Concept

Txalaparta

Txalaparta, Toberak, Kirikoketa

En el entorno rural de algunas comarcas de Gipuzkoa y Navarra se ha conservado la tradición del uso de este instrumento y de esta antigua forma de hacer música que conocemos con el nombre de txalaparta. Aunque en sus toques aparecieran y se utilizaran diferentes tonos, con la txalaparta fundamentalmente se ha tocado música rítmica. Interpretada entre dos txalapartaris, dos son las características más notorias del modo de interpretar y de la música de txalaparta: la alternancia y la improvisación.

Tres son las partes principales de las que se compone este idiófono golpeado denominado txalaparta:

  • Uno o más tablones de madera colocados horizontalmente sobre un material mullido.
  • Un par de soportes para sujetarlos que pueden ser dos cestos boca abajo, dos sillas o dos cajas.
  • Cuatro palos troncocónicos de madera con los que se golpean verticalmente los tablones.

Además de la txalaparta común hay otras variantes de ésta como por ejemplo las toberas, kirikoketa, ttinbilin-ttanbalan y ote-jotzea. Es evidente la relación existente tanto de la txalaparta como del resto de las variantes con los ritmos de trabajo y las celebraciones de finalización de trabajos comunales.

Ote-jotzea (picar tojo) es uno de los ejemplos más claros en el que confluyen el trabajo, el juego y la música. Al realizar el trabajo de picar el tojo, se golpea haciendo diferentes combinaciones con los golpes dados y de ese modo surgen los fraseos rítmicos y la música.

Los toques de kirikoketa se realizaban en la fiesta para celebrar la finalización de la tarea de pisado y prensado de la manzana de elaboración de la sidra. Lo hacían quienes habían participado en ese trabajo, utilizando para golpear los tablones las mazas y martillos de madera usadas en el lagar para golpear las manzanas.

Ttinbilin-ttanbalan está relacionado con otro trabajo. En algunos lugares la costumbre generalizada de celebrar la colocación de la viga cumbrera en la construcción de la nueva casa comenzaba con estos toques realizados, al igual que en el caso de kirikoketa, por quienes habían trabajado en la obra y haciendo sonar herramientas de obra como cinceles y palancas.

Aunque la txalaparta ha sido utilizada en diferente tipo de ambientes, actos y situaciones, sus toques fundamentalmente están relacionados con las celebraciones de finalización del trabajo de elaboración de la sidra. En muchas sidrerías de la comarca de Donostia-San Sebastián ha existido la costumbre de, una vez concluida la tarea de prensar la manzana, celebrar una pequeña fiesta con una cena para todos los que habían participado en ese trabajo. Después de cenar se colocaba la txalaparta en el exterior y se ponían a tocar. Al escuchar el sonido de la txalaparta mucha gente de los caseríos y barrios de los alrededores acudía a esta fiesta. Según contaba Ramón Goikoetxea:

"Al acabar de prensar la manzana en el lagar se escogía un tablón de la prensa que fuera idóneo para tocar la txalaparta. Este tablón estaba húmedo y para que sonara bien lo poníamos a secar en el tejado. La gente solía estar muy atenta para saber que día se iba a celebrar la fiesta y cuando veía el tablón se enteraba de que en breve plazo se celebraría. Allí solíamos estar saltando, gritando, bebiendo sidra, y tocando y escuchando la txalaparta hasta que amanecía".

Toberak: del mismo modo que en la txalaparta. en los toques de toberas dos intérpretes, tomando cada uno dos varillas metálicas golpean unas palancas de acero. En Lesaka y Oiartzun esta costumbre aparece relacionada con las fiestas de las celebraciones nupciales, pero por otro lado es evidente que al igual que la txalaparta también las estos toques están relacionados con el trabajo. Toberak es como se denominaban los tubos de la fragua, los cuales había que limpiar periódicamente del hollín que, con el uso se adhería a la pared interior. Para ello se soltaban del fuelle y colgándolos sujetos por los extremos se golpeaban con varillas metálicas, del mismo modo que se tocan las toberas, para que soltaran la capa de hollín adherida, siendo esta práctica para algunos el origen de estos toques.

En la década de 1960 todavía quedaban algunos txalapartaris y unas cuantas parejas en activo, la mayoría de ellos en la comarca de Donostia-San Sebastián. Así, por ejemplo eran conocidos los hermanos Miguel y Pello Zuaznabar del caserío Sausta de Lasarte, y en el barrio Alto Amara de Donostia-San Sebastián José y José Mari Zabalegi del caserío Bilandegi y los hermanos Ramón y Asentsio Goikoetxea del caserío Erbetegi-Etxeberri. También eran conocidos tocando las toberas los Zubeldia del caserío Egaña-txiki del barrio Portu de Hernani, algunos en Oiatzun y los toberalaris de Lesaka.

Si por un lado está relacionada con el trabajo, por otro lado es evidente que la presencia de la txalaparta tradicional siempre se ha dado en ambientes festivos. También es curioso el hecho de que los toques siempre se realizaran de noche. Por todo el mundo se conocen músicas y formas de interpretar relacionadas con el trabajo y sus ritmos, similares a la txalaparta y sus variantes.



Los toques de txalaparta son realizados por dos txalapartaris, los cuales tocando en alternancia, interpretan y crean su música. En función del lugar cada uno de los txalapartaris recibe su propio nombre: uno de ellos puede ser ttakuna, tukutuna o bia (el dos) y el otro herrena (cojo), urguna (cojo), pikatzailea o bata (el uno). Como dan a entender estas denominaciones cada uno de los intérpretes tiene una función en el toque. Uno es el encargado del orden y equilibrio rítmico y el otro de desmontar ese orden y crear las tensiones. De ese modo, haciendo y deshaciendo ritmos en un constante acelerando el toque va evolucionando hasta llegar al punto en el que no es posible crear más tensiones. Aunque las normas para tocar la txalaparta sean estrictas, permiten a sus intérpretes por medio de fraseos y de combinaciones rítmicas, del tono, la intensidad y los cambios de tempo, tocar con gran libertad para poder desarrollar su creatividad y capacidad de improvisación. En algunos lugares se realizaban toques de cuernos para acompañar a la txalaparta.

A partir de la década de 1960 la situación de la txalaparta ha cambiado mucho. Aquella txalaparta rural hoy en día es un instrumento urbano, el número de txalapartaris ha crecido exponencialmente y hoy se encuentran repartidos por toda Euskal Herria. El uso y las funciones musicales y sociales de la txalaparta se han ampliado mucho, los modos y técnicas de interpretación son cada vez de más complejidad, y si anteriormente en unos casos se utilizaba el sonido de la madera y en otros el del metal, actualmente se utilizan estos materiales más otros como piedra, vidrio... tanto por separado como mezclados. Cada vez hay más grupos de txalapartaris establecidos que vienen desarrollando un trabajo serio y profundo.