Concept

Religión

Una iglesia que, como Jesús, nace romana, a despecho de ciertos esporádicos conflictos con el aparato de poder, se desenvuelve y desarrolla al socaire de la pax romana, y sigue formando en el cortejo de Roma. Los "caminos de la salvación" -como los de la sigillata campaniense o aretina, la organización municipal o el culto de Cibeles- son, en efecto, los caminos que vienen de o van a Roma, y siguen aproximadamente los mismos circuitos y condicionamientos de base que aquéllos. Para el área cispirenaica cuenta sobre todo la gran ruta Tarraco-Virovesca-Ad Legionem VII Geminam, eje vertebrador de la penetración romana en la submeseta Norte y punto de confluencia de una vasta red de caminos de radio local y regional.

Los autores están de acuerdo en señalarla como la de más temprana penetración cristiana en esta vertiente del área, al sucederse desde la etapa tetrárquica los testimonios acreditativos de tal penetración en la franja meridional (tradición del martirio de Emeterio y Celedonio en Calagurris ; celebración del concilio caesaraugustano de 380; textos de Prudencio sobre culto martirial, obispo y baptisterio en Calagurris ... ).

En el área transpirenaica es el eje Narbona-Tolosa-Burdigala -en sus varios recorridos alternativos a partir de la capital de los Tectosages- el de la más temprana y decisiva penetración cristianizadora, pudiéndose remontar los orígenes de algunas iglesias novempopulanas a los primeros decenios del s. IV (presencia de la iglesia elusana en el sínodo de Arles de 314; epígrafes acreditativos de la existencia de presbíteros en la civitas Convenarum desde el 347, etc.).

Quedaría, de todas formas, por precisar la incidencia de la nueva forma religiosa en los varios ámbitos de vida de las unidades políticas en que se documenta, ya que la presencia de una comunidad cristiana -presbiteral o episcopal- en la capital de la civitas no parece dice mucho en principio sobre el peso específico de tal comunidad dentro del colectivo urbano, y menos todavía sobre la incidencia de la misma en el agro más o menos inmediato, es decir, en el territorium de la civitas .

En fin, no cabría olvidar aquí que la plasmación cartográfica de las evidencias de penetración cristiana en el área revela una total ausencia de las mismas en un ámbito territorial relativamente amplio, que se centra, sobrepasándolo con creces en varias direcciones, en el Euskal Herria histórico, área que, desde una óptica morfológico-cultural, venimos calificando como saltus, caracterizada como de baja presión romanizadora en términos relativos, y que justo hacia fines del siglo IV (en un tiempo de máxima euforia expansiva cristiana por estas partes del Occidente) es descrita en textos de Ausonio y Paulino desarrollando formas culturales que se situarían en los antípodas de la civilitas-humanitas clásica, y que pocos años más tarde y en relación con el conflicto bagaude se ofrece enfrentada abiertamente al establishmen romano.

Área, en fin, que pasa por ser el único rincón de estas partes del Imperio de Occidente, que acierta a salvar, bien que mal, su vieja habla prelatina. Todo lo cual parece dar pie o la sospecha de que la Iglesia cristiana no se aventura en el saltus durante la etapa colonial: no, desde luego, en un principio, en que a la Iglesia romana, quizá por ser eso en demasía, se la ve definiéndose por un tipo de presencia urbano y desentendiéndose prácticamente de los pagani; pero tampoco después, cuando, con la crisis de la civilización urbana, sube el peso económico y político del campo y se impone el retorno a la tierra, porque para entonces estarán ya en marcha los mecanismos que vuelven esencialmente frágil la situación del establishmen romano en la zona (resurgencia del indigenismo, invasiones, crisis bagaude).

Son varias las versiones legendarias. Una se refiere a la primera nube, pues según esta tradición antes no llovía ni se veían nubes en el cielo. A esos habitantes se llama mairus. Una leyenda de Oiartzun narra así el hecho:

Azkeneko Mairuk (= Los últimos mairus).

"Mairûk zolûtan bizitzen emenizin. Ordûn lañoik etzen ikusko noski, ta bein batin laño poli-pat agertu mentzen zerûn ta denak arrittuta geldittu men-tzin. Attona zartzar bat baimên-tzuten, aspalditan itsu zôna, la lañûk zer esan nai zun artxek jakingo zula-ta, zoloko txoko batin zôn tokitik artu ta atarira argitâ atea mentzuten. Itsua nola baitzen, basora jon ta pago- urkullûkin beiyak ereki mentzizkaten. Attona xarrak lañua kusi-ta, "gaztiak -esan emen-tzun- gaztiak, gure denbora jon duk: Jesus mundura jayo duk eta gu galdûk gattuk". Ori san-ta denak kuzkuk gattuk". Ori san-ta denak kuzkur-kuzkur zolün satu ta, akabo, ez men-tzin geyo sekulan atea. Orrêtik esaten ziun askotan attonak zerbaiten trabatu-ta eroitzen giñánin: "¿Mairuai bezela pago-urkulluakin beiyak zâldu berko teizkitzuteu?"".

[Dicen que los mairus vivían en las cuevas. Entonces, sin duda, no se veían nubes; mas he aquí que una vez aparece en el cielo una hermosa nube, y todos quedaron maravillados. Tenían un abuelo muy anciano, ciego hacía ya tiempo. Pensando que éste sabría qué significaba la nube, sacáronle del rincón de la cueva en que se hallaba, a la luz del zaguán. Como estaba ciego abriéronle los ojos con horquillas de haya que ex profeso habían hecho en el bosque. El anciano abuelo, al ver la nube, dijo: "jóvenes, ha pasado nuestro tiempo; Jesús ha nacido al mundo, y nosotros somos perdidos". Al decir esto, todos encogidos metiéronse en la cueva, y se acabó: nunca más volvieron a salir. Por eso, cuando caíamos al suelo al tropezar con algo, nos decía el abuelo: "¿habrá que abriros los ojos con horquillas de haya, como al mairu?".

(Contado en 1920 a Lekuona por Juan M.ª de Oiartzun), Auñamendi, n. 12, p. 46-47].

Esta leyenda de la aparición de una nube misteriosa o de una estrella está muy difundida. En Zaldibia se trata de gentiles que hallándose en plenas diversiones y juegos en el prado de Argaintxabaleta vieron venir sobre ellos la nube misteriosa. Asustados se precipitaron en el bosque Intzensao, metiéndose todos en un dolmen que hay actualmente en Arraztaran llamado desde entonces Jentillarri .

Otra de las más minuciosas narraciones orales es la que relata el fin de los gentiles y que confirma con nuevos detalles las anteriores además de llamar Kixmi a Jesús.

Jentillen Akabarea ( = El fin de los gentiles).

"Jentillek Leizaiko kobâten bizi ziela, sekulako izar eder bat odaietan agertu ementzan. Alako izarra ikusi zoenên, jentill orik erabat ikâtuta, mundün ze gertau bear ote zôn ezin asmauik ementzeiltzen. Alakoatên, koba barrûn erdi itxututa zeôn jentil zâr bat ataka aurrea atâ, ta zâldu endaiêkiñ betazalak, ta odaietâ beida jarri ementzoén ark izar ari zertzan antz emango ziola ta. Baitta ikusi orduko deadar eiñ ementzón, ze: "¡A nê umêk! Kixmie jayo dek, galdûk gaittuk oaintxe. Bota nazazûya ni emendi gain bêra". Jentillek Jesukristori Kixmie deitze ementzioên, Kixmik berriz tximue esan nai emendo. Beak esan bezela, mallók béra amaillka bota ementzoên, t'ala jentill zârra ill ementzan. Geo kristiandadea mundûn zâltzen asi zanên, jentil danak sakabanau ta bêla galdu ementzien".

[Dicen que viviendo los gentiles en una cueva de Leizai, apareció en el cielo una estrella de singular hermosura. Al verla, se asustaron los gentiles, y andaban inquiriendo lo que iba a acontecer en el mundo. En cierta ocasión sacaron del interior de su cueva a un anciano medio ciego, abriéronle los párpados con una pala de hornos, le pusieron mirando al cielo, pensando que él conocería qué significaba la estrella. En cuanto la vió, exclamó: "¡Ah, niños míos! ha nacido el Kixmi, ahora somos perdidos. Lanzadme por este precipicio". Los gentiles llamaban Kixmi a Jesucristo, y dicen que Kixmi significa mono. Como lo dijo, precipitáronle por los peñascales abajo, y así murió el anciano gentil. Después, al empezar a difundirse el Cristianismo por el mundo, los gentiles se desparramaron y se perdieron luego.

(Contado en 1917 por José M.ª de Auzmendi, de Ataun), Auñ ., n. 12, p. 45.].

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