Narrators

Ardoin-Dumazet, Victor Eugéne

(1858-?). En su Voyage en France (Serie 41), el señor Ardoin-Dumazet nos hace una interesante descripción de Baiona, que reproducimos aquí abajo:

"Pocas entradas de ciudades populosas son tan tristes como la de Bayona por el ferrocarril. La estación indigna de una ciudad elegante y próspera, está en un barrio sombrío, animado no obstante, por el que una calle tortuosa conduce al Adour. Este barrio había sido, hasta 1857, una ciudad aparte perteneciente al Departamento de las Landas, fue entonces añadida a Bayona de quien era la cabeza del puente y que poseía la estación. La pobre aldea landesa ha incrementado; la ciudad central, hasta entonces encerrada en sus fortalezas, ha trazado nuevos barrios a la americana, más allá del Saint Esprit, pero no se desarrollan apenas; la izquierda del Adour, sobre todo aguas abajo de la desembocadura del Nive, queda en el corazón de la ciudad. Un puente de piedra atraviesa el río hinchado por las aguas de la marea y ofrecen una serie de cuadros felices con las colinas enverdecidas, la ciudad con sus construcciones monumentales, las torres de la catedral. El panorama sería más notable si se obtuviera la demolición de las partes sin interés del Réduit, antigua defensa que conserva la unión del Adour y del Nive; estas construcciones ocultan en parte la noble ordenanza de los muelles del Nive.

El río está poco animado por los barcos y no obstante el puerto de Bayona conoce un período de prosperidad y de actividad sin precedente en su ya larga historia. Pero los grandes navíos que suben ahora contienen más mercancías que una flota de otros tiempos; descargan rápidamente su contenido y se van en seguida a buscar otra carga. Antaño los pequeños veleros eran numerosos, se quedaban mucho tiempo en el río y por sus aparejos, sus mástiles y su velamen, daban al puerto una alegría y una animación que no se conoció más. Por otro lado el puerto no está más sólo ante los muelles de la ciudad, se extiende casi hasta la barra del Adour; la orilla derecha está en vía de desarrollo industrial y bordeada de manufacturas enormes ante las cuales los navíos se amarran a la empalizada. Otra vía atraviesa el Réduit para ir a franquear el Nive.

Entre los dos cursos de agua uno muy ancho y profundo, el otro estrecho pero rodeado de casas, se extiende el barrio del PetitBayonne, de interés bastante mediocre, pero que acaba de ser dotado con un museo donado a su ciudad natal por el pintor Bonnat y que encierra hermosas obras de este gran artista. El Petit-Bayonne tiene cierta elegancia en los muelles del Adour, donde las Allées-Boufflers y el Jardin-Publíc están bordeados de monumentales construcciones modernas. El puente Mayou da acceso al Grand-Bayonne, la parte más viviente y más bella del País Vasco. Las murallas, que impiden la expansión de la ciudad, han obligado a los habitantes a elevar sus casas dándoles tres o cuatro pisos. La ciudad ha ganado en majestad. Aunque el barrio tenga una extensión bastante reducida, estos altos edificios construidos con bellos materiales o pintados, y los edificios de arcos de la plaza de la Liberté, inspiran la ilusión de una metrópoli. Las calles de anchura mediocre, pero limpias, ricas tiendas, una población elegante y viva, dan mucho encanto a este rincón de la ciudad, como los muelles del Nive, reunidos por diversos puentes, le dan pintoresquismo; las grandes marquesinas y las contraventanas de color suave, le añaden a éste carácter.

No hay monumentos. Aparte de la catedral no se podría señalar casa interesante. Esta iglesia es una bella obra por mucho tiempo inacabada. Taine, que la visitó en 1858, cuando su viaje a los Pirineos, la trató de fea catedral. "El pobre monumento abortado levanta lastimosamente, como un muñón, su campanario parado desde hace tres siglos". Pero Boeswilwald ha pasado por aquí: el gran arquitecto que ha completado y restaurado tantos edificios ha reanudado la construcción de las torres inacabadas desde la conquista francesa en 1450; las ha sobrepasado con dos altas flechas cuya punta se eleva a 95 m. por encima del suelo, "los pilares carcomidos, las caras verdosas de los muros", han recobrado su robustez y su pureza. Bayona posee así en una nueva juventud una de las raras iglesias ojivales de la región pirenaica. Se han conservado precisamente las construcciones de otros tiempos; un muro del s. XIII conserva su belleza primitiva. Bayona debe toda su vida a su río; sin él, sería una ciudad mucho menos populosa. Pero gracias a la marea que transforma el Adour, los Gaves, el Nive, el Midouze y numerosos pequeños ríos en vías navegables, Bayona es la red de un centro fluvial que le trae vitalidad; luego la creación de las fábricas de Boucau ha dado al puerto un flete que le ha permitido cobrar su rango entre las plazas marítimas y ver crecer su población."

Ref. Edouard Duceré: Dictionnaire historique de Bayonne, 2 vols, Bayonne, 1911-1915.