Compositeurs

Sorozábal Mariezkurrena, Pablo (version de 1997)

Compositor y director de orquesta. Nació en San Sebastián, el 18 de septiembre de 1897. De origen humilde, sintió verdadera pasión por la música desde muy niño y empezó a estudiar solfeo en la Academia de Bellas Artes donostiarra; recibió lecciones de violín y piano de Alfredo Larrocha y de Germán Cendoya, respectivamente. Pudo hacer estos estudios merced a la Sociedad de Amigos del País. Pronto tocó el violín para ganarse la vida, en agrupaciones instrumentales de teatros, cines y cafés -en el Novedades lo hizo con sus paisanos Juan Tellería (piano) y Santos Gandía (violoncello)- y en 1914 ocupó una plaza en la orquesta fija del Gran Casino, que dirigía el nombrado Larrocha. En verano era reforzada con solistas de Madrid y esto le permitía al joven Pablo conocer otros movimientos musicales, al propio tiempo que apreciaba la labor directorial de Enrique Fernández Arbós, que en la estación estival se ponía al frente de la orquesta de referencia.

Compuso un Cuarteto que escuchó Beltrán Pagola; le agradó a éste y lo matriculó en su clase de armonía y composición. Se trasladó a Madrid y fue violín de la Orquesta Filarmónica y del trío del café Comercial. Logró una beca del ayuntamiento de Donostia y marchó a Leipzig, donde perfeccionó el contrapunto con Stephan Krell, director del Conservatorio, y el violín y la dirección de orquesta con el profesor Hans Sitt. No pudiendo subsistir con el importe de la beca, Sorozábal volvió a tocar el violín en teatros, cines y cafés. Los veranos los pasaba en San Sebastián y dirigía ensayos y algunos conciertos al Orfeón Donostiarra; uno que aún se recuerda consistió en la interpretación de la Novena Sinfónía de Beethoven, con cuarteto vocal formado por solistas de la masa coral. Por entonces compuso los coros: Baserritarrak, Ku, ku , Nere maite pollita, Arrosa lilia y Gabiltzun Kalez kalez, de gran éxito.

Hacía alguna escapatoria a Madrid y en una permanencia conoció a Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso, autores de libreros de zarzuela, que trabajaban a la sazón en el de Katiuska y prometieron a Pablo mandarle escenas a Alemania, lo que hicieron y el músico componía números. En 1923 debutó como director de orquesta en Berlín, con la Gotrian Steinweg. Dirigió varios conciertos en la Exposición de Sevilla ( 1929) y después de nuevas entrevistas con los libretistas de Katiuska terminaron la producción y Sorozábal ultimó la partitura que le haría conocido. Katiuska, opereta en dos actos, se estrenó en el teatro Victoria de Barcelona, el 27 de enero de 1931 y en el Cine Astoria, hoy Rialto, de Madrid, el 11 de mayo de 1932. El ya triunfador maestro decidió residir en Madrid. Era tiple de la compañía lírica que le representaba Katiuska la joven Enriqueta Serrano, con la que se casó al año siguiente.

Con los mismos autores, González del Castillo y Martí Alonso, presentó La isla de las perlas, el 7 de marzo de 1933. En este año, el 27 de octubre, dio a conocer la «ópera chica» Adiós a la bohemia, sobre la obra de Pío Baroja. Obtuvo nuevo éxito, ya que se trata de una de las partituras más bellas y logradas del maestro donostiarra.

Datan de los años 1933-1935: Sol en la cumbre, libro de C. Carreño: El alguacil Rebolledo, argumento de Arturo Cuyás de la Vega: No me olvides, comedia lírica, libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw (teatro de la Zarzuela, segundo trimestre de 1935); La Rosario: La guitarra de Fígaro y La del manojo de rosas, famoso sainete lírico, de Francisco Ramos de Castro y Anselmo Carreño, cuya primera representación tuvo lugar en el teatro Fuencarral, el 13 de noviembre de 1934. Se hallaba Sorozábal en etapa verdaderamente prolífica, y así estrenó, el 16, o sea, tres días después del sainete mentado, La casa de las tres muchachas, en el teatro de la Zarzuela; de su partitura, que consta de doce números, siete son de Schubert y los restantes escritos por el futuro autor de Don Manolito, sobre motivos del genial compositor vienés. En 1936 sometió a público y crítica, en el teatro Tívoli barcelonés otra producción de éxito, el romance marinero La tabernera del puerto, de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, que no llegó a Madrid hasta el 23 de marzo de 1940.

En 1936 Sorozábal era nombrado por el Ayuntamiento de Madrid, director de su Banda Municipal, plaza vacante por fallecimiento de Villa. Debutó con ella el 28 de mayo de 1936, en la casa consistorial, en una recepción ofrecida a las concurrentes a la LX conférence de Hautes Etudes Internationales: el día 31 del mismo mes lo hizo en el parque del Retiro. Sorozábal consiguió que la Banda siguiese en el mismo elevado nivel artístico que la colocó su fundador y primer director, el maestro madrileño Ricardo Villa; en 1937 la dirigió en cincuenta y seis conciertos, uno en Madrid y los demás en sus desplazamientos por Levante y Cataluña. El 1 de mayo del año citado actuó en el Gran Teatro Liceo de Barcelona, con un magnífico programa y, al final del concierto, en unión de la Banda Municipal barcelonesa, asimismo magnífico conjunto que dirigía el maestro Juan Lamotte de Grignon, bajo la batuta del maestro Enrique Morera, interpretaron su célebre sardana La Santa Espina. De regreso la Banda en Madrid, en junio de 1938 desarrolló una audición en el teatro Español, que fue la última que dirigió Sorozábal, pues presentó su dimisión con carácter irrevocable, debido al fusilamiento de uno de los miembros de la Banda.

El autor de Katiuska, que en 1945 lo era de varias composiciones sinfónicas, algunas de carácter vasco, tales como Dos apuntes vascos: Mendian y Txistulariak, Suite vasca, para coros y orquesta, en tres tiempos: Kataliñ, Kunkun y Soguiñ dantza; Variaciones sinfónicas sobre un canto popular, etc., fue llamado por la Orquesta Filarmónica para que la dirigiese, puesto que su fundador, el maestro Pérez Casas, pasó al frente de la Orquesta Nacional. Se presentó el 7 de noviembre de 1945 en un concierto extraordinario, en el que se escucharon, entre otras obras, Noches en los jardines de España, de Falla, con Ataulfo Argenta al piano, y Petrouchka, de Strawinsky. Dirigió la orquesta madrileña hasta diciembre del año 1952 con algunas interrupciones como su dimisión para protestar por la exclusión impuesta por Shostakovich; en 1947 realizó una gira por Hispanoamérica, dando a conocer varias obras líricas suyas y, en Madrid tuvo que preparar el montaje y estreno de otras; no obstante, realizó una labor meritísima, tanto en la parte directorial como en la programación: dio primeras audiciones de páginas de Beltrán Pagola (su profesor donostiarra), del padre Massana, etc., y rindió homenajes a Bretón, Chapí y Pérez Casas. Destacados éxitos directoriales de Sorozábal dignos de destacarse son: los dos conciertos en que dirigió a la Orquesta Nacional, el 1 y 8 de marzo de 1946, y el montaje y dirección general de la ópera Canigó, del padre Antonio Massana, en el Liceo de Barcelona, el 21 de mayo de 1953.

Datan de 1940 a 1954 las siguientes producciones de Pablo Sorozábal: ¡Cuidado con la pintura! (Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, Valencia, 9 de diciembre de 1939, Madrid, cine Rialto, verano de 1940); Black el payaso, opereta en un prólogo y tres actos (Francisco Serrano Anguita, Barcelona, Coliseum, abril de 1942, Madrid, teatro Reina Victoria, 18 de febrero de 1943); Don Manolito, sainete en dos actos (Luis Fernández de Sevilla y Anselmo Carreño, Teatro Reina Victoria, 24 de abril de 1943); La eterna canción sainete madrileño en dos actos (Luis Fernández de Sevilla, Barcelona, teatro Principal, 21 de enero de 1945, Madrid, teatro Reina Victoria, septiembre del mismo año); Los burladores, zarzuela en tres actos (hermanos Alvarez Quintero, teatro Calderón, 10 de diciembre de 1948); Entre Sevilla y Triana, sainete lírico en dos actos (Luis Fernández de Sevilla y Luis Tejedor, teatro circo Price, 8 de abril de 1950): Brindis, revista en dos actos (Luis Fernández de Sevilla y, Luis Tejedor, teatro Lope de Vega, 14 de diciembre dc 1951 ) y, La ópera de mogollón zarzuela bufa, en un acto (Ramón Peña, teatro Fuencarral, 2 de diciembre de 1954).

El 8 de noviembre de 1958, Sorozábal sufrió la dura prueba de ver morir a su esposa, la magnífica artista Enriqueta Serrano, que intervino en las representaciones de casi todas las obras enumeradas y le dio un hijo, Pablo. En colaboración con éste, el 23 de diciembre de 1958, estrenó en el teatro de la Zarzuela, en acertada campaña lírica que llevaba a cabo como empresaria Lola Rodríguez Aragón, la comedia lírica en tres actos Las de Caín adaptación de la comedia de los Quintero. Dos años antes, el bailarín Antonio incluyó en su repertorio unas páginas de Sorozábal Paso a cuatro, sobre melodías de compositores del s. XVIII, que dio a conocer en el Festival Internacional de Granada. Sorozábal ha compuesto varias partituras cinematográficas: Jai-Alai, María, matrícula de Bilbao, Marcelino pan y vino (en colaboración con su hijo), etc.

Llevado de su admiración por Albéniz y Barbieri, del primero reformó e instrumentó la zarzuela San Antonio de la Florida (teatro Fuencarral, 19 de noviembre de 1954) y la ópera Pepita Jiménez, «reestructuración del librero y de la partitura original» (teatro de la Zarzuela, 6 de junio de 1964), y del segundo, modificó y reinstrumentó la zarzuela Pan y toros (nueva versión del libro de José María Pemán).

Sorozábal es autor de numerosas obras corales, entre ellas del popular zortzico Maite; de Victoriana, Suite orquestal sobre coros de Tomás Luis de Victoria. Para el «Homenaje pianístico a la memoria de Juan Crisóstomo de Arriaga» escribió Lamento, canción popular vasca dotada de armonización moderna y ritmo original, y una ópera en cuatro actos sobre el drama Juan José, de Joaquín Dicenta, que no llegó a estrenar por ser prohibida. Una de sus últimas composiciones es una conmovedora Marcha fúnebre vasca, titulada Gernika, escrita para txistus, trompas y tambores. Sobre ella ha dicho el mismo Sorozábal: «Mi Gernika es lo que más aprecio de cuanto yo he hecho en mi vida y por ello la he dedicado a la memoria de mi madre».

Al filo de los noventa años este personaje gozaba, todavía, de excelente salud mental, viviendo en gran actualidad artística. En lo musical, todavía sentía ánimo para el trabajo, retocando algunas de sus composiciones. De vez en cuando podían leerse algunos de sus pintorescos artículos periodísticos -en especial en «Egin»-, escuchársele en entrevistas, con sus personalísimas manifestaciones, y, por encima de todo, nos dio oportunidad de penetrar en su vida y obra leyendo el libro que publicó, Mi viola y mi obra ( 1986), polémico en ocasiones, sentido, sincero, como era su autor. Es obra que no hay más remedio que leer: su agudeza, humor, fuerza, originalidad de conceptos, en fin, esa serie de valiosas singularidades que poseen los hombres tocados por el genio, han conformado una historia, unas valoraciones sobre su obra que dan a toda ella aspectos auténticamente impagables. Murió en Madrid el 26 de diciembre de 1988 a los 91 años de edad.

Ángel SAGARDIA