Danza

Danzas de Oyón

En la villa de Oyón, durante las festividades patronales de San Vicente y San Anastasio (21 y 22 de enero), el síndico municipal y un personaje singular (vestido con traje de paño en dos colores: rojo y verde) conocido como "cachi" son los protagonistas del popular "revolcón del Cachi".

Al atardecer de la víspera (21 de enero), la comitiva parte desde el domicilio del "cachi" y al son de la música de la banda local, se dirigen al ayuntamiento. Aquí se les suman los concejales y el trajeado y enguantado síndico que porta ceremonialmente la enseña local (cruz aspada roja sobre fondo ajedrezado y ribete rojo), para dirigirse al atrio de la iglesia donde asistirán a vísperas una vez ondeada la bandera sobre el "cachi". Este singular personaje de la zona, viste con gorro puntiagudo, chaqueta y pantalones elaborados en dos colores alternados (rojo y verde) y porta en la mano, un palo donde lleva la piel de un conejo (zurriago). Acabados los oficios religiosos con el canto de la salve, regresan en solemne procesión civil a la plaza del municipio (donde, previamente, han encendido una hoguera con sarmientos a la que denominan "machos de San Vicente") y vuelven a tremolar la bandera.

El día principal de la fiesta (22 de enero), inciden en realizar el mismo recorrido y cortejo desde el ayuntamiento a la iglesia parroquial. Con la llamada "danza de los Patronos o jota de San Vicente" un grupo de 8 a 12 danzantes bajo la dirección del "bastonero o cachimorro", evolucionan avanzando y retrasando, al son de sus castañuelas, su marcha en la procesión de las fiestas patronales de Oyón. Donde acompañan a las imágenes de los santos patronos, a la corporación municipal, a la bandera local y al "cachi". Grupo de danzantes que en su composición e indumentaria, muestran constantes variaciones, así una veces la han realizado jóvenes de ambos sexos (ellas visten con faldas de blanco o a veces, llevan el clásico traje de hilanderas) o mozos u hombres solos (vistiendo con camisa y pantalones blancos, boina, pañuelo al cuello y faja roja que en el bastonero tornan a verde).

Asiste todo el pueblo a oír la solemne misa mayor que se celebra en la iglesia parroquial y en su interior, un nutrido coro de "auroros" finaliza sus madrugadores cantos. Terminada la misa, en el camino procesional, hacen un alto para prender la mecha del "toríco" (curioso artilugio pirotécnico) y llegados, frente a la casa consistorial, el "cachi" y el síndico vuelven a repetir, por última vez, su añojo y ceremonial ritual.