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VALDEREJO

Realengo castellano. Este valle perteneció a la corona y señorío de los reyes de Castilla desde Alfonso VIII, que lo pobló y le concedió su fuero municipal a fines del s. XII, hasta el rey Alfonso X el Sabio, que renovó estos fueros y expidió una provisión el 3 de mayo de 1273. Consta por este documento que en tal año había en el valle 40 pecheros, los cuales sólo contribuían con la moneda forera: «E otra cosa non deben á señor que de fuero sea, sino moneda forera en cabeza de los dichos 40 pecheros también clérigos como labradores». Les sujetaba al pecho de alcabala: «Todo home que haya algo en el valle y lo quiera vender de foja de monte á piedra de río, non debe á señor mas de dos maravedís». Les concedía, igualmente, varias exenciones, libertándolos de todas las gabelas acostumbradas a pagarse en estos reinos a excepción de las mencionadas en el fuero, y les señalaba sus términos. (Ref. «D. G. H. R. A.», t. II, pp. 427-428).

Aforamiento. El fuero de Alfonso X de Castilla dado en 1273, fue confirmado por Alfonso XI en Sevilla, el 20 de junio de 1340, a petición de Juan Núñez de Lara, señor de Vizcaya; Enrique II lo haría desde Valladolid el 15 de marzo de 1371, a instancia de Pedro Gómez de Torres y de todos los moradores del valle; Juan I lo haría en Burgos el 13 de agosto de 1371, a petición de los habitantes del valle; Enrique III, en las Cortes de Madrid de 1391; los Reyes Católicos, en Medina del Campo el 19 de junio de 1477; Carlos V, en Valladolid el 28 de enero de 1523; Felipe II, en Madrid el 15 de abril de 1573; Felipe III, en Valladolid el 14 de junio de 1601; Felipe IV, en Madrid el 14 de octubre de 1621; Carlos II, en Madrid el 24 de mayo de 1678; Felipe V, en Madrid el 29 de junio de 1727; posteriormente lo confirmarían Fernando VI, el 27 de marzo de 1756, y Carlos III. (Ref. «G. G. P. V. N.», t. II, pp. 622-624).

Patrimonio de los Señores de Vizcaya. Alfonso X el Sabio concedió el señorío del valle a Diego de Haro, señor de Vizcaya, enajenándolo de la corona por el motivo que se expresa al principio del fuero: «Sepades que D. Diego de Haro, señor de Vizcaya, heredó a Valderejo en el cambio que fue hecho por Cañete y Salva-Cañete y Moya de mí el rey D. Alfonso con todos sus términos é con todos sus derechos, é con todos sus fueros, según que ellos lo habían, é yo de derecho lo he de haber». Se puso como condición el que fuese siempre poseído por el que tuviese el señorío de Vizcaya. Continuó afecto a Vizcaya hasta que fue proclamado rey Juan I, que había sido jurado Señor de ella en Gernika en el 1371. Desde entonces quedó como realengo, sin reconocimiento a ningún señorío particular; sin embargo, los pueblos del valle, a pesar de no reconocer su señorío, pagaban al marqués de Mortara 20 fanegas de trigo y otras tantas de cebada, a cuyo tributo llamaban pan de S. Miguel. (Ref. «D. G. H. R. A.», t. II, p. 428).