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PAISAJE (GEOGRAFÍA)

En tiempos históricos Euskal Herria o País Vasco se presenta como territorio de carácter doble: lo accidentado de su relieve parece favorecer el aislacionismo conservador, en tanto que su posición de lugar de paso entre el Continente y la Península Ibérica lo hace punto de confluencia de diversos influjos, que asimila con facilidad. Así constataba F. Jordá (1958:18): «cuando estudiamos el problema de la Prehistoria en el Pirineo nos encontramos con que, por una parte, dominan y tienden a ejercer una dirección 'cultural' los fenómenos de arcaísmo y tradicionalismo y, por otra, nos encontramos con que a través de sus pasos o puertos hay un incesante ir y venir cultural, que da a los Pirineos una fisonomía propia y peculiar, que hace que los distintos fenómenos culturales que en ellos se pueden estudiar se nos aparezcan participando en una como doble personalidad, en la que, sin duda, intervienen los distintos aspectos culturales que se desarrollaron en sus dos vertientes». Por otra parte, no se pueden olvidar las tierras, también vascas, bajas, próximas al Ebro, que son «una zona de paso, radicalmente distinta de la zona de acantonamiento que suponen las montañas del extremo occidental de la cordillera pirenaica y no es por ello de extrañar una textura biológica diferente en su población» (Fusté 1966:346). Por su situación geográfica constituye Euskal Herria una zona de evidentes contactos y relación: entre la Península y el inmediato Continente europeo, entre el litoral cantábrico y las tierras interiores de la Meseta o del Valle del Ebro, y hacia zonas centrales de la Cordillera pirenaica. Se ha acumulado suficiente información escrita, normalmente por geomorfólogos (geólogos más que geógrafos), para comprender de modo suficiente la estructura física y los paisajes vascos. Al margen de las citas concretas que se hayan de hacer en las páginas que siguen, deben señalarse ahora las varias aportaciones de eminentes especialistas de los años de transición a nuestro siglo, sobre el mapa geológico básico: así las de P. W. Stuart Menteath (en el Boletín de la «Société Géologique de France»: en 1878 y 1881 estudiando la geología local del litoral labortino o sintetizando la del conjunto Laburdi-Guipúzcoa-Navarra). La «Reseña geológica de las Provincias Vascongadas» de A. Maestre (en el «Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España» de 1882), las Memorias de esa misma Comisión de R. Adán de Yarza (en 1884, Guipúzcoa; en 1885, Alava; en 1892, Vizcaya) y su aportación sinóptica a la «Geografía General del País Vasco-Navarro» (dirigida por Carreras Candi) y los varios trabajos dedicados por E. Fournier (en 1905, 1908, 1910) a morfología y tectónica de la cadena pirenaica de Iparralde. Una nueva «generación» de estudios, con precisiones monográficas importantes, se produce inmediatamente: por ejemplo, los de P. de Aranegui (1927, 1930) sobre terrazas cuaternarias en el País Vasco meridional, de Y. Defer (en 1932) sobre la morfología del litoral de Laburdi, de M. Casteras (en 1934) sobre estructuras geológicas del tramo oriental del Pirineo vasco, de E. Hernández Pacheco, F. Jordá, N. Llopis y J. A. Martínez sintetizando (en 1957, con motivo de las sesiones del V Congreso del «INQUA») el Cuaternario del litoral cantábrico, o las de J. Gómez Llarena sobre diversos aspectos particulares (1948, glaciaciones en Aralar; 1960, rasas mareales en Guipúzcoa;...). Por último convendrá citar las obras de conjunto sobre la geomorfología del País, desde la útil síntesis de J. M. de Barandiarán (1932) y el denso tratado sobre modos de vida en el medio geográfico de los Pirineos vascos orientales de Th. Lefèbvre (1933), a las contribuciones muy importantes de P. Lamare sobre geología vasca (en sus comentarios a las cartas del Pirineo de Iparralde, 1934; o en sinopsis valiosas sobre estructura física y geológica del territorio, en 1950, 1951,...). En la aportación de P. Rat destaca su densa obra de conjunto sobre la geología del Cretácico del litoral vasco-cantábrico (de 1959) junto a aportaciones de detalle (por ejemplo, al estudio geológico de las cuevas de Altxerri, en 1964 y de Lezetxiki, en 1967). G. Viers publicó en 1960 una gruesa monografía sobre el relieve del Departamento de Pirineos Atlánticos y J. Hazéra su valioso estudio, definitivo, sobre geomorfología de la comarca de Bilbao, en 1968. Diversos tratados más generales (de Geografía, en su conjunto: como el de I. de Sollube, en 1968) contienen informaciones abundantes para una comprensión cabal del medio físico de Euskal Herria: su detalle no puede, evidentemente, traerse aquí.