Concepto

Ikastola (versión de 1985)

El problema económico. La cuestión económica ha sido una pesada losa que ha acompañado siempre al movimiento de ikastolas. En aquellas primeras ikastolas regentadas por Elvira Zipitria y el grupo de andereños que se formó a su lado, los padres pagaban una mensualidad, ciertamente no muy cuantiosa, por niño y mes de clase. Ello significaba que durante los meses de vacaciones los padres no pagaban y que la andereño carecía de sueldo. No existía ninguna clase de subvención ni de ayuda, de manera que cuando la habitación donde se había instalado la ikastola era alquilada, la propia andereño debía pagarla de su bolsillo. A todo esto había que añadir la falta de seguridad social que, ciertamente, hacía que la situación de estas andereños fuese verdaderamente precaria. El problema de la Seguridad Social no se solventó debidamente hasta mediados de la década de los setenta en casi ninguna ikastola. Paralelamente a la expansión de los centros aumentaban los problemas financieros. Los recursos procedentes de las mensualidades pagadas por los padres resultaban insuficientes y hubo que buscar ayudas económicas de todo tipo: aportaciones populares, créditos y subvenciones. Las aportaciones populares, todavía en vigor aunque actualmente la situación no es tan dramática como podía serlo hace algunos años, se realizan bajo diversas formas. Son innumerables las personas que han ofrecido desinteresadamente sus conocimientos profesionales en el momento en que su preparación o su experiencia han sido necesarios. Carpinteros, albañiles, abogados, contables, aparejadores, pintores..., todos han contribuido desde su parcela a la creación de una infraestructura de la que se carecía. Los socios con que cuenta cada centro contribuyen con sus cuotas al sostenimiento, sabiendo que el dinero que aportan, cualesquiera sea la fórmula o la cantidad, nunca les reportará beneficios económicos. Además, durante años ha habido que recurrir al capítulo de festivales, rifas, bares, pequeños mercados, exposiciones artísticas, etc., con el fin de obtener recursos suplementarios que sirviesen para equilibrar los presupuestos económicos. Si bien este tipo de actos no es ya tan habitual, el desfile continuo de miles y miles de personas de todas las edades por un circuito de varios kilómetros, a lo largo de todo un día, pagando además por ello, resulta seguramente un espectáculo insólito a los ojos de un extraño. En Euskadi este acontecimiento se repite cinco veces al año, con éxito creciente. La clave puede residir en la razón de la convocatoria: recaudar fondos para las ikastolas y, sobre todo, reivindicar el euskara de una manera festiva. Los primeros organizadores que, por cierto, no carecieron de imaginación al inventar este tipo de acto aunque reconocían haberse inspirado en una marcha realizada en California, no podían llegar a pensar que su idea tuviera tal acogida. Esta primera marcha, bajo el nombre de Kilometroak, se celebró el 16 de octubre de 1977 en Beasain, localidad industrial guipuzcoana de unos 10.000 habitantes, que acogió a cerca de 15.000 andarines. Fue José Miguel Barandiarán, etnógrafo de prestigio internacional, quien abrió la marcha, recorriendo los seis kilómetros que constituían el circuito, a pesar de su avanzada edad. El circuito contaba a lo largo de su recorrido con bares bien guarnecidos de comida y bebida y con espectáculos deportivos, musicales, etc., que convirtieron el día en una fiesta completa. El dinero recaudado -cada participante en la marcha pagaba un tanto por kilómetro, siendo habitual el patrocinio de figuras del mundo del deporte y la cultura por parte de entidades financieras e industriales- ayudó a mitigar el déficit de las ikastolas de la zona. Desde 1977, diferentes comarcas de Guipúzcoa se han sucedido en la organización de Kilometroak, de manera que cada edición supera la anterior. Por ello, no es extraño que la idea se haya extendido a las restantes regiones de Euskal Herria y así se celebra en Vizcaya Ibilaldia, en Navarra Nafarroa Oinez, en Alava Araba Euskaraz y en el País Vasco Norte, por primera vez en mayo de 1984, Herri urrats. En cada caso es la Federación de Ikastolas de cada región quien se hace cargo de la convocatoria. Todas estas marchas, junto a su carácter reivindicativo y festivo, tienen en común el hecho de que han sabido cuajar en todos los sectores de la población mínimamente receptivos a la problemática del euskara y su enseñanza, siendo muestra de ello el que políticos, intelectuales, artistas, deportistas, etc., de todos los signos participen año tras año en las diferentes ediciones. Como decía una vez uno de los organizadores guipuzcoanos, aunque el problema económico de las ikastolas se solventara, habría que seguir celebrando este acontecimiento como gran fiesta del euskara. Dentro del capítulo de créditos y subvenciones los primeros han sido indispensables para la financiación de los proyectos previstos. Vizcaya, Guipúzcoa, Alava y Navarra, por este orden, han utilizado los créditos concedidos por las Cajas de Ahorro y Caja Laboral Popular. Entre las subvenciones hay que distinguir las estatales y las no estatales. Las primeras responden a la construcción de nuevos centros y a la gratuidad de la enseñanza, pero nunca han sido suficientes. En 1975, año en que el crecimiento de las ikastolas llegó a sus cotas más elevadas, éste fue el resultado de múltiples gestiones llevadas a cabo en Madrid en orden a conseguir subvenciones: de 27 solicitadas para la construcción de centros escolares fueron concedidas 4; de 52 solicitadas para contribuir a la gratuidad de la enseñanza fueron concedidas 26. Las subvenciones no estatales han provenido en su mayor parte de particulares. En Guipúzcoa hay que subrayar las ayudas concedidas por las empresas, cosa que no ha ocurrido en Vizcaya a pesar de su gran importancia industrial. En Alava y Navarra han sido las respectivas Diputaciones quienes las han ofrecido. Sin embargo para tener una idea de los problemas económicos de las ikastolas es interesante reproducir los datos referentes a Guipúzcoa en el curso 1974-1975: el total de gastos eta de 180.100.000 pesetas y la ayuda estatal de 49.745.000 pesetas. El saldo resultante tuvo que ser cubierto por los métodos descritos más arriba. Los propios trabajadores de las ikastolas han contribuido a enjugar los déficits cobrando durante largos años sueldos menores que los mínimos establecidos por la Ley y renunciando a la Seguridad Social. En la actualidad esta situación está superada.

Subvenciones oficiales a las Ikastolas (EGB) antes de la creación de los gobiernos autónomos de Pamplona y Vitoria, según datos de la Federación de Ikastolas de Vizcaya.

  1977 1978
Provincias N.º de
unidades
Tipo de
subvención
Ptas. (1) N.º de
unidades
Tipo de
subvención
Ptas. (2)
GIPUZKOA



NAVARRA


BIZKAIA


ALAVA

EUSKAL-
HERRIA
289
67
23

22
39

52
58

15

565
100 %
68 %
36,8 %

36,8 %
100%

68%
36,8%

36,8 %

---
193.000.000
30.450.000
5.511.000

5.271.000
25.000.000

23.000.000
13.900.000

3.594.000

300.844.600
356
23
---

22
91

58
---

15

565
100 %
50 %
---

50 %
100 %

50%
---

50%

---
284.000.000
9.200.000
---

8.800.000
72.900.000

23.200.000
---

6.000.000

404.800.000

(1) Cifras aproximadas. El total es correcto.
(2) Subvenciones previstas año 1978. Datos facilitados por Bizkaiako Ikastolen Elkartea.