Villes

Tolosa

San Esteban. El yacimiento se sitúa en el casco urbano de Tolosa. En el curso de los trabajos llevados a cabo en el solar en que fue demolida en 1918 la ermita de San Esteban, bajo los depósitos medievales se localizó un nivel de arcilla de 0,45 m. de potencia con numerosos restos líticos, consistentes principalmente en restos de talla, láminas y lascas de diferentes dimensiones. Asimismo se han hallado instrumentos tales como puntas de dorso y en menor número perforadores, buriles y raspadores pertenecientes al período Epipaleolítico.

Intxur. El poblado de Intxur se sitúa en el monte del mismo nombre entre los término; municipales de Albiztur y Tolosa, dentro del territorio de Gipuzkoa. Con una cota máxima de 738 metros presenta desde el recinto un gran dominio óptico, divisándose desde su vertiente Sur parte del curso del río Oria así como diversos pasos de montaña que conducen a dicho valle. Por la vertiente opuesta se controla el paso natural que comunica la comarca del Oria con la del río Urola. Una eran parte del perímetro de este poblado se encuentra defendido por grandes fosos y murallas que en varias líneas paralelas cierran sus lados de más fácil acceso, mientras que en la zona de pendiente más abrupta no presenta defensa alguna. Este yacimiento, excavado entre 1957 y 1959 por José Miguel de Barandiaran no proporcionó restos arqueológicos salvo los sistemas defensivos. Entre 1985 y 1993 ha sido excavado a lo largo de nueve campañas consecutivas por Xabier Peñalver, obteniéndose una serie de materiales e informaciones que se recogen brevemente a continuación.

La localización de las estructuras de habitación de este recinto es uno de los descubrimientos más significativos. Estas se sitúan en la ladera Sur de la alineación montañosa, debido a factores tanto climáticos (protegidas del viento orte y noroeste) como orográficos (el buzamiento hacia el sur de los materiales que forman estas laderas son menos pendientes). Los trabajos de acondicionamiento del terreno debieron reducirse al aterrazamiento y explanación de las zonas a diferentes niveles. Los suelos han sufrido procesos de eliminación de aristas rocosas al mismo tiempo que estas zonas han sido niveladas a partir del relleno con los propios materiales excavados. Los materiales utilizados para la construcción de las estructuras tanto defensivas como de habitación son de origen autóctono, muy probablemente procedentes de las propias obras de acondicionamiento del sustrato (explanaciones, aterrazamientos, construcción de fosos), realizados previamente. Los sistemas defensivos, compuestos por fosos, terraplenes y murallas presentan notables variantes según los lugares. Los primeros llegan a alcanzar en ocasiones desniveles de 4 metros y anchuras de entre 1,25 y 3 metros, en la primera línea de defensa del recinto.

La muralla, en los puntos en donde se han practicado labores de excavación presenta una anchura variable de entre 2,50 y 3 metros y está formada por dos lienzos o paredes relleno su interior con piedras de diferentes tamaños y tierra. Los dos lienzos están construidos a partir de la yuxtaposición de lajas de arenisca sin argamasa. Las viviendas, semiexcavadas en la roca, presentan una planta rectangular, y previa preparación del terreno horizontalizando su leve inclinación se han construido una serie de plataformas con el fin de facilitar la habitabilidad del recinto. Los materiales arqueológicos localizados presentan una gran variedad e interés. Destacan por su importancia los restos cerámicos pertenecientes a vasijas fabricadas a mano de muy diversas dimensiones, con decoraciones a base de cordones y digitaciones principalmente.

Entre la industria lírica sobresalen los molinos barquiformes, alisadores y otros instrumentos con funciones principalmente de moler. Es sin embargo el metal, y básicamente el hierro el elemento más significativo de este yacimiento. Desde una muy bien conservada hoz de hierro, pasando por grapas y clavos, el dominio de este metal es evidente en este momento en el caso de este poblado guipuzcoano. Los estudios carpológicos y palinológicos practicados documentan la existencia de especies cerealísticas como la espelta, la cebada vestida y desnuda y el panizo; el haba y el guisante entre las legumbres, así como plantas silvestres como la avena loca, el bromo, el llantén y la zarza. Se pueden así mismo determinar árboles tales como el abedul y el avellano. Como síntesis podría destacarse en Intxur la existencia de un hábitat estable con viviendas confortables y perfectamente estructuradas en su interior en el que sus habitantes dispondrían de recursos importantes tanto de carácter ganadero como agrícola. La documentación de numerosos elementos pertenecientes a actividades agrícolas (hoz de hierro, molinos, grandes vasijas de almacenamiento y cereales variados) es quizá lo más reseñable de este poblado datado por C 14 entre el 2720 y el 2030 antes del presente.

XPI

  • Aforamiento y fundación

Tras la conquista castellana de Gipuzkoa en el año 1200, Tolosa fue aforada y "morada" por Alfonso X de Castilla por orden expedida en Segovia el 13 de septiembre de 1256, otorgando a sus pobladores los fueros y franquicias de Vitoria. El 28 de mayo de 1259, en Toledo, el mismo monarca concede a la villa la exención del pago del portazgo en todo el reino de Castilla, excepto en Toledo, Sevilla y Murcia. Todos estos privilegios serán confirmados el 28 de abril de 1282 por el infante don Sancho de Castilla. La población fundacional se realiza con hidalgos y labradores horros de las tierras no realengas de sus alrededores ("mando que los míos pecheros que moran en los míos solares de Guipúzcoa que non vengan y poblar"). Acuden pues a poblar Tolosa hidalgos rurales con sus dependientes, reproduciéndose así en el interior de la villa la jerarquía social preexistente. Las causas de la fundación, junto a una evidente estrategia comercial, estuvieron relacionadas con el intento de definir claramente las posiciones castellana y navarra en la frontera. La fundación reforzaría así la posición castellana en Gipuzkoa y la villa se convertiría en punto de resistencia frente a cualquier intento de recuperación navarro. Tolosa fue desde su origen el pueblo interior de más importancia de la provincia. Así lo reconoce en el siglo XVII Arnaud Oihenart en su Notitia Utriusque Vasconiae, diciendo de esta manera: "Tolosa ad confluentes Orii atque Araxis amniurn sita, mediterraneum hujusce, dictionis urbium principatum tenet".

  • Villa murada

Del contexto de las cartas de 1256 y 1282 inferirá tal vez alguno que antes de su expedición no había en el territorio de Tolosa ninguna población, pero semejante concepto, señala Gorosábel, parece equivocado. A la verdad estaba para entonces poblada la jurisdicción que comprende, y es de creer que también lo estuviese en parte el solar que en el día ocupa la villa. El resto de sus habitantes vivía sin duda en los caseríos circunvecinos, dedicados a la labranza de los campos. Esta opinión se justifica por medio del privilegio librado por el infante Sancho, que después fue rey cuarto de este nombre, en Valladolid el 28 de abril de 1282. Dice así:

"Por facer bien é merced á vos el concejo de Tolosa do vos, é otorgo vos, é confirmo vos por siempre jamás todos vuestros fueros, usos, costumbres, libertades, franquezas, privilegios é cartas que tuvistes en el tiempo del rey D. Alfonso mio visabuelo é del rey Fernando mio abuelo, é de todos los otros reyes, etc.".

De aquí se deduce claramente que el territorio de Tolosa, no solamente estaba poblado a principios del siglo XII, sino que sus habitantes gozaban de sus fueros, privilegios y franquezas por concesiones de los monarcas castellanos. Alfonso el Sabio dispuso el citado año de 1256 la fortificación, no solamente de Tolosa, sino también de Villafranca y Segura, puntos fronterizos con Navarra, y acomodados para la clase de defensa que se hacía en aquellos tiempos en que no se conocía artillería. Consiguiente a ello, esta villa fue cercada de muros, torreada, y reducida a una verdadera isla por medio de una parte del río Oria, que pasaba por donde luego estuvo la calle de la Rondilla. Tenía seis puertas de entrada, que eran las llamadas de Castilla, Navarra, Arramele, Matadero, casa de las Damas y Nuestra Señora del Socorro, con sus respectivos torreones de defensa.

  • En la ruta jacobea

Fue paso obligado de los peregrinos de Santiago que seguían la ruta compostelana Bayona-Burgos, y en ella encontraban un hospital, situado en un comienzo cerca de la parroquia de Santa María, en el lugar que luego se conoció con el nombre de "hospitalzarra". Más tarde fue trasladado al lugar en que se encuentra hoy la Casa de Beneficencia. (Gorosábel: Bosquejo de las antigüedades de Tolosa, p. 343). Con el objeto de conseguir recursos para la construcción de la nueva Casa se vendieron, además del Hospital viejo, las ermitas de Santa María Magdalena y de Santa Lucía con sus casas anexas, como dice Eugenio Urroz en Compendio Historial de la villa de Tolosa, Tolosa, 1913, p. 94. [Ref. José María Lacarra: Peregrinaciones a Santiago, Madrid, 1949, t. II, pp. 443-444].

  • Incendio de 1282

Tolosa resultó incendiada y destruida en gran parte en 1282. Sancho IV de Castilla concedió para su reconstrucción diversos privilegios y exenciones otorgados en Burgos el 30 de mayo de 1283 y el 12 de mayo de 1286. Para fomentar la repoblación de la villa, el mismo rey libró privilegio en Vitoria el 20 de abril de 1290, eximiendo a los que fueran a poblar Tolosa de todos los tributos pertenecientes a la Corona. Todo ello fue confirmado por Fernando IV (Valladolid, 8 de agosto de 1295 y 3 de julio de 1305) y por Alfonso XI (Gibraltar, 11 de agosto de 1349).

  • Privilegios

Otros privilegios más fueron otorgados por los monarcas castellanos. Así, el librado por Fernando IV en Valladolid el 13 de marzo de 1307, confirmado por Alfonso XI en Carrión el 5 de mayo de 1317, por el que se autoriza también la venta en Tolosa de la sal de las Salinas de Añana. El mismo rey concedió a Tolosa la instalación de los molinos harineros dentro de la villa (Valladolid, l5 de junio de 1322). En 1337 y 1341 se vuelven a confirmar las exenciones de Tolosa, lo que será de nuevo confirmado por Pedro I en 1351 (Valladolid, 2 de octubre).

  • Batalla de Beotibar

Tuvo lugar el día 19 de septiembre de 1321 y no tan abultada como la dan a conocer el cronista Zaldibia, Alonso Onceno, Ochoa Alvarez de Isasaga y otros que llegan a estimar hasta en 70.000 los combatientes navarros y en 800 los guipuzcoanos. Lo importante es que la lucha de Beotibar, como todas las que se venían sucediendo en la frontera navarro-guipuzcoana eran una consecuencia inevitable de la desmembración del Reino vasco acaecida en 1200 por la conquista castellana de Alfonso VIII. Los navarros se amparaban en los castillos de Lecumberri y Gorriti que utilizaban como punto de partida para incursionar en la comarca de Tolosa. Los guipuzcoanos se apoyaban sobre todo en Berástegui. La versión de Moret parece la más ajustada a la verdadera historia. Dice que:

"consta de cierto que este año (1321), por la parte de Guipúzcoa se arrimaron tropas y hubo movimiento de armas en aquella frontera, entrando en los fines de Navarra con hostilidad rompida de robos".

Parece ser que los guipuzcoanos se apoderaron del castillo de Gorriti que los navarros reputaban seguro. Como represalia se encaminó hacia la frontera el Gobernador del Reino, Ponce de Morentayna, con un buen número de navarros y gascones dispuestos a incursionar sobre la región tolosana. Moret reseña esta entrada por San Miguel especificando que fue tomada la villa de Berástegui. Campión estima que los navarros siguieron avanzando hasta las cercanías de Tolosa y que al llegar al vallecito de Beotibar, Gil López de Oñaz, señor de la casa de Larrea, puesto al frente de los oñacinos, atacó a los navarros infligiéndoles una grave derrota. Según Garibay habría sido hecho prisionero Martín de Aybar, Alférez del Pendón Real.

  • Producción de manzana

El 20 de julio de 1329 el concejo de Tolosa adoptó medidas proteccionistas para la producción de manzana, prohibiendo la entrada de esta fruta en la villa hasta que no se vendiera la producción propia. Esta ordenanza fue confirmada por Alfonso XI de Castilla por instrumentos otorgado en Madrid el 24 de agosto del mismo año, y en Valladolid el primero de noviembre de 1335. En 1354 Pedro I confirmará disposiciones concejiles sobre la venta de trigo en Tolosa.

  • La cuestión de la fonsadera

En 1341 los recaudadores de los derechos reales exigieron a los habitantes de esta villa la contribución llamada fonsadera, apremiándoles a su pago bajo pena de embargo de bienes. En consecuencia, enviaron los segundos a su vecino y alcalde Lope Sánchez de Yurreamendi a la corte del rey Alfonso XI a representar contra semejantes extorsiones, haciéndole presente la exención que en virtud de los fueros contenidos en las cartas de fundación les pertenecía como a hijosdalgo, pidiendo por lo tanto el sobreseimiento de las diligencias de apremio. El rey comisionó a Lope Díaz de Rojas, merino mayor de la provincia, y a Pedro Ibáñez de Urbieta, alcalde de los hijosdalgo de la misma, para que hiciesen pesquisa sobre quiénes eran en esta villa y su término hijosdalgo de padre y abuelo, conforme al fuero de Castilla. A esta circunstancia se debe el que tengamos el padrón que se formó de dichos hijosdalgo, que se halla inserto en una real cédula librada en el Real sobre Gibraltar a 11 de agosto de 1349, cuya copia testimoniada se conservó en el archivo de la villa. Por ella se mandó que a los hijosdalgo comprendidos en dicha lista no se les exigiesen fonsaderas, monedas, servicios, ni otros pechos algunos que las villas y lugares de allende el Ebro con Gipuzkoa debían dar al rey. Pero se declaró al mismo tiempo que los hijosdalgo presentes y venideros de Tolosa estuviesen obligados a ir a servir al rey "por sus cuerpos", o sea personalmente, en las guerras que tuviese cada vez que lo mandase.

A pesar de la terminante declaración de 1349, el judío Gaón, vecino de la ciudad de Vitoria, vino a esta villa por el mes de abril de 1463 a exigir a sus habitantes la contribución conocida con el nombre de pedido, reclamándoles el pago de los años pasados del tiempo de las albaquías. Requiriéronle los tolosanos con repetición que no fuese contra los privilegios que tenían confirmados por el rey y, no queriendo desistir de su empeño, fue muerto, según tradición, en la casa llamada Arteagaetxea, luego número 33 de la calle del Correo, y según otro en la torre de Andia. No contentos con esto, pusieron la cabeza de dicho Gaón en una picota, como éste había colocado a Tolosa a la cabeza de sus padrones de recaudación a modo de terrible ejemplo para los quebrantadores de los fueros. El rey Enrique IV se hallaba a la sazón en Fuenterrabía con motivo de sus vistas con Luis XI de Francia. A su regreso trató de ejecutar severos castigos contra los tolosanos ya que la medida tomada contra él, no podía ser tolerada por el rey. Así, al aproximarse el rey a esta villa, huyeron los tolosarras a los montes inmediatos, evitando así los primeros ímpetus de la cólera real. El procedimiento criminal continuó, sin embargo, y temerosos los habitantes de esta villa de sus resultados, acudieron a las Juntas de la provincia, a fin de que suplicara al rey les concediese el perdón de su exceso. Las Juntas Generales celebradas en la villa de Azkoitia por noviembre de 1466 dirigieron, en efecto, al rey la exposición siguiente:

"Muy alto y muy poderoso príncipe, rey y señor: Vuestros humildes servidores, súbditos y naturales, los procuradores de los escuderos hijosdalgo de las vuestras villas y lugares de la vuestra noble y leal provincia de Guipúzcoa, que estamos juntos en junta general en la vuestra villa de Azcoitia, besamos vuestras manos, y nos encomendamos en vuestra merced: a la cual plegue saber que al tiempo que vuestra señoría vino a esta vuestra provincia esta postrimera vez cuando las vistas con el rey de Francia, puede haber tres años y medio poco más o menos, en la vuestra villa de Tolosa fue muerto Gaón, judío vecino de la ciudad de Vitoria, el cual fue muerto por gran culpa suya: porque a la dicha villa de Tolosa les quería quebrantar los privilegios y franquezas, en especial el privilegio de la franqueza del pedido demandándoles de ciertos años pasados del tiempo de las albaquías, y siendo pasados los tiempos de las dichas albaquías, e habiéndoles confirmado vuestra señoría los dichos sus privilegios del dicho pedido, el dicho Gaón diciendo que debían el pedido de los tiempos pasados de antes de la confirmación del dicho privilegio, y requiriéndole asaz veces que no fuese contra sus privilegios ni en quebrantamiento de ellos, por manera que a gran culpa suya se hizo la dicha muerte y en defensión de los privilegios. Y por cuanto, muy poderoso señor, la dicha vuestra villa de Tolosa es una de las mas principales de esta vuestra provincia, e tal que siempre hubo e procuró vuestro servicio, y ha trabajado mucho en el bien y conservación de esta hermandad e en la defensa y guarda de esta vuestra provincia. -A vuestra señoría humildemente suplicamos le plega de perdonar a la dicha vuestra villa de Tolosa y al concejo y alcalde y oficiales y homes buenos, vecinos y moradores la dicha muerte de dicho Gaón judío, e les mandar vuestra carta de perdón, que les cumplirá sobre ello. Otrosí a vuestra alteza le plega de les mandar otra vuestra carta para todos los concejes y justicias de vuestros reinos que por causa del dicho pedido de los dichos tiempos pasados de antes de la confirmación, que vuestra alteza les hizo del dicho su privilegio, pues que vuestra alteza se lo confirmó y dió por bueno, cuanto más que el tiempo de las dichas albaquías es pasado, que no los prendan, ni fatiguen, ni les hagan enojo alguno por causa de ello, dando por libres e quitos de ello al dicho concejo de Tolosa: en lo cual vuestra alteza fará su servicio, e a la sobredicha villa de Tolosa e a esta provincia fará mucha merced. -Muy alto y muy poderoso príncipe, rey y señor, nuestro señor Dios acreciente y ensalce vuestra vida y estado para su santo servicio. -E de esto enviamos a vuestra alteza esta nuestra petición firmada de nuestro escribano fiel, y sellada con nuestro sello escripta en la nuestra junta e ayuntamiento general de la dicha villa de Azcoitia a quince del mes de noviembre año de sesenta y seis. -Humilde servidor de vuestra alteza, que vuestras manos reales besa. -Domenjon González."

Esta representación surtió sin duda efecto favorable pues, lejos de haber noticia de que los habitantes de esta villa hubiesen sufrido algún castigo por el expresado suceso, se sabe por tradición que fueron perdonados.

  • Ampliación del territorio

La inseguridad reinante en el mundo rural guipuzcoano, especialmente desde la crisis del siglo XIV, llevó a numerosos lugares de su entorno a unirse a la jurisdicción de Tolosa a cambio de su protección. El proceso, por orden cronológico, es el siguiente. En 1348 se incorporan a Tolosa los lugares de Alkiza y Asteasu; en 1384, Albiztur: en 1385 las colaciones de Irura y Amasa; en 1391 la colación de San Millán de Zizurkil y la villa de Alegia; en 1396 se reincorpora, pues se había separado, San Martín de Alkiza; en 1435, figuran como pertenecientes a la jurisdicción tolosarra Berastegi, Belauntza, Elduaien, Leaburu, Gaztelu, Lizarra, Amasa, Orexa, Irura, Anoeta, Ernialde, Zizurkil, Aduna y Alkiza. A partir de 1418 tienen lugar una serie de desanexiones, aunque la mayoría de las poblaciones volverán a la jursidicción de la villa. En 1444 vuelven a anexionarse Zizurkil, Alegia, Irura y Amasa, y en 1475, Andoain. Asimismo, Gorosábel señala cómo entre 1374 y 1392 se unieron a Tolosa, Abalzisketa, Amezketa, Orendain, Ikaztegieta y Altzo, formando parte de un contrato con Tolosa de 1412, además de Baliarrain, Berrobi e Ibarra. Estas dos últimas poblaciones formaban parte del corriedo de Tolosa en 1350, junto con Anoeta. Ezama, Yurre, Lizartza, Gaztelu, Leaburu, Belauntza y Laskoain. Pendiente el negocio de 1435 en grado de revista, los lugares demandantes, a excepción de Aduna, Alkiza y Zizurkil, celebraron con el concejo de Tolosa una escritura de concordia que fue confirmada por el rey en Fuente del Sauco a 19 de agosto de 1450. En su virtud, no sólo quedaron arregladas las diferencias referentes al pago de repartimientos y sisas, sino que se extendió el convenio a otros puntos de gobierno municipal, administración de justicia, servicio militar, pastos de montes, nombramiento de procuradores junteras, prendarías de ganado, etc. Así quedaron concluidas las diferencias de dichos once lugares, y no consta cuál fuese el resultado de los tres disidentes mencionados. En términos generales, los acuerdos suscritos presentaban como condiciones el compromiso de Tolosa de defender las aldeas, cuyos habitantes serían juzgados por el alcalde de Tolosa, gozando asimismo de los privilegios, exenciones y obligaciones de los pobladores de la villa.

  • Puerto Seco

Tolosa desde muy remoto ha sido puerto seco, dice Gorosábel, o sea punto por donde debían pasar las mercaderías, que desde los puertos marítimos de la provincia iban a Navarra, o venían desde este reino a los mismos. Que esta villa era el resguardo del puerto de San Sebastián para la introducción de mercaderías de lícito comercio, consta del capítulo 14 del cuaderno de las Cortes de Valladolid de 1351. En el puerto seco se satisfacían los derechos del diezmo viejo y albalás que correspondían al rey, así como las sisas impuestas por el concejo. Todo esto resulta también expresado con claridad en el privilegio que el rey Juan II le dio en Talavera a 10 de diciembre de 1442, para que los mercaderes expresados tuviesen que pasar precisamentepor el centro de esta población.

"Sepades, dice, que Juan Martínez de Gaztañaga, vuestro procurador, me fizo relación que esa dicha villa era e es puerto antiguamente de diez, e veinte, e treinta, e cuarenta años acá, e más tiempo, e aun de tanto tiempo que memoria de hombres non es en contrario, e desde los dichos tiempos acá todos los que iban de las dichas villas de Guetaria e San Sebastián, e de todas sus comarcas e vecindades, siempre acostumbraron de ir e venir a pasar por esa dicha villa de Tolosa, e pagaron siempre ende en la dicha villa los diezmos viejos e derechos de albalás del fierro que a mí pertenecen e los derechos de la villa de Tolosa, etc."

Este privilegio fue confirmado por el mismo monarca en Fuente del Sauco a 30 de septiembre de 1443, y por los Reyes Católicos en Córdoba a 9 de septiembre de 1491.

  • Conquista de Leitza

Durante la guerra, que el rey Juan II de Castilla tuvo con los de Navarra y Aragón, los tolosanos conquistaron los lugares de Leitza y Areso y los conservaron a la disposición de dicho monarca castellano. Tan señalado debió ser este servicio, que el rey Juan II hizo a la villa de Tolosa la singular merced de la cesión de los dos pueblos con sus derechos y pertenencias de la justicia civil y criminal, y todo lo demás correspondientes en ellos al rey, salvo el señorío mayor y alcabalas, que retuvo para sí. Esta merced fue confirmada y mandada cumplir por real cédula despachada en Salamanca a 20 de setiembre de 1430.

  • Diferencias entre Tolosa y sus aldeas

Los pueblos que permanecieron en la vecindad de Tolosa, tuvieron con el concejo de esta villa varias diferencias, cuestiones y pleitos. La primera desavenencia que tuvieron ocurrió en el año de 1435. Como consecuencia de haberse negado dichos lugares a pagar los repartimientos que les hacía el Ayuntamiento de Tolosa, para atender a los gastos que se consideraban de utilidad común, repartimientos a cuya contribución se habían obligado en las respectivas cartas de vecindad. De aquí se originó un pleito formal ante la real corte, en el que tomaron parte las colaciones de Aduna, Alkiza, Amasa, Anoeta, Belauntza, Berastegi, Zizurkil, Elduaien, Gaztelu, Hernialde, Irura, Leaburu, Lizartza y Orexa. El resultado de la demanda de estos catorce lugares no les fue favorable, pues se desestimó su pretensión por real sentencia de vista con condenación de costas. La anexión de Andoain, de Aduna y Alkiza no fue estable, sino al contrario muy disputada por la entonces villa de San Sebastián, que pretendía su posesión por efecto de iguales concordias celebradas con ellas. Lo cual ocasionó graves altercados entre esta última y Tolosa. Estas diferencias se arreglaron mediante escritura de concordia otorgada por ambas villas en 1479. Quedó convenido en ella que ambos concejos se perdonaban todos los rencores y odios pasados, que, en adelante, fuesen buenos amigos, y se tratasen bien unos a los otros, guardando el servicio de Dios, del rey, de la provincia y el cuaderno de ordenanzas de ella; que se diesen favor los unos a los otros, así en Juntas como en otras partes. Con respecto a la cuestión principal, quedó asentado que los tres lugares citados fuesen de la jurisdicción de San Sebastián, en cuya consecuencia quedaron separados de la de Tolosa.

  • Contencioso con Lekunberri

Los habitantes de esta villa tuvieron con los del lugar de Lekunberri de Navarra en el año de 1460 un desacuerdo notable, digno de memoria. Dio motivo a esto el caso de que cuatro tolosanos, que por sus negocios llegaron a dicho lugar, fueron muertos alevosamente en él por vecinos del mismo. La justicia de Tolosa requirió con repetición a los de Lekunberri, para que procediesen contra los malechores y los castigase conforme a derecho, o bien hiciese su entrega a los jueces de esta provincia para el mismo efecto. Los de Lekunberri no hicieron ni lo uno ni lo otro, antes bien, consintieron que los asesinos anduviesen en público libremente, sin que nadie les hiciese cargo. Irritados los tolosanos con una impunidad tan escandalosa, se armaron en gran número, fueron sobre el pueblo de Lekunberri y lo quemaron del todo hasta su casa torre. Algunas llamas que volaron de los tejados de las casas incendiadas parece se comunicaron a la iglesia, y ésta se quemó también en parte, por cuya razón incurrieron los tolosanos en excomunión. Queriendo éstos evitar tal pena, recurrieron al tribunal eclesiástico de Pamplona, suplicando humildemente su alzamiento. El provisor accedió a este ruego por medio de su despacho librado a l8 de abril del mismo año, imponiendo por penitencia los que tuviesen necesidad de ella el que en el próximo domingo de Cuasimodo fuesen en procesión por las calles con cabezas descubiertas, los pies descalzos, y una vela encendida en la mano, rezando el Miserere. Mandó que al mismo tiempo los clérigos les pegasen en las cabezas y espaldas moderadamente con unas varitas, y que se obligasen a pagar el daño de dicha iglesia en el tiempo que prefijase el vicario de Tolosa Pedro de Gaztañaga. El concejo de esta villa pagó luego los doce florines de Navarra en que se reguló dicho deterioro y el provisor dio a los culpantes la absolución acordada, con lo que se terminó este incidente de la excomunión. No consta en qué paró el procedimiento contra los indicados asesinos de los cuatro vecinos de esta villa.

  • Incendio de 1469

Según resulta, señala Gorosábel, de las actas de la Junta General celebrada en Elgoibar en noviembre de 1469, Tolosa sufrió otro importante incendio ese año, lo que se deduce de la exención del pago de las contribuciones foguerales otorgada por la Provincia por 15 años.

  • Rotación en Juntas

El 26 de septiembre de 1472 (Segovia), el rey Enrique IV de Castilla dispuso un procedimiento rotatorio por medio de Real Orden, según el cual habían de realizarse las Juntas Generales, señalando que, entre otras villas, éstas tuvieran lugar también en Tolosa, precedidas de las de Mutriku y seguidas por las de Mondragón. (Ref. Cartulario Real de Enrique IV a la provincia de Guipúzcoa, Sociedad de Estudios Vascos, 1983).

  • Guerras de Bandos

En la época de los bandos oñacino y gamboíno, señala Gorosábel, no se afilió Tolosa a ninguno de ellos sino que, deseando mantenerse tranquila y neutral, hizo conciertos con ambos. El partido del orden y de la autoridad le halló también como un auxiliar poderoso en los reinados de Juan II y Enrique IV, contra las demasías de los parientes mayores y sus hijos trabajaron no poco en abatir el poderío de estos trastornadores de la quietud pública.

  • Encrucijada de caminos

Tolosa siempre se opuso a la apertura de nuevos caminos a Navarra para el tránsito del hierro, vena, carbón y demás mercaderías desde los puertos de mar o viceversa. Como consecuencia de estas gestiones, siempre consiguió en los tribunales de justicia el que la calle de la misma villa fuese la única vía de comunicación desde San Sebastián y Getaria, como se deduce de los casos siguientes ocurridos. El más antiguo tuvo lugar por los años de 1496 y siguiente como consecuencia de haber los concejos de Berastegi y Elduaien, y los propietarios de las ferrerías construidas sobre el río Leizarán, intentado abrir paso por el paraje llamado Belauriate. Las sentencias de vista y revista pronunciadas por la real chancillería de Valladolid sobre el particular se ejecutoriaron el 22 de febrero de 1498. Se declaró por ellas que dichos ferrones no podían pasar con sus bestias y mercaderías de los puertos a Navarra o al revés sino es por la población de Tolosa, pero que les fuese permitido llevar por Belauriate el hierro que ellos mismos labrasen.

  • Incendio de 1503

La villa se incendió en 1503, hasta el punto de haber quedado quemada hasta la iglesia parroquial, a pesar de hallarse aislada y de lo cual se deduce que el incendio fue general en todo el pueblo. En consideración a tan terrible desgracia la provincia en la Junta General celebrada en Fuenterrabía por el mes de noviembre del mismo año le relevó de 80 fuegos por un tiempo de diez años en los repartimientos. También, los Reyes Católicos libraron una carta para que el corregidor residiese en esta villa, salvo cuando saliese a visitar las otras villas y lugares de la provincia, a fin de que se tornase a edificar, por lo que se había quemado. Tales son las palabras que contiene una real provisión del consejo librada en Toro a 8 de enero de 1505.

  • Aduana

Mientras no hubo aduanas en las fronteras y costa marítima, hubo siempre en Tolosa una aduanilla donde se registraban las mercaderías que se conducían a Navarra o se traían a Gipuzkoa de este reino. Esta dependencia se estableció formalmente en virtud de una real cédula de los Reyes Católicos de 11 de febrero de 1503. El contexto de este real mandato se expresa de esta manera:

"e porque en la dicha ley no hay nombrado puerto en la provincia de Guipuzcoa, por esta mi carta nombro por puerto la villa de Tolosa, donde mando a los mis recaudadores mayores que nombren una casa de aduana, donde se registren dichas mercaderías."

La expresada aduanilla de esta villa, cuyo antiguo establecimiento fue confirmado por el capitulado celebrado entre el gobierno del rey y esta provincia de 1728, desapareció como consecuencia de la traslación de las aduanas a la frontera del reino y puertos de mar verificada en 1841. En su lugar se estableció en 1852 una administración para el despacho de guías de referencia, cuyo empleado era pagado por la villa, auxiliada por la provincia.

  • Tolosa y la conquista de Navarra. Belate y Noain

Como lugar fronterizo con Navarra, fue plaza de armas, cuya defensa encargó el Rey Católico a Bernardino de Lazcano, en la invasión navarro-francesa de 1512. De los 3.500 tercios guipuzcoanos que asistieron en el año de 15I2 a la renombrada batalla de Belate, su mitad se componía de la gente de Tolosa y lugares de su jurisdicción mandada por Alberto Pérez de Réxil, vecino de la misma villa. Es por eso seguramente que una casa de este caballero se denominó Belate puesto que en su frontis existía un letrero en que se expresaba la señalada parte que tuvo en dicha batalla. En igual forma, los tolosanos concurrieron y tomaron una parte principal en la batalla de Noain de 1521, en el armamento foral de los años de 1579, 1597 y 1625. La plaza de Fuenterrabía, tantas veces asediada por los ejércitos navarro-franceses, se conservó sin ser tomada por éstos, siempre que los tercios de Tolosa la presidieron; pero tuvo que capitular en la única ocasión en que ellos dejaron de estar dentro de la misma, que fue el año de 1521.

  • Incorporación de Bedaio

Consta que Juan Martínez de Berástegui, propietario de todo el barrio de Bedaio, reconoció la jurisdicción de esta villa de Tolosa en 8 de junio de 1544, como también que formalizó la competente escritura sobre el particular en 13 de enero de 1546.

  • Defensa del "monopolio fronterizo"

San Sebastián y Hernani quisieron en 1598 abrir otro camino para Navarra por el valle del Urumea, con el apoyo de gente armada. Tolosa por su parte armó también a gran número de sus vecinos, con el objeto de estorbar a la fuerza los trabajos principiados, con cuyo motivo, alarmada la provincia, se reunió en Junta particular en San Bartolomé de Bidania. El acuerdo se limitó a dejar en manos del rey la resolución del asunto. Consiguiente a ello, después de recibir los oportunos informes de ingenieros militares, mandó el rey que no se abriese dicho camino ni otro alguno.

  • Brujería

También en la localidad de Tolosa se encuentran vestigios de brujería en los siglos XVI y XVII. Así, en el año 1595, los representantes de esta villa en las Juntas Generales de Guipúzcoa decían que en su distrito había brujos y brujas en abundancia y que se debía pedir intervención al Santo Oficio. No consta el resultado de esta gestión, pero se sabe que el 'Tribunal realizó alguna diligencia. Quince años después la villa ratificó la petición ante las Juntas reunidas en Ordizia.

  • Segregaciones

En el año 1602 la mayor parte de los lugares dependientes de la jurisdicción de Tolosa promovió ante el tribunal superior, residente a la sazón en Medina del Campo, otro expediente contencioso. Después de formular en él 45 capítulos de agravios, que suponían haber recibido, concluyeron con la petición de exención, o sea la separación absoluta. Las expresadas aldeas no fueron tan felices en esta nueva tentativa de emancipación, que les fue denegada por sentencia de vista y revista pronunciadas el año de 1607, pero estos deseos suyos se cumplieron en el de 1615, obteniendo los villazgos, la jurisdicción civil y criminal, mero y mixto imperio. Tales fueron Abaltzisketa, Albistur, Alegia, Altzo, Amasa, Amezketa, Andoain, Anoeta, Baliarrain, Berastegi, Zizurkil, Elduaien, Ikaztegieta y Orendain. Por su parte, Lizartza consiguió la separación en 1791; Belauntza, ernialde e Ibarra en 1802.

Eugenio Urroz y Erro, en La villa de Tolosa: síntesis histórica (Euskalerriaren Alde n.º 61-62-63, 1913), nos da las siguientes indicaciones:

"El incendio más terrible ocurrido en Tolosa fue el del año 1503; ese año un fuego voraz destruyó la villa enteramente, sin que se salvara la Iglesia parroquial de Santa María. Después del incendio, sobre el mismo perímetro ocupado por la antigua villa, reconstituyose la nueva población que hacia el año 1608 fue cercada de muros con torres altas á trechos, En la antigüedad, hasta principios del siglo XIX, la villa de Tolosa bañada por uno de los lados por el Oria y rodeada por la otra de un brazo del mismo río, formaba una pequeña isla a la que daban acceso varias puentes correspondientes a otras tantas puertas de entrada. Estas puertas de entrada eran: la puerta del torreón de Lascoain que daba salida al camino de Castilla, el portal de Navarra, el portal de Arramele, el de Socorrope ó de las Damas y el de Iturrichiki. En 1672 se dotó á Tolosa con el puente denominado Zubiberri, situado detrás de la Armería Real. La calle principal de la villa con la calle de Lascoain, más tarde calle del Correo y hoy calle de Antonio Elósegui. Las calles que cantan paralelamente á la calle de Lascoain eran la calle de Miqueo, hoy de los Herreros y la de Arosteguieta ó Arpausocale, por el lado del Montescue, y por el otro lado la calle Mayor, la del Emperador, y la de Jesús, más tarde de Elizaldea, y hoy calle de Santa María. Existían además la calle de la Solana o de Cerco-ausi ó Cercausi y de la Lechuga y varias callejuelas y pasadizos que no merecen especial mención. La actual plaza de la Verdura en la que se hallaban situadas la alhóndiga municipal y la carnicería de la villa, era el centro del pueblo. Hasta 1658 las Fiestas, los regocijos públicos y el renombrado mercado semanal se celebraban en la actual plaza de Idiáquez que era entonces de más reducidas dimensiones que ahora. El año 1690 y siguientes en el lugar llamado Iribarazeta se formó la plaza Nueva, hoy de los Fueros. Cerca del torreón de Lascoain, conocido también con el nombre de portal de Castilla, la provincia estableció un depósito que se denominaba Polvoraechea y era al par de polvorín provincial el lugar donde se guardaban arcabuces y otros efectos de guerra; y en 1630 se estableció una real fábrica de armas para la construcción de las destinadas a los ejércitos reales. En 1618 se tomó en los bosques de Igarondo, propios de la villa, el actual paseo de Zumardi aundi ".

  • Contrabando

Siendo la población de Tolosa el camino establecido para el tránsito de mercaderías, era conseguir que las que se intentasen conducir por otra vía se considerasen descaminadas, o sea de contrabando. Por esta razón los alcaldes de esta villa procedieron criminalmente contra semejantes contraventores del privilegio de la misma y disposiciones reales en materia de aduanas. Los ejemplares de tales denunciaciones y procedimientos criminales fueron numerosos, particularmente en los siglos XVI y XVII. Uno de tales casos ocurrió el año de 1675 contra ciertos arrieros navarros que con mercaderías pasaron de San Sebastián a Navarra por el camino de Oiartzun a Goizueta, hecho que denunciaron los administradores de rentas reales al alcalde de Tolosa con lo que éste tuvo que formar el correspondiente proceso. Quejóse de esto la ciudad de San Sebastián a la provincia; la cual con tal motivo se reunió en Junta particular en Santa Cruz de Basarte, y este congreso remitió el asunto a la junta general inmediata, que se celebró en la villa de Azkoitia. Su acuerdo consistió en mandar que se cumpliese lo decretado en las de Villafranca de 1666, reducido a declarar que la ejecutoria del año de 1498 alegada por Tolosa sólo debía tener efecto respecto de las villas de Berastegi y Elduaien y ferrones, únicos litigantes en aquel pleito. Añadió que en todo caso el alcalde de la villa de Tolosa carecía de jurisdicción para entender de semejantes denunciaciones fuera de su término. Consiguiente a este principio, se acordó salir en defensa de los arrieros denunciados, a voz y costa de la provincia, en todos los tribunales. Después de esta declaración cesaron las denuncias de semejantes descaminos y el mencionado privilegio dejó de observarse. Las trabas que ponía a la libertad que necesita el comercio, para llevar los géneros por el camino más corto o mejor, no podía sostenerse por más tiempo.

  • Canonización de San Ignacio

Tolosa fue el pueblo donde la provincia solemnizó la canonización de su hijo Ignacio de Loyola en el año de 1622.

  • En la guerra contra Francia

Tolosa tomó parte en las operaciones bélicas de la guerra franco-española, participando en las tomas de Ziburu y de Sokoa en 1636 y en la defensa de Hondarribia en 1638.

  • Población de Aldaba

La población del barrio de Aldaba es muy moderna; el primer caserío que se construyó, que es el denominado Aldabazarra, se verificó en el año de 1691. A éste siguieron otros seis entre los años de 1725 y 1729, y los demás, con un molino harinero, se levantaron después sucesivamente.

  • Matxinadas

No sólo no tomó parte en la matxinada de 1718 sino que tampoco participó en la de 1766, armada por otros pueblos a consecuencias de la carestía del precio de granos. Muy al contrario, se opuso en ambas ocasiones a semejantes desmanes y su influjo contribuyó no poco en la última para que los amotinados se retirasen a sus casas.

  • Inundaciones

Por su situación en un valle angosto y a las orillas de un río de gran caudal como el Oria, Tolosa ha sufrido numerosas inundaciones a lo largo de su historia. Según Gorosábel la más antigua de la que ha quedado memoria, es la ocurrida en 1678. Las aguas subieron "dos varas" en las calles de Herreros y Correo, así como en las de Santa María, Mayor y del Emperador, inundándose asimismo las iglesias matriz de Santa María y las de los conventos de San Francisco y Santa Clara. Se destruyeron numerosas construcciones de las orillas. A consecuencia de esto, señala Gorosábel, la villa hizo voto de guardar perpetuamente el día de San Cipriano como de precepto, "bajo pena de pecado mortal" con procesión y misa.

En el siglo XVIII sufrió asimismo diversas avenidas del río, siendo las más devastadoras las ocurridas en junio de 1762, 1765 y 1787, repitiéndose en octubre de este último año. A consecuencia de las acaecidas el último año se realizaron obras de refuerzo de los puentes y de los muros del convento de Santa Clara, cuyas huertas se destruyeron. No fue menor la inundación que experimentó en los días 20 y 21 de mayo de 1801, pues las aguas que entraron por los boquetes de la muralla del Tinglado y casa de Idiáquez corrían con gran fuerza a las once y media de la mañana por las calles Mayor y del Emperador. Penetraron también las aguas desde San Esteban, aunque en poca cantidad, y corriendo por la calle del Correo, atravesando el arco del portal de Castilla. La parte más baja de la población fue inundándose al mismo tiempo de retroceso de manera que llegó a cubrirse el camino real frente al convento de Santa Clara, todo el campo de Laskoain hasta la altura de las espigas de los trigos, y en la iglesia de San Francisco subió unas dos varas. Los daños que se experimentaron fueron igualmente considerables por lo que se ejecutaron algunas obras de defensa, trazadas con mucho conocimiento por el ingeniero hidráulico José del Solar. Tales fueron: la cerradura del paso de las aguas por La Rondilla, el murallón de San Esteban, la elevación dada al camino real cerca de la misma ermita, con la continuación de un murallón hacia Alliri, en fin, la construcción de una pared de cerradura de heredades de Laskoain inferior hasta sus huertas.

Dos inundaciones de consideración han ocurrido durante el siglo XIX en esta villa. La una fue en la noche del 28 al 29 de enero de 1831; la otra en la mañana del 16 de septiembre de 1860. Las aguas entraron por el puente de Santa Clara, portal de Castilla, boquetes de la muralla del Tinglado, y por la parte de la Rondilla, al mismo tiempo que subieron por la de la matadería, como la más baja. Entre las cinco y seis horas de la mañana del 29, de su mayor crecimiento, las aguas llegaron a ocupar el camino real de Navarra frente a Santa Clara y sobrepujaron el primer arco de su puente, entrando en la plaza vieja; en la nueva subieron hasta el cerrojo de los Toriles y segunda grada de las escaleras de la casa concejil. Todas las calles de la población se vieron por consiguiente anegadas, y las tiendas de comercio se vieron en bastante peligro. Fue opinión de observadores prácticos que esta riada fue mayor que la de 1801. La de septiembre de 1860 no fue tan grande. Sin embargo, hay que advertir que los grandes torrentes de agua que anteriormente solían entrar en la población desde la parte de Berrano, no lo hicieron esta vez sino en poca cantidad, merced a la vía férrea que se construyó, y no puede calcularse lo que hubiera sido sin esta circunstancia. La abundante y continuada lluvia de la noche del 15 al l6 produjo por consiguiente un extraordinario crecimiento del río Oria. En su virtud entró éste por los caños de la muralla del Tinglado, y también por las huertas que hay al frente de San Francisco, de manera que ambas aguas reunidas corrían en gran cantidad por la calle del Correo. Así como en todas las inundaciones anteriores, también en ésta subió de retroceso por todos los puntos de la población, entrando por la parte de Belate. Sin embargo, no rebasó el alto de la ermita de San Esteban, aunque le faltó muy poco, ni penetró en la iglesia de San Francisco más que una pequeña cantidad, y aun ésta desde el camino real.

  • Epidemias

Tolosa sufrió numerosas epidemias a causa de su estratégica posición como lugar de paso de gentes, mercancías y tropas. Destaca, en época moderna, la que tuvo lugar en 1707 a consecuencia de la estancia en la villa de prisioneros hechos por las tropas franco-españolas en la batalla de Almana, en el marco de la guerra de Sucesión española. En marzo de 1784 tuvo lugar asimismo una epidemia que duró varios meses y diezmó a la población más pobre. Los médicos atribuyeron la endemia "al vicio de la atmósfera local originado de y la falta de policía urbana, a la estrechez y suciedad de las habitaciones, a la aglomeración de gentes en éstas y a la miseria de las mismas". Se tomaron medidas encaminadas a la mayor limpieza de las calles, al enterramiento de cadáveres con cal viva y a mayor profundidad, al desahogo y ventilación de las habitaciones y tiendas. Con motivo de los estacionamientos de tropas a causa de la Guerra de la Convención, hubo otra epidemia de "fiebres pútridas contagiosas" en 1794. Se experimentó también, consigna Gorosábel, en esta villa en 1804 una enfermedad contagiosa, que se cebó en la gente pobre por falta de aseo, alimento sano, ropa decente y su aglomeración. Igualmente en julio de 1808 principió la "calentura bilioso-pituitosa" a consecuencia del continuo tránsito de las tropas francesas. Propagáronla los numerosos y continuos alojamientos de éstas, la falta de aseo consiguiente en las calles y habitaciones, el no enterrar los muchos caballos que morían a la conveniente profundidad, etc. Como estas causas subsistieron por el estado de la guerra, duró también la epidemia hasta principios del año inmediato, causando entretanto muchas víctimas, particularmente entre los pobres.

  • Visita de Jovellanos en 1791

Cerca de Tolosa, y antes de entrar, se detiene el viajero en el convento de San Francisco y, apeándose, entra en la iglesia. Como siempre que describe arte, es moroso en las descripciones de cada una de las obras que contempla, pero en esta iglesia de Tolosa descubre un retablo, el de la Piedad, que colma su capacidad de asombro. Por su descripción y por las conjeturas que hace de su posible autor, merece que lo trascribamos:

"pero lo que sorprende y causa una admiración extraordinaria es el retablo de la Piedad, que está en una capilla al lado de la Epístola, frente al púlpito. En el embasamento hay una bellísima medalla que representa en medio relieve el Entierro del Salvador en figuras de la mitad del natural; no puedo ponderar bastante cuánto me agradó esta escultura, muy superior en el dibujo, en el gusto, en la expresión y en la buena y delicada ejecución, a cuanto he visto en España. Gregorio Hernández y Juan de Juni se quedan muy atrás; y si esta obra no es de Alonso Cano, no sé a quién se pueda atribuir en España, aunque sí que éste sólo pudiera competir con el autor del dicho retablo. Jovellanos se refiere sin saberlo a Ambrosio de Bengoechea, discípulo de Juan de Anchieta. "En el primer cuerpo hay una Piedad, en que Nuestra Señora, con su Hijo en los brazos, sobrepuja a lo mejor que hizo Hernández en este misterio tan repetido. La estatua del Cristo es digna de Miguel Ángel, y la de la Virgen tiene una fuerza de expresión sorprendente: está sentada al pie de una cruz de gran carácter, y todo el cuadro, con bellísimo marco, es contenido en un cuerpo de arquitectura de orden corintio, de dos columnas pareadas, y su cornisamento con un romanato cortado para dar lugar a un crucifijo que no me pareció igual a lo demás, o por estar estofado (todo el resto en madera), o por ser de otra mano; pero el San Juan y la Virgen en pie que están a su lado son dos estatuas de mérito igual a las anteriores, y no les ceden San Andrés y Santa Elena, de algún mayor tamaño, que están colocados sobre el cornisamento, perpendiculares a las columnas del primer cuerpo. Si yo entiendo algo de esto, créase que todo es asombroso". Ya en Tolosa, va "a la posada nueva: buena y bien servidos".

Buen observador de las diversiones populares, Jovellanos reseña que en la plaza: "vimos jugar... a la pelota a algunos jugadores de chapa, entre ellos dos clérigos". Pero no se conforma con ver, indaga y pregunta, por lo que puede anotar: "nos dijeron que con ocasión de fiestas públicas había grandes partidos de pelota a que bajaban franceses, navarros y vizcaínos; que en el último las apuestas importarían 100 pesos (otros dice 200), que ganaron los franceses, aunque el penúltimo partido fuera el triunfo sobre ellos de los tolosanos". Averigua que en Tolosa "está la fábrica de bayonetas para el Ejército". Pregunta por don Félix Samaniego, pero le dicen que estaba en "la hacienda de campo de Juramendi (si no me engaño); le veré a la vuelta". Por la tarde vuelve a iniciar el viaje, con dirección a Hernani. Días más tarde vuelve a Tolosa al anochecer, alojándose "no estamos en la posada nueva: era día de arribo de la diligencia y estaba ocupada con huéspedes; la que nos aloja es limpia y bien asistida". Aquí se entrevista con don Félix Samaniego, como se lo había propuesto en su paso anterior por Tolosa el pasado lunes, día 22. Con el fabulista sostiene "graciosísima conversación" y les recita algunos versos "de su descripción del Desierto de Bilbao, dos de sus nuevos cuentos de que hace una colección, todo saladísimo". Está con él "hasta las diez dadas", encargándole Samaniego que visite a su mujer a su paso por Valladolid. A las seis de la mañana del sábado, día 27, con niebla y frío, sale de Tolosa "por buen camino a la derecha del río".

  • Guerra de la Convención

El 2 de agosto de 1794, ante el avance de las tropas francesas dentro de Guipúzcoa, las tropas españolas que se habían retirado desde la zona de Irún hasta Hernani, deben abandonar esta última villa y retroceder hasta Tolosa donde establecen su cuartel general. El 4 de agosto, conocida la capitulación de San Sebastián, estas tropas, al mando del conde de Colomera, salen de Tolosa y se dirigen hacia el interior. El 9 de agosto, las tropas ligeras francesas toman Tolosa, tras ser diezmadas considerablemente por el regimiento español de caballería de Farnesio, el cual se retira a Lecumberri. El 26 de agosto, tres batallones franceses salen de Tolosa, según la orden recibida del representante del pueblo, Pinet, y, por el camino de Régil, llegan a Azpeitia, donde roban las reliquias de la iglesia de Loyola; más tarde, van a Eibar y Elgoibar, que incendian, produciendo una fuerte reacción en contra del pueblo guipuzcoano. Los daños que experimentó el pueblo en esta ocupación enemiga se evaluaron en 3.721,482 reales; sin contar los perjuicios que tuvieron las muchas familias que emigraron al interior de la provincia, Alava, etc., abandonando sus casas. Existe un yacimiento arqueológico en el paraje de Igarondo, orilla derecha del Oria, necrópolis relacionadas con el cercano convento de Santa Clara, utilizado como acuartelamiento durante las guerras de la Convención, napoleónica y realistas. Resto de 115 individuos jóvenes del sexo masculino, así como restos de ropa, botones militares franceses y monedas, que confirman la hipótesis de un cementerio militar.

  • Auto de "buen gobierno" (1799)

A causa del ambiente postbélico que se respiraba en Tolosa tras la guerra de la Convención, el Ayuntamiento, presidido a la sazón por Manuel Sebastián de Aranza Aguirre, promulgó el 4 de enero de 1799 un auto por el que se dictaban normas de policía municipal que contemplaban aspectos sobre circulación de mercancías, tránsito nocturno de personas, respecto de los días de precepto y festividades religiosas, así como normas sobre transeúntes y viajeros. Predominan estas últimas (control de transeúntes y de inquilinatos y hospedajes), así como las referidas a circulación nocturna, sin duda dirigidas al control de espías y personas indeseables, manifestándose así el ambiente de inseguridad propio de épocas turbulentas.

  • Ocupación francesa

Durante la guerra antinapoleónica Tolosa estuvo ocupada constantemente por una guarnición de tropa francesa. Sujeta, por lo tanto, a sus órdenes, exigencias y extorsiones. Tampoco pudo desentenderse de los pedidos de las guerrillas de naturales del país y así es que, por haberse puesto alguna dificultad al pago de las contribuciones que le exigieron, algunos caseríos de su jurisdicción fueron incendiados el 25 de marzo de 1812. Para libertarse de la continuación de las quemas, con que amenazaba el diputado José de Guerra, tuvo que pagar la contribución pedida, de lo que noticioso el general francés conde Dorsenne exigió en pena doble cantidad. Después de la batalla de Vitoria, el general Foy con unos 12.000 hombres se replegó para esta villa el 25 de junio de 1813 por la mañana. Los pedidos de raciones que antes de su llegada hicieron los comisarios fueron muy grandes, e imposibles de cumplirse en la penuria en que estaba el pueblo. Era, pues, inminente un saqueo general de parte de un enemigo escaso de víveres; y que además iba en retirada. Una feliz casualidad salvó a este vecindario de semejante desastre. Fue la noticia que el padre de Gorosábel, alcalde de la misma villa, dio a Foy acerca de la dirección tomada por José Bonaparte después de la mencionada batalla: dirección, de la que este general se hallaba del todo ignorante. Los aliados y franceses se batieron en todo el dicho día 25 en las cercanías de esta villa, a la cual avanzaron los primeros hacia el anochecer, a saber, los ingleses y portugueses con la brigada de Francisco Longa por la parte de Navarra, las divisiones españolas por la de Castilla. Apenas habían acabado de evacuar la población los últimos franceses, cuando los aliados entraban por ambas puertas. Si grande fue el alborozo de los tolosanos, no fue menor el compromiso en que vieron de atender a las necesidades de tan numerosas tropas, compromiso, del cual el Ayuntamiento salió con bastante felicidad, atendidas las circunstancias. Por esta razón se decretó después que, el 25 de junio de cada año, se celebrase una función solemne de iglesia con sermón y Te Deum, función que se hizo en bastantes años, pero quedó después suspendida. Durante esta guerra gran parte de su juventud tomó las armas en los batallones que se levantaron al mando del coronel Gaspar de Jauregui.

  • Trienio Liberal

En la época de 1820 al 1823 sus hijos se armaron en defensa de la causa constitucional. Después de haber sostenido la población en buen orden, a la invasión del ejército francés en abril de ese año, unos se quedaron en la defensa de San Sebastián, pero los más pasaron a Santander, Oviedo y· La Coruña, donde pelearon con dicho enemigo francés, capitulando con honor. Hubo en Tolosa, durante el Trienio Liberal, una Sociedad Patriótica. Fundada en mayo de 1820, fue la primera de Guipúzcoa.

  • I Guerra carlista

En octubre de 1833 comienza el primer conflicto armado carlista. En las provincias vascas sobre todo, en Aragón y Cataluña, masas de campesinos y parte de la clase urbana ingresa en las filas carlistas a la muerte de Fernando VII. Por factores tan influyentes en esta época como los fueros, lucha entre el centro y la periferia, discordancias sociales, cuestiones religiosas y políticas, las provincias vascas se verán envueltas en dos largas guerras. En 1833 se formó en Tolosa una Junta que comenzó a organizar la guerra. Lardizabal fue nombrado comandante general y por otra parte Iturbide. Iturriza e Iturriaga fueron comisionados para reclutar jóvenes y formar partidas. En 1835 Tolosa estaba en manos de los liberales. Al capitular la guarnición liberal de Villafranca el 3 de junio del mismo año. Jauregui, jefe liberal que ocupaba la plaza fuerte de Tolosa, huye a San Sebastián, temiendo alguna sorpresa de los carlistas. Queda en manos de éstos, para volver a ser reconquistados a los pocos días por los liberales. El 5 de junio de 1835, es decir, a los tres días del desastre que sufren los liberales en el Alto de Deskarga, vuelve Tolosa a manos carlistas.

  • Batallón de la Libertad

Tras la reacción absolutista al Trienio Liberal (1823-1833) y al filo de este último año, los liberales de Tolosa organizaron sus milicias, como los realistas de la villa lo habían hecho en 1825. Esta fuerza de urbanos abandonó Tolosa al ser ésta tomada por Zumalacárregui, refugiándose en San Sebastián y volviendo a la villa tras el convenio de Bergara. Al ocurrir la revolución de septiembre de l868 y la instauración, en octubre del mismo año, del nuevo Ayuntamiento liberal tolosarra, la Corporación solicita a Madrid la creación de una fuerza armada de "voluntarios de la Libertad". En junio de 1869 se forma una compañía a cuyo frente se colocó como capitán de Miqueletes de la Provincia, fue sustituido por Leandro Lasquibar. Tras el resurgimiento de las partidas carlistas en 1872, los voluntarios de la Libertad eligen como jefe a José Aranzabe y como teniente, a Sebastián Córdoba. Esta milicia luchó duramente con las tropas del cura Santa Cruz. Durante este año de 1872 y ante el enrarecimiento de la situación, el Ayuntamiento fortifica la villa, disponiendo que todos los empleados municipales pertenecieran al cuerpo de voluntarios de la Libertad. En enero de 1873 se uniforman, adoptando la boina roja. En junio de 1873 los voluntarios, a los sones del himno de Riego, proclaman oficialmente la República. Este año fue el de mayor apogeo de la milicia liberal tolosarra, que ascendió a 541 individuos. Además del batallón existía en Tolosa una compañía de artillería y otra de móviles y auxiliares, compuesta asimismo por paisanos. En 1874 las tropas carlistas del general Lizarraga cercaron Tolosa. Ante la imposibilidad de recibir ayuda, los batallones de Libertad, con sus familias y numerosos liberales tolosarras se refugian de nuevo en Donostia. Tras la restauración en la persona de Alfonso XII y la derrota del carlismo, en 1876 el Ayuntamiento liberal encarga a los batallones del recibimiento al nuevo monarca. Con la primera quinta forzosa del ejército, desaparecieron las tropas voluntarias y milicias civiles de uno u otro color. (Ref. Tuduri, José María: "El batallón de la libertad"..., Muga, 13, 1981).

  • Capital de Gipuzkoa

Durante el período constitucional, de 1820 a 1823, se planteó un proyecto de ley, a las Cortes sobre división territorial que colocaba a Tolosa como capital de la "provincia de Tolosa"; el proyecto no prosperó por las presiones contrarias ejercidas por San Sebastián. Por decreto de 19 de enero de 1844 fue Tolosa la capital guipuzcoana, hasta 1854 en que recuperó San Sebastián la capitalidad.

  • La jurisdicción de Tolosa en época de Gorosábel

En 1860 Aldaba se componía de 24 caseríos de labranza, una fábrica de cartón y estraza, dos molinos harineros y la casa de habitación del cura. El barrio de Bedaio, en el confín de esta provincia, limítrofe con los lugares de Uztegi y Azkarate de Navarra, tenía 16 caseríos de labranza, una casa rural y otra de habitación del beneficiado. La jurisdicción de la villa de Tolosa en 1860 se componía del territorio propio de la misma con sus barrios extramurales y de los lugares de Berrobi, Gaztelu, Irura, Leaburu y Orexa. En época anterior era de mucha mayor extensión, y tal que llegaba a la sexta parte de toda la provincia.

  • La batalla de Belabieta

El general Lizarraga, jefe carlista de Guipúzcoa, tenía sitiada desde setiembre de 1873 la plaza de Tolosa, sin que le fuera posible a su contrincante Loma levantar el cerco por más esfuerzos que hizo. En una de las ocasiones consiguió llevar un importante convoy a Tolosa, cuya guarnición se reanimó al recibir la ayuda, pero no hizo más que regresar a Andoain la columna Loma y el cinturón quedó otra vez cerrado por las fuerzas carlistas. Los liberales no se resignaban a perder la antigua capital foral de Guipúzcoa, y Moriones concibió un plan audaz y bien meditado para socorrerla y librarla definitivamente del acoso en que la tenían los voluntarios de D. Carlos. Moriones se decidía a acudir en socorro de Tolosa, pero su marcha de Pamplona era muy peligrosa y casi imposible; entonces recurrió a una estratagema que le salió muy bien. Conociendo Ollo la próxima marcha de Moriones a Tolosa, se movió rápidamente con los batallones 1.º, 2.º, 3.°, 4.º y 5.° de Navarra y la batería de montaña, situando sus fuerzas en Lecumberri, Betelu y Berástegui. Pero Moriones hizo correr la voz de que se dirigía a Logroño, para atacar otra vez Estella. En las estaciones de Tafalla, Tudela, etc., se cargaba material, al parecer, con destino a Logroño. El brigadier Argonz, segundo jefe de Navarra envió angustiosos avisos a Ollo, rogándole volviera hacia Estella, pues temía ser atacado y no contaba con fuerzas suficientes para resistir. Ollo no era de su opinión, pero ante la posibilidad de perder Estella, retrocedió yendo a situarse entre Muez, Munarriz y Salinas de Oro. Entonces Moriones, que había mandado salir fuerzas de Tafalla y Lerin y Olite en dirección a Logroño, contramarchó rápidamente y se fue a Pamplona de donde partió sin perder momento hacia el puerto de Belate, paso dificilísimo que cruzó sin ser molestado, ni siquiera por guerrillas sueltas. Desde Belate llegó hasta Aritxulegi, en los confines del valle de Oiartzun, logrando unirse sin pérdida alguna con la división de Loma: unidas ambas fuerzas se dirigieron a Tolosa.

Ollo, enterado de la marcha de Moriones, partió inmediatamente para Lecumberri y desde allí por Leiza y Berástegui se aproximó al lugar donde iba a librarse la batalla. Coincidió todo esto con la entrada de Santa Cruz en España y su marcha sigilosa hasta las líneas carlistas, con el propósito de sublevar la división guipuzcoana que mandaba Lizarraga. Liquidado este incidente, Moriones y Loma concentraron sus fuerzas en Andoain y Lasarte. Ollo se concentró en Elduayen y Lizarraga en Asteasu, Larrauri, Zizurkil, etc.: las tropas de Moriones y Loma atacaron a este último, quien se vio obligado a ceder terreno: entonces Ollo mandó avanzar las suyas y la artillería que disparaba sobre Andoain. La acción alcanzaba gran amplitud y en vista de esto Ollo envió avisos a Elío para que, si lo tenía a bien, le auxiliara con dos batallones con los que se hallaba acantonado en Leiza. Elío se puso en marcha, pero no llegó al lugar de la acción hasta después de anochecido, cuando ya había cesado la batalla. La acción fue muy dura, pues sólo el 2.º de Navarra tuvo más de 200 bajas: el brigadier liberal Padial fue herido dos veces. Elío, que tomó el mando de todas las fuerzas carlistas, ordenó que se retirasen a alojamientos aceptables, dejando tan sólo avanzadas en los montes de Belabieta. Moriones y Loma tuvieron muchas bajas, pero consiguieron su objeto de abastecer y socorrer a Tolosa, levantando momentáneamente el bloqueo, pero a los ocho días volvió a cerrarse el anillo, merced a la nueva ocupación por los carlistas de Villabona, Zizurkil, Asteasu y alturas vecinas que dominaban completamente la carretera de acceso. Todo el prestigio que pudo dar a Moriones esta fugaz victoria, lo perdió al verse obligado a embarcar sus columnas en San Sebastián para regresar a Navarra, dando un gran rodeo, pues no se atrevió a retirarse ni por Belate, ni por Lecumberri, ni por Segura, por temor a sus adversarios. La batalla de Belabieta tuvo lugar el día 11 de diciembre. Las fuerzas que en ella tomaron parte permanecieron en Guipúzcoa. [Ref. Oyarzun, Román. Historia del carlismo, 1939 (pp. 384-387)].

  • La II Guerra carlista

Durante la segunda guerra (1872-1876) se publica en Tolosa algunas veces el periódico carlista El Cuartel Real. Otras veces se publicaba el mismo periódico en Durango. Oñati o Estella. Era el único periódico carlista que se editaba, pues la actividad periodística había cesado por causa de la guerra. En 1874, el general Loma encontraba demasiadas dificultades para abastecer Tolosa, que estaba sitiada desde septiembre de 1873 por los carlistas; decide pues evacuar la guarnición a San Sebastián, el 28 de febrero. El 5 de marzo D. Carlos hizo su entrada triunfal en Tolosa. Desde este momento los carlistas eran dueños de toda Guipúzcoa, excepto la capital, Irún y alrededores.

  • Logia masónica

Hubo en Tolosa una logia francmasona, denominada "Obreros del Progreso", cuya primera noticia data de junio de 1878.

  • Organización foral

Villa, independiente. Era una de las cuatro en que debía residir el Corregidor durante un año enteramente con su Tribunal y Audiencia. [Fuero de Guipuzcoa, Tít. III, Cap. I]. También la Diputación de la Provincia. [Fuero de Guipuzcoa, Tít. VII, Cap. I]. Fue una de las dieciocho en que se debían celebrar las Juntas Generales. [Fuero de Guipuzcoa, Tít. IV, Cap. I]. En ella debía de estar el Archivo General de todos los papeles antiguos y modernos de la Provincia, colocados en su iglesia parroquial en el respaldo de ella, a la parte de la Epístola. Había también intramuros de la villa. un almacén, en el que se guardaban las municiones que había de usar la gente de la Provincia en las ocasiones de guerra, y una Casa Real en la que se fabricaba todo género de armas defensivas y las ofensivas que no necesitaban de pólvora con encargados que cuidaban de su gobierno y mantención y con gran número de oficiales que trabajaban a sueldo del rey en diferentes oficinas y labores para la provisión de los ejércitos y armadas reales "de todos los Reinos de España". Tenía su asiento esta villa en las Juntas Generales de la Provincia el primero a la mano siniestra del Corregidor y votaba en el s. XIX con 155 fuegos y medio, entre los que se comprendían los 9 lugares o aldeas sujetas a su jurisdicción y los del encabezamiento particular de Billabona. [Fuero de Guipuzcoa, Tít. IX, Cap. I y III].

Desde época bastante antigua, señala Gorosábel, tuvo la villa de Tolosa ordenanzas municipales. Consta, en efecto, que ya las tenía el año de 1322 con aprobación del rey, Alfonso XI de Castilla, si bien no se sabe su contenido, ni cuál era la organización del municipio determinada por ellas. Hay también antecedentes de que en 1338 se le dieron otras, respecto de las cuales existe igual carencia de noticias. Lo que parece es que tales ordenanzas primitivas no serían más que algunas disposiciones particulares sobre puntos determinados de administración económica y no un cuerpo o colección de ellas. Así es que sabemos que el rey aprobó las que le propuso la villa, referentes a la venta de la sidra, despachando sobre ello su provisión en Valladolid a 1 de noviembre de 1335. Se ve también que Pedro I confirmó en Castrogeriz a 21 de abril de 1354 otro acuerdo de la villa según el cual nadie podía comprar en su albóndiga más de una fanega de trigo cada día, ni clase alguna de granos para revender. A este tenor habría probablemente otras ordenanzas decretadas de forma aislada, conforme iba existiendo la necesidad de dictarlas. La organización municipal antigua estaba reducida a un alcalde ordinario, un fiel de la cofradía de San Juan de Arramele, y otro fiel o escribano del concejo y, por consiguiente, no había ayuntamiento propiamente tal. En su lugar había junta general o batzarre de vecinos, la cual se acostumbraba celebrar en público en la plazuela de Santa María y en la que se trataban todos los asuntos de alguna importancia del pueblo. Lo que después se llamó regimiento, o sea la institución de regidores, con deliberación reservada de los negocios, fue una reforma hecha en vista de los inconvenientes que se experimentaron de la numerosa concurrencia: alborotos, riñas, escándalos, etc. Continuó, no obstante, hasta el s. XIX, la costumbre de tocar la campana mayor de la iglesia parroquial para la celebración de los ayuntamientos particulares, aun en los días de tabla u ordenanzas, ceremonia que se consideraba necesaria para la validez de los acuerdos.

En tal estado solicitó la villa al rey el año de 1532 la mejora de su organización municipal y ésta fue aprobada en Medina del Campo a 5 de agosto del mismo año. Estas ordenanzas, que constan de 109 capítulos, se aumentaron en 1534 con otras seis, y, más adelante en 1706, tuvieron nuevas adiciones y retoques. Con arreglo a sus diferentes disposiciones, el gobierno municipal de Tolosa debía componerse de un alcalde, de un fiel de la cofradía de San Juan de Arramele y de cinco regidores, cuyas obligaciones se especifican. Debía haber además, sin entrada en ayuntamiento, un mayordomo balsero, un manobrero de la iglesia, dos jurados y otros tantos guardamontes. También un teniente de alcalde, para suplir las ausencias, enfermedades y demás impedimentos del propietario. Todos estos cargos eran anuales, y los que los servían no podían ser reelegidos sin guardar los huecos de años señalados en las mismas ordenanzas. Debían recaer precisamente en vecinos concejantes nobles hijosdalgo intramurales, y solamente los dueños de la casa de Yurreamendi gozaban de la prerrogativa de poder optarlos pese a vivir fuera del cuerpo de la villa. El alcalde, su teniente y regidores se nombraban el día de San Miguel, lo que se verificaba por medio de seis electores sacados a la suerte de entre los vecinos concejantes. La elección del fiel de la cofradía de Arramele se hacía 15 días antes en la iglesia de San Juan de este barrio. Se estableció después un síndico procurador general, para que representase los intereses públicos, como vigilante y fiscal de los mismos. Más adelante, en 1762, con arreglo a las órdenes generales del rey, la elección del ayuntamiento se trasladó al día 1 de enero de cada año. Así, en virtud del auto-acordado de 5 de mayo de 1766 se establecieron dos diputados del común y un síndico personero.

Toda esta organización municipal cambió a consecuencia de la publicación de la ley de 8 de enero de 1815, conforme a la cual, el ayuntamiento de esta villa se compuso de un alcalde, dos tenientes de alcalde y once regidores. El alcalde ordinario de Tolosa desde la fundación de esta villa fue revestido de toda la jurisdicción necesaria civil y criminal, mero y mixto imperio en la primera instancia. No tenía, sin embargo, un documento explícito y particular que acreditase esta autoridad, por lo que solicitó, y obtuvo el competente albalá dado por Juan II a 15 de mayo de 1442. Se dice en él que por hacer bien y merced a los vecinos y moradores de dentro del cuerpo de la misma villa y de sus vecindades de fuera de ella, y porque le había suplicado su primo el rey de Navarra, era su voluntad que no fuesen demandados ni juzgados en primera instancia si no es ante el alcalde expresado, y no ante otro juez cualquiera. Quedó, por consiguiente, a salvo el recurso de apelación, conforme a las leyes, para ante la real audiencia y chancillería, o bien, en su caso, para ante el corregidor de la provincia. El concejo de Tolosa suplicó luego al rey se dignase expedir el correspondiente privilegio rodado de dicha merced, y esto se verificó en pergamino de cuero (Cantalapiedra a 7 de junio de 1443), que conservó la villa en su archivo. A pesar de esto, parece que el fiscal del rey pretendió que no debía observar este privilegio, porque no había pasado ante su escribano de cámara, y por otras razones que alegó. En su vista el rey mandó que no se usase ni guardase dicho privilegio hasta tanto que se determinase lo que correspondía por fuero y derecho, contra cuya disposición representó el concejo de Tolosa al rey, exponiendo a su consideración los agravios y daños que de esto se le seguirían. El rey mandó se guardase y observase puntualmente la citada merced de la primera instancia, librando para el efecto la oportuna real cédula en Estadillo a 28 de junio de 1451.

Desde el origen de la hermandad guipuzcoana de Tolosa fue una de las cuatro, donde el corregidor de la provincia, a una con la diputación de la misma, tenía su residencia alternativa. Los Reyes Católicos mandaron que dicho funcionario residiese continuamente en esta villa, salvo cuando saliese a visitar las demás de la provincia; pero esta disposición fue revocada a instancia de algunas otras, en virtud de una real provisión del consejo librada en Toro a 8 de enero de 1505. Mandóse, sin embargo, por ella que el corregidor residiese en Tolosa el mayor tiempo que buenamente pudiese hacerlo, determinación que se sobrecarteó en Segovia a 18 de mayo del mismo año. Las Juntas Generales celebradas en Villafranca el año de 1799, habiendo declarado la conveniencia de que el corregimiento y diputación de la provincia se fijasen en un pueblo, eligieron por tal a la villa de Tolosa cuyo acuerdo fue aprobado por el rey, librando para su ejecución la competente real cédula en Aranjuez a 25 de mayo de 1800. En su cumplimiento se establecieron en esta dicha villa las dos expresadas autoridades provinciales con todas sus dependencias. Así las cosas, a la instancia de algunos otros pueblos, que se creían perjudicados con esta medida, se restableció el sistema de tandas por una real provisión; y el corregidor y diputación se trasladaron en 1802 a la villa de Azpeitia. Las Juntas Generales de 1834 decretaron también la residencia perpetua del corregidor y diputación en esta villa, cuya aprobación suplicaron a la reina quedando suspendida por las circunstancias de la guerra civil. Concluida ésta, diferentes pueblos renovaron este asunto y por real decreto de 19 de enero de 1844 Tolosa fue declarada capital de Gipuzkoa.

A su virtud se establecieron en esta villa las autoridades política y administrativa de la misma provincia, conservándose en ella hasta que a consecuencia de la revolución del año de 1854, se trasladó la capitalidad a San Sebastián aunque la Diputación foral y Consejo provincial subsistieron en esta villa de Tolosa hasta la segunda guerra. Los lugares sometidos a la jurisdicción de la villa de Tolosa no tuvieron al principio más autoridad local que un jurado. Después se establecieron en ellos alcaldes pedáneos, dependientes del ordinario de esta villa. Sus atribuciones en lo civil se reducían a entender en juicio verbal de cantidades que no pasasen de dos mil maravedíes, y aun esto en concepto de jueces delegados. En lo criminal sus facultades consistían en tomar las primeras providencias para detener a los presuntos reos, auxiliar a los agraviados, dar parte de los delitos, y remitir todo lo obrado al alcalde de Tolosa. Por ello los alcaldes de los lugares venían a esta villa, después de su elección en los mismos a jurar sus cargos en manos del de Tolosa, costumbre que se observó inalterablemente. Los alcaldes de Berrobi, Gaztelu, Irura, Leaburu y Orexa, que todavía no se habían eximido, continuaron practicando la misma formalidad del juramento hasta que, publicada la ley' de ayuntamientos de 8 de enero de 1845, cesaron de tener la calidad de pedáneos, y ejercieron las atribuciones comunes.

  • Elecciones en el siglo XIX
Elecciones generales de 21-IV-1879
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa, del 24-IV-1879.
CandidatosVotos
Conde de Egaña72
Egaña y Carpio49
Castelar1

Elecciones generales del 11-II-1891
Ref. La Voz de Guipúzcoa del 3-II-1891.
CandidatosPartidosVotos
GoitiaCoalición liberal534
RezustaCarlista437
AmestoyIntegrista122

Elecciones generales del 5-III-1893
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 9-III-1893. Filiaciones en diversas publicaciones de la época.
CandidatosPartidosVotos
GoitiaCoalición Liberal614
ZubizarretaCarlista457
AmeztoyIntegrista77

Elecciones generales del 12-IV-1896
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 17-IV-1896.
CandidatosPartidosVotos
AlzolaConservador598
ZubizarretaCarlista557
En blanco 2

Elecciones generales del 27-III-1898
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 30-III-1898. Filiación en El Fuerista del 27-III-1898.
CandidatosPartidosVotos
FigueroaCoalición Liberal627
Patricio de Orcaiztegui 3
Tomás Santa Cruz 1
En blanco 2

Elecciones generales del 16-IV-1899
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 19-IV-1899. Filiaciones en La Unión Vascongada del 17-IV-1899.
CandidatosPartidosVotos
PraderaCarlista636
García CortinaAdicto515

  • Industrialización

El desarrollo histórico de Tolosa, en el primer tercio del siglo XX, se caracteriza por dos elementos fundamentales; el proceso industrializador y la presencia de las organizaciones obreras. Tras el final de la Segunda Guerra Carlista la industria moderna comienza a desarrollarse en la villa del Oria. Consecuencia inmediata de esto es la aparición de las primeras organizaciones obreras, pioneras en la historia obrera de Guipúzcoa. En 1891, como consecuencia de la victoria en la huelga minera de Vizcaya de 1890 y en las elecciones municipales de ese mismo año, que suponen la elección de los primeros concejales socialistas en el País Vasco, se crea la primitiva agrupación socialista de Tolosa, el 31 de julio de 1891, tras un mitin de Facundo Perezagua.

La conflictividad laboral se hará presente en la antigua capital foral desde los primeros años del siglo. Desde 1901 existe una Sociedad de Oficios Varios, que será reemplazada en 1902 por la definitiva Agrupación Socialista de Tolosa. Consecuencia de la organización de los trabajadores serán las reivindicaciones laborales de éstos. De esta manera en 1902 se produce la primera huelga en la factoría La Guipuzcoana. La paz social no se volverá a ver alterada hasta 1907. Ese año el conflicto se declara en Mustad y Cía., pero no tendrá mayores consecuencias.

Habrá que esperar hasta 1912 para asistir a la primera conmoción de tipo social en Tolosa. En el verano de dicho año, los trabajadores de la sección de "couché" de la Papelera Española se declaran en huelga en demanda de la desaparición del trabajo a destajo y de la implantación de un sueldo fijo. La victoria de los trabajadores en el conflicto se traduce en una considerable mejora de las condiciones de vida de los mismos, a la vez que en un considerable avance de la afiliación a las organizaciones obreras, que da origen a la publicación de un diario -Avante- dirigido por Enrique de Francisco.

El año 1916 marca un nuevo hito en la historia de Tolosa en el siglo XX. En dicha fecha, y en protesta por la carestía que provoca el bloqueo naval inglés como consecuencia de la I Guerra Mundial, se origina un nuevo conflicto. En esta ocasión las demandas, a las que se unen los sindicatos católicos, se concretan en la solicitud de aumento de salarios, pago semanal de los mismos y· descanso dominical. El largo conflicto, de noviembre de 1916 a enero de 1917, dio origen a la creación de una cocina popular en la plaza de toros de Tolosa. Una vez finalizado el conflicto, las mujeres de la villa pidieron su mantenimiento debido a su economía.

Tras el final de la guerra europea, a principios de la década de los veinte, comienza a hacerse sentir el fantasma de la crisis económica. El paro y el endurecimiento de las posturas patronales van oscureciendo el panorama de la villa. A pesar de ello, en abril de 1920, se logra la firma del Convenio Colectivo de Trabajo, acuerdo alcanzado por Nicolás de Urgoiti -en representación de la Papelera Española- y Enrique de Francisco por el Sindicato Papelero de Tolosa. Fruto de este convenio es el reconocimiento -por parte de la empresa- del sindicato como interlocutor válido, el compromiso de respetar los derechos cívicos y políticos, la revisión salarial cuando el coste de la vida aumente en un 10% y el acuerdo de pagar al sindicato 10 pesetas por cada tonelada de producto elaborado. Esta cantidad se destinaría a la construcción de edificios sociales, mutualidades, creación de cooperativas y escuelas.

A partir de este año otro elemento entra en juego en Tolosa, la aparición del sindicalismo anarquista, representado por el Sindicato Único. Este pronto hace presentes otros medios de lucha obrera. En enero de 1921 es incendiada la Papelera Beotibar, en represalia por el despido de varios obreros y la negativa del resto de secundar una huelga. A los pocos días, el presidente del sindicato anarquista tratará de asesinar en el puente de Arramele a Enrique de Francisco, en un atentado que ocasionará la muerte de un joven. La Dictadura de Primo de Rivera, entre 1923 y 1930, supondrá un período de relativa paz política y social. La actividad de las organizaciones de tipo político y obreras se reduce sensiblemente hasta el final del período dictatorial.

  • Asamblea de la Liga Foral

El 23 de julio de 1905 tiene lugar en Tolosa una asamblea en que la Liga Foral convoca a "las juntas locales, partidos, organismos colectivos, prensa y particulares..." con el fin de designar una candidatura conjunta para las elecciones al Congreso convocadas para septiembre. La reunión será presidida por el presidente de la Liga Eugenio Gabilondo.

  • Asamblea de 1918

El 1 de diciembre de 1918 se reunieron en Tolosa los representantes de los municipios guipuzcoanos, presididos por los alcaldes de Donostia, Tolosa, Bergara, Irún y Azpeitia, reclamando junto con las diputaciones de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa la derogación de la ley de 1839 y la plena reintegración foral.

  • II República

Con la llegada de la II República da comienzo una de las etapas más intensas de la historia de la villa. Las elecciones municipales del 12 de abril dan la victoria a los candidatos tradicionalistas que se imponen a los candidatos PNV y republicanos.

  • Elecciones 1900-1936
Elecciones generales del 19-V-1901
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 24-V-1901. Filiaciones en La Unión Vascongada del 13-V-1901.
CandidatosPartidosVotos
RuizLiberal562
PraderaCarlista540
En blanco 1

Elecciones generales del 26-IV-1903
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 29-IV-1903. Filiaciones en La Constancia del 26-IV-1903.
CandidatosPartidosVotos
UrquijoCarlista675
PardoLiberal369
Guillermo Laborde Beovide-1

Elecciones generales del 10-IX- 1905
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 13-IX-1905. Filiaciones en La Voz de Guipúzcoa de 11-IX-1905.
CandidatosPartidosVotos
OruetaLiga Foral686
UrquijoCarlista562

Elecciones generales del 21-IV-1907
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 24-IV-1907. Filiaciones en La Voz de Guipúzcoa del 22-IV-1907.
CandidatosPartidosVotos
Díaz AguadoCarlista533

Elecciones a Diputados en Cortes del 8 de marro de 1914
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa. marzo 1914.
CandidatosVotos
José de Orueta Pérez de Nenin512
Pablo Iglesias Posse92
Pedro Endaya14
Pedro Otegui2
Ladislao Zabala1
Fermín Zavala1
Rafael Díaz Aguado1
Rafael Bandrés1
Roberto Castronido1
Francisco Arocena1
Orueta, Olazabal y Orcaiztegui1
Votos en blanco17

Elecciones generales del 9-IV-1916
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 12-IV-1916. Filiaciones en La Voz de Guipúzcoa del 10-IV-1916.
CandidatosPartidosVotos
BilbaoCarlista858
UsabiagaRepublicano249
En blanco 23

Elecciones generales del 24-II-1918
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 27-II-1918. Filiaciones en La Voz de Guipúzcoa del 25-II-1918.
CandidatosPartidosVotos
BilbaoJaimista812
LardizabalPNV539
Votos sueltos 11
En blanco85

Elecciones generales del l-VI-1919
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 6-VI-1919. Filiaciones en El Pueblo Vasco del 26-V-1919.
CandidatosPartidosVotos
CareagaTradicionalista639
HornPNV265
BandrésLiberal234
Votos sueltos 4
En blanco 14

Elecciones generales del 29-IV-1923
Ref. El Pueblo Vasco del 1-V-1923.
CandidatosPartidosVotos
OrejaTradicionalista399
EizaguirrePNV1

Elecciones Municipales del 12 de abril de 1931
CandidatosPartidos
José SasiainRepublicano
José A. Labadía (Bolas)Republicano
Pedro ArreguiRepublicano
Félix CarreraRepublicano
Pedro DoctoriarenaSocialista
Fidel AzurzaTradicionalista
Alejandro BarrenecheaTradicionalista
Antonio ElóseguiTradicionalista
Pedro CaballeroTradicionalista
Ramón LarrañagaTradicionalista
Rufo de AndañoTradicionalista
Javier GurruchagaIntegrista
Marcelino AlcortaIntegrista
Jesús ArsuagaIntegrista
Dionisio OñativiaJaimista
Manuel UrretaJaimista
Jesús S. IrazustaNacionalista
Isaac López MendizabalNacionalista

Este resultado será denunciado por los nacionalistas alegando coacciones a los electores, lo que llevará a la repetición de las elecciones en mayo de 1931. Debido a las reclamaciones existentes se constituyó una gestora que funcionó hasta el 8 de mayo de 1931 , día en el que, en accidentada sesión repleta de incidentes entre el público, fue constituido el Ayuntamiento siendo elegido alcalde el republicano José Sasiain con los votos de la Coalición republicano-socialista y los de los nacionalistas. El 14 el Ayuntamiento acordó no adherirse a la República con el voto en contra de la no adhesión, de los republicanos y nacionalistas. Esta composición no fue durable ya que, algunos días después, fueron destituidos varios concejales en virtud de decreto del Gobierno que instituyó una gestora compuesta por Pedro Aguirre y Félix Carrera, republicanos, Pedro Doctoriarena, socialista, Ricardo Andoño y Ramón L., tradicionalistas. A fines de mayo se formará una única lista de derecha -integrada por los tradicionalistas y nacionalistas- lo que supone un primer ensayo de la candidatura que se impondrá en las próximas elecciones legislativas de mayo de 1933. La nueva mayoría se impone a los candidatos republicano-socialistas en una jornada plagada de incidentes y en la que se produjeron varios heridos.

Elecciones municipales de 3 de mayo de 1931
Ref. La Voz de Guipúzcoa del 2-VI-1931.
PartidosNº concejales
Carlistas6
Integristas2
PNV6
Socialistas1
Republicanos4

Alcalde: Doroteo Ciaurriz.


Los comicios celebrados entre 1931 y 1936 muestran un dominio de las fuerzas conservadoras en Tolosa. De esta forma, en las elecciones legislativas de 1931 se impondrá la llamada "Candidatura Defensora del Estatuto", integrada por la Comunión Tradicionalista y el PNV. Unicamente en 1933, como consecuencia del impacto del plebiscito autonómico celebrado escasas fechas antes, logrará imponerse el PNV. Las elecciones legislativas de febrero de 1936 volverán a poner de manifiesto la supremacía de la derecha, que será la candidatura más votada. La gran conmoción de la Segunda República, la Revolución de Octubre, se salda en Tolosa con un muerto y varios heridos al tratar la fuerza pública de despejar la carretera. Junto a este incidente se produce un paro generalizado y ejemplares del diario tradicionalista La Constancia son prendidos fuego en las calles de la villa foral.

Elecciones generales del 28-VI-1931
Ref. La Voz de Guipúzcoa del 30-VI-1931. Filiaciones en El Pueblo Vasco del 30-VI-1931.
CandidatosPartidosVotos
PicaveaIndependiente1.533
PildainIntegrista1.530
UrquijoTradicionalista1.528
LeizaolaNacionalista1.527
GárateAcción Nacionalista976
UsabiagaDerecha Republicana973
AmilibiaUnión Republicana972
De FranciscoSocialista965

Sí al Estatuto Vasco: Tolosa estuvo representada en la Asamblea de Estella.

En el plebiscito del 5 de noviembre de 1933 para refrendar el Estatuto Vasco se obtuvo en esta localidad el siguiente resultado:

Ref. La Voz de Guipúzcoa, nov. 1933
Nº de Electores7.042
A Favor6.631
En Contra98

En febrero de 1934 parte de sus concejales enviaron un telegrama a la Comisión de Estatuto Vasco de las Cortes protestando por el estado parlamentario del proyecto y la aceptación de los resultados del plebiscito.

Elecciones a Diputados en Cortes del 19 de noviembre de 1933
CandidatosVotos
Tellería1.971
Urraca1.970
Paguaga1.963
Maeztu1.958
Irazusta1.822
Leizaola1.728
Monzón1.712
Irujo1.690
Picavea1.567
De Francisco856
Echevarría833
Alvarez815
Angulo810
Bizcarrondo677
Usabiaga674
Gomendio649
De la Torre627
Imaz23
Larrañaga13
Astigarribia11
Zapirain11

Elecciones a Diputados en Cortes del 16 de Febrero de 1936
Ref. El Pueblo Vasco, febrero 1936.
CandidatosVotos
Lojendio2.227
Oreja2.218
Paguaga2.211
Múgica2.180
Ansó1.734
Apraiz1.703
Larrañaga1.637
Irujo1.593
Irazusta1.543
Monzón1.454
Lasarte1.450
Picavea1.410
Amilibia1.169

Elecciones a Diputados en Cortes del 1 de marzo de 1936
CandidatosVotos
Picavea2.793
Lasarte2.415
Irujo2.323
Irazusta2.323
Ansó1.772
Apraiz1.770
Amilibia1.719
Larrañaga1.693

  • Guerra Civil

La Guerra Civil tendrá unas graves repercusiones en la villa. Desde un primer momento un "Comité Revolucionario", integrado exclusivamente por las organizaciones socialistas, se hace con el control de la villa, procediendo a la detención de los principales dirigentes de la derecha local que son conducidos a la Casa del Pueblo. Sólo tras la intervención de los concejales republicanos, a los que acompañaban los nacionalistas y la Guardia Civil, logran que éstos sean trasladados a la cárcel de la villa y algunos puestos en libertad. El 28 de julio, con las fuerzas provenientes de Navarra en las inmediaciones de Tolosa, el Comité Revolucionario decide hacerse con el control de la situación, para lo que contaba con el respaldo del dirigente comunista Jesús Larrañaga, a la sazón Comisario de Guerra. Como consecuencia de esta acción, once presos derechistas de Tolosa serán detenidos y trasladados a la capital donostiarra, donde serán asesinados. Esta acción provocó la dimisión de la Junta de Defensa de Tolosa y el comisario de Orden Público, el nacionalista Telesforo Monzón. En lo que se refiere a las operaciones militares se puede decir que la campaña fue breve en Tolosa. Para el 10 de agosto las tropas de Cayuela -que avanzaban desde Ordizia- y las de Latorre, provenientes del valle de Berastegi, han cercado Tolosa. Ese día, ocupada la estación y la factoría de la Papelera Española, se acuerda la evacuación de la villa, que es ocupada al día siguiente por las tropas de Cayuela. A partir de este momento da comienzo una dura represión, difícil de contabilizar, que se extenderá hasta mediados de la década de los años 40.

  • Tiempo de destrucción

En la posguerra un hecho destacado convulsionó a la sociedad tolosarra y guipuzcoana en general. El 3 de noviembre de 1950 era asesinado el guarda del Banco de Tolosa, hecho que quedó sin esclarecer pese al envío de policías de Madrid para su investigación. La presunta implicación de personalidades del Régimen y la conmoción que supuso este hecho quedó recogida en la novela inconclusa de Luis Martín Santos Tiempo de Destrucción.

  • Tolosa en el Primer Franquismo (1936-1948)

El periodo del Primer Franquismo en Tolosa, que extendemos desde la ocupación de la villa, en agosto de 1936, hasta la celebración de las primeras elecciones orgánicas -en noviembre de 1948- supuso la consolidación de la hegemonía carlista en la villa que, en cierto modo, se vio amenazada por el nacionalismo vasco durante la II República. Tenemos que recordar que Tolosa fue uno de los municipios en los que se repitieron las elecciones municipales de abril de 1931. Los resultados siempre resultaron favorables para los tradicionalistas, que en abril se imponen con amplia mayoría, y que en mayo lideran un amplio frente católico fuerista en el que se incluyeron los nacionalistas vascos. La Comunión Tradicionalista solo pierde su hegemonía en las elecciones legislativas de 1933, donde el PNV logra mejores resultados. En las otras dos elecciones (1931 y 1936) las coaliciones "Defensora de Estatuto de Estella" y "Contrarrevolucionaria" respectivamente logran el triunfo electoral con comodidad (Cfr. Rodríguez Ranz, 1994). Las fuerzas políticas presentes en Tolosa durante la II República, nacionalistas vascos, PSOE, el republicanismo e incluso la pequeña presencia del Partido Comunista, no lograron contrarrestar la hegemonía del carlismo en la villa. El comienzo de la Guerra Civil, a semejanza de lo que ocurre en otros municipios, pone el control de la localidad en manos de una Junta de Defensa Local, en la que se integran todos los partidos pero en la que los socialistas ejercen un mayor control de la situación.

La campaña emprendida por los sublevados el 18 de julio se acerca a mediados del mes de agosto de 1936 a Tolosa. Tras la ocupación de Ordizia (29 de julio) los republicanos establecieron una línea defensiva que se apoyaba en las localidades de Zaldibia, Abaltzisketa y Gainza, desde donde el fuego de la artillería republicana amenazaba Ordizia. La línea defensiva se cerraba con el monte Aldaba. Sin embargo, y pese a la resistencia de los milicianos que defendían Gainza, el día 7 de agosto la línea republicana es desbordada y las tropas sublevadas que avanzan por el Oria pueden establecer contacto con las que proceden de la zona de Berastegi con el fin de cercar Tolosa, cortando las vías de comunicación que desde la misma se dirigen a Azpeitia y a la capital guipuzcoana.

El día 10 de agosto las primeras vanguardias de los sublevados se acercan a Tolosa y, pese a los ataques de la aviación republicana, logran ocupar la estación y el edificio de la Papelera Española. Ese mismo día las autoridades republicanas, ante la posibilidad de establecer un combate callejero, optan por acordar la evacuación de la villa. En la calle San Francisco y en el puente de "Los Fueros" se establecen las últimas barricadas defensivas de Tolosa, con la intención de proteger el repliegue hacia Villabona de las tropas republicanas. Sin embargo, los atacantes optan por rodear la localidad con la intención de cortar la retirada de los republicanos. El día 11 Tolosa es ocupada, hecho que es recogido por el periodista británico Steer cuando narra que "el comandante carlista [Cayuela] llegó a pie hasta la alcaldía y se encontró con las sobras de la comida de los oficiales del Frente Popular. Se hicieron unos cien prisioneros y dudo que se les tuviera mucho tiempo esperando". Los días siguientes, pese al continuo ataque de la aviación republicana, los sublevados consolidaron su dominio de la villa, periodo que aprovechan los sublevados para reorganizar sus tropas para, el día 16 proseguir su avance hacia Andoain, con lo que la guerra se puede dar por terminada en Tolosa.

Pese a que el frente se alejaba de Tolosa en dirección a San Sebastián la creación de la Junta de Defensa de Azpeitia pudo haber tenido repercusiones sobre la situación en Tolosa. Los nacionalistas vascos, tras la creación de la junta dieron comienzo a la formación de las milicias vascas, que se acuartelaron en la Casa de Ejercicios de Loyola, las del PNV, y en el "Hotel Loyola", las de ANV Estas milicias avanzaron por Régil hasta llegar a Gabiria. Esta localidad se convirtió en uno de los vértices de una línea defensiva establecida por las milicias nacionalistas que pasaba por el collado de Andazarrate -en cuya ocupación intervino el diputado nacionalista Manuel de Irujo (cfr. Barruso, 2003)- hasta Oria. De esta manera las alturas que dominaban Tolosa por el oeste quedaban en manos de los nacionalistas, amenazando el flanco de las tropas que progresaban por el Oria. Sin embargo los mandos nacionalistas, en vez de progresar hacia Tolosa, con la posibilidad de atacar la retaguardia de los sublevados optaron por proteger la carretera Tolosa-Azpeitia sin entrar en combate con las columnas procedentes de Navarra.

Pero el conflicto no se aleja de Tolosa, ya que el Ayuntamiento decidió instalar, en el pabellón del Hospital Civil, un "hospital de sangre" con trescientas camas, que posteriormente, al ser insuficiente, se extendió al asilo de la Casa de Beneficencia, que desde el 5 de agosto de 1937 pasó a ser controlado por las intendencia militar. Pero éste no fue el único hospital instalado en la villa, ya que en las Escuelas Nacionales Graduadas se instaló otro con capacidad para doscientos heridos. La instalación del hospital de sangre en la Casa de Beneficencia, sin embargo, fue una fuente de problemas para el municipio. Tal como se indica en un informe interno de FET y de las JONS los hospitalizados civiles tuvieron que ser trasladados a los sótanos, donde la "falta de mínimas condiciones de higiene y salubridad públicas.... con consecuencias mortales para algunos" llegaron al extremo de que "muchos de los niños acogidos, al ser cedidas su camas para los menesteres del hospital de sangre, hubieron tenido que dormir, de mala manera, sobre el suelo" (AGA-Presidencia, c.23). Finalmente la propia Jefatura Provincial del Movimiento, en febrero de 1940, pide que se clausure el hospital de sangre para que éste recupere su carácter civil.

· La represión de guerra y posguerra

En Tolosa, al igual que ocurre en el resto de localidades guipuzcoanas, tras la derrota de los republicanos se ponen en marcha una serie de procesos represivos que afectan en mayor o menor medida a la población y que tienen mucho que ver con la situación que se ha vivido en la localidad durante la Guerra Civil pese a que, como en el caso de Tolosa, esta haya durado unos pocos días.

La Tolosa de posguerra está, en gran medida, condicionada por la muerte de los presos derechistas de la localidad, que fueron sacados de la cárcel de Tolosa para ser fusilados en San Sebastián el día 4 de agosto de 1936. El recuerdo de estas víctimas se perpetuará en el Franquismo mediante un monumento que será escenario de diversas manifestaciones del Régimen y que en los años finales del Franquismo sufrirá uno de los primeros atentados con bomba llevados a cabo por E.T.A. La muerte de los presos tradicionalistas de Tolosa tienen una gran repercusión en la localidad, pero no podemos establecer una relación clara entre este hecho y la represión que se llevó a cabo en la misma. En el momento actual podemos documentar el caso de 67 vecinos de la villa que pasaron por tribunales militares de los cuales 22 fueron condenados a muerte y nos consta la ejecución de al menos 19 de ellos. Entre los fusilados destaca, sin lugar a dudas, el sacerdote tolosarra y propagandista nacionalista José Ariztimuño "Aitzol", que fue apresado al bordo del buque "Galerna" que hacía la travesía Bayona-Bilbao (Cfr. Barruso, 2001) y que sería fusilado en el mes de octubre de 1936 en el cementerio de Hernani sin que se formara causa alguna. Otros vecinos de la localidad fueron juzgados en Santoña -tras la rendición de los batallones nacionalistas- y condenados a largas penas de prisión. Según los datos de Carmelo Landa Montenegro (Cfr. Landa, 1998) al menos cinco vecinos de Tolosa fueron juzgados en la localidad cántabra y condenados a penas que oscilan entre los 12 y los 30 años de prisión. Otros fueron detenidos en la posguerra, tras ser enviados a sus casas tras el final de la contienda, como es el caso de José Irurita, detenido tras ser puesto en libertad en Albacete y condenado a muerte. Conmutada la pena permaneció seis años en prisión (Cfr. Barruso, Blázquez, Villanueva, 1991). El perfil de los procesados por la Justicia Militar en Tolosa responde al de un hombre, de unos 30 años, de izquierda y condenado a penas de 12 a 30 años de cárcel de los que cumplieron -afortunadamente- sólo una parte debido al colapso que sufrió la justicia. De todas maneras la presencia de tolosarras en la cárcel municipal se prolongó en el tiempo: entre agosto de 1937 y diciembre de 1938 son 102 los presos que permanecen en la cárcel de la localidad, 64 de los mismos en espera de concejo de guerra y el resto como detenidos. Esta alta densidad de presos se reducirá sensiblemente en la posguerra, como demuestra que de los 1.262 presos que las autoridades franquistas reconocen que existen en Gipuzkoa en 1940, solo 23 de ellos permanecen en la cárcel de la localidad. Esto sin embargo no quiere decir que la represión se suavice sino que la prisión de Ondarreta y el campo de prisioneros de Zapatari concentran la mayor parte de la población reclusa de la provincia.

· Represión económica e incautaciones

Menos conocida que la represión física, pero tan importante o más que la anterior, es la represión económica puesta en marcha por los Franquistas. Esta se organizó sobre la base de dos textos legislativos; el decreto del 9 de enero de 1937 -que crea las Comisiones Provinciales de Incautación de Bienes- y la ley de Responsabilidades Políticas de 9 de febrero de 1939. Veamos brevemente a aplicación de cada uno de estos textos en Tolosa.

Durante la Guerra Civil la represión económica corrió a cargo de la Comisión Provincial de Incautación de Bienes, quien basándose en una serie de supuestos (pertenencia a los partidos políticos opuestos al "Alzamiento", actuación política durante la II República...) procedió a incautar los bienes de las organizaciones políticas que se habían opuesto a la sublevación. En Tolosa tenemos constancia de la incautación del batzoki del PNV y de la Casa del Pueblo del PSOE que se produjo el 24 de julio de 1937 y quedó convertida en depósito de muebles de la Comandancia Militar de Tolosa. Igualmente se incautó la cuenta de la Agrupación Socialista de Tolosa con 507 pesetas.

Pero la incautación no solo afectó a las organizaciones políticas sino también a los particulares. Según el registro de propiedades administradas por la Comisión Provincial de Incautación de Bienes de Guipúzcoa podemos señalar que al menos treinta vecinos de Tolosa -entre los que se encuentran Doroteo Ciaurriz e Isaac López Mendizábal- tienen sus bienes incautados. En total son un conjunto de 54 propiedades (dieciséis fincas urbanas, tres caseríos, quince fincas rústicas y diez créditos lo incautado) que en el período de vigencia de la Comisión Provincial -es decir hasta julio de 1939- rindieron a las arcas del Estado un total de 10.328 pesetas, lo que viene a suponer más de trece mil euros en la actualidad. Pero la actuación de la Comisión Provincial no se limitaba a la incautación de los bienes sino que instruía un expediente del cual se derivaba una sanción que era impuesta por las autoridades militares. No tenemos demasiados datos de las sanciones impuestas por la Comisión pero si podemos documentar una sanción de 100.000 pesetas que se impuso en diciembre de 1938 al nacionalista Eduardo Ortizberea quien, sin embargo había muerto en el frente de batalla (AGA-Justicia, c.76).

La Ley de Responsabilidades Políticas de 9 de febrero de 1939 vino a sustituir a actividad de las comisiones provinciales y su finalidad era sancionar todas las actividades políticas "contrarias al Movimiento" que habían tenido lugar con posterioridad al 1 de octubre de 1934. En virtud de esta ley son 27 los vecinos de Tolosa procesados de los cuales 11 son condenados imponiéndoseles un total de 45.000 pesetas (unos 60.000. en la actualidad) en sanciones. La sanción más elevada que impone el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Navarra y Guipúzcoa, con sede en Pamplona, recae sobre Pedro Arraiza Huarte. En marzo de 1940 se le impone una sanción de 40.000 pesetas acusado de ser el secretario del Partido Radical en Tolosa y pasar "en Francia gran parte del tiempo que duró la pasada guerra". Previamente la Comisión Provincial de Incautación de Bienes le había impuesto una multa de 75.000 pesetas. Arraiza, corresponsal en Tolosa del diario republicano La Voz de Gipuzkoa, es acusado por el Ayuntamiento de Tolosa de "propagar entre las masas inconscientes sus enconos políticos llegando en varias ocasiones al insulto personal contra elementos de derecha por sus actuaciones político sociales y concejiles inyectando el odio en las masas contra esta clase de personas que fácilmente se dejó sentir durante el período rojo con la detención, encarcelamiento y fusilamiento de respetables personalidades derechistas" (AGA-Justicia, c.1.406). Tras este la siguiente sanción más elevada recae en el nacionalista Eusebio Vitoria Echeverría, miembro de la Junta de Abastos e interventor del PNV, que se encuentra en el exilio. En diciembre de 1940 es condenado a pagar una multa de 3.000 pesetas (AGA-Justicia, c. 1.350).

· Depuración y control social en la posguerra

Pero las actuaciones represivas puestas en marcha por el Franquismo no se detuvieron en lo que hemos mencionado, sino que se extendieron por todos los estamentos de la sociedad. Los prisioneros de la Guerra Civil, una vez puestos en libertad, estaban expuestos a sufrir detenciones periódicas o a ser inhabilitados para determinados puestos de trabajo, lo que en no pocos casos, obligaba a la emigración. Pero en el caso de Tolosa, debemos mencionar dos grupos que experimentaron el rigor represivo del régimen; nos referimos al clero y a los profesionales de la Enseñanza.

La cuestión del clero ya no debe sorprender a nadie. Dieciséis fueron los clérigos fusilados por los franquistas y otros muchos los encarcelados y sancionados. Entre el clero tolosarra podemos mencionar al menos cuatro clérigos a los que el Gobierno Civil de Gipuzkoa pensaba sancionar. Dos de ellos -Francisco Las Heras y Miguel Apezteguía- en 1937 se encontraban detenidos en la cárcel de Tolosa, mientras que un tercero, Juan J. Sesé opta por huir hacia Bizkaia, de donde pasó al exilio. Si a esto unimos la muerte de Ariztimuño podemos afirmar que, en proporción, el clero de la villa papelera fue uno de los sectores sociales más afectados por la represión franquista, pese a que pueda parecer una paradoja. En el conjunto del Arciprestazgo de Tolosa se pretendió sancionar a un total de 21 sacerdotes de los cuales fueron desterrados cuatro y otros seis fueron detenidos durante algún tiempo.

Otro de los sectores más afectados por la depuración de la posguerra fue el del Magisterio. De un total de quince maestros nacionales que ejercían en Tolosa cuatro son sancionados y uno, Tomás Ortiz, separado definitivamente del servicio al encontrarse ausente de la localidad. Al parecer Tomás Ortiz era miembro de la dirección de Izquierda Republicana en Tolosa. Para apreciar con claridad el intenso control social al que se ve sometida la población de la villa papelera durante la inmediata posguerra podemos detenernos en el caso de Pablo Arrizabalaga, maestro de la localidad. La guerra la sorprende en Zegama, lugar donde pasaba las vacaciones y donde es detenido durante un día acusado de ser nacionalista. Sin embargo es puesto en libertad y, según informa el alcalde de Tolosa -el tradicionalista Fidel Azurza- se reintegra a su puesto al comenzar el curso escolar. Sin embargo, a finales de 1936 da comienzo su expediente de depuración, en el que es acusado por los diferentes informantes, de ser nacionalista y haber votado en las elecciones a esta candidatura. Los informes remitidos desde Zegama van en la misma dirección, señalando que figuraba como "socio de la Eusko Echea (sic) de esta localidad, estando por tanto considerado como nacionalista" (AGA-Educación, leg.190). Esto supone que se formulen cargos en su contra a los que responde que su pertenencia al batzoki se debía "más a tener un punto de reunión con mis amigos que por ideología" y aunque reconoce haber votado a los nacionalistas señala que "no he querido votar separatismo" (AGA-Educación, leg. 190). El maestro es detenido nuevamente, esta vez tres meses y medio, sin que sepamos si las autoridades militares le imponen alguna sanción. Su expediente se resuelve finalmente en 1939 siendo inhabilitado durante dos años para ejercer el Magisterio, que la Comisión D eleva a cinco en el caso de que ejerza en el País Vasco o en Cataluña.

Igualmente llamativo es el caso de la maestra Mª Luisa Olano, que "por presión de su marido, destacado izquierdista de Tolosa" (AGA-Educación, leg.192) permaneció en Francia hasta julio de 1937. Esto, siguiendo la lógica de la Comisión D, le supuso la separación definitiva del servicio al encontrarse ausente pero, en 1940, tras haberse trasladado a Haro la citada maestra, pide la revisión de su expediente. En el mismo se pueden apreciar los informes contradictorios del párroco, quien en 1936 afirmaba que la expedientada "parecía simpatizar con el ideario de su marido que milita en Izquierda Republicana". El mismo clérigo, en octubre de 1940, afirmaba que "se sabe que durante el laicismo hizo bendecir a calladas, con gran riesgo para su persona, las escuelas que ella regentaba" (AGA-Educación, 192). A la vista de los nuevos informes la Comisión Superior Dictaminadora de Examen de Penas, en noviembre de 1941, decide confirmar a la maestra en cuestión pero inhabilitándola para cargos directivos y decretado la pérdida de los haberes no percibidos. La otra maestra sancionada lo es por haber pertenecido a Emakume Abertzale Batza y se le impone un traslado dentro del País Vasco y tres meses sin sueldo (AGA-Educación, leg.192).

· La vida política en el Primer Franquismo

El carlismo tolosarra emerge como fuerza hegemónica de poder local durante el Primer Franquismo. La alcaldía de Tolosa es ocupada por Fidel Azurza, que ya había ocupado el cargo durante la II República y que durante la Guerra Civil había sido presidente de la Junta Carlista de Guerra. Esta, constituida el 10 de agosto de 1936 en Ordizia, cuenta con la presencia de los tolosarras Ramón Alcorta, Germán Raguán y José Aramburu, este último nombrado secretario de la misma. El intento de desarrollar el partido único en Gipuzkoa encuentra numerosos problemas, como queda puesto de manifiesto en un documento fechado en 1943 en el que se señala que las jefaturas locales llevan "una vida muy lánguida" mientras que, por el contrario, cuando existe "un centro o círculo de recreo (generalmente el antiguo Círculo Tradicionalista) hay mayor lozanía en su desenvolvimiento" (AGA-Presidencia, c.92). Las difíciles relaciones entre falangistas y carlistas en Tolosa se ponen de manifiesto con motivo de los actos que tienen lugar para conmemorar la "liberación" de Tolosa en agosto de 1942. En los citados actos se producen incidentes entre los carlistas seguidores de Fal Conde, y opuestos al Franquismo, y el aparato oficial de FET y de las JONS con el Alcalde de Tolosa, Serapio Altuna, y el Presidente de la Diputación, Fernando Aramburu al frente. Pero los problemas políticos en Tolosa durante el Primer Franquismo son constantes. En 1942 un informe señala que no se ha conseguido resolver el problema de la Jefatura Local de FET y de las JONS, a la vez que ponía de manifiesto la hegemonía política de los hermanos Ortiz de Zárate que ocupaban los cargos de Jefe Local, y las delegaciones de Auxilio Social, Información e Investigación, Frente de Juventudes y Prensa y Propaganda. Según este informe ésto producía un retraimiento de los miembros del partido único -en su mayor parte tradicionalistas- y era empleado por los partidarios de Fal Conde como una muestra de apoyo al dirigente carlista disidente. Para solucionar esta situación se propone que se nombre como jefe local a Germán Raguán, integrante -como hemos visto- de la Junta Carlista de Guerra y que luchó en la Guerra Civil con el grado de teniente. Como méritos para la designación de Raguán se menciona, aparte de ser ex combatiente, el haber perdido "a sus otros dos hermanos, uno asesinado por los rojos y otro caído en el frente", eso sí, en el informe se recomienda mantener las delegaciones de mayor interés político en manos falangistas (AGA-Presidencia, c.92).

El personal político en Tolosa sigue el mismo proceso que en el resto de municipios guipuzcoanos. Durante el período de la Guerra Civil son designados por el Gobernador Civil los gestores municipales, recayendo la mayor parte de los cargos en tradicionalistas que, en el caso de Fidel Azurza, ostentará un buen número de cargos en el Franquismo. Azurza, como ya hemos visto, fue nombrado alcalde de Tolosa, cargo que dejará para ser nombrado -en septiembre de 1937- Jefe Provincial de FET y de las JONS, cargo en el que permanecerá hasta agosto de 1938 en que es sustituido por Juan José Pradera, director de La Voz de España e hijo de Víctor Pradera, fusilado por los republicanos en los días previos a la ocupación de San Sebastián. Pero no será Azurza el único político tolosarra que ostente cargos de importancia en el Franquismo. En 1949 el alcalde de la villa, Ramón Llanos Goiburu, es designado procurador en las Cortes franquistas a propuesta del Jefe Provincial del Movimiento siendo elegido en detrimento del alcalde de Eibar (AGA-Secretaría General del Movimiento, c.200).

El resto de la vida política se caracteriza por un proceso de renovaciones continuas en la composición del consistorio, pero siempre con el denominador común de que los designados son tradicionalistas. En 1939 se produce una renovación parcial del consistorio. En octubre renuncia el alcalde Eusebio Alberdi al que sustituye Rafael Ariztia de Harrasarri, que ocupaba el cargo de primer teniente del alcalde. Como consecuencia del nombramiento del nuevo regidor al mes siguiente se produce una profunda renovación del consistorio, entrando a formar parte del mismo cuatro nuevos concejales. A diferencia de lo que ocurre en otros municipios guipuzcoanos, en 1943, no se producen grandes cambios en la corporación municipal. Tan solo se cubre una vacante que pasa a ser ocupada por José Olarriaga Zabaleta, miembro de la Comunión Tradicionalista y de la Junta Carlista de Guerra en San Sebastián, cargo desde el que accede a la jefatura de intendencia de la Administración General de la Junta Carlista de Burgos (AGA-Gobernación, 2540). Entre 1943 y 1948, año en el que se celebran las primeras elecciones municipales "orgánicas" llevadas a cabo por el Franquismo podemos documentar varios cambios parciales en el consistorio que se llevan a cabo en 1945 y 1946 en todos los casos para cubrir vacantes que se producen por renuncia de los concejales que las ocupaban.

Los años 1947 y 1948 son de mayor actividad política en los municipios guipuzcoanos en general y en Tolosa en particular. En 1947 el régimen celebra el primero de sus referéndums, en el que se somete a aprobación la Ley de Sucesión, que facultaba a Franco a nombrar su sucesor. Como es lógico suponer el Franquismo pone en marcha un proceso interno para lograr que la consulta arroje los resultados esperados, lo cual no impide que se celebre una "campaña" electoral a favor del "SÍ". La campaña arranca con un acto en el "Teatro Gorriti" de Tolosa el 1 de julio de 1947 con la intervención del Alcalde de Tolosa; Ramón Llanos Goiburu, el Diputado Provincial Dionisio Tellería, el Secretario de las Cortes Antonio Paguaga y el Gobernador Civil de Gipuzkoa, Barón de Benasque (La Voz de España, 2-7-1947). El referéndum arroja unos resultados claramente favorables al Régimen en el que un 78% del censo se posiciona a favor del "SÍ". Sin embargo la poca transparencia y la manipulación llevada a cabo del proceso de la votación - no conocemos los resultados municipales- y del censo -se excluye a todos aquellos que pueden ser considerados como "desafectos"- (Cfr. Barruso, 2000) nos ponen de manifiesto el escaso valor que tienen la consulta a nivel popular.

El siguiente acto de la campaña política emprendida por el régimen es la celebración, en noviembre de 1948, de las primeras elecciones municipales orgánicas mediante las cuales serían elegidos los ayuntamientos de los Tercios de Representación. De éstos -Familiar, Sindical y de Entidades- tan solo el primero era votado directamente -aunque de manera muy restrictiva- por los ciudadanos, ya que en los otros dos la elección correspondía a los compromisarios sindicales en el caso del segundo tercio y a los concejales de los dos tercios anteriores, que elegían entre una lista propuesta por el Gobernador Civil, los miembros del tercero de los tercios de representación.

A pesar del falseamiento electoral Tolosa es una de las escasas localidades guipuzcoanas en las que se llevan a cabo las "elecciones". Tan solo en dieciséis municipios hay más candidatos que puestos a cubrir, ya que en el resto la proclamación de candidatos -al coincidir ambas cifras- suponía la elección automática de los mismos. En Tolosa son cinco los candidatos, lógicamente todos del partido único, y conocedores de que los "perdedores" debían representar ese papel para dar una cierta imagen de verosimilitud al proceso. En Tolosa, según se desprende de la consulta de la documentación, tenían "derecho al voto" tres mil cabezas de familia, es decir tan solo el 23% de la población de los que "votan" tan "solo" el 62%, lo que supone uno de los porcentajes más bajos de la provincia exceptuando Mondragón (60%) y Eibar (51%). La corporación de 1948 estaba presidida por Ramón Llanos y formada por seis tradicionalistas, dos falangistas, un monárquico y tres concejales sin filiación conocida antes de la Guerra Civil. Por tercios los tradicionalistas son mayoritarios en todos excepto en el de entidades pero esta cuestión carece de importancia ya que todos los elegidos menos tres son militantes de FET y de las JONS. El perfil sociológico de los regidores tolosarras de 1948 corresponde al de un tradicionalista, de una edad en torno a los cuarenta años, afiliado al partido único, considerado como afecto al régimen, empleado en el sector secundario -con un importante porcentaje de industriales que supera el 35% de los miembros de la corporación- y escasa presencia de los otros dos sectores; tan solo un concejal declara como profesión "labrador" y otro "comerciante", si bien estos términos son ambiguos y deben ser entendidos como pequeños propietarios agrícolas y propietarios de establecimientos comerciales (AGA-Secretaría General del Movimiento, c.207). El sistema de elecciones orgánicas pervivió hasta los últimos años del Franquismo, que celebró periódicamente elecciones parciales, ya nunca se eligió a toda la corporación de manera simultánea. Los comicios posteriores, como los de 1954, sirvieron para encumbrar una clase dirigente, procedente de la Guerra Civil -los dos concejales nombrado en 1954 son ex combatientes y procedentes del tradicionalismo.

Cuadro 1: Evolución demográfica en Tolosaldea (zona de Tolosa)Cuadro 1: Evolución demográfica en Tolosaldea (zona de Tolosa)
Pob. 1930Pob. 1940Pob. 1948
Abalzisketa50352522104,375977214,31
Aduna428405-2394,63429245,61
Albiztur647628-1997,06664365,56
Alegia1.1261.115-1199,021.141262,31
Alkiza494466-2894,33213-253-51,21
Altzo425387-3891,064314410,35
Amezketa1.0671.211144113,51.305948,81
Anoeta384381-399,2238430,78
Asteasu1.2451.389144111,571.372-17-1,37
Belauntza266239-2789,851.043-239-89,85
Berastegi1.1501.000-15086,96434433,74
Berrobi37841234108,991.229225,82
Zizurkil1.2451.29045103,61367-61-4,9
Elduain340339-199,71301288,24
Gaztelu27028717106,3257145,19
Goiatz229226-398,692293113,54
Hernialde347322-2592,81.080-93-26,8
Ibarra9341.120186119,91545-40-4,28
Irura5195212100,39292244,62
Larraul280272-897,14519207,14
Leaburu47751134107,1362281,68
Lizartza5705766101,05181468,07
Orexa183175-895,631.50063,28
Errezil1.4471.364-8394,2613.0241369,4
Tolosa12.84713.583736105,73739-559-4,35
Bidania70271513101,852.003243,42
Villabona1.8801.94666103,51573,03

Un último apunte se refiere al comportamiento demográfico de Tolosaldea en el Primer Franquismo. Como se puede observar en el cuadro 1 la comarca mantiene el crecimiento entre 1930 y 1940 pero luego desciende, en términos absolutos, en 1948. Tolosa pese a mantener un leve ascenso entre 1930 y 1940 experimenta un retroceso de población al final del Primer Franquismo, al igual que ocurre con otras localidades de su comarca.

PBB

  • Las primeras votaciones del postfranquismo

Tras haberse expresado en el referéndum de 1976 con 4. 156 sí, 106 no, 217 votos en blanco y un 37,46% de votantes, en 1977 define así sus opciones:

Elecciones del 15-VI-1977
PNV3.13234,30%
PSOE1.56017,10%
EE1.03611,30%
GU97910,70%
ESB7978,70%
DCV5235,70%
DIV4995,40%
PCE2112,30%
AETG1701 ,8 %
PSP700,70%
FUT590,60%
ANV420,40%
FDI260,20%
Nulos y abst.enciones4.42232,70%

Referéndum constitucional del 6 de dic. de 1978 (censo electorla: 14.390)
Votos5.820
3.37123.43%
No2.04514,21%
Abstenciones8.57059.56%
Blanco333
Abstenciones y No73.77%

Elecciones generales del 1-III-1979 (Censo electoral: 15.164)
Ref. Ibermática. Norte, S. A
EE1 .16413,53%
PNV2.45328,53%
HB1.55818,12%
UCD1.36215,84%
PSOE1.02311,89%
EKA3704,30%
PCE2122,46%
ORT1571,82%
UFV951,10%
EMK750,87%
UN700,81%
LKI280,32%
IR250,29%
FE(A)40,04%
ULE10,01%
Abstenciones6.40142,21%

Elecciones municipales del 3 de abril de 1979
Para hacerse cargo de las 17 concejalías de este Ayuntamiento se presentaron diez candidaturas: LKI, PNV, PCE. EE, ORT, EMK-OIC, HB, EKA, PSOE y Tolosa'ko Kirolarien Elkartea. Los votos y, concejales elegidos, sobre un censo de 13.534 electores, fueron: PNV con 3.513 votos: Iñaki Linazasoro, José Aguirrezabala, M. Edurne Etxeberria. Juan Zubiria, José Martín Amantegui, Román Orobengoa, Miguel Zabala y Santos Mocoroa; HB con 1.959: Jokin Gorostidi, Jesús M. Aguirre, M. Josefa Gorostidi, Juan Ignacio Mendizábal y José Sasieta; EE con 1.113: Martín Aguirrezabala y José Javier Moreno; EKA con 480: María Victoria Salinas; PSOE con 693: Juan Asensio. Alcalde: Iñaki Linazasoro del PNV por ser el cabeza de la lista mayoritaria, ya que en la votación el PNV obtuvo 8 votos, Herri Batasuna 7, EE 1 y el PSOE 1.

Referéndum estatutario del 25-X-1979 (Censo electoral: 13.998)
Ref. El Diario Vasco 27-X-1979.
Votos8.57161,28 %
Abstenciones5.42438,77 %
83.15595,14 %
s/c58,25 %
No2062,40 %
Blanco490,57 %
Nulo710,82 %

Primeras elecciones para el Parlamento Vasco: 9-III-1980. (Censo electoral: 14.829)
Ref. El Diario Vasco, 11-III-1980
HB1 .39516,38%
PNV3.39839,92%
EE1.26414,84%
PSOE7779,12%
UCD7188,43%
AP2783,26%
PCE2112,47%
EKA1661,95%
PTE820,96%
EMK660,77%
ESEI480,56%
LKI230,27%
UC110,01%
Abstenciones6.31742,60%

  • Elecciones 1980-1996
Elecciones Generales de 28 de octubre de 1982 (censo electoral: 14.243)
PNV3.843
HB2.029
PSOE1.723
EE1.313
AP/UCD154
PCE151
CDS142
PST22
PCEml13
CUC8
EN7
UCE4

Elecciones municipales del 8 de mayo de 1983
Concejales: PNV; Miren Edurne Echeverría, José Ramón Arriarán, Pedro Tolosa, Juan Zubiria, José Aguirrezabala, José M.ª Urquiola, Francisco Lizarralde y Félix Zubiria. HB: Jesús M.ª Aguirre, Ignacio Javier Aguirre, Luis Maiz y José Francisco Javier Salazar. PSOE; Agapito Julio Turrientes y Joaquín Galán. EE: : Bittor Zubelzu e Iñaki Tapia. Otros: Juan José Zabala. Resultó elegido alcalde el primero.

Elecciones al Parlamento de Vitoria de 26-II-1984
PNV4.131
HB1.699
PSOE1.319
EE976
CP879
Auzolan144
PC97

Elecciones generales del 22 de junio de 1986
PNV2.844
HB2.102
PSOE1.203
EE1.168
CP856
CDS282
IU83
UC47

Elecciones municipales del 10 de junio de 1987
Resultaron elegidos los siguientes concejales: EA: José Manuel Gurrutxaga Segurola. Javier Tellería Eloz, Eulogio López Tolosa, Daniel Aristimuño Alustiza, Esteban Elola Irulegi. HB: Koldo Maiz Larrañaga, Iñaki Elduayen Ugartemendia, Silvana Ostiza Goikoetxea. Juan Antonio Fernández Erdoiza, Antton Izagirre Gorostegi. EE: José María Arakama Carrera, Iñaki Tapia Jiménez, José Antonio Femández de Antona Arregui. PNV Miren Edurne Etxeberria Arrue, José Ramón Arriarán Ayestarán. PSOE: Alfredo de la Iglesia de la Visitación. AP: Francisco Javier Argómaniz Laredo.

Elecciones generales del 29 de abril de 1989
HB2.237
EA2.158
PNV1.360
EE1.103
PSOE1.016
PP721
CDS138
IU116
Otros145

Elecciones al Parlamento de Vitoria del 28-X-1990
HB2.237
PNV1.971
EA1.898
PSOE984
PP708
CDS24
Otros143

Elecciones municipales del 26 de mayo de 1991
Resultaron elegidos los siguientes concejales: EA: José Manuel Gurrutxaga, Javier María Tellería, María Gloria Arzuaga, Antxon González, José Ignacio Tellería y María Jesús Labayen. EE: José María Aracama. HB: Antxon Izaguirre, Jonan Fernández, Garbiñe Ubeda, Luis María Inza y José Miguel Goenaga. PNV: Julián Lacunza, Francisco Ezkiaga y José Ramón Arriarán. PSE: Juan María Jáuregui. PP: Andrés Manuel Bernabé. Fue elegido alcalde José Manuel Gurrutxaga.
Elecciones generales del 6 de junio de 1993
EA2.178
H B2.118
PNV1.695
PSE/EE1.417
PP1.119
CDS24
Otros788

Elecciones al Parlamento de Vitoria de 23-X-1994
HB2.116
PNV1.909
EA1.804
PP996
PSE-EE864
IU406
UA18
CNPS11

Elecciones municipales del 28 de mayo de 1995
Resultaron elegidos los siguientes concejales: EE.: Joxe Gurrutxaga, Antxon González, Itziar Irurzun, José I. Tenería, Lourdes Belloso y Maite Urbistondo. HB: Iñaki Elduayen, Luis M.ª Intza, Bakarne Aranzabal y José M. Peña. PNV: José M.ª Aguirre, Patxi Ezkiaga, Julián Lacunza y Jokin Bildarraz. PP: Juan Carlos Araniguria y Angel Bernardo Yañez. PSE-EE: Oscar Hugo Renedo. Fue elegido alcalde Joxe Gurrutxaga Segurola.
Elecciones generales del 3 de marzo de 1996
PNV2.129
HB2.125
EA1.980
PSE/EE1.446
PP1.284
IU/EB538
Otros74

AAA