Léxico

PALOMA

La caza con redes. La temporada se inicia el 1 de octubre y finaliza hacia el 15 de noviembre. Las principales zonas de ubicación de las redes vascas se hallan en Oskix (entre la Baja Navarra y Zub.), Catagorena y Napal (Ordiarp, Zub.), Lantabat (Baja Navarra), Arhansus (Baja Nav.), Lanne (Béarn), Lecumberry (Baja Navarra) y Etxalar (Alta Nav.) y Sara (Lab.), las del penúltimo con las trepas en territorio saratarra. Esta modalidad es más productiva que la caza con reclamo pero también presupone más gastos e instalaciones. Una palomera de cierta importancia comprende: 1. Un material fijo: torres, generalmente de madera, pero algunas veces de piedras; cabañas en el suelo y chozas sobre los árboles. 2. Un material móvil: redes y sus tres soportes (fondo y dos laterales). 3. Un material portátil: las paletas para lanzar al aire, los «manjurets», la cometa o «turuta», un girón de la tela blanca asegurado al extremo de un palo. 4. Material accesorio: jaulas, canastos, mandiles y cestos. Las redes constituyen la pieza maestra del edificio; se hallan sostenidas por perchas o por mástiles pintados de verde, altos de 10 a 15 metros, como en Sara y en Etxalar, incluso de 22 metros, como en los Aldudes. La superficie de cada una de ellas es variable: 160 m² en general, o sea, 800 m² en cinco redes, sin que la superficie total, cualquiera que sea el número de redes, pase de 1.000 m². Los reglamentos en vigor fijan la dimensión de las mallas: no deben ser inferiores, de nudo a nudo, a 40 mm. Dos lingotes de plomo de cinco kilos están sujetos a un cable para mantener horizontal la parte superior de las redes; así, cuando el vuelo penetra, el redero, por un ingenioso sistema de palancas, libera el cable; las redes, arrastradas por el peso de los plomos, caen a tierra. Obligar a las palomas desde que se les ve en la lejanía a venir hacia las redes es el objetivo a perseguir. Los vigilantes u ojeadores (abatak) tienen los puestos más lejanos; verdaderos centinelas avanzados, señalan la llegada de una pasa tocando una corneta provista de boquilla llamada «manjureta», corneta y también «tturuta», cuyas modulaciones varían según la distancia en que se encuentre el vuelo, su importancia, su dirección, su elevación; en fin, una gama de convenciones. Cinco o seis golpes repetidos, seguidos de tres llamadas largas, significan que un gran vuelo está a la vista: dos llamadas prolongadas señalan un vuelo de importancia media; en fin, el anuncio de una pequeña bandada se traduce por una sola llamada, o más comúnmente, un grito gutural. Dos notas largas y una breve indican que las palomas vuelan alto; una serie continua de notas breves, que vuelan bajo. Si dos bandadas numerosas siguen, la una a la otra, los vigilantes advierten dos veces seguidas. Este código tiene sus variantes de una comarca a otra. Todas las órdenes se dan en la lengua del país con sonidos, modismos y semántica adaptados al caso. En Etxalar recoge Caro Baroja la siguiente muestra: «... Silbido largo y continuo: indica que las palomas van por el centro. Silbido largo, seguido de varios rápidos: indica que las palomas van por el medio y bajo. Silbido largo y otro agudo, cuando van por el medio y altas. Dos silbidos largos: van al Este a una altura mediana. Dos toques largos, seguidos de varios rápidos: al Este y bajas. Dos largos y uno agudo, cuando van al Este y altas. Un silbido corto: indica que se deben agitar las banderas (chatarak). Un silbido lento: indica que nadie se mueva (ni con paletas, ni con banderas). Cuando viene una bandera grande, se hace con la boca un sonido como : ba-ba-ba-ba-ba-ba. Para indicar la red a donde va la bandada, se emite un sonido parecido a: u-u-u-u-u-u, seguido del nombre de la red correspondiente...». Cuando el vigía situado en atalaya, que recuerda a una torre para prospecciones petrolíferas, avista los nutridos bandos -a veces compuestos por miles de ejemplares- de palomas, hace sonar una corneta que alerta a rederos y palomeros. Cuando los bandos inician la ascensión por la vaguada para salvar Palomeras, entran en acción los lanzadores de «paletas», similares a las del juego de ping-pong, de color blanco, que al surcar el aire impulsadas por los robustos brazos de los citados lanzadores, que se hallan encaramados en rústicas atalayas camufladas por helechos secos, simulan burda pero eficazmente el vuelo de una rapaz. Las palomas se asustan y descienden en picado, yendo a parar a las redes. Una vez abatida la red los cazadores disparan contra las aves fugitivas. Según Caro las presas en 1947 eran en Etxalar de 10 a 30 palomas por red. Cada paloma viva era vendida a 35 pesetas para ser utilizada en el tiro de pichón; las muertas costaban al comprador 12. En la actualidad, bajo la acción de una nueva mentalidad proteccionista de la fauna y del medio ambiente, esta caza va siendo cada vez peor conceptuada. La Diputación de Guipúzcoa, a la vanguardia de la legislación proteccionista, prohibió la contrapasa en 1990. Con ello se ponía en vigor la ley 4/ 1989 del 27 de marzo de Conservación de Espacios naturales y de la Flora y Fauna Silvestre (aves migratorias en vuelo de retorno a los lugares de apareamiento y cría) que adaptaba, a su vez, la directiva 409/ 79 de la CEE de obligado cumplimiento en todos los países miembros. La caza anual oscila entre las 4.000 y las 9.000 aves en sólo este lugar de los Pirineos. No se duda que, de no mediar una acción legal urgente, la especie de paloma objeto de este acoso llegará en breve a extinguirse.