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EUSKARA (PUNTOS DE VISTA PARA EL ESTUDIO DEL EUSKARA)

1/ El euskara como sujeto, objeto y operación. Nuestro léxico tradicional nos descubre ya la índole de lo que es la lengua vasca, en sí, al servir su nombre, Euskara, como base de apoyo a los nombres Euskal-erria y Euskaldunak, literalmente "el pueblo o colectividad de lo euskérico" y "los poseedores de lo euskérico". Euskal-erria-euskara-Euskaldunak ("Vascon-ia/Vascuence/Vasco-es") son un tríptico inseparable. Por medio del euskara, todos y cada uno de los euskaldunes, se comunican entre sí, dando coherencia colectiva al pensamiento, que se condensa en forma de tradición conservada, removida e innovada según la vitalidad y poder creador del mismo. Esta intra-comunicación creadora y movilizadora entre lo individual y lo colectivo, una vez constituida y viva, no es otra cosa que el conjunto de conversaciones y demás intercomunicaciones de la escala que fueren. Se pueden distinguir, pues, tres subfunciones particulares:
1. La del Euskalduna, que piensa y habla a otros y que escucha a otros.
2. La intra-comunicación, el euskara en sí mismo, como instrumento vivo.
3. La de Euskalerria, que da forma, selecciona y devuelve las aportaciones individuales, tradicionalizadas, y que recibe incesantemente nuevas aportaciones.

Sujeto socio-cultural individualizado.
El euskalduna transmite su vivencia interior, afectos, ideas y decisiones a "los demás", pero escucha también a éstos. Expresión y apelación se turnan en la conversación. El euskaldun piensa, interpreta la realidad que le rodea y sus vivencias interiores, pero también el ambiente euskérico y erdérico en el que vive. Cada nor, cada quién, lee, a su peculiar manera, cuanto le entorna y de ahí extrae sus comunicados. Al comunicar cada individuo, desde su perspectiva personal, desde su "punto de vista", completa, en cierto modo, el conjunto de puntos de vista que acosan a la realidad interpretada. Por otra parte, pensar y hablar, se hallan tan intrincadamente penetrados que vienen a constituir un mismo proceso, imposible de disociar, aunque sean dos identidades distintas. El lenguaje, así considerado, viene a ser como una apoyatura del pensamiento, pero no inerte, sino con predisposiciones creadoras. El euskara distingue léxicamente a lenguaje y pensamiento señalando a ambos dos orígenes, uno en itz, "palabra", y otro, en gogo, "facultad anímica".

Sujeto socio-cultural instrumentalizado.
De un polo a otro, de todos y cada uno de los individuos, al conjunto de los mismos, se establecen esos contactos que llamamos comunicación. La operación desde cada individuo se hace hacia su entorno en orden de cercanía pero con los medios modernos a toda escala y distancia. Esta comunicación comporta pensamiento individual y tradición colectiva, pero mutuamente interpenetrados, ya que cada euskaldun piensa en el ambiente euskérico en que vive y éste lo promociona el pensamiento de los demás. Yo y "los demás", "los demás" y yo, se intrincan dando como resultado ese intercambio continuo de pensamiento. El pensamiento no sólo ha etiquetado todo factor, toda referencia, todo aspecto, todo cuanto apercibe en su derredor, sino que en su interpretación, al etiquetar también nexos y resultados, establece categorías específicas, genéricas y abstractas. Desemboca en una esquematización fecunda y simplificadora. Desde el detalle minucioso de todo factor concreto y menudo hasta la síntesis que todo lo abarca, pero gracias, unas veces a la potencia del pensamiento y gracias otras veces a la operatividad del propio lenguaje que le ofrece modelos por efecto de sus combinaciones de signos. La tradición, a su vez, ha ido sedimentando en la memoria colectiva la suma de experiencias pasadas pero en un proceso de eliminación, subsistencia e innovación. El euskaldun, que vive siempre en el seno de su familia, de sus amigos, de su gente; recibe, va recibiendo conforme va viviendo, la experiencia tradicional pasada y las últimas adquisiciones de su presente. Donde termina la generación que fenece empieza la nueva que llega. De ahí que, cuando hay un corte en la tradición, por guerra, represión extranjera o por lo que fuere, el vuelta a empezar es, no desde cero, pero sí desde muy atrás. Asi se explica la regresión religiosa de parte de la juventud de 1977 con respecto a la de 1936. Nuestro sistema de valores tradicionales decantado como oro de 24 kilates, se rompe en el alma de muchos con repercusión en el comportamiento. El lenguaje vehiculiza, pero no pasivamente, sino realzando y hasta vivificando al pensamiento y a la tradición. El mensaje que se cruza constantemente entre los euskaldunes que integran Euskalerria es, a la vez, tradición y pensamiento propio.

Sujeto socio-cultural colectivizado.
Euskalerria transmite su vivencia tradicional e innovadora, anhelos, ideas y decisiones a todos y cada uno de los euskaldunes mediante un hablar y pensar coincidentes a mayorías amplias y decisivas. Y no se olvide que la lengua exige como mínimo a dos personas, el diálogo, pero una vez que existe y que este existir ha sido posible gracias a la vida en sociedad. La palabra, así considerada, es el encuentro con otro. El euskara no es de fulano ni de mengano, sino mutuo, alkar, en el que un polo es uno mismo y el otro polo "los demás". Si cada uno de "nosotros" toma posesión mental del mundo y así lo manifestamos, pronto oiremos la aprobación o rectificación de los demás o de uno sí y otro no. El interlocutor se sitúa, pues, desde el primer momento en la reciprocidad. Diremos que el lenguaje nace en la convivencia, a una con ella, y nace en la toma de posesión individual del mundo, y nace a una con él. Sociedad, tradición y lenguaje son tan inseparables como individuo, pensamiento y lenguaje. Su origen es el del hombre mismo. Al nacer nos encontramos con el lenguaje ya hecho, como tradición, y al nacer comenzamos a aprender a pensar simultáneamente e intrincadamente unidos al saber hablar. Todo ocurre en esa íntima sociedad madre-niño, el más diminuto y matriz elemento que comporta a más de uno en un mismo ser y después, en dos. Iniciativa individual y tradición común se influencian mutuamente dando un resultado. Al hablar en euskara a otro euskaldun, si me ha de comprender bien, es preciso que la clave de las palabras sea común también. Utilizo entonces un lenguaje, que como euskara, es "nuestro", de todos los euskaldunes en común, pero que yo utilizo personalmente dándole un viraje y un estilo mío. En el euskara todo es de todos, pero en su utilización si que hay mucho de cada cual. Comunicar, hacerse común, es trasladarse mutuamente las vivencias, dando un resultado único, de ambos. Euskalerria, entonces, crea una tradición compartida por todos, pero no desprovista de expresividad, porque en lo colectivo también hay afectos, ideas y decisiones. Hay "animación" pública lo mismo que puede haber "animación" personal, personalísima. La interpretación tradicional del mundo, la voz pública, no es nunca el exclusivo punto de vista individual, ni la suma, sino una resultante de los distintos puntos de vista. El lenguaje sirve así de vehículo expresivo de los afectos, ideas y consensos comunes.