Ríos/Rías

EBRO

El Ebro, río vascón. Ya Estrabón nos dice que la cuenca del Ebro se encuentra delimitada por la cordillera de los Pirineos y por la Idúbeda. Su sentido es contrario al de la cuenca del Garona, al otro lado del Pirineo. Si el Ebro corre de occidente a oriente, hacia el Mediterráneo, el Garona va desde oriente a occidente, aunque su recorrido describa una gran curva en contraste con el Ebro, que viene a ser una línea ondulada, pero siempre en conjunto en línea recta. El Ebro penetra más hacia occidente que el Garona hacia oriente. Si este último nace en los altos Pirineos centrales, aquél rebasa todo el tramo ístmico para nacer en plenos Pirineos marítimos. La altitud media de la cuenca del Ebro es de 200-250 metros solamente, con poca diferencia con la aquitana, pero al otro lado de Idúbeda, la meseta celtíbera es ya una planicie de gran altura. A ambos lados de la cuenca ibérica, Pirineos e Idúbeda se constituyen en respetables barreras salvo en los extremos orientales. Esto hace que el mar influya poco en las tierras del Ebro. Aunque haya zonas fértiles, son las menos en conjunto. No fue la cuenca del Ebro ningún imán poderoso que atrajera y retuviera a los invasores, salvo pequeñas comarcas de relativa riqueza, en nuestro caso, la región de Tudela y de la Rioja. Es tierra seca y de lluvias escasas, no favorecida por vientos marítimos, pero sí por los del norte y dei sur. Los romanos siguieron el camino del Ebro para trazar sus vías de comunicación y de sus expediciones guerreras [Escipión, 134 a. J. C.; Sertorio, 76 a. J. C.; Augusto (guerra cántabra)]. La navegación muy ligera llegaba desde el Mediterráneo hasta Vareia, pero no la mediana y la pesada a causa de ciertas estrecheces y dificultades a lo largo del recorrido desde Tortosa. En relación a los vascos solamente algunas poblaciones se asentaban en sus orillas o cercanías como Calahorra, Vareia, Alfaro y Caseante. Influía más Zaragoza en sus vecinos vascones. En el texto de Avieno se da una noticia muy interesante: el Ebro atraviesa el territorio de los vascones: E (t) multa propter est palus rebea dicta. quin et Herbi civitas stetisse fertur his locis prisca die, quae pr(o)elíorum absumpta (tem)pestatibus famam atque nomen sala liquit caespiti, at Hiberus inde manat anmis et locos fecundat unda. plurimi ex ipso ferunt dictos Hiberos, non ab illo flumine quod inquietos (vo) Vasconas praelabitur. nam quicquid amnem gentis huius adiacet occiduum ad axem, Hiberiam cognominant. pars porro eoa continet Tartes(s)ios et Cilbicenos. (243, 245, 250, 255). (243) Cerca (de La altura de Cefirida) hay una gran marisma, llamada Erebea. También se cuenta que hubo primitivamente en estos lugares (245) la ciudad de Herbi, que, aniquilada por las tempestades de las guerras, ha dejado tan sólo su fama y su nombre a la comarca. Después mana el río Ibero, cuyas aguas fecundan estos lugares. Muchos sostienen que de él han recibido su nombre (250) los Iberos, y no del no que corre por entre los inquietos vascones. Y toda la tierra que está situada en la parte occidental de dicho río es llamada Iberia, en cambio, la parte oriental contiene a los Tartesios (255) y a los Cilbicenos. Y no es solamente en el texto de la "Ora Maritima" de Avieno donde se asevera tal cosa, sino que también lo dice Prudencio (París, 2, 537): Nos vasco Hiberus diuidit. Corre el Ebro desde Cantabria, donde tiene su origen, hacia el mediodía, a través de una extensa llanura paralelamente a los Pirineos.

Navegable hasta Tudela: siglos XIII, XIV y XV. Este río fue navegable desde Tudela hasta Tortosa en los siglos XIII, XIV y XV. En 1237, a solicitud de don Rodrigo, arzobispo de Toledo, y concedió facultad el rey Don Teobaldo I a don Berenguer de Cluniego para hacer un molino, con su azut o presa, en dicho río, dejando libre paso a las naves de ida y vuelta, no haciendo daño en los molinos del rey, y pagando a éste 50 sueldos al año. En 1382 Don Carlos II decía que había tomado en Tudela una barca para su servicio, al tiempo que envió sus gentes a Albania. En 1433 se fabricaban barcas, copalos y pontones en Tudela; y el rey Don Juan II concedió privilegio a Juan de Calahorra, barquero de dicha ciudad, libertándole durante su vida de todos los derechos de saca y demás que pertenecían a los barcos que construyese en Tudela y de allí abajo, para extraerlos al reino de Aragón.

El Ebro y la reunificación de todos los vascos. El proyecto de retrasar la cabecera del Ebro de forma que el Mediterráneo y el Cantábrico se pusieran en contacto ha sido abrigado en diferentes ocasiones, en especial como medio de unificar Euskalerria Sur y Norte. Tal idea florece especialmente en el siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Entre todos los sustentadores de la misma destaca Dominique-Joseph Garat que pretende formar un estado nacional vasco bajo la protección de Napoleón I contando para ello con la perforación de un canal desde el nacedero del Ebro hasta el mar. Incluso consta que en los mentideros diplomáticos circuló el rumor de una proposición de independización de la parte Norte del Ebro formulada por un agente de Godoy al Emperador de Francia, y la amenaza de Mazarredo de la posible anexión por Francia de la parte septentrional u orilla izquierda del Ebro. De todas formas, la idea no era nueva ya que en las Juntas Generales celebradas por la RSVAP en julio de l786 se alude a que en la junta anterior "algunos de los individuos propusieron como practicable el pensamiento de continuar el canal del Ebro hasta el Océano Cantábrico, por medio de los ríos Zadorra y Deva.

Ainhoa AROZAMENA AYALA
(Datos proporcionados por Txomin Kastillo, París).