Concepto

Bilingüismo

Ser monolingüe, bilingüe o plurilingüe es una característica individual, mientras que conformar una comunidad lingüística es eminentemente social; es decir, implica unas condiciones sociales que faciliten el uso de esa lengua por parte de sus hablantes.

A pesar de la extensión del bilingüismo individual y de la aplicación -en algunos territorios- de políticas de normalización del euskera, las condiciones sociales existentes en Euskal Herria distan mucho de ser las de un bilingüismo social con equilibrio entre el euskera y castellano o francés, como muestran algunos de los datos citados con anterioridad: dispersión demográfica de los euskaldunes, baja competencia relativa en euskera de muchos de los bilingües, insuficiente apoyo al euskera y, en algunos territorios, carencia de un estatus de oficialidad.

Así, entre 1991 y 2001, la proporción de quienes utilizan el euskera tanto o más que castellano/francés disminuye constantemente en el País Vasco Norte, permanece invariable en Navarra y sube algo en la C.A.P.V; ello en los ámbitos de uso tradicionales ( familia, amigos) y en el ámbito formal privado y público. Pero si se incluye también a los que utilizan el euskera en menor medida que el castellano o el francés, el uso ha aumentado en esos tres territorios de Euskal Herria. (Viceconsejería de Política Lingüística, 2003: 50-51) Es decir, cada vez se da con más frecuencia la alternancia y el cambio de código entre el euskera y las otras lenguas y los espacios compartido por uno y otras, erosionando estas últimas las redes de uso de aquél y extendiéndose el mismo a redes hasta ahora exclusivas del castellano o francés. Las expresadas tendencias de uso del euskera varían según los ámbitos; así, en el territorio con el balance más favorable, la C.A.P.V., en 2001 el mayor uso del euskera que de castellano por parte de los bilingües euskaldunes alcanza cifras del 17% con sus hijos e hijas, con los profesores de los mismos y en las oficinas municipales; el 16% en la sucursal bancaria. Los valores más bajos se dan con la administración del Estado (3%) y con los ertzainas (6%). (Viceconsejería de Política Lingüística, 2003: 18-19).

El bilingüismo social está muy lejos de ser una realidad, como muestran las estadísticas de uso del euskera en la calle, para todo Euskal Herria, ya que en 1989 tal uso era del 10,8% y en 2001 del 13,5%, lo que significa que -de mantenerse la actual tendencia- para conseguir un uso del 50% entre euskera y castellano/francés harían falta 162 años. (Aztiker, 2006: 276-277). Otros indicadores también apuntan hacia una lenta recuperación del euskera, dentro de una situación diglósica abrumadoramente favorable al castellano/francés: la producción de libros en euskera ha pasado de 1.223 títulos en el año 1995 a 1.851 en 2004 (Torrealdai, 2006: 29). La vitalidad etnolingüística subjetiva es, junto a las dimensiones objetivas ya mencionadas, un elemento importante vinculado a los discursos que se dan en una sociedad sobre las lenguas en contacto de la misma. En 2001, la mayor parte de la población de la C.A.P.V y del País Vasco Norte es favorable a la promoción del uso del euskera, si bien en este segundo territorio la proporción es menor. En Navarra son mayoría los que muestran una actitud contraria, aunque esa actitud decrece claramente entre los más jóvenes, principalmente en favor de los que se muestran indiferentes al respecto. (Viceconsejería de Política Lingüística, 2003: 53).

Datos de Euskal Herria (1999) referentes a adolescentes de 13-14 años, reflejan que un 59% de los mismos muestran mucho o bastante interés hacia el euskera, frente al 16% que expresa un interés medio y al 25% de quienes reconocen tener poco o nada interés. El territorio cuyos adolescentes manifiestan un mayor interés es la C.A.P.V. (68%), seguido de Navarra (39%) e Iparralde (25%). Profundizando en qué puede haber detrás de ese interés/desinterés, se aprecia que, en Euskal Herria, los deseos predominantes de esos adolescentes para el euskera dentro de unos años son: que se fortalezca y extienda (48%), que siga como está (28%), da igual lo que suceda (17%) y que se vaya perdiendo (7%); en la C.A.P.V predomina que se fortalezca y extienda (54%) y que siga como está (26%); en Iparralde, que siga como está (44%), que se fortalezca y extienda (26%) y da igual lo que suceda (25%); en Navarra, que se fortalezca y extienda (36%), da igual lo que suceda (29%) y que siga como está (28%). (Berrio-Otxoa, 2000: 176, 201).

La huella de esas relaciones entre el euskera y otras lenguas también se constata en el corpus del euskera, no solamente en préstamos de vocabulario, sino también en declinaciones, derivaciones, conjugaciones, fonética y sintaxis, tomadas históricamente, sobre todo del latín, pero también y en menor medida del celta y árabe (Euskaltzaindia, 1978: 154-155). A comienzos del s. XXI, las principales influencias provienen seguramente del francés, en Euskal Herria continental, del castellano, en la peninsular, y -en menor medida- del inglés, en ambas zonas.

El proceso histórico muestra un retroceso del status social del euskera, hasta las postrimerías del s. XX, con una situación calificable como bilingüismo desequilibrado, o diglosia. A pesar de los esfuerzos realizados a partir de entonces para su recuperación, el futuro y la supervivencia del euskera están en peligro; aun en el caso de que perviva, si no se toman en breve plazo medidas eficaces en favor de un bilingüismo social equilibrado, su status social será más propio de una situación de diglosia que de bilingüismo social.