Poetas

Prudencio Clemente, Aurelio

Estudiando sus ideas estéticas, Menéndez y Pelayo recuerda que Prudencio, después de haber dado interpretación casi evhemista a la mitología, atribuye cierta influencia al arte y a la poesía clásica en los progresos del culto idolátrico:

Aut vos pictorum docuit manus assimulatis
Jure poetarum numen componere monstris,
Aut lepida ex vestro sumpis pictura sacello,
Quod variis imitata notis ceraque liquenti
Duceret in faciem, sociique poematis arte
Aucta, coloratis auderet ludere fucis,
Sic unum sectantur iter, et inania rerum
Somnia concipiunt et Homerus et acer Apelles,
Et Numa; cognatumque malum, pigmenta, camenae.

Y quizá no será aventurado creer que el gnosticismo de los priscilianistas, enlazado por su orígenes con el neo-platonismo, contribuyó a mantener vivas las antiguas tradiciones estéticas. En una nota añade el mismo autor que no hay que tomar al pie de la letra a Prudencio cuando, en el himno tercero de los Cathemerinom, exclama:

Sperne, Camena, leves hederas,
Cingere tempora quis solita es
Sertaque mystica detylico
Texere docta liga strofio,
Laude Dei redimita comas.

La misma elegancia y exquisito atildamiento de estos versos prueba cuán lejos estaba su autor de desdeñar esas leyes yedras que tanto le sirvieron para tejer sus guirnaldas místicas. A tal punto llegaba el entusiasmo de Prudencio, que en el mismo poema contra Symmaco, que es una obra de controversia y una acerba impugnación del paganismo,aboga por la conservación de las estatuas antiguas, purificadas de culto idolátrico:

Marmora tabenti respergine trincta lavate
O proceres: liceat statuas consistere puras
Artificum magnorum opera; haec pulcherrima nostrae
Ornamenta fuant patriae, nec decolor usus
In vitium versae monumenta coinquinet artis.

Antes había expresado igual deseo en las últimas palabras que pone en boca del mártir San Lorenzo en el himno segundo de los Peristeplumon:

Tunc pura ab omni singuine
Tandem nitebunt marmoaa;
Stabunt aera innoxia
Quae nunc habentur idola.

Aún dio mayor muestra de tolerancia solicitando que en gracia de su elocuencia no se destruyese el libro que en defensa de la idolatría había compuesto su adversario Symmaco:

Illaesus maneat liber, excelensque volumen
Obstineat partam dicendi fulmine faman:
Sed liceat tectum servare a vulnere pectus
Oppositaque volans jaculum depellere parma.

Contienen las obras de Prudencio datos inapreciables para la historia del primitivo arte cristiano. Recuérdese por ejemplo, en el himno XI de los Peristephanon en alabanza de San Hipólito, la descripción de las catacumbas, en que no olvida ni siquiera los epitafios de San Dámaso. Los modernos descubrimientos arqueológicos han venido a dar inesperado valor a estas declaraciones de Prudencio. La inscripción damasiana que él vio en la cripta de San Hipólito ha sido descubierta en 1882, y descubierto también el cubiculum y el locellus del Santo Mártir en la vía Tiburtina.

En cuanto a la pintura, se han disputado largamente Dollinger, Kraus, Müntz. De Smedt y otros arqueólogos se han inclinado a creer que era una invención poética de Prudencio, o bien que había tomado por representación del suplicio del mártir algún cuadro de la muerte de Hipólito, hijo de Teseo. Pero tan extraña opinión ha sido refutada con sólidos argumentos por Rossi, y después de él por Allard. El himno a San Casiano (IX de los Peristephanon) están fundado en otra pintura vista por Prudencio en Imola:

Erexi ad coelum faciem: stetit obvia contra
Fucis colorum picta imago martyris.

El mismo Dittocheum, poema atribuido con buenas razones a Prudencio y que resume en inscripciones de cuatro versos los pasos principales del Antiguo y Nuevo Testamento, ha sido considerado por muchos críticos como una serie de leyendas destinadas a ser puestas al pie de otras tantas pinturas, que presentasen de un modo gráfico los mismos asuntos.