Gabriel Celaya, Juan Leceta.
Poeta vasco nacido en Hernani (Gipuzkoa), en 1911, aunque toda su vida estuvo ligada a San Sebastián, considerándose donostiarra. A esta ciudad dedicó algunas de sus más hermosas elegías. Falleció en Madrid en 1991.
Su nombre civil fue Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta. Estudió de joven ingeniería en la Universidad de Madrid, ciudad en la que murió en 1991, y en la que residió desde 1956. Como fue su voluntad, sus cenizas se aventaron en Hernani y San Sebastián. Ésta ciudad le distinguió con el Tambor de oro (1990), reconocimiento civil que el poeta consideró como la coronación de todos los títulos recibidos en vida.
Aquella experiencia estudiantil en la capital de España le permitió vivir en la Residencia de Estudiantes y conocer de cerca a los principales intelectuales de la generación del 98 y del 27. Entre éstos, tuvo la amistad de Lorca y Neruda, de quien recibió los primeros apoyos y consejos, al publicar en 1935 su primer libro de poemas, Marea del silencio (Zarautz). Conocido como uno de los principales inspiradores de la denominada poesía social, su obra en cambio se refiere a un universo mucho más abierto y amplio, como lo prueba tanto su poesía órfica, como su propia teoría poética. Aficionado de joven a la pintura, que ejercitó a su manera con acierto, tentado por el discurso de las vanguardias, Celaya es a la vez un gran crítico de la poesía, como demuestra en sus ensayos Exploración de la poesía, Inquisición de la poesía y Poesía y verdad, así como en el libro dedicado a Bécquer. La poesía de Celaya compone en su conjunto una de las voces más rotundas, consistentes, consecuentes y explosivas de la literatura de nuestro tiempo: De una poesía intimista y descorazonada de sus primeros libros, cotidiana y clara de los posteriores, a una poesía órfica y festiva de su madurez, pasando por la poesía incisiva y crítica de gran influencia en la conciencia colectiva.
Para muchos y durante un largo periodo Celaya ha sido el poeta social por excelencia, pero su obra siempre estuvo un poco más allá del tiempo concreto. Celaya quedará en la memoria de muchos como el poeta que supo conjugar a la vez tres modos y tiempos verbales, que resumen su cosmovisión creativa: el pasado mágico (Orígenes), el presente, siempre imperfecto y revisable (Cantos iberos) y el futuro expansivo (Penúltimos poemas, El mundo abierto... Gaviota). Su poesía desborda por todos su ángulos la visión estrictamente histórica, para situarse en un plano de aceptación del universo, de la naturaleza, en la búsqueda de una poesía cíclica que explicara, tanto los movimientos elementales del hombre, como su situación ante el cosmos. Por eso, su personalidad poética ha sido considerada desde un amplio universo de expresión, sentido y fuerza creadora, como señala José María Valverde (1977): "Al lado de la figura habitual del poeta de hoy, afinando su calidad hasta el paroxismo de la monotonía, Gabriel Celaya es un escándalo de invención, de riqueza, de originalidad, de variedad y -legitimándolo todo líricamente- de gracia personal en el acento".