Sailkatu gabe

GIPUZKOA (POBLACIÓN)

Estructura de la población.

La pirámide de edades de 1975, fecha en que el número de habitantes ascendía a 682.517, permite extraer una serie de conclusiones respecto a la composición de la población. De modo general se observa un claro equilibrio numérico entre los dos sexos: la población masculina supone el 49,2 % del total frente al 50,6 % de mujeres, siendo la sex ratio (número de hombres por cada 100 mujeres) de 98. El número de hombres supera al de mujeres en todos los grupos de edad hasta 50-54 años; a partir de aquí las cifras se invierten con una desproporción cada vez mayor, y como causa puede considerarse la mayor esperanza de vida entre las mujeres por una parte, y por otra el mayor protagonismo de los hombres en la guerra civil, con más bajas por tanto, particularmente en las generaciones que entonces tenían más de 15 años. Esto es fácilmente perceptible en los grupos con edades comprendidas entre 55 y 65 años. En lo que respecta a la composición por edades puede considerarse en conjunto como población joven ya que los menores de 20 años representan el 36,5 % y sólo el 12,3 % los mayores de 60. De cada 100 guipuzcoanos únicamente 8 eran mayores de 65 años en 1975, lo cual no es sino un síntoma más de la juventud de la población. El índice de dependencia es alto, 57,9 %, pero no preocupante, ya que es consecuencia de la fuerte incidencia del grupo más joven. En la pirámide destacan como numerosos los efectivos de edades comprendidas entre 40 y 50 años, lo cual es lógico porque se corresponden con las generaciones nacidas entre 1920 y 1935, cuando las tasas de natalidad eran elevadas y por su corta edad en el momento de la crisis bélica del 36 apenas fueron afectados por ella. Sobresalen, además, por estar situadas entre dos grupos generacionales pobres en efectivos: los mayores de 55 años, protagonistas de la guerra, y en los que se observa una diferencia numérica entre hombres y mujeres bastante clara, y el grupo inmediatamente más joven, el de los nacidos en los años de la guerra que acusan el impacto que ésta tuvo en la reducción de la natalidad. Las tasas no se recuperan hasta por lo menos los años sesenta; entonces las generaciones vuelven a ser numerosas y si se comparan con las barras del primer grupo de edades -la base de la pirámide-permiten apreciar un cierto retraimiento numérico del grupo más joven. La población potencialmente activa (entre 15 y 65 años) equivale en 1975 al 63,3 % del total, repartidos de forma bastante equilibrada, aunque destacan ligeramente los activos masculinos. La cifra de activos remunerados es lógicamente sensiblemente más baja, reduciéndose al 35,8 % de los cuales las mujeres suponen menos de una tercera parte. Naturalmente en esta disparidad de cifras entre los que podían por su edad trabajar y no lo hacen, juega un papel importante el hecho de que la entrada en actividad se produce en edades próximas a los 20 años, y no a los 15, con una prolongación positiva de los años de preparación. Si se considera únicamente la población entre 20 y 65 años como potencialmente activos, el porcentaje queda reducido a 55. En 1979 los activos equivalen al 37,6 %, pero es necesario consignar que en esta fecha y según la encuesta de población activa el número de parados representa el 11,2 % de los mismos, con valores que superan a la media del País Vasco y de los que más de la mitad son menores de 25 años. El análisis de los tipos de actividad refleja un dominio indiscutible del empleo eminentemente urbano: el sector primario, de escasa participación, sólo cubre el 10,5 % en 1975, y puede incluso parecer una cifra elevada porque engloba también a los activos en la pesca. El sector secundario equivale al 58 % y muestra un claro desequilibrio sobre todo con el sector terciario que supone apenas el 31 %. Estos valores han experimentado variaciones en años posteriores y para 1977 el primario significa el 9,9 % (en 1980, 8,1 %) frente al 53,4 % del secundario y 36,6 de los servicios. El desequilibrio es grande todavía. Aparentemente el sector primario ha alcanzado sus niveles más bajos y parece poco probable que descienda más; el secundario está todavía sobrecargado y convendría que trasvasase parte de sus efectivos a los servicios. (Nota: sobre estos aspectos remitimos al apartado Trabajo). La gran mayoría de la población provincial vive en ciudades. Tras un proceso iniciado a comienzos de siglo y ya prácticamente culminado, Guipúzcoa ofrece un alto grado de urbanización. Teniendo en cuenta los criterios seguidos por el I. N. E. que considera como urbanos a los municipios de más de 10.000 habitantes, rurales a los de menos de 2.000 y semiurbanos a los intermedios, criterio bastante ajustado al caso concreto nuestro aunque poco útil para otras realidades, resulta que la población urbana de Guipúzcoa equivale al 81,7 %, semiurbana en 13,7 % y solamente rural el 4,6 % restante, con la particularidad de que los "ciudadanos" residen en un importante número de centros urbanos. Existen en la provincia 21 municipios con categoría urbana y apenas 38 de los denominados rurales, lo que la sitúa a la cabeza del estado español en cuanto al número de centros urbanos. A principios de siglo sólo San Sebastián superaba la cifra de 10.000; a gran distancia se situaba Irún, con algo más de 9.000, y más lejos, con valores que rondaban los 5.000 hab., Eibar, Azpeitia, Azcoitia, Oñate y Vergara. Entonces la población urbana equivalía al 21 %; en 1950 ésta alcanza el 56,1 % y son 8 los municipios que sobrepasan la cifra de habitantes que les convierte en urbanos.