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Conservas Garavilla

Conservas Garavilla, S.A. se constituye el 7 de junio de 1922, con domicilio social en Bilbao y un capital de 500.000 Pts., representado por cien acciones liberadas en su totalidad a favor de José Garavilla y Quintana (1870-1934), empresario que, tras abandonar la residencia paterna en Lekeitio, había iniciado su actividad independiente en una pequeña fábrica conservera en Elanchove en 1887. Procedía de una familia de origen riojano que había emigrado a Lequeitio a principios del siglo XIX y que en una segunda generación se había introducido en el negocio de la conserva de pescado. La Equitativa, primera fábrica con la que Conservas Garavilla inició su actividad, había sido inaugurada en Bermeo el 14 de enero de 1917 y fue considerada como una de las conserveras más avanzadas del momento, tanto por su dimensión, como por la tecnología empleada. En 1930, con su fundador gravemente enfermo, la dirección de la empresa pasó a manos de su hijo Estanislao Garavilla y Landeta (1911-1998).

El estallido de la última Guerra Civil interrumpió bruscamente la expansión del negocio. Estanislao inicio un largo periplo que le llevó a Filipinas con un ambicioso proyecto de desarrollo de la pesca y la conserva en el archipiélago. Por espacio de una década tuvo oportunidad de realizar numerosos viajes por Europa, Japón y Estados Unidos, lo que le permitió un perfecto conocimiento de los más avanzados sistemas de pesca, técnicas conserveras y de gestión empresarial. Durante su larga ausencia, la empresa estaba siendo dirigida por su hermana María, que tuvo que hacer frente a los problemas de abastecimiento de materias primas (principalmente aceite y hojalata) y a la escasez de mano de obra de la posguerra.

En las décadas de los cincuenta y sesenta Conservas Garavilla, nuevamente bajo la dirección de Estanislao, inicia un rápido proceso expansivo, con la apertura de nuevas fábricas y la creación de una amplia red de ventas en los principales núcleos urbanos de España y una creciente presencia en mercados internacionales. La política de fomento industrial promovida por el régimen franquista y las facilidades crediticias otorgadas por las entidades de crédito oficiales, fueron apoyos fundamentales. Por otro lado, desde 1961, Isabel sustituirá a La Equitativa como marca comercial de Garavilla, en base a la cual se llevará a cabo una intensa y novedosa campaña publicitaria. Suministrar grandes cantidades, de manera inmediata, a precios reducidos, accediendo a un volumen creciente de consumidores, fueron las bases comerciales en las que se iba a sustentar la expansión de la empresa.

El crecimiento de Conservas Garavilla impuso, asimismo, una importante reorganización de su gestión interna y sistema productivo. Para atender una demanda en expansión, fue necesario incrementar el número de fábricas, situándose en aquellos puertos que podían asegurar el abastecimiento regular de pescado. Dadas las características del recurso, los problemas de conservación y transporte de la pesca, la empresa solo podía crecer con una estructura dispersa, mediante la apertura de nuevos establecimientos. De este modo, la ampliación de Garavilla durante los cincuenta y sesenta se hizo a través de nuevas plantas de procesamiento en poblaciones con clara proyección pesquera: San Juan de la Arena (1954), Mundaka (1956), Vigo (1959), Algeciras (1961), La Línea de la Concepción (1964), Arrecife de Lanzarote (1967) y Las Palmas de Gran Canaria (1967). Por otro lado, un mercado de masas obligaba también a procesar nuevos productos, más abundantes y baratos (sardina, caballa o especies de atún como el Skipjack, albacora, etc.) y de producción más regularizada (mejillón, almeja, berberecho, etc.).

Sin duda, la amplia experiencia y conocimientos adquiridos por Estanislao Garavilla en los años cuarenta y la influencia americana, fueron determinantes en las decisiones estratégicas adoptadas en estos años.

La década de los setenta vino marcada por la incorporación de la tercera generación familiar y la necesidad de afrontar nuevos y más exigentes retos. Las crecientes dificultades de abastecimiento, un mercado cada vez más globalizado, abierto y competitivo y, desde mediados de los setenta, los problemas asociados a la crisis económica general, planteaban un escenario complejo e incierto. A partir de los años setenta era necesario operar en el mercado internacional y, sobre todo, disponer de una flota propia de atuneros congeladores y barcos de transporte con capacidad de actuar en cualquier punto del planeta. La sobreexplotación de los principales caladeros y especies, la consiguiente reducción de capturas y la implantación de normativas y sistemas de regulación cada vez más restrictivas, aconsejaban iniciar un proceso de integración vertical hacia atrás, asegurándose los suministros para las distintas plantas y presencia en las principales zonas de pesca. Hay que tener en cuenta que, en la primera mitad de los setenta, la incidencia de las materias primas sobre el precio final de venta se situaba en torno al 62,5 %, siendo el pescado el elemento básico.

Aunque en 1969 Conservas Garavilla había adquirido un primer buque frigorífico para transporte ("Conservas Isabel"), el salto se produjo entre 1973-1974. Un pesquero cebador ("Ilusión Laredana") y un atunero de caña ("Siempre Laguntasuna"), empleados como macizadores, se incorporaron en 1973. Un transporte frigorífico ("Frigo Isabel"), dos atuneros congeladores al cerco ("Isabel Dos" e "Isabel Cuatro") y dos nuevos buques cebadores ("Nuevo Lamerapunte" y "Goizalde"), completarían la flota en 1974. Para 1975 la expansión de la empresa continuaría con la construcción de un nuevo atunero congelador ("Isabel Cinco"), diseñado específicamente para la pesca en el Océano Pacífico, con el cual esperaban lograr el autoabastecimiento de listado y atún. La fabricación se reforzaría con la apertura de una moderna planta industrial en O'Grove (1975), otra para la producción de conservas de atún destinadas específicamente al mercado europeo en La Línea de la Concepción (donde ya existía una fábrica desde 1964,) y una tercera proyectada para la conserva de sardina en Fuerteventura (Puerto Rosario), que finalmente no llegó a construirse. Cuatro frigoríficos con una capacidad de almacenaje de 25.000 m3 y otro más en construcción en la nueva fábrica de O'Grove, completaban las principales instalaciones de la empresa mediados los años setenta. Más tarde, reforzando la posición en áreas de pesca estratégicas, Garavilla construiría una planta en Manta (Ecuador), a través de la filial Isabel Ecuatoriana S.A. (1978), y en Agadir (Marruecos) en 1993, esta última en previsión del final de los acuerdos pesqueros entre la Unión Europea y Marruecos.

Junto a las dificultades asociadas a la producción, la industria conservera también tuvo que hacer frente a las nuevas circunstancias impuestas por la creciente concentración de la distribución y los cambios en los sistemas de venta. La reducción del comercio minorista tradicional y el incremento del poder de negociación de las grandes empresas de distribución y venta, redujo los márgenes de ganancia del fabricante. De igual modo, la presencia en las modernas redes de distribución y venta implicaba, en ocasiones, acceder a la pérdida de la propia marca en beneficio de la marca del distribuidor, lo cual era compensado por la importancia de los contratos de venta. Estanislao Garavilla, conocedor de un sistema ampliamente implantado en los EE.UU., supo valorar las posibilidades del mismo, penetrando de este modo en el siempre difícil mercado americano desde finales de los cincuenta.

Hacia 1975 la plantilla de Conservas Garavilla contaba con 1.667 trabajadores.

La expansión de los años setenta, sin embargo, implicó un esfuerzo financiero de gran alcance en un momento en el que la crisis internacional incidía con intensidad en España y en las restantes economías occidentales. La situación obligó en 1975 a plantear una ampliación de capital, dando entrada al Banco Industrial de Bilbao con una aportación de 26.665.000 Pts., lo cual representaba el 25% del capital social situado, tras ampliación, en 106.665.000 Pts.

Desde el punto de vista de la producción, la crisis económica y el deterioro del empleo estaban orientando la demanda hacia productos más baratos (caballa o sardina, entre otros). Por otro lado, tras un largo período de diversificación, en la segunda mitad de los setenta se planteó una estrategia de mayor especialización, reduciendo la gama de productos ofertados.

A partir de mediados de los ochenta, con la entrada de España en la Unión Europea y el cambio en el ciclo económico, se planteó un ambicioso Plan de Remodelación Industrial, que implicaba una profunda modernización y ampliación de las principales factorías. El área de comunicación, con fuertes inversiones publicitarias y de promoción, tanto a nivel nacional como en el exterior, era asimismo un elemento central del proyecto. Se llevaron a cabo dos ampliaciones de capital, situándolo en 1.613.025.000 Pts., y por primera vez, el 14 de septiembre de 1987 las acciones de Conservas Garavilla cotizaron en la Bolsa de Bilbao y el 9 de diciembre de 1988 en la de Madrid.

En la década de los noventa, con un importante esfuerzo de inversión, se llevó a cabo una completa renovación de los principales activos de la empresa, afectando tanto a la flota como a las instalaciones de tierra. Al finalizar el siglo, Conservas Garavilla seguía siendo una empresa de base familiar (aunque el Banco de Bilbao controlaba el 41 % del capital). Con plantas en Bermeo, O'Grove, Algeciras, Lanzarote, Agadir y Manta, seis atuneros frigoríficos y un barco para el transporte, lo que le permitía un nivel de autoabastecimiento en torno al 60%. La facturación era de 28.000 millones de pesetas, exportando en torno al 19 % de su producción a más de 70 países (Francia, Italia y Latinoamérica, principalmente), situándose entre las primeras empresas del sector a nivel europeo.

A partir de 2001, la empresa se impuso una rigurosa política de contención de gastos y desinversión en determinados activos. Las antiguas plantas de Lanzarote y Algeciras, dependientes del caladero marroquí, se cerraron en 2001 y 2002 respectivamente, tras la no renovación de los acuerdos pesqueros con Marruecos. La fábrica de Bermeo, la más antigua del grupo, se cerrará en 2002 y su producción, así como las oficinas centrales de la empresa, se trasladarán a las modernas instalaciones construidas en la localidad vecina de Mundaka. De este modo, la producción quedaba reducida a cuatro plantas ubicadas en Mundaka, O'Grove, Agadir y Manta. En 2005 el empleo directo total de la empresa, en sus distintas factorías y buques se situaba en 2.350 trabajadores.

Cada una de las citadas plantas tiene características y funciones específicas. La de O'Grove, especializada inicialmente en mejillón, calamar, pulpo y atún claro, conoció en 2000-2001 una importante inversión en tecnología, capacidad de producción y almacenaje en frío. A partir de 2004 sostiene una de las líneas innovadoras más importantes de la empresa, basada en la elaboración de distintas ensaladas preparadas y listas para su consumo. La de Agadir, montada en 1993, ha ido sustituyendo las producciones de las de Algeciras y Lanzarote, con una especialización en caballa, anchoa y sardina. La de Manta, la de mayor dimensión, fue completamente remodelada en 2001 y está especializada en el procesado de grandes atunes procedentes de su flota de atuneros congeladores que opera en el Pacífico. Atiende la demanda específica de los países latinoamericanos del entorno y de los Estados Unidos. Finalmente, la de Mundaka, siendo la más pequeña de todas, tiene una superficie construida de 7.000 m2 y está destinada al procesado de bonito con los más exigentes estándares de calidad. En ella se encuentran las oficinas centrales de la empresa.

Coincidiendo con una estrategia de desinversión en activos industriales llevada a cabo por el BBVA, en 2006 la familia Garavilla cerró un complejo acuerdo por el cual adquiría el 41% de participación en la empresa que desde 1975 pertenecía al banco por un importe superior a los 11 millones de euros. De este modo, la familia Garavilla recupera la titularidad del 100% del capital de la empresa.