El número de artesanos que construyen armas de avancarga utilizando procedimientos de trabajo tradicionales, es cada vez más reducido. Se trata de profesionales, casi siempre de más de cincuenta años, de gran experiencia y cuya actividad difícilmente va a tener continuidad por la ausencia de jóvenes que puedan mantener y desarrollar los pequeños talleres actuales.
Sin embargo, la producción de armas de avancarga para atender una importante demanda, hace pensar que tendrá continuidad, pero utilizando nuevas tecnologías de producción, como ocurre en empresas sobre todo inglesas, italianas y alemanas, además de alguna de nuestra Comunidad Autónoma, entre las europeas. En Estados Unidos esta actividad es importante.
De estos artesanos, como ocurre en otros de la armería, hay que destacar al menos dos singularidades: la importancia que conceden al trabajo bien hecho y una utilización tradicional del tiempo.
Estos profesionales conceden gran importancia a la obtención de un buen producto a lo que supeditan cualquier otra variable como se evidencia en su forma de trabajar. Buenos conocedores de las armas, a cada una la tratan casi de manera singularizada no exenta de orgullo ante la obra final lograda. La utilización que hacen del tiempo tampoco se corresponde con las prácticas actuales y aunque son muchas las horas de trabajo, siempre hay lugar para verificar lo realizado, una y otra vez, o atender a la visita, aunque no haya por medio una posible transacción comercial