Concept

Silbote

Las cosas cambiarán poco a poco en la década de 1920, con el nuevo movimiento txistulari. En 1923, de la mano de Isidro Ansorena, el silbote consigue su estatus oficial en la banda municipal de txistularis de San Sebastián, y lo mismo ocurrirá un año más tarde en Vitoria. En 1927 se celebra en Arrate la creación de la Asociación de Txistularis del País Vasco, y en un gran concierto casi cien txistularis tocaron el repertorio compuesto expresamente para la ocasión por Eduardo de Gorosarri, adaptado para dos voces de txistu y dos de silbote (Ansorena Miranda, 1996a). Sin embargo, en el boletín de esta asociación, la revista Txistulari, se convertirá rápidamente en modelo una estructura mucho más realista, la del trío. Aunque al principio se utiliza la nomenclatura de Txistu I, II y III, las características técnicas de este III txistu demuestran con claridad que se trata del silbote, y bastante pronto aparecerá ya con su nombre. Para esta plantilla los mejores compositores vascos del momento (Guridi, Sorozábal, padre Donostia, Olaizola, padre Olazarán y muchos otros) compondrán obras de alto nivel en las que la utilización del silbote era imprescindible.

Con todo, en los abundantes concursos de bandas de txistularis que se celebraron en aquellos años, la escasa implantación del silbote obligó a establecer dos categorías: por un lado la serie A, para banda que contaban con dos txistus, silbote y atabal, y por otro la serie B para tríos sin silbote. En 1930 también la banda municipal de txistularis de Bilbao introdujo oficialmente el silbote,y un año más tarde la Asociación de Txistularis organizó un concurso de composición para dos txistus y silbote ad libitum. La popularidad de las melodías, su carácter práctico -se pedían zortzikos, fandangos, arin-arinak y biribilketas- parecían exigir que el silbote no fuera obligatorio. En vista del éxito obtenido (ya que se presentaron once colecciones de piezas) el concurso se repitió con las mismas condiciones en 1933. Y no pueden ser más clarificadoras las palabras del autor que obtuvo el segundo premio. Manuel Gainza, organista y director de coros, escribió esta nota en su obra (Txistulari, p. 255):

"Las diez piezas que componen esta colección han sido escritas con vistas a ser ejecutadas entre dos txistularis, como es costumbre general. El silbote no es más que una tercera voz añadida a los dos silbos, carece por tanto de interés rítmico-melódico: no obstante su corrección y pensando en tocarse las tres voces podía, previo retoque del segundo silbo, dársele más variación".