Concept

Mateo-Txistu

La leyenda del cazador errante maldito se extiende en el País Vasco desde Zuberoa hasta Bizkaia. Y fuera del país, los relatos de cacerías nocturnas aéreas abundan igualmente en el continente europeo. Una de las razones de esta abundancia puede ser que bajo el tema de la cacería nocturna de seres fantásticos se hayan juntado ciclos míticos distintos. En efecto, aunque en todos los casos subyace el aspecto común del cazador, los perros y la cacería fantasmagórica, las representaciones registradas son múltiples y variadas, con características distintas según las regiones. El cazador errante es siempre un personaje prominente en vida,- cura, señor feudal, rey-, pero sus acompañantes varían: a veces son sólo sus perros, a veces una amplia comitiva de seres igualmente malditos. El grupo resulta a veces invisible, como casi siempre sucede en el País Vasco, pero en otras ocasiones incluso existen interacciones entre éste y los testigos, que lo ven e interactúan con resultado de premios o castigos según los casos. El ámbito de influencia corresponde en todo caso a las regiones germánicas o de influencia germánica en algún momento de la Historia.

Mencionaremos algunos ejemplos para ilustrar la variedad que comentamos. El cazador es habitualmente un personaje masculino, pero también puede a veces ser femenino como en el caso de Frie o Frau Holle, derivados de la diosa mitológica escandinava Freyr. En cuanto al estatus en vida del personaje, los hay de muchas clases, aunque siempre son prominentes: Reyes como Teodorico el Grande o el danés Valdemar Atterdag, santos medievales como el San Guthlac inglés, el Demonio, o incluso el famoso corsario Francis Drake. Los más conocidos de entre ellos, el Rey Arturo y el dios Odin de la mitología escandinava. En cuanto al grupo, por ejemplo en Suecia, casi siempre el cazador no tiene más compañía que sus perros, pero en los testimonios medievales ingleses se asegura que la comitiva está constituida por no menos de veinte o treinta guerreros a caballo. En lo referido al modo de interactuar, de nuevo en Suecia nos encontramos que el cazador habitualmente no es visto sino tan sólo escuchado o sentido, pero en la mayoría de las regiones restantes se observa una amplia gama de interacciones: citemos entre otros que el testigo a veces ayuda a los cazadores y recibe por ello un premio, o no les ayuda e incluso se burla de ellos, lo que conduce a un castigo.

Parece que dos ciclos inicialmente distintos pero ideológicamente próximos han podido confluir y mezclarse: el cazador errante (Wild Hunt) y la hueste furiosa (Furious Host), tienen el común denominador de ser almas en pena a consecuencias de faltas cometidas en vida, y es posible que esta característica haya ayudado a confundirlos y mezclarlos.

A la hora de colocar las versiones vascas del mito en una clasificación general del mismo, las cosas parecen claras: por más que las apariciones de Mateo-Txistu, tengan una apariencia modesta al lado de algunas huestes europeas vistosamente pertrechadas, no hay que suponer que sean una derivación degenerada de un relato original más espectacular. En efecto, aunque sean las más alejadas geográficamente, las versiones escandinavas presentan unas semejanzas innegables en sus características: el cazador y sus perros no son habitualmente visibles sino tan sólo se les escucha; casi nunca hay interacción, ni premio ni castigo, ni diálogo alguno siquiera. El cazador vaga solo, sin más compañía que sus perros. En cuanto a los sonidos que se escuchan, las versiones suecas coinciden con las vascas en señalar los aullidos tristes de los perros, mientras que en general no se mencionan más que los ladridos. El vínculo de la leyenda con las ráfagas de viento es general, pero de nuevo las versiones escandinavas y vascas coinciden al señalar además que la aparición del cazador significa un cambio de una cierta duración en el tiempo atmosférico (Amezketa). El pecado que causa la maldición suele ser en general alguna demasía cometida en vida al amparo del poder detentado (muertes y crueldades injustas, etc.), pero de nuevo en Suecia encontramos faltas de tipo religioso que recuerdan a las vascas: pronunciar palabras blasfemas (Dios que se quede con el Cielo pero a mí que me deje la caza), o salir a cazar en domingo. La última semejanza entre las versiones escandinavas y vascas se refiere a la personalidad del protagonista, que en ambos casos no es un prominente cualquiera, sino de un tipo especial, y en ambos casos semejante. Allí el cazador es el dios Odin, cabeza del panteón de la mitología escandinava, aunque humanizado en rey en el tiempo en que se cuenta la leyenda. La característica principal del dios Odin es la sabiduría. Su mitología nos cuenta que es tuerto porque sacrifica uno de sus ojos a cambio de poder beber de la "Fuente de la Sabiduría". La ciencia y la magia son sus facultades funcionales más características. Y si miramos a los cazadores errantes vascos, vemos en primer lugar que son todos curas, lo que en el contexto medieval es el máximo exponente de sabiduría y magia. Pero más allá de esta caracterización general, llaman la atención algunos de los nombres con los que son designados: En efecto, Xalamon no es otro que el rey bíblico Salomón, cumbre de la sabiduría en el contexto cristiano, y Priste Juan es obviamente Preste Juan, rey mítico medieval, famosos entre otras cosas por poseer en su palacio un espejo mágico maravilloso que le permitía ver todas las regiones de su reino. Estas denominaciones de nuevo cuño muestran claramente que el primer antepasado vasco de Mateo-Txistu era una persona caracterizada en particular por la magia y la sabiduría.