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BAIGORRI

Dos elementos arquitectónicos destacan en el despoblado de Baigorri, testimonio del pasado esplendor del antiguo pueblo y señorío: la iglesia y el palacio. No obstante su estado de ruina, los restos permiten una completa reconstrucción de la fisonomía del lugar.

La iglesia, que estuvo bajo la advocación de la Purísima Concepción, es un templo protogótico de transición del siglo XII al XIII. Presenta planta de nave única dividida en cuatro tramos y ábside semicircular; los tramos se articulan por pilares con medias columnas adosadas y, en el caso del de los pies, con dobles columnas con capiteles de decoración vegetal esquemática y en algunos casos, figurados. El perímetro es recorrido sobre la línea de capiteles por una cornisa moldurada. La cubierta, de inspiración cisterciense, era de medio cañón ligeramente apuntado, articulado por medio de dobles arcos fajones. El aspecto exterior del templo era de buena sillería, con potentes contrafuertes planos; la torre era un fuste de piedra con un acceso adintelado y una ventana de medio punto en el cuerpo superior, donde se abrían saeteras.

En la zona más alta del poblado se encuentra ubicado el palacio de Baigorri. Era de cabo de armería y pasó, a través de la casa condal de Lerín que detentaba este señorío, al ducado de Alba. Se trata de una construcción renacentista de principios del siglo XVI. De línea horizontal y planta rectangular, presenta dos cuerpos articulados verticalmente por siete columnas con capiteles decorados, unos con cadenas y otros con bolas estilo Reyes Católicos. En la fachada se suceden ventanas adinteladas, algunas de las cuales han sido cegadas mediante paramentos verticales de sillarejo. El cuerpo superior es una logia de 6 vanos. La cubierta es de tejería a dos aguas. Adosada al palacio existe una capilla, que estuvo bajo la advocación de San Nicolás de Tolentino, y cuyas imágenes se guardan en la parroquia de Oteiza.

Fernando GARCÍA NIETO