Profesores

Goldaracena e Ibargaray, José Benito de

Profesor de náutica y marino vizcaíno. Plentzia, 20-03-1822 - Mundaka, 21-09-1870.

En la historia de la enseñanza en el País Vasco es bastante común toparse con personas que se hayan esforzado, con mayor o menor éxito, en modernizar centros y programas educativos. Profesores que, sin embargo, por diversas razones, por falta de formación, o, tal vez, de agudeza e ingenio, apenas realizaron aportaciones científicas de relieve.

José Benito de Goldaracena personifica, sin duda, uno de esos casos. Natural de una localidad tradicionalmente marina -Plencia (donde existía una escuela de náutica)-, hijo de un maestro de náutica, Goldaracena parecía destinado a ser piloto y, acaso, enseñar la ciencia de la navegación, de la que fue nombrado profesor en la Escuela de Náutica de Bermeo, en 1841. Todo indica que le atrajo la profesión docente, incitándole, además, a ascender académicamente, pues pronto solicitó plazas en centros más importantes. Así, de Bermeo pasó a la de Castro Urdiales, en la que desempeñó la cátedra de navegación y matemáticas (de 1842 a 1847), y, de aquí, a la de Bilbao (entonces anexa al Instituto Vizcaíno), como catedrático de náutica y geografía.

No es posible apreciar la dimensión de la figura de Goldaracena sin atender también su etapa como Director de la Escuela de Náutica de Bilbao, cargo que ocupó de 1862 a 1869, al tiempo que enseñaba cosmografía, pilotaje, maniobra y dibujo. Cuando Goldaracena aceptó la dirección, el programa de estudios náuticos estaba regido por el Plan de 1850 para el conjunto del Estado, que constaba de tres cursos y asignaturas todas técnicas. Sólo medio siglo después emergió la náutica como una carrera moderna que brindaba asignaturas multidisciplinares, con las Escuelas de Sevilla y Barcelona. Pues bien, fue Goldaracena quien, en 1864, propuso alargar la enseñanza un año más, incorporando asignaturas formativas como economía, derecho mercantil e idiomas, anticipándose en 33 años a las escuelas más modernas. También pidió para la Escuela unas instalaciones propias, proyectando la construcción de un edificio, en el solar del ex-convento de San Agustín, de propiedad estatal. Sus propuestas, sin embargo, fueron desestimadas por el Estado. Más productivos en cambio fueron sus esfuerzos destinados a recursos materiales, ya que logró mejorar notablemente el material instrumental y los fondos bibliotecarios.

En los campos de la navegación y el derecho mercantil, Goldaracena será recordado por tres pequeñas obras de carácter práctico y poco original. En 1851, escribió un Tratado de Navegación (aún inédito), probablemente con el fin de que sirviese de texto en escuelas de náutica. En 1863, publicó un Resumen de Derecho mercantil marítimo de España, que sirvió de manual para marinos mercantes, en el que describía disposiciones del Código de Comercio relativas a navegación. El trabajo, sin duda, más interesante fue el que publicó en 1852 en Bilbao, Métodos para calcular la latitud por dos alturas del Sol no meridianas, en el que afrontaba el llamado problema de Douwes (o, en versión simplificada, cómo hallar la latitud mediante observaciones extrameridianas de astros).

La historia del "cálculo de la latitud por dos alturas no meridianas", que encontró en el procedimiento de Goldaracena un método indirecto y complejo, simboliza un problema capital para los marinos. No es extraño, en consecuencia, que a él se enfrentasen, con diferentes métodos, autores diversos. Si existen casos de aportaciones tardías, el de Goldaracena es uno de ellos. Entre 1728 y 1823, científicos como José Mendoza (1762-1816), Jean-Baptiste Delambre (1749-1822) y José Sánchez Cerquero (1784-1850), resolvieron, mediante métodos directos, el problema de Douwes, siendo aquel último el que ofreció una solución sencilla y definitiva, en 1823. Por esta razón, es sorprendente que, casi 30 años después, un versado en náutica desarrollase aún un método indirecto que, como ha mostrado Itsaso Ibáñez, era muy inferior al de Cerquero. No en vano, la obra de Goldaracena pasó prácticamente inadvertida en la historia de la náutica.