Kontzeptua

Congreso de Munich

La asistencia vasca al acto de Munich hay que inscribirla en el contexto de los cambios acaecidos en el seno del nacionalismo vasco (las demás fuerzas apenas existen en el interior) a finales de la década de los 50.

La nueva juventud nacionalista. Emerge el primer recambio generacional, recambio que se va a traducir en la aparición de ETA y en las escisiones de EGI y ELA-STV. El nasserismo y el castrismo se erigen en la gran esperanza de los pueblos colonizados. En 1958 acaece además la sublevación de Argelia, a las puertas de Europa. La juventud politizada que es muy escasa, pero existe- se agita impaciente. Un cúmulo de ilusiones se abre al conocerse la independencia de Argelia (mayo de 1961). ETA -el grupo «Ekin» tras su ruptura con el PNV- efectúa su primer acto violento (descarrilamiento de un tren de ex combatientes, julio de 1961) y se mantiene ajena al acto. Sin embargo, consignamos la presencia de jóvenes de EGI, de ELA-STV o independientes. Algunos de éstos se reúnen, al margen del Congreso, para comentar, bajo la presidencia de Leizaola, Landáburu e Irujo, la situación del País Vasco colocado desde mayo, junto con Asturias, en estado de excepción debido a las inusitadas huelgas obreras. Los jóvenes de ELA, representados por Anabitarte, resienten la actitud claudicante del PNV respecto al PSOE en el seno de la Alianza Sindical. También se quejan de problemas de orden práctico ya que «la militancia de UGT y CNT brillaban por su ausencia y cantidad de acciones que se encomendaban desde el exterior, eran cargadas únicamente sobre nuestras espaldas». Piensan estos jóvenes que el nacionalismo ha hecho dejación de causa pensando que el régimen ha llegado a su final. Otro joven, Iñaki Aginaga, predice, sin embargo, proféticamente, para escándalo de los exiliados, que a éste aún le quedan 15 años. El tiempo le dará la razón.

Al descontento que mencionamos hay que añadir el que produce luego el conocimiento de la no inclusión de las cuestiones vasca ni catalana en el texto que está en vías de aprobarse. Gil Robles y Madariaga rivalizarían en su temor al "separatismo" periférico, acordando, como última concesión a los nacionalistas vascos y catalanes, la tibia alusión a las "comunidades naturales" del texto. José Antonio Ayestarán, joven de EGI organizador del envío de delegados desde el interior, invitado pero que no pudo acudir por haberle retirado la policía el pasaporte, recordará luego que el fantasma del Pacto de San Sebastián de 1930 -al que el nacionalismo vasco no acudió viéndose luego arrinconado a lo largo de toda la República- flotó sobre el ambiente:

"Esta claro que en la mente de los organizadores de aquella reunión estaba la idea de presentar ante Europa la constancia de una alternativa democrática al régimen de Franco, algo semejante a la "ruptura democrática" defendida posteriormente por Carrillo, y en este sentido me gustaría indicar que jamás criticamos el espíritu que reinaba en Munich. Lo que nosotros denunciaríamos sería exclusivamente el tratamiento dado a nuestro problema, el que los representantes vascos no incluyeran la autonomía inmediata para Euskadi y Cataluña como condición indispensable para hablar de democracia y de ruptura con el régimen franquista. El Pacto de Munich tiene connotaciones parecidas al Pacto de San Sebastián y a las circunstancias anteriores al 14 de abril de 1931, y nosotros teníamos muy presente que los catalanes, proclamada la República, se tomaron la autonomía inmediata y proclamaron el Estat Catalán. Nosotros queríamos que esta cláusula estuviera presente en una declaración que pretendía ser la alternativa al franquismo, y más aún si se tiene en cuenta que el régimen de Madrid tenía aún cuerda para rato. Por otra parte, y viendo que la única oposición seria y organizada en el Estado español era la vasca, algunos consideramos que hubiera sido necesario exigir algo más de lo que allí se firmó".

El grupo de disconformes abandonó el Congreso en señal de protesta por la no inclusión de una "autonomía inmediata", como la catalana de 1931. Anabitarte razona esta frustración:

"Tanto el Pacto de la Unión de Fuerzas Democráticas en el 61 y el Pacto de Munich al año siguiente, son producto de un proceso que ya se ha había iniciado antes de la muerte de José Antonio Aguirre. Hubo un gran número de jóvenes que asistimos a Munich por invitación de PNV. Una vez allí, nos encontramos con que todo estaba hecho. Tal como pudimos observar después, los objetivos ya estaban decididos de antemano, y no precisamente como nosotros esperábamos.
G.-Y ¿qué era lo que esperábais?
K.-Hombre. Lo que pretendíamos era que si había una situación cambiante sobre las posiciones hasta entonces defendidas, es decir, la restauración republicana, que se proyectara hacia una alianza con todos los excedentes del fascismo, como eran los monárquicos porque el Pacto de Munich no fue otra cosa que la alianza entre el PSOE y los monárquicos-, nosotros teníamos que incluir las reivindicaciones autonómicas del Pueblo Vasco. Claro que, al estar decididas las cosas de antemano, la cláusula de la Autonomía inmediata desapareció. Después del follón que se armó, te puedes figurar que la situación quedó bastante tensa. Las protestas partieron fundamentalmente de jóvenes ELA.
G:- Perdona si es que te sigo tirando más sobre el tema, pero es que creo merece la pena conocerlo. ¿Qué pasó después?
K.-Los del interior pensamos, con permiso del Comité Ejecutivo, en hacer una declaración de principios que fuera sometida a su consideración. La única objeción que se le puso fue la denominación de principios porque se consideró que eso pertenecía al Congreso, y éste no podía celebrarse. Con esa autorización condicionada, iniciamos una ideologización de la base y la publicación de nuestro órgano Lan Deya, inspirándonos precisamente en esa línea de principios. Claro, esto llevaba implícita la denuncia permanente del socialimperialismo de las organizaciones de "izquierda" española.
G: De ahí a la escisión que se produjo luego en ELA, ¿no quedaría ya mucho, no?
K. Efectivamente. El hecho próximo o último que produce la ruptura tiene lugar en diciembre de 1964".

En la formación de la nueva ELA (Movimiento Socialista de Euskadi) tomarían parte varios de los descontentos de Munich, Aguinaga, Ayestarán y Anabitarte entre otros. La ruptura generacional esbozada en el Congreso Mundial Vasco de 1957 se confirmaba y extendía. Lo que para el resto del Estado había significado una mera reversión de alianzas, cobraba en el País Vasco el carácter de una quiebra ideológico-generacional definitiva.