Dantza

Danzas de Oyón

Los llamados genéricamente "baile o tremolar de la bandera" son conocidos en la comarca de la Rioja Alavesa, donde la enseña local es tratada con el máximo respeto y siempre deslizándola (evitando que se vaya a doblegar ante nadie o nada) por la fachada de la casa consistorial, ocupando un lugar preferencial en los cortejos procesionales, portada ceremoniosamente por el representante municipal, y tan sólo doblegándose como símbolo comunitario ante el poder divino.

Una vez llegados a los puntos establecidos en Oyón (atrio y plaza municipal) para el ondeo, síndico y "cachi" se sitúan enfrentados. El "Cachi" se tiende sobre el suelo y el síndico ondea o tremola la enseña local por encima de él, mientras aquel se revuelca de un lado a otro. Todo ello, se desarrolla a los compases de una novedosa habanera y su envolvente ritmo, interpretado por una agrupación musical.

Acabado el ceremonial del ondeo de la bandera, el "Cachi" se incorpora y lanzando su gorro al aire, grita: ¡Viva San Vicente y San Anastasio! (sentencia que lleva cosida en la espalda de su bicolor chaqueta). A lo que el público asistente contesta al unísono con un fuerte: ¡Viva!

Por otro lado, las danzas de acompañamiento (a veces, los danzantes se proveen de castañuelas) usadas en esta comarca funcionan a modo de pasacalles, sirviendo para desplazar y arropar a personas relevantes de la vida local, figuras religiosas o símbolos de gran significado comunitario.

De esta tipología es la "danza de los Patronos" de esta villa de Oyón y que presenta, ciertas concomitancias con la danza de La Cadena de Yécora. En una primera parte de esta coreografía dancística, los danzantes evolucionan en el sentido de avance de la procesión y donde por filas, a modo de ruedas sin fin, avanzan hasta que al llegar a la cabecera del grupo vuelven atrás por el interior de las filas paralelas. La segunda figura coreográfica se destaca por el enfrentamiento de las filas y por su evolución constante en cadena serpenteante.

Aquí los danzantes acompañan el ritmo con sus castañuelas y también el bastonero que les dirige, marcando el sentido de marcha y señalando con sus movimientos, arriba y abajo, o sus puntuales saltos, los cambios de evolución o ritmo del conjunto de danzantes.