Situado en el centro de la villa, el monumento histórico más importante de Marcilla es su castillo. Del siglo XV, en sus principios fue fortaleza defensiva, después castillo palaciego y por último mansión señorial. Fue erigido por Mosén Pierres de Peralta en el siglo XIV y con ayuda de Carlos III el Noble. Fue defendido de su destrucción en 1516 por doña Ana de Velasco, esposa del señor marqués, Alonso Carrillo, contra las tropas guipuzcoanas que comandadas por el capitán Villalva, pretendían demoler la fortaleza siguiendo la orden del Cardenal Cisneros.
El castillo, palacio, es un hermoso e imponente ejemplar de fortificación gótica, construido sobre un alto pedestal de sillar en talud con piedra y ladrillo, cuyo origen pudiera datar de época anterior. Los fosos que le rodean indican su carácter de fortaleza. En los cuatro ángulos del cuadrado se elevan unos fuertes torreones prismáticos. Existen otros que interrumpen el centro de los muros, salvo el del sur que ha sido sustituido por una galería. Las saeteras abundan no solamente hacia el exterior, sino también hacia el interior y el amplio patio de armas en torno al cual se articula el castillo.
De fuertes muros, contaba con torres de esquina, teniendo en el centro otra más elevada y esbelta, pero menos gruesa, provista de airosas almenas y anguladas saeteras. En la obra de fábrica podían verse la piedra y el ladrillo, aunque éste corresponda a épocas más próximas a la actual.
Dentro del castillo en la cámara del marqués de Falces, descendiente de los Peralta y propietario del recinto, se guardaba antiguamente la famosa espada Tizona del Cid y su armadura, y en la capilla se veneraba una Santa Espina y se conservaba "un dinero de los que fue vendido Nuestro Señor".
El castillo fue adquirido por el Gobierno de Navarra para su restauración en los años 80.
Del siglo XVIII hay buenos ejemplos de casa con timbre y escudo varios de ellos. La Rúa de los Judíos tiene abundantes construcciones de ladrillo de dos cuerpos y remate de pequeñas ventanas terminando en alero de madera.
El Ayuntamiento es del siglo XX y fue levantado en el año 1980, sobre el solar resultante del derribo del anterior. Consta de cuatro cuerpos, con tres fachadas al exterior. En su fachada principal tiene un porche conformado por cuatro arcos iguales, separados por gruesos pilares. Los parámetros exteriores, construidos en ladrillo, observan una perfecta simetría con suave juego de volúmenes en recercado de vanos, que se traduce en equilibrada armonía.
Aunque no queden restos hay noticias de dos despoblados: Agudyel y Coscolleta.
La iglesia de San Bartolomé, localizada en el centro de la población, es un edificio neoclásico que data de 1799 obra del maestro Ignacio Asensio discípulo de Ventura Rodriguez. La traza consta de una única nave sin división alguna más una cabecera poligonal y un pequeño tramo a los pies que hace de pórtico. Se adhiere a la nave por el lado de la Epístola la sacristía y algunas dependencias.
Al exterior la iglesia se presenta elegante. La torre de ladrillo monta sobre el tramo de los pies y aunque su tipología se ajusta a la tradición medieval, parece obra barroca. Se documentan en 1773 reparaciones en la torre de Marcilla. Presenta un cuerpo bajo ceñido por pilastras con el óculo del coro abierto en el centro, sobre el que se alzan dos cuerpos rectangulares separados por una imposta lisa, en el segundo de los cuales se abren tres arcos de medio punto. El remate prismático con doble arcada y reloj es moderno. En el muro hastial se abre un rosetón ceñido por baquetón interior y puntas de diamante exterior.
En el interior se ubican dos retablos. El de San Joaquín, de tamaño mediano, del siglo XVIII y el mayor que data de 1639 y es obra de Jerónimo de Estaragán. Su factura es manierista y como tal presenta una traza muy arquitectónica. La iconografía es del siglo XVIII, destacando la talla titular, San Bartolomé, por buena ejecución. Sobre sagrario se venera a la Virgen del Plú, bulto románico de comienzos del siglo XIII. La orfebrería contiene interesantes piezas, entre ellas algunas de origen americano del siglo XVII y donde destaca una espléndida custodia y un relicario.
El monasterio de Santa María es un conjunto arquitectónico en ladrillo construido en el último cuarto del siglo XVIII, data de 1773, en un estilo barroco-clasicista. Al igual que en la parroquia, aquí también intervino Ignacio Asensio en colaboración con un hermano lego cisterciense, orden a la cual pertenecía en origen el monasterio. La iglesia, situada en el centro del complejo arquitectónico, tiene planta de cruz latina, con nave del crucero saliente y profunda cabecera rectangular. Todo ello se cubre con cubierta de cúpulas elípticas rebajadas sobre pechinas. Los sobrios motivos decorativos en estuco muestran una conjunción de lenguaje rococó y del primer neoclásico.
Los retablos de la segunda mitad del siglo XIX, son de aire neobarroco. El mayor contiene una imagen gótica hispanoflamenca de la segunda mitad del siglo XV que representa a la Virgen Blanca, de rostro dulce y ángulos plegados en la túnica, que presenta policromía barroca.
Fuera de la Parroquia, en la plaza del Padre Fabo se conservan restos del monasterio cisterciense en un edificio de ladrillo del siglo XVII de dos cuerpos y ático de ladrillo.
De las cuatro ermitas que tenía Marcilla la única que tiene culto es la ermita de la Virgen del Plu. Esta ermita se localiza dentro del casco urbano. Se sabe que ya existía en 1474, pues hay noticia de que en esta fecha fue ampliada. El edificio actual evidencia una construcción que data de la segunda mitad del siglo XVII aunque posteriormente se ha ido transformando. Presenta una planta de cruz latina con nave de tres tramos y cabecera semicircular que se cubre con una bóveda de medio cañón con lunetos, excepto en el crucero que se ha modificado para incorporar una linterna y la cabecera que lo hace con un cuarto de esfera moderno. Los arcos fajones se decoran con motivos geométricos de aire serliano y se apoyan sobre dobles pilastras sobre las que discurre una cornisa que recorre el perímetro del templo.
Al interior el material, el ladrillo, aparece enlucido, al exterior queda a la vista, en perfecta armonía con las casas que la rodean. La entrada, moderna, se abre a los pies y presenta un arco de medio punto protegido por un pórtico cubierto por medio cañón con lunetos.
Preside la ermita una talla de la Virgen del Plú, sedente, gótica, quizá de origen medieval, aunque tan transformada en sucesivas restauraciones que apenas queda nada de la imagen antigua.
- LÓPEZ SELLÉS, T. Contribución a un catálogo de ermitas de Navarra. C.E.E.N, 1972.
- VV.AA. Catálogo Monumental de Navarra, III, 1985.
ETE 2011