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Metalurgia en Gipuzkoa y Bizkaia

La metalurgia vizcaína surgió al amparo de una potente industria siderúrgica que le proporcionaba una materia prima de buena calidad a precios competitivos.

Una vez constituida la gran industria siderúrgica en los márgenes del Nervión, el efecto de arrastre para la creación de nuevas empresas fue fulminante hasta 1917. A pesar de que esta zona fue el germen y principal asentamiento industrial de la provincia, hay otros dos puntos en los que se desarrollaron sendos núcleos industriales de importancia, el Duranguesado y el valle del Cadagua.

Dada la complejidad de las actividades metalúrgicas vizcaínas, en cuanto la diversidad de sus producciones y su dispersión muchas veces en pequeños y medianos talleres, es difícil hacer un seguimiento pormenorizado de este sector. Son dos fuentes principales las que nos aportan información sobre la situación de la metalurgia vizcaína a principios del siglo XX, las estadísticas industriales de 1900 y 1907.

La metalurgia era el sector que dominaba el panorama industrial bilbaíno a principios del siglo XX, ejerciendo una hegemonía que no perdería a pesar del desarrollo de otros sectores. Este grupo productivo estaba vinculado directamente con la producción del mineral de hierro vizcaíno. La diversificación dentro del sector abarcó todos los procesos de producción metalúrgica, centrándose fundamentalmente en los talleres de fabricación de troquelerías, maquinaría y metalisterías, además de la práctica totalidad de los astilleros vizcaínos.

Los talleres de transformaciones metálicas estaban situados en las inmediaciones de las grandes siderurgias, concretamente en las zonas de Bolueta, Deusto, Erandio, Olaveaga y Zorroza, zonas próximas también a los medios de transporte que podían abastecer a estas factorías de las materias primas y mano de obra necesarias para su producción. Algunas de las empresas situadas en estas áreas eran: Alambres del Cadagua, Babckock & Wilcox, S.A. Aurrera, Sociedad Española de Construcciones Metálicas, Sociedad Santa Ana de Bolueta,Sociedad de Tubos Forjados y Talleres de Deusto.

En cuanto a la construcción de buques, fue en la zona comprendida entre Deusto y Zorroza donde estaban asentados dos grandes astilleros vizcaínos: Euskalduna y Astilleros del Cadagua. Los beneficios acumulados durante la Guerra Europea, permitieron el desarrollo de este sector y su proyección internacional. Con la crisis económica de 1923 estas empresas y sus subsidiarias tuvieron que reorientar su producción hacia las construcciones mecánicas, en particular, la construcción de material ferroviario.

En la zona comprendida por los municipios de Barakaldo, Sestao y Santurce-Santurtzi, se encontraba enclavada la gran siderurgia vizcaína. El predominio de este sector era total en esta área y en 1907 tan solo estaban reseñados, dentro del sector metalúrgico, los Astilleros del Nervión y La Naval en Sestao y Alambres del Cadagua en Barakaldo.

El valle del Ibaizabal era otro núcleo de actividades metalúrgicas. A principios del siglo XX se observaba en los municipios de Galdakao, Lemoa, Amorebieta y Durango, un claro predominio del sector metalúrgico. Era una época en la que el espacio industrial bilbaíno comenzaba a saturarse, y la especialización industrial del valle del Ibaizabal siguió las pautas marcadas por la industrialización bilbaína, es decir, el predominio del sector metalúrgico. Este sector, heredero de las antiguas ferrerías, contaba en un principio con fundiciones de hierro y cobre en Galdakao y Amorebieta. Posteriormente derivó también hacia la fabricación de ferretería, herramientas, tornillos y sartenes. Utilizaban en su mayor parte hierros laminados provenientes de la siderurgia bilbaína.

El Bajo Cadagua, se vio influenciado directamente por el desarrollo minero de Triano, y por el industrial de la zona de Barakaldo-Sestao. En el caso de la zona comprendida entre Balmaseda y Güeñes, surgieron, entroncando con las actividades tradicionales, algunos pequeños talleres para el tratamiento de materiales no férricos (cobre, estaño y plomo).

Tres ejemplos de la metalúrgica vizcaína: la Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques, La Naval y Babcock and Wilcox.

La Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques fue creada en 1900 como iniciativa de los principales navieros de Bilbao, en particular, Sota y Aznar. Por lo tanto, Euskalduna nació como un complemento a las empresas navieras con el único objeto de construir y reparar buques. Aún así, a partir de 1922, se comenzó a trabajar una amplia gama de productos como el material rodante ferroviario, aparatos de industria química, maquinaria, etc.. Sin embargo, la actividad productiva de esta empresa siempre estuvo presidida por la construcción naval.

La Naval debe su existencia al Programa Naval del Estado, elaborado en 1908. Diversas empresas españolas (entre las que destacanAltos Hornos de Vizcaya, Duró Felguera y Española de Construcciones) con un 60% del capital social, y las británicas Vickers Sons and Maxim Ltd., W.G. Armstrong Whitworth and Cª Ltd. Y John Brown and Cª Ltd., con el restante, consiguieron el concurso público abierto por el Gobierno y crearon La Naval.

La nueva empresa recibió de la Armada, en 1909, el astillero de El Ferrol, el astillero de Cartagena y los talleres de artillería de La Carraca. En 1914, adquirió la factoría Matagorda e inició la construcción de una nueva factoría en la ría de Bilbao, a la que añadieron mediante compra los Astilleros del Nervión. Sus instalaciones se completaron con la construcción de una nueva factoría en Reinosa. Con estos medios esta compañía llegó a convertirse en una de las empresas más importantes de España, no solo en la construcción naval sino también en el conjunto del sector metalúrgico.

Babcock and Wilcox surgió de la iniciativa de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España que la creó en 1918 en Bilbao con un capital de social de 20 millones de pesetas. En sus instalaciones ubicadas en Galindo fabricaban desde locomotoras a vapor hasta un amplio catálogo de productos (calderas, grúas, estructuras tubulares...).

La economía de la posguerra española estuvo marcada por la autarquía y un absoluto intervencionismo estatal. En esta etapa de reconstrucción se concedió mucha importancia a la recuperación de la actividad industrial. Por ello, la industria vizcaína contó durante este período con el apoyo estatal. Sectores como el siderúrgico, el naval o las transformaciones metálicas se beneficiaron de importantes pedidos estatales de material ferroviario.

Para 1944 la Cámara de Comercio de Bilbao indicaba que la recuperación de las principales actividades económicas de Bizkaia era evidente, sobre todo, en la industria. La falta de artículos manufacturados del extranjero y la iniciativa de los inversores vizcaínos habían provocado el establecimiento de muchas y variadas industrias y la ampliación y mejoramiento de las ya existentes.

El sector naval estuvo particularmente protegido durante estos años ya que, entre otras medidas del gobierno, se imponían importantes recargos a la importación de buques y se fijó la exclusividad de la navegación de cabotaje para los buques de bandera y construcción española. El sector naval vizcaíno también se benefició de encargos del Gobierno, pero hasta 1958 no se produjo un crecimiento del tonelaje entregado a los armadores por los astilleros de la provincia.

Otro sector industrial que se potenció y adquirió entidad en Bizkaia durante la posguerra fue el de la máquina-herramienta. Este tipo de industria se vio favorecido, sobre todo, por las trabas del gobierno franquista a las importaciones. A esto hubo que añadir que los habituales suministradores europeos de estos productos, tampoco los exportaban porque estaban inmersos en la reconstrucción posterior a la II Guerra Mundial. Otro factor decisivo para el desarrollo de la máquina herramienta en Bizkaia era la existencia de mano de obra especializada, a causa de la tradición y la implantación de escuelas de formación profesional.

Con el Plan de Estabilización de 1959 se sentaron las bases de la consolidación de la metalurgia vizcaína. Al dotarse a las empresas de cierta libertad en la formación de los precios de cara al mercado interior y a la exportación, se dirigieron las producciones para ajustar los precios y mejorar las calidades. Como consecuencia de este Plan de Estabilización se abandonó la política de intervención estatal y la economía vasca se integró en el marco económico occidental. Se dio comienzo a un desarrollo económico que se extendió desde 1960 hasta 1977.

Las industrias, animadas por el Estado, se lanzan a importar bienes de equipo y tecnología para lograr un excedente con el que acudir a los mercados de otros países. También se era consciente de la natural limitación en la capacidad del consumo del mercado español, lo que hacía preciso orientar la producción hacia los mercados exteriores.

Al inicio de la década de los sesenta, después de la importancia del sector siderúrgico dentro de la economía vizcaína, van adquiriendo entidad y peso sectores como el de la construcción naval, material ferroviario y la industria metalúrgica. Junto a las explotaciones tradicionales de productos básicos de hierro y de acero, se potenció también la exportación de transformados metálicos.

Las continuas aceleraciones y desaceleraciones de la economía vizcaína surgidas de la aplicación arbitraria por parte del Gobierno de diferentes Planes de Desarrollo, sumieron a la industria durante 1966 y 1967 en una crisis. Con estos Planes de Desarrollo se favorecían otras áreas económicas en detrimento de las industrias vizcaínas. Este crisis coincidió con la aparición de ciertas corrientes de opinión contrarias a una protección arancelaría artificial para las industrias y que abogaban por la reestructuración de ciertos sectores anticuados e ineficaces, entre los que se incluía la construcción naval.

Las entidades económicas reconocían que la capacidad productiva del sector naval era superior a la que se desarrollaba en esos momentos, pero achacaban esta situación a las malas condiciones crediticias que padecía el sector. Mientras tanto, el sector vinculado con los transformados metálicos, formado en su mayor parte por pequeñas y medianas empresas, subsistía especializando sus producciones a las demandas de los mercados interior y exterior.

La crisis que azotó a los países industrializados en 1973 no tuvo sus primeras manifestaciones en la industria vizcaína hasta 1977. A pesar de este retraso sus consecuencias fueron devastadoras, en particular para la siderurgia y aquellos sectores que de ella dependían.

De este modo, tanto el Gobierno de España como el Gobierno Vasco desarrollaron sus propios planes de reestructuración. Desde Madrid se adoptaron diferentes medidas de reconversión para los siguientes sectores: siderurgia integral, acero común, electrodomésticos línea blanca y construcción naval.

Por su parte, el Gobierno Vasco desarrolló también sus propios planes de reestructuración de aquellos sectores que, teniendo una importante presencia en el País Vasco, no entraban en el programa estatal.

Ninguna entidad económica vizcaína negaba la necesidad de un plan de reconversión del sector naval. Al margen del importante número de personas que empleaba, unas 150.000, y de su notable peso dentro del comercio exterior estatal, el sector naval tenía un efecto multiplicador importante que había que potenciar con la reestructuración. Por lo tanto, se pensaba que un requisito indispensable había de ser el tratamiento conjunto de los elementos que integraban este sector: la industria auxiliar, la construcción naval propiamente dicha y la marina mercante. Como objetivos prioritarios se marcaron la adecuación cuantitativa y cualitativa de la producción de los astilleros a la nueva situación de la demanda mundial.

El plan de reconversión aplicado a los astilleros vizcaínos fue extremadamente duro. En la década 1976-1986, de cada diez empleos destruidos en el conjunto de los astilleros públicos, nueve se perdieron en las factorías que Astilleros Españoles S.A. (AESA), tenía en la ría de Bilbao, lo que representaba la desaparición de 5.000 puestos de trabajo. Además, se calculaba que a estos desempleados había que añadir un tercio de los empleos de los pequeños y medianos astilleros de la Ría, y que iba a afectar a otros 150.000 trabajadores de las industrias auxiliares de la construcción naval, ubicadas mayoritariamente en el País Vasco.

Por lo que respecta a los astilleros de Euskalduna, las entidades económicas vizcaínas indicaban que esta empresa no había dejado de dar beneficios hasta 1978 y que contaba con la mayor productividad del conjunto de astilleros del sector público. Achacaban la pérdida de competitividad de esta empresa a su integración el 1 de diciembre de 1969 en Astilleros Españoles S.A.. Además, consideraban descabellado plantear el cierre de un astillero cuya tecnología era puntera y que contaba con una estructura adaptada a la construcción de barcos para los que había una demanda.

En cuanto a la reconversión del sector de "línea blanca", ésta se basó en la reestructuración de las plantas. Las empresas de electrodomésticos se habían empeñado en fabricar de todo, al amparo de una sociedad en crecimiento que introducía en sus casas todos los adelantos posibles. A la saturación de los mercados se añadió la crisis económica internacional.

El inicio de la reestructuración de este sector data de septiembre de 1980, año en el que el Gobierno decretó su reconversión. Al año siguiente se publicó el "Libro blanco" con las nuevas líneas a seguir, y en 1983 el Gobierno aprobó una serie de ayudas extraordinarias destinadas a aquellas industrias que voluntariamente quisieran acometer su reforma.

La capacidad productiva del sector disminuyó un 14%, pero al mismo tiempo se produjo un importante saneamiento que permitió afrontar con mayor rigor una futura ordenación. La Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos fijó el nuevo marco de ordenación del sector entre abril de 1984 y noviembre de 1985. La nueva estructura quedó configurada en base a la formación de tres grandes grupos que representaban más del 90% de la actividad del sector. Uno de estos tres componentes era el Grupo Vasco de Electrodomésticos (Gruvesa) compuesto por Frabrelec, Ulgor, Fagor y Mayc.

Con esta distribución del sector de fabricación de electrodomésticos de línea blanca, el Ministerio de Industria dio por finalizada la fase de ordenación. Los objetivos principales de esta fase eran: especializar las fábricas mediante el cierre de cadenas productivas redundantes, acordar intercambios de productos y la complementariedad de las gamas, y ampliar el programa de inversión en reindustrialización.

Por lo que respecta a la reconversión del sector de los aceros especiales, a diferencia de lo que ocurrió en la siderurgia integral, sólo afectó al 62% de las empresas, puesto que la situación del resto era satisfactoria. Los objetivos de la última etapa del plan de reestructuración, iniciado en 1984, después de una fase de saneamiento, se centraron en obtener una mayor competitividad mediante mejoras en la calidad y en los costes.

La reestructuración empresarial de este sector quedó prácticamente finalizada ese mismo año. Siguiendo la dinámica de concentración y especialización prevista en el plan de reconversión, se constituyó Acenor, asociación de empresas que agrupó a Echevarría, Pedro Orbegozo, Aceros de Llodio y Forjas Alavesas. Posteriormente participó OLSA.

A partir de la integración el 1 de enero de 1986 en la CEE, a los problemas de competitividad derivados de una mayor costo final de los productos vascos frente a los europeos, se añadieron también la implantación del IVA, la desaparición de la desgravación fiscal a la exportación y la irrupción de importaciones masivas de origen comunitario. En 1993 entró en vigor el Acta Única Europea y, con ella, la libre circulación de personas, capitales y mercancías.

El crecimiento económico fue, desde 1986 hasta 1990 continuado. Aún así, el sector de bienes intermedios, mayoritario en la industria vasca, tuvo una evolución más desfavorable, dada la influencia que tuvo en este gran grupo productivo el sector siderúrgico, el más perjudicado por la competencia comunitaria y por la recesión de las exportaciones. La industria de bienes de consumo, por su parte, se mantuvo en una fase de estancamiento, debido a que gran parte de la demanda generada por la recuperación del consumo privado había sido desviada a productos de importación de origen comunitario.

En 1990, a pesar de que se produjo un descenso en el volumen de producción, la fabricación de bienes de equipo (maquinaria, material eléctrico y material de transporte) seguía con una tendencia al alza. Dentro de las exportaciones, la venta de maquinaria, tanto mecánica como eléctrica ha seguido un ritmo de crecimiento.

Frente a esta coherencia general del sector metalúrgico vizcaíno, cabe indicar que con los Planes de Reconversión se dio cierre en 1987 a una de sus empresas más emblemáticas, la Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques.