Peintres

Ripalda Amuriza, Fernando

Pintor. Nacido en Getxo (Bizkaia), en 1937.

Cultiva la pintura desde edad temprana, dedicándose a ella después como profesión. Autodidacta, con numerosas exposiciones realizadas individuales y colectivas, sus cuadros se hallan incluidos en importantes colecciones nacionales y extranjeras. De entre sus obras destacan: Donostia. El mercado a primera hora, Lekeitio. Fiesta de los gansos, Bodegón con cigalas, Elantxobe, San Juan, etc.

Luis de Lázaro Uriarte, (Bilbo, 1978), le ve así:

"este pintor a quien le va como anillo al dedo esta factura directa, espatulada y de resortes emocionales que brotan al conjuro de un realismo temático, bien traducido por economías cromáticas que prescinden de innecesarios preciosismos a la hora de atacar sus formatos. Espátula sabiamente manejada que, en una primera época, produjo en Ripalda esas entonaciones sordas y sobrias en las que tierras y medias tintas actuaban de acordes básicos del conjunto. Espátula que fue ganando en cromatismos varios y gamas cálidas en ulteriores períodos, a base de tintas calientes que ampliaban sus anteriores registros de color. En la hora actual, puede afirmarse que Ripalda propende a una especie de síntesis de sus fases antes reseñadas. Las empastadas suculencias de antaño -un antaño todavía próximo en el calendario- van cediendo paulatinamente y por sus pasos contados, a pastas más someras y administradas con cautela, a más acusadas intenciones de modulación tonal y de unas transparencias que, en casos múltiples, aprovechan incluso la trama para enriquecimiento de sus escalas cromáticas. Escalas que parecen denotar la por ahora clave última del artista para reducir a organización armónica su perseverante itinerario".

Ángel Marrodán, (Bilbo, 1978):

"grata paleta para captar las inmediatas referencias naturales, sabiendo dar versión nueva al paisaje y plasmar toda una tipología vasca en estados de ánimo y protagonismos, expresiones radicales, línea y ambiente. De talante clásico pero de moderno oficio, insisto en la capacidad renovadora de su técnica, pletórica, de sólida experiencia, con el disfrute de la materia a punto y conociendo, a fondo, los personales secretos del cómo y el con qué tratarla. Pintura muy elaborada, pues, y atenta siempre a la consecución de la fuerza expresiva a través de una laboriosa ejecución. (...) Ripalda está dotado de personal impronta en arte tan sugestivo como el de los colores. Culto al lienzo sobrio, ajustado, certero, representando con intuición, a cuerpo limpio, las imágenes del mundo exterior, de las que se sirven, como apoyo de lo que intentan comunicarnos, los pinceles del artista".