Preclaro compositor y violinista romántico navarro. Nació en Pamplona el 10 de marzo de 1844. Falleció en Biarritz el 20 de setiembre de 1908. Su cuerpo embalsamado fue expuesto en el ayuntamiento de Iruña el 25 y enterrado en el mausoleo construido por su familia.
Fue bautizado como Martín aunque en su vida profesional adoptó el nombre que hizo famoso. Su padre, Miguel Sarasate Juanena, era músico mayor; al nacer Pablo, dirigía la banda de música del Regimiento de España n.° 20 que se hallaba de guarnición en la capital navarra. Fue trasladado a Valladolid, Santiago y La Coruña.
En esta capital el niño manifestó una precocidad asombrosa en el violín (lo tocaba su progenitor). Después de recibir algunos aleccionamientos de Blas Álvarez, concertino de la orquesta del teatro, dio a los diez años un concierto organizado por militares amigos de D. Miguel. En él lo escucharon la condesa de Espoz y Mina y los duques de Montpensier, quienes, al mostrarlo a su séquito dijeron: "Es microscópico este niño pero, andando el tiempo, más pequeño será el mundo para él". A continuación actuó en Vigo y Ferrol.
Marchó con su madre y con la ayuda de la condesa y de la oficialidad a Madrid donde su fama de niño prodigio se extendió rápidamente. Tal es así que en marzo de 1856 actuó en el Teatro Real y en mayo de ese mismo año en palacio, ante Isabel II.
Con la ayuda de la Reina y de la Diputación de Navarra y contando con 14 años estudia en París con el profesor Delfín Alard. Recibió los primeros premios de violín y armonía del Conservatorio parisiense.
En vez de volver a su tierra, comenzó en 1861, a los 17 años, sus exhibiciones de virtuoso concertista con lo que no tardó en ganar fama internacional tanto por su limpieza de ejecución como por su brío, color y timbre. El mundo entero, incluidas las dos Américas, se hizo escenario de sus triunfos. En 1870 en gira por América latina llegó a Buenos Aires para actuar en el viejo Teatro Colón en una serie de conciertos acompañando a la cantante Carlota Patti y al pianista Teodoro Ritter. En 1877 conoció al que iba a ser su agente, el pianista Otto Goldschmidt, y a la esposa de éste, la también pianista Berta Marx, que le apuntalarían en su vida profesional, uno como administrador y otra como acompañante al piano. A sus cualidades de intérprete -que algunos críticos llegaron a considerar demasiado plagado de "suspiros, ronroneos y melindres"- hay que añadir, sobre todo, la de genial compositor de temas cortos tales como caprichos, temas folklóricos, arreglos de piezas operísticas, etc. Según algunos biógrafos, Sarasate, como Mozart, Arriaga o Albéniz, vencía las mayores dificultades de algunos pasajes con gran naturalidad, estudiaba poco y no se preocupaba de lo que tenía que tocar hasta momentos antes de empezar el recital.
Pese a haber dejado Pamplona a los dos años, y de residir en Biarritz, Sarasate visitó su ciudad natal con frecuencia, en especial durante los sanfermines a los que acudió todos los años desde 1878 hasta su muerte. Su llegada causaba sensación y grandes aglomeraciones. Dio 93 célebres conciertos sufragados de su bolsillo en los que no faltaba una jota, promovió la creación de la Orquesta Santa Cecilia y dinamizó la vida artística de la ciudad a la que donó muchos objetos personales y artísticos, entre los cuales joyas y dos de sus míticos violines, que fueron recogidos en el Museo Sarasate de la ciudad (1897). A partir de 1900 hizo gran amistad con Ricardo Villa al que encomendó varios años las audiciones de Sanfermín y cuya Rapsodia asturiana estrenó y programó diversas veces. En vida todavía, en 1902 el Ayuntamiento lo consagró hijo predilecto de la ciudad y al año siguiente le dedicó el entonces llamado Paseo de Valencia.
AAA