Biographies

SÁNCHEZ ARROSARENA, José Mª Bartolomé

Perfil biográfico

Nació en Bergara (Gipuzkoa) el 24 de agosto de 1822; sus progenitores eran vecinos de Bergara; su padre fue Isidro Sánchez Enero, natural de San Mamés (Palencia), hijo de Tomás y Josefa, naturales también de la misma localidad palentina y su madre Mª Antonia de Arrosarena y Elizalde, natural de Erratzu (Navarra), hija a su vez de Juan y Mª Felipa, naturales también de Erratzu.

Casó con Tomasa Aramburu Gogorza, natural de Azkoitia. El matrimonio tuvo una hija, Eugenia-Estanislada, nacida en Bergara en 1869; la familia residía en la calle Artekale número 20.

Nuestro protagonista falleció en Bergara el 25 de febrero de 1892 de insuficiencia respiratoria; sus funerales se celebraron en la parroquia de San Pedro [1].

Formación

En octubre de 1846, ingresó como alumno en la Escuela Especial de Veterinaria de Madrid, repitió el tercer curso completo en 1849 y se revalido como profesor veterinario de 1ª clase en junio de 1852 [2].

Actividad profesional

Bergara (Gipuzkoa). Siendo alcalde de Bergara D. Telesforo de Monzón, el 16 de julio de 1857, se constituyó la Junta Municipal de Sanidad de la Villa, integrándose nuestro protagonista en calidad de vocal de la misma, dada su condición de profesor veterinario.

Un mes más tarde, Sánchez exponía ante la Junta la necesidad de revisar los títulos a todos aquellos profesionales que se dedicaran a curar toda clase de ganados, en virtud de lo que al respecto disponía el Real Decreto de 8 de julio de 1847 y el Reglamento para su ejecución de 19 de agosto. Recordaba que en ambas disposiciones se establecía claramente las diferentes categorías profesionales y la parte a las que cada individuo podía y debía consagrarse, según su respectiva titulación. La Junta, asumiendo el deber que le correspondía, acordó autorizar a su presidente para que estimulara al subdelegado de Veterinaria del partido judicial de Bergara para que adoptara las medidas convenientes.

El 14 de setiembre, el alcalde informaba a la Junta que junto con el subdelegado de Veterinaria había reunido a todos los albéitares y herradores residentes en la Villa y en especial al albéitar Imaz, ordenándoles que en lo sucesivo se abstuvieran de curar los ganados, informando también que había sido felicitado por el Gobernador Civil por la iniciativa.

El Ayuntamiento Pleno de Bergara en su sesión de 12 de noviembre de 1858, acordó que los derechos del Profesor Veterinario don José Mª Sánchez, que reconoce las reses que se matan en la carnicería, según disposición del Gobernador Civil, consistan en un real de vellón por cada res, que deberá satisfacer el vendedor de la misma [3].

Finalizando el año 1862, un grupo de vecinos del barrio de Elosua solicitaron al alcalde José Mª de Guerricabeitia que el ganado lanar de aquel barrio pudiera pastar en los prados de la jurisdicción de Bergara. Era habitual que los ganados del barrio montañés se trasladaran hacia la vertiente sur del Irimo, accediendo a pastos del puerto de Descarga, dentro del término municipal de Antzuola (Gipuzkoa). Pero la primera autoridad bergaresa había prohibido que el ganado de esta pequeña localidad vecina, donde se había declarado la viruela, pastara en terrenos de Bergara, por temor a la transmisión de la enfermedad. Se acordó que el veterinario Sánchez examinara el ganado, lo que haría nuestro protagonista, informando favorablemente la demanda vecinal, en enero de 1863.

En marzo de 1863, serían los pastores de Antzuola quienes solicitaban idéntico permiso, acompañando un certificado de su alcalde diciendo que los rebaños no padecen ninguna enfermedad infectocontagiosa. El alcalde vergarés Guerricabeitia, restó valor al documento por la falta de competencia del firmante, acordando ante la Junta Municipal de Sanidad que únicamente serían válidos los certificados emitidos por un profesor veterinario. Se acordó encargar el reconocimiento al profesor Sánchez, autorizándole a percibir una cantidad por cabeza examinada.

El de 2 de marzo de 1864, el veterinario Sánchez informó a la Junta sobre una enfermedad que parecía extenderse en la cabaña ovina guipuzcoana, afectando a los rebaños de algunas localidades vecinas. La Junta de Sanidad acuerda que el veterinario inspeccione todos los corderos antes del sacrificio, percibiendo una cantidad por cabeza.

En la sesión del 22 de marzo de 1865, presidida por el alcalde Felipe de Azcona Zulueta, se dio cuenta de la Circular del Gobierno Civil referida al cocotte o fiebre mucosa contagiosa del ganado vacuno que ha aparecido en algunos pueblos de la provincia, recomendando se establezcan las medidas curativas que establezca la Ciencia y medidas de prevención y aislamiento. Al respecto, el profesor Sánchez informó que había visitado algunos casos de glosopeda en caseríos del término municipal.

No pasaría un mes sin que la Junta Municipal de Sanidad volviera a reunirse para escuchar las explicaciones del veterinario José Mª Sánchez Arrosarena sobre sus observaciones de la anunciada enfermedad en el ganado vacuno de la Villa: Los animales presentan fiebre, tristeza, inapetencia; cuando remite la fiebre, aparecen unas vesículas en la lengua, labios, ollares, espacios interdigitales y mamas que, siguiendo su curso, las vesículas terminan por desecarse. El curso de la enfermedad es de unos doce días, las causas son desconocidas y la enfermedad se denomina glosopeda o aparmiña en vascuence. El pronóstico es favorable y el tratamiento enjuagatorio con agua, vinagre y miel y si las vesículas se reducen a úlceras, lo que ocurre en ocasiones, se deben emplear astringentes. Calculaba que habría medio centenar de vacas enfermas y un solo caso en ganado de cerda, sin que se hubieran producido bajas hasta la fecha.

En la sesión de la Junta municipal de Sanidad que, bajo la presidencia del alcalde, Conde del Valle, se celebró el 20 de noviembre de 1867, se dio cuenta de una Circular del Gobierno Civil que informaba sobre la aparición de la pleuroneumonía epizoótica del ganado vacuno en algunos pueblos de la provincia dictándose algunas normas de policía sanitaria; se acordó remitir copias de la Circular a los alcaldes pedáneos y a los ganaderos y covocar urgentemente una Junta Municipal de Sanidad el 28 de enero de 1868 para dilucidar una denuncia que esa misma mañana había recibido en su despacho del Ayuntamiento sobre una res gravemente enferma que se encontraba en el matadero dispuesta para el sacrificio. Cuando la primera autoridad municipal se trasladó personalmente al matadero a comprobar el hecho, constató que se había sacrificado en el matadero municipal y que estaba preparada para su consumo, pero no encontró al veterinario en sus dependencias. El profesor Sánchez manifestó que, efectivamente, la vaca procedía de la vizcaína localidad de Bérriz, que había llegado caminando desde aquella villa y se encontraba, en el momento de entrar en el matadero, con claras muestras de fatiga; que la había reconocido y después de un tiempo de reposo había sido sacrificada, sin comprobar nada anormal en la posterior inspección de canal y vísceras.

Supongo que a nuestro protagonista no se le escaparía la sensación de que estaba siendo controlado, por persona o personas cercanas a la Alcaldía, tal vez porque no fuera excesivamente generoso en el tiempo que dedicaba a sus actividades inspectoras, ocupado en sus actividades como clínico, un trabajo más duro, pero más gratificante en todos los conceptos que la inspección en el matadero, por la que percibía sus magros emolumentos del municipio y le exigía una dedicación añadida de informes y burocracia.

El 30 de octubre de 1875, se dirigía [4] a la Diputación de Gipuzkoa, manifestando que hace "cosa de tres años falleció D. Francisco Javier Aramburu, subdelegado de Veterinaria de este distrito y...", ofreciéndose para cubrir la vacante. Desde la Diputación, se dirigieron al subdelegado de Azpeitia, D. Antonio Taberna, preguntándole por la Autoridad que le nombró para el cargo y solicitándole la remisión de su nombramiento, a lo que el aludido contestó que le nombró el Gobernador Civil de la provincia.

Continuaron indagando, y el 11 de noviembre de 1875, el alcalde vergarés, José Joaquín de Egaña informaba que: « El veterinario Sánchez es hombre de buenos antecedentes políticos y morales y cuya competencia en el ramo a que se dedica está comprobada con el título que tiene de Profesor Veterinario de 1ª clase. No ocultaré a V.I. que es hombre de escaso tesón y según oigo decir, poco laborioso, hasta el punto de que muchos labradores acuden a un herrador que hay en la localidad y que si bien, tiene hechos sus estudios, no ha adquirido el título. Sánchez es el único que hay aquí legalmente habilitado para el cargo».

En otra carta de 14 de noviembre, el alcalde Egaña manifiesta a D. Agustín Jauregui que: « El veterinario Sánchez habla perfectamente el vascuence. Es quizás, lo que mejor hace».

El 19 de abril de 1884, el primer teniente de alcalde, Modesto de Tellaeche convocó con carácter de urgencia a los componentes de la Junta municipal de Sanidad para analizar una denuncia presentada en la Alcaldía por un vecino que afirmaba se había sacrificado una cerda de aspecto sospechoso en el matadero municipal. Sánchez, en su defensa afirmó que reconoció al animal una vez sacrificado y que presentaba una hepatitis y un comienzo de tubérculos, pero no le cabía la menor duda de que la carne era apta para el consumo, sin embargo, la Junta por unanimidad, solicitó al presidente ordebnara el enterramiento del animal. Esta desautorización al veterinario por parte de la Junta que ni técnica ni legalmente estaba capacitada para dictaminar si la res, era o no apta para el consumo, volvería a repetirse unos meses más tarde, cuando una vaca de un ganadero ubicado en el casco urbano, como consecuencia de un accidente, según su propietario, se fracturó una pata, por lo que hubo de ser sacrificada. Al día siguiente, se reunió la Junta de la Hermandad de ganaderos para valorar el animal e indemnizar al propietario, pero en contra de la costumbre, ninguno de los componentes de la Hermandad aceptó la parte de carne que le correspondía para su consumo hasta que no se pronunciara la Junta Municipal de Sanidad que ordenó su enterramiento..

Una nueva desautorización, con un argumento peregrino, a nuestro protagonista que por estas fechas tiene 62 años.

La última sesión de la Junta en la que José Mª Sánchez figura como vocal nato es la correspondiente al 4 de junio de 1888, siendo alcalde José Joaquín de Egaña.

A partir del 1 de julio de 1889, cuando volvió a reunirse la Junta municipal de Sanidad, bajo la misma presidencia, el Gobernador Civil, a propuesta de la Alcaldía de Bergara, había nombrado un nuevo veterinario, Pedro Víctor Gallastegui Villar. El profesor Sánchez continuaría figurando como vocal suplente si bien, continuó acudiendo a las juntas que se convocaron hasta el 15 de junio de 1891.

La mala fama de nuestro protagonista, conseguida por su falta de dedicación y errores durante muchos años propició que el alcalde don Pedro Unamuno propusiera el 18 de junio de 1891, a la Corporación municipal, una salida digna y discreta para el señor Sánchez Arrosarena dado que, por su edad y estado de salud, no podía cumplir debidamente con sus obligaciones, acordaron separarle del empleo de Inspector de Carnes [5] : Recurrió el veterinario ante el Gobernador civil el acuerdo por considerarlo un atropello a sus derechos como empleado municipal.

El 20 de agosto de 1891, una de las primeras decisiones del recién nombrado alcalde, Ricardo Aramburu, a propuesta del concejal Sr. Unzurrunzaga fue remitir al Sr. Gobernador civil de la provincia copia certificada del acta levantada por la Comisión de abastos con motivo del expediente formado a José M Sánchez, con el objeto de que se entere de los cargos que aparecen contra el veterinario y en su vista resuelva lo que sea más acertado toda vez que se arrojan datos importantísimos que justifican plenamente que el Ayuntamiento obró muy cuerdamente al destituir al Sr. Sánchez y que debe mirar por su buen nombre y su prestigio.

El 27 de noviembre de 1891, el alcalde, Ricardo Aramburu, resuelve convocar oficialmente [6] , la plaza de inspector municipal veterinario de Bergara con el sueldo anual de 270 pesetas, pero en la sesión de 24 de diciembre de 1891, se dio cuenta que sólo se había presentado una solicitud para cubrir la vacante, precisamente la de Sánchez, acordándose no admitirla y modificar las condiciones para incentivar la oferta.

Fuentes

ETXANIZ MAKAZAGA, José Manuel. Albéitares y veterinarios en Bergara.1662-1985. Boletín de la RSBAP. Tomo LX-2-2004, pp. 441-472, de diciembre de 2004,

Elaboración propia.

Autor

José Manuel Etxaniz Makazaga. Doctor en Veterinaria. Real Sociedad Bascongada de Amigos del País (RSBAP). Real Academia de Ciencias Veterinarias de España (RACVE)

Notas

[1] Archivo Municipal de Bergara (AMBrg). Parroquia de San Pedro; Libro 8º de finados, folio 77.
[2] Archivo Facultad de Veterinaria de Madrid (AFVM). 5º Libro de Matrículas, folio 47.
[3] AMBerg. Libro de Actas de las sesiones plenarias.
[4] Archivo General de Gipuzkoa (AGG), JD IT 37, c, 16
[5] AMBerg. Acta de la sesión de 18.2.1891. Folio 270.
[6] Boletín Oficial de Gipuzkoa (BOG) nº 67 de 2.12.1891.