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REAL CONGREGACIÓN DE SAN FERMÍN DE LOS NAVARROS

Primer Estatuto. En nombre de todos firmaron dicho poder el Marqués de Santacara-Vizconde de Castejón, don Juan de Elizondo, don Fermín de Jaurrieta, don Miguel Eugenio de Vértiz, don Juan Antonio Calahorra, don Juan Manuel de Zearrote, don Miguel de Esparza y Subiza y don Juan Cristóbal de Urrelo y Atocha. El 16 de mayo de 1684, el cardenal Portocarrero, primado de España y arzobispo de Toledo, aprobó eclesiásticamente las Constituciones que fueron aprobadas por los socios en junta general del 3 de julio de dicho año, en número de 327 entre los que figuraban grandes personalidades: Fundación y Constituciones de la Real Congregación Nacional de los hijos y descendientes del Nobilísimo y Fidelísimo Reyno de Navarra, que residen en esta Imperial villa y Corte de Madrid. Consagrada a su glorioso, grande y benéfico Patrón San Fermín, primer español Obispo y primer Obispo en la antiquísima Iglesia de Pamplona, como también primer mártir español. En reverencia y culto de su venerable reliquia v sagrada cabeza, que está en el muy religioso convento de la Victoria de Mínimos de S. Francisco de Paula de esta Corte. Debajo de la católica y Augusta Protección de nuestro Rey y Señor D. Carlos segundo de este nombre, sin primero en su poder y piedad (Madrid, 1684). La constitución VI especificaba que los congregantes debían ser «naturales o descendientes, del Reino de Navarra, a lo menos por una de las dos líneas paterna o materna, hasta el cuarto grado inclusive, y lo mismo se entendía de los legítimamente naturalizados». Igualmente se consideraban naturales de Navarra «los que tenían y conservaban allí casas ilustres o conocidas», y también «los maridos de mujeres que lo son y las mujeres de maridos navarros».