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Alarde de Hondarribia

La estructura coreográfica es prácticamente igual a la de Irun, más allá de diferencias formales. La presencia de pífanos y tambores es aún mayor, hasta el punto de que puede superar a la de escopetas, así como la presencia de niños. También aquí el repertorio musical es muy rico, aunque destaca el ttittibilitti, onomatopeya de un conocido pasacalles vasco, variante de la marcha de San Marcial de Irun. También los colores de las compañías de barrio son parecidos: blanco en pantalón, camisa, alpargatas; rojo en boina, faja, pañuelo, y negro (chaqueta). Las compañías de pescadores, sin chaqueta ni corbata, destacan por camisolas según compañía (rojo, azul celeste, marino).

Alarde

Desde mediados del siglo XIX el Alarde de Hondarribia ha evolucionado constantemente -añadido de nuevos elementos y desaparición de otros...- hasta conformar un rito complejo, reflejo más o menos distorsionado del "quién es quién" local: arrantzales, baserritarras, "kaletarras" (del casco histórico), veraneantes... de modo idealizado, ya que hace décadas que la inmensa mayoría de la población no se dedica a la pesca o al caserío. En un caso, la compañía de un barrio de montaña despoblado, tras dieciséis años de desaparición, se ha recuperado por los originarios o descendientes del barrio.

La mujer, sin embargo, solo era representada por la cantinera, es decir, una joven soltera elegida por grupúsculos de varones una vez en la vida (antiguamente varias veces, a falta de candidatas). Suele ser miembro de las familias influyentes de cada compañía. Ha pasado de ser un puesto despreciado durante décadas a ir ganado prestigio, enorme ya desde la década de 1980.