Kontzeptua

Zamakolada (2003ko bertsioa)

El inicio de la Zamacolada.

La noticia de la modificación del sistema militar se fue extendiendo conforme los apoderados a las Juntas Generales fueron regresando a sus respectivas localidades y la novedad fue muy mal recibida por sus habitantes. Aunque el nuevo sistema propuesto podía respetar la foralidad, el que en él se estableciera que los soldados debían ir ahora uniformados y que su organización se modificara creándose la figura de un comandante de las tropas bizkainas, reglamentándose la instrucción militar y los alardes, dio seguramente argumentos a los principales enemigos de Zamácola, los propietarios de inmuebles en Bilbao, para azuzar en su contra las iras de los restantes bizkainos. Aduciendo además que la reforma no era sino una concesión a la Corona en compensación a la aprobación por ésta del proyecto de habilitación del puerto de Abando. Lo que, por activa o pasiva, podía no estar lejos de la realidad. El hecho es que, por una interpretación parcial de lo aprobado en las Juntas Generales, sugerida o no por los rivales de Zamácola, el pueblo de Bizkaia acabó creyendo "que los solteros tenían que ir todos a servir al Rey en egercitos, y que podían dejar de sembrar sus tierras". Se extendió además el rumor de que estaban preparadas para el día de San Luis, veinticinco de agosto, las casacas para uniformar a mil quinientos bizkainos, el pan de galleta para alimentarlos y las cuerdas para conducirlos atados a servir al rey fuera de Bizkaia. Los incidentes comenzaron el jueves dieciséis de agosto en las anteiglesias de Begoña y Abando. En Begoña, los vecinos pidieron a su fiel, José Nicolás de Bátiz, que convocara una asamblea municipal para el día siguiente para informar de lo acordado en las Juntas Generales referente al plan militar. Bátiz, destacado amigo de Zamácola que, además, representando a Begoña había aprobado el plan, se opuso al requerimiento, pero al final no tuvo más remedio que ceder. Tras este incidente, algunos begoñeses bajaron a Bilbao gritando en contra de Zamácola, el corregidor, el consultor Francisco Antonio de Aranguren y sus partidarios. Al día siguiente por la mañana se le pidió a Bátiz en la asamblea de vecinos de Begoña una copia del plan militar. Al negarse éste a facilitarlo fue detenido y llevado al cepo junto al otro fiel de la anteiglesia. Los begoñeses se pronunciaron unánimemente en contra de la reforma militar y llegó a romperse a dentelladas una copia que se había logrado conseguir de su capitulado. Después proclamaron ante la imagen de Nuestra Señora de Begoña fidelidad al Rey y se comprometieron a no cometer "(...) insultos, robos, muertes, incendios, ni pertuvar a nadie en sus tráficos, y trabaxos" así como a lograr que "se les manifestase el Plan Militar para ocurrir a V M. (Carlos IV) antes que lo aprovase, y prender a los que le dispusieron engañosamente no para maltratarlos sino para entregarlos a la xusticia". De esta forma quedó patente que su intención principal era evitar lo que consideraban una vulneración del ordenamiento foral en lo concerniente a la realización del servicio militar. Lo ocurrido en Begoña pronto fue conocido por los alrededores y en los muelles de Bilbao se dijo que "todas las cargueras gritaban a grandes voces q[u]e sus hijos no hirian soldados; q[u]e fueran a servir al Rey los q[u]e los habían ofrecido; que habia empezado la machinada en Begoña (asi llaman a la asonada) y q[u]e todos debian concurrir a ella". Por la tarde bajó a Bilbao una comisión de la asamblea de Begoña para pedir al corregidor una copia del plan militar que les permitiera conocer con certeza las modificaciones aprobadas en las últimas Juntas Generales. Pereira les entregó la copia que solicitaban y se retiraron pacíficamente pero la asamblea vecinal consideró inaceptable el plan tras leerlo. Por ello envió a Bilbao otra comisión, más numerosa, para pedir a las autoridades que se pronunciaran en contra del plan militar y que permitieran retirar los fusiles correspondientes a Begoña almacenados en el depósito de armas del Señorío situado en Abando. La Diputación, cuyos locales se vieron ocupados por los begoñeses, accedió a sus peticiones, haciendo pública la suspensión del nuevo plan militar hasta que se celebrasen unas nuevas Juntas Generales que se convocaron en principio para el veinticinco de agosto, si bien finalmente se adelantaría su celebración al día veintidós. Tras marchar los vecinos de Begoña a recoger su armas a Abando los miembros de la Diputación se trasladaron a la casa del alcalde de Bilbao para más seguridad.