Pintoreak

Besnés Irigoyen, Juan Manuel

Artista nacido en San Sebastián el 13 de junio de 1789, falleció en Montevideo a la edad de 77 años, el 20 de agosto de 1865.

Hijo del francés, natural de Grenvielle (Diepe), Joseph Besne Chavallie y la tolosarra María Antonia de Irigoyen Gaz, siendo el mayor de ocho hermanos. Todos fueron bautizados en parroquia San Vicente Levita y Mártir, de Donostia, donde también se celebró el matrimonio de sus padres.

Transformó su apellido Besné en Besnes, en la guerra franco española de 1808, para españolizarlo con motivo de la persecución que se le hacía a los franceses y a los que tenían el apellido francés. Ya en Montevideo (Uruguay) agregaría el apellido materno, quedando un apellido compuesto tal como se lo conoció siempre.

Llegó a esta ciudad procedente del puerto de Pasajes, a bordo de la nave Nuestra Señora de la Concepción, en 1808. Sus primeras actividades en suelo americano son inciertas, atribuyéndole unos el puesto de escribiente del gobernador Elío y otros, una ocupación más humilde y acorde para un recién arribado, como empleado público. El 20 de febrero de 1818, contrajo matrimonio con Juana Josefa Zamudio, viuda de Esteban Durán, nativa de la ciudad de Buenos Aires. No tuvieron descendencia, aunque sí adoptaron por lo menos a tres niños, Ramón, Feliciano y Juan Irigoyen.

Fue Hermano Benemérito de la Hermandad de la Caridad, actuando en su Junta administradora. En su actividad masónica lo hallaremos, en enero de 1831, como miembro fundador de la Logia Nº2 Constante Amistad. Hacia 1857 era miembro de la Logia Sol Oriental. En 1826, la Hermandad de la Caridad fundó una escuela, designando a Besnes como su director, cargo que dejaría en 1829 para hacerse cargo de la dirección de la Escuela Normal del Estado, en donde tendría como alumno al más tarde presidente argentino Bartolomé Mitre. En este último cargo sería muy criticada su decisión de brindar educación a las niñas. En 1857 fue nombrado miembro del Instituto de Instrucción Pública. En reconocimiento a su larga trayectoria como docente, dos meses antes de su fallecimiento, la Junta Económica Administrativa decretaba que la Escuela de Niñas Nº 2, llevara su nombre.

Su primera obra destacada fue el plano del río de La Plata, con todas las vistas y detalles de ambas márgenes, desde su entrada del Cabo de Santa María hasta la boca de Santa Lucía; la dedicó al Emperador del Brasil Don Pedro I, y le valió ser nombrado por éste Caballero de la Orden de Cristo. En 1836, el propio Gobierno uruguayo reconocería sus méritos como artista al destinar dos obras suyas a la Biblioteca Nacional. Se trataba de los retratos de los generales Rivera y Oribe, ambos presidentes de la república. En agosto de 1839, ambas obras serían elegidas para representar a Uruguay en Paría. Ambas se extraviaron en la travesía.

En marzo de 1839 las autoridades nacionales nombraron una comisión para viajar hasta la ciudad de Durazno, distante 180 kilómetros de la capital, con la encomienda de tomar juramento constitucional al general Rivera, nuevo presidente de la república. Integrando la misma, como secretario, se designó a Juan Manuel Besnes e Irigoyen, a la sazón oficial de la Comisión Topográfica. En este viaje dibujaría su famoso cuaderno de acuarelas titulado Viaje a la Villa del Durazno, en donde recoge meticulosamente lo que sería el primer registro gráfico de la ciudad San Pedro del Durazno, así como interesantes detalles de construcciones rurales y costumbres de sus habitantes, por lo que, más allá de su mérito como pintor, justifica un justo reconocimiento como atento y fiel cronista gráfico del nacimiento de una nación.

En 1843, siendo miembro de la Comisión Topográfica, sus habilidades le hacen merecer el nombramiento de Litógrafo del Estado. A partir de ese año, inicio del prolongado Sitio de Montevideo que, prolongado por casi nueve años, sería bautizado por Alejandro Dumas como "La Nueva Troya", realiza una serie de acuarelas en las que deja un fiel testimonio de la sangrienta gestación de esta república platense.

También en ese período es donde fructificaron sus esfuerzos en la recién llegada técnica de la litografía, y en el periódico El Telégrafo de la Línea, a la manera de moderno corresponsal de guerra, publicó una serie de litografías que pretendían informar a los lectores sobre los sucesos más destacados de la guerra.

En 1859 reúne en un nuevo cuaderno una gran cantidad de trabajos acuarelados que constituyen, cada uno de ellos, en un precioso documento de su época. Allí encontramos numerosas marinas detallando fecha, hora, nombre y destino de los buques dibujados; su viaje a Monte Caseros, Argentina, donde viajó en misión oficial a visitar al general Urquiza; múltiples episodios militares, escenas rurales, pruebas litográficas, viajes a villas del interior del país y un largo etcétera. En la portada de este álbum, titulado Prontuario de Paisajes, escribió: Dedicado a mi hermano Pedro María Besné e Irigoyen, natural de San Sebastián de Guipuzcoa y residente en dicha ciudad. Montevideo, septiembre, 1859. En la cuarta cláusula de su testamento disponía que todos los diplomas, condecoraciones y álbumes se remitirán a su hermano a San Sebastián para que los deposite en el Ayuntamiento. Esta cláusula no llegó a cumplirse cabalmente, y su obra Prontuario de Paisajes se encuentra actualmente en la Biblioteca Nacional de Montevideo.

A pesar de ser donostiarra, se considera a Besnes e Irigoyen como el primer pintor uruguayo, ya que obras anteriores o contemporáneas a las suyas se deben a artistas extranjeros que se encontraban de paso por el país. Se le considera además, con merecido mérito, precursor de la pintura costumbrista uruguaya y se le reconoce su influencia en Juan Manuel Blanes, proclamado como el mejor exponente de la pintura nacional. Pocos son los libros de historia uruguaya que se han permitido ignorar sus numerosos óleos y acuarelas. Cada vez que nos referimos a hechos claves de nuestra vida institucional, su legado se nos presenta recreando con luminosa claridad diversos episodios históricos que cambiarían para siempre la vida de los países del Plata. Es además una fuente ineludible para los historiadores a la hora de estudiar diversos aspectos del Uruguay del siglo XIX, tales como la evolución edilicia, los uniformes militares y acontecimientos históricos tan relevantes como la Jura de la Constitución o diversas batallas.

Sin embargo, algunas de sus obras trascendieron más allá de fronteras logrando obtener numerosos premios internacionales. En la Exposición de París de 1885, su copia de El descendimiento de la Cruz de Rubens, obtuvo un diploma y la medalla de cobre otorgada por la Sociedad Universal de Artes e Industrias de Londres. También obtuvo una medalla el tema alegórico enviado en 1847 al Papa Pío IX. En 1852, una obra suya enviada a la Reina Isabel II de España le valió el título de Caballero de la Orden de Isabel la Católica. Esta fue entregada en manos a la soberana por su hermano menor Pedro Besné, radicado en su ciudad natal. El cuadro representando "El desposorio de los emperadores franceses", que regaló a Napoleón III y Eugenia de Montijo, desapareció entre Southampton y Londres.

Calígrafo de destacados dotes, dejó testimonio de su habilidad en cuadros, diplomas, libros de visitas, ridículos y cuadernos de viaje. A pesar de la distancia y del prolongado tiempo que estuvo alejado de su solar natal, jamás olvidó su cuna. En diferentes oportunidades obsequió con diversas composiciones caligráficas al Ayuntamiento de San Sebastián, cuyo Cuerpo en reciprocidad le otorgó, en 1857, un plano de la ciudad de esta ciudad, y su campo con los nombres de todas las caserías; y en 1864, una Escribanía de plata que llevase gravado el escudo de las Armas de la Ciudad.

Algunas de las composiciones caligráficas con las que obsequió a su ciudad natal son custodiadas por el Museo San Telmo de Donostia. Guardadas en sus depósitos, algunas de ellas reflejan el daño producido por el paso del tiempo y la humedad. También es posible hallar, entre otros objetos de su pertenencia, la mascarilla mortuoria de su mano y algunas de las plumas con las que realizó tales trabajos.

Desde 1919, una calle montevideana lleva su nombre, y en 1983, la ciudad de Durazno hacía lo propio, recordando de esta manera a quien fuera su primer cronista gráfico.