El deporte, por un lado forma parte del gran espectáculo competitivo que propagan los modernos medios de comunicación, mueve mucho dinero y, por otro lado, forma parte del simple esparcimiento, con todo tipo de virtudes educativas, preventivas y terapéuticas.
Es innegable que el deporte de alto rendimiento promociona y fomenta el deporte entre la población y marca un estilo de vida saludable. Asimismo, el apasionamiento forma parte del deporte que diariamente entra en todos los hogares vía prensa, radio o televisión.
El fenómeno social y mediático que constituye el deporte, también generan cierta tendencia a la desmesura, a la exageración. Consideramos algunos aspectos negativos como el forofismo, el descontrol en el apasionamiento ( por ejemplo, violencia en el fútbol) o la excesiva valoración de la victoria o la derrota. Por lo tanto, el deporte también tiene su lado negativo y pernicioso en el ámbito social y educativo. En ocasiones el deporte se ha utilizado como instrumento de domesticación de grupos sociales y alienación de masas, para desviar la atención de importantes problemas políticos y sociales. También ha sido utilizado como elemento represivo en el ámbito individual con ciertos entrenamientos o modos de vida al que son sometidos algunos chicos y chicas, incluso a edades muy tempranas, potenciando sólo la parte agonística del deporte, para alcanzar un alto nivel al que llegan muy pocos al final, con la consiguiente frustración o alteraciones graves de la salud.