al contrario de muchos escritores, San Juan, lejos de buscar la publicación de su obra, el arte de la escritura era en realidad lo que más llenaba. Por esto, ninguna editorial pudo nunca condicionar la sinceridad de su obra. Pensaba que la poesía se hacía con sabiduría y reflexión, aunque el talento y la intuición fueran necesarios; publicar o no era lo de menos.

Azuzado por la pasión y afición que tenía para con la literatura, fue coleccionando libros durante años, hasta completar una gigantesca biblioteca que superó los más de 30000 ejemplares, clasificados metódicamente y organizados en varios locales.

El año anterior a su fallecimiento, se publicó Poemas descabalados. Antología poética, 1945-2005, (Gráficas Eskuza, 2005), donde se recoge una excelente muestra de su evolución lirica a lo largo de la vida.

Un año más tarde, aquejado de una enfermedad que arrastraba desde hacía un tiempo, murió en Bilbao, el 17 de mayo del 2006.