Concept

Nación

En el derecho tanto nacional como internacional, el concepto nación es problemático. Para empezar, el derecho al que llamamos internacional no es, ciertamente, inter-nacional; sino inter-estatal; la nación no se define fuera del estado. Aun así, la máxima institución internacional es Naciones Unidas y no la institución de los Unidos Estados. Por lo tanto, parece que los Estados se consideran como puros entes soberanos formales, sin demos, y la nación es eso lo que añade al estado, concretamente la voluntad política. A pesar de conocer estados plurinacionales, el derecho y la comunidad internacional tienen la tendencia a equiparar nación y estado.

También en el derecho estatal se observa como ajurídico el concepto nación, como si lo fuera del ámbito político o anterior al derecho. Parece que en las constituciones haya acontecido la equiparación entre estado y nación; parece haber ocurrido que para denominar la plurinacionalidad que puede afirmarse desde las ciencias sociales o que pudieran existir dentro de un estado, se conozcan distintas "pseudo-naciones" -tanto nacionalidades, regiones, comunidades- con el fin de reservar el término nación en su integridad para el estado. En los sistemas federales, como en algunos casos, se utiliza nación para nombrar la federación y, en cambio, estado, provincia o pueblo, se utiliza para nominar el ente federado. La tendencia evidente de equiparar nación y estado es lo que el derecho positivo realiza cuando utiliza el término nación en su acepción "nacional" o el adjetivo "national". Dicha tendencia está muy extendida en el derecho francés dado que el término étatique es muy raro. Asi mismo, en muchos derechos, los delitos contra el estado son contrarios a la nación; el derecho español también utiliza para nombrar la defensa y seguridad del estado el término "nacional". Además de dichas utilizaciones, la manifestación jurídica más clara del concepto nación suele ser la normativa sobre la nacionalidad. Ello manifiesta la vinculación personal respecto al estado (la cual puede ser también de las personas jurídicas, de las empresas, de los buques, de las aeronaves, etc...); pero en las modernas teorías, la ciudadanía suplanta la nacionalidad de las personas físicas con un gran matiz: mientras que la ciudadanía es complemento y añadidura -he ahí, la ciudadanía vasca, la ciudadanía europea, la ciudadanía española- la nacionalidad, en cambio, únicamente puede ser del estado. Ello nos lleva a una última reflexión: lealtad ciudadana múltiple.

La nación, en cuanto concepto vinculado al paradigma del estado durante los últimos tres siglos, está en proceso de modificación en el contexto globalizado actual. Si nos atenemos a la idea de demos, además del estado, por encima y por debajo, hallamos manifestaciones de otras tipologías de polis y demos: está en duda el hecho de que una polis o entes políticos como la Unión Europea puedan constituir demos alguna. De la misma manera se puede discutir que las polis subestatales, por ejemplo también las regiones, puedan ser demos o naciones. En una época, el estado-nación fue la forma más relevante, polis y demos única. Hoy en día, a dicha forma se le han añadido otras como: estados plurinacionales, naciones subestatales (tal vez la que pudiéramos denominar con el término región-nación), estado-nación pluriestatal; nación sin estado propio o sin estado. Existe pluralidad de polis. En dichos casos, en la perspectiva que equipara demos y nación se logra una gran semejanza con el concepto de ciudadanía; el concepto nación puede ser complemento, suplemento, plural, superando al mismo estado. Tal vez en la Europa del futuro, siendo una nación supraestatal, por ejemplo, pueda desarrollarse, un sentimiento nacional de alguna clase, un sentimiento europeo convergente con los sentimientos de otras regiones, naciones, estados o pueblos. No se le vinculará a un idioma concreto, pero a una nueva lectura de la historia, a un proyecto político común, a una ciudadanía y a un modelo socio-económico.

Recuperando el hilo inicial de esta voz, se puede manifestar que en la época de la globalización, las personalidades comunes conllevarán nuevos sentimientos de nación-demos, marginando el etnos de la nación. El concepto nación que se realizó en la época medieval, además de expresarse en lingua franca, conllevaba la personalidad que se desarrollaba en las universidades extranjeras por parte de un grupo que tenía su propio idioma. La unidad que se veía en el extranjero pudiera ser que a la sazón fuera impensable o inimaginable en el propio pueblo. Hoy día, incluso en la comunidad internacional que se está transformando en cosmopolita, los valores civiles, como la tolerancia, la libertad, la unión, cuestionamiento de las autoridades, creencias religiosas y la distinción de las enseñanzas de las ciencias, la igualdad civil de los hombres-mujeres, la democracia y los principios de los derechos humanos que han ido prevaleciendo desde la época de las Luces en Europa pueden traer condiciones para el desarrollo de un nuevo demos ciudadano y una nueva personalidad basada en la hermandad: esos son los valores que llevan a autocriticarse y autocuestionarse sin descanso a las naciones europeas, la española, francesa, escocesa o la vasca, aquellos que desde un punto de vista discursivo y critico nos dan posibilidad de hablar sobre naciones. En la medida en que nos alejemos de Europa dicha personalidad débil, brumosa, resbaladiza e indefinible se vuelve más clara. Lo mismo ocurre cuando nos expandimos desde Euskalerria al mundo, en donde se nos presenta la imagen clara del árbol de Gernika.