Lexique

POESÍA

Renovación de la poesía vasca. El paso del s. XX supone en poesía un cambio cualitativo, especialmente, con la generación de olerkaris de los años 30.

A principios del s. XX hay que destacar poetas como Emeterio Arrese, de vena romántica sencilla, Jautarkol y Claudio Sagarzazu. La literatura vasca, en general, responde al reto de Unamuno, que había invalidado la posibilidad de renovación del idioma vasco desde sus raíces, invitando a los vascos a abandonar su idioma tradicional, en aras de una modernización cultural.

El s. XX conocerá, junto con una indudable renovación de la poesía y de la narrativa, especialmente desde la década de los años 60/70, una definitiva asunción del idioma unificado literario, así como su tecnificación, para las múltiples necesidades de una sociedad moderna, y la entrada del idioma en la enseñanza primera, secundaria y en la Universidad. La postura radical araniana resultó ser positiva para hacer salir a Euskal Herria de su letargo nacional, pues, de lo contrario, apenas hubiese subsistido unas décadas más como pueblo, languideciente ante el hecho de la inmigración industrial masiva y foránea.

La poesía, al igual que la narrativa y la prosa, en general, se verá influida, especialmente en los poetas de la generación del año 30 (menos Orixe), por el purismo lexical, afín a las ideas etnocentristas de Arana Goiri, restando a la vena lírica una comprensibilidad inmediata, que repercutía en el hecho poético como tal. En la generación de poetas u olerkaris destacan Loramendi, Lauaxeta, Lizardi y Orixe. Estos poetas cultivan "el arte por el arte", y tratan de desmarcarse, claramente, de la producción bertsolari y bertsolarizante de otros escritores.

Lauaxeta presenta ciertos tintes leves de modernización de la poesía vasca, en la línea del romancero lorquiano.

Iñoiz ikusi bako maitale kutuna
neure opa samurrok laztanduten dabe.
Begi gelgarriz dargist biotzeko illuna,
eta bere larrosak usainduten nabe.
Zerutar egak ditu maitasun zaleak;
lurrera baxen sarri so-dagi ortzira.
Bere leuntasun zear mosu sutsuenak
espan ganean, otoi biurtuten dira.
Mis más tiernos deseos acarician
a la amante adorada que aún no han visto mis ojos.
Su mirada gentil aleja la oscuridad del corazón
y sus rosas me envuelven en su aroma.
Su amor posee alas celestiales;
contemplo muchas más veces el cielo que la tierra.
Sus más encendidos besos sobre mis labios
se convierten en suaves oraciones.
(Lauaxeta: Eusko Olerkiak, 1930).

Lizardi, desde una estética tradicional, construye una poética elidida, sobria y bien construida, de difícil comprensión, a veces, en cuyo centro está el paisaje vasco, lleno de cromatismo y valencias anímicas.

Leioak itxitako yauregia
basoak iduri. Lo nagusia.
Baña, badu norbait -zoragarria-
bidazti-zai eder: bai, alegia!
Begira non dedan, atarpean zai,
gorputza sotilla, betartea arrai.

Itzal! Baso'ren ume yaukal.
Xaloagorik ezin âl:
beltxeran, begi bai azal:
Itzal!...
Itzal...
El bosque semeja un palacio de ventanas cerradas.
El amo duerme.
Alberga, sin embargo, a un ser encantador y bello
que acoge al caminante.
Vedla ahí, en el umbral, silueta sutil, rostro amigo :


Sombra, hija del bosque hermoso.
La hospitalidad sin par:
umbría y atezada,
sombra,
sombra...
(Urte giroak, 1931).

Orixe, por su parte, sigue modelos más ligados a la tradición castellana del renacimiento y mística castellanas, pero desde un euskara más popular.

Utsak ez baitu gairik, antz-bakar
geldi-bearra du beti;
alare ez inork utsak adin bat
antz bere baitan iduki.
Igeskorrago ta antzgarriago.
Zer utsa bezain igesi?
Como la nada no tiene materia, es preciso
que siempre permanezca uniforme.
Con todo, nadie es capaz de recibir en sí
tantas formas como ella.
Cuanto una cosa es más fugaz,
tanto es más susceptible de formas.
Y ¿qué es cosa más fugaz que la nada?

La poesía de la postguerra comporta consigo un gran pesimismo sobre el hecho nacional vasco, entre otros elementos.Destacan dos grandes poetas, con claros tintes existencialistas, como Salbatore Mitxelena y Juan Ignacio Goikoetxea, Gaztelu; S. Mitxelena es relevante por su hondo lirismo, su capacidad de síntesis conceptual y su pesimismo existencial. Gaztelu, por su parte, evoluciona desde posturas del lizardianismo hacia un velado interiorismo con ropaje existencial, terminando en sus obras últimas con una salida hacia la poesía "social" (Biziaren erroetan, Gauean oihu). N. Etxaniz e Iratzeder, junto a Monzón, siguen perpetuando el amor por la poesía medida y bien estructurada.