Concept

Regatas de Traineras

En el pasado siglo XIX Bayona organizó numerosas competiciones entre traineras vascas de ambos lados de la frontera pirenaica. Tenían carácter episódico, habiendo quedado, hasta el último decenio, muy pocos datos escritos. Sabemos que en 1853 participaron en el estuario del Adour cuatro tripulaciones francesas en lucha con traineras de San Sebastián, Pasaia y Hondarribia. En 1855 resultó ganadora una tripulación de Lekeitio. En 1862 la trainera representante de Hondarribia. En 1867, "L'aventure", de Hendaya. Ocho años más tarde, en 1875, se funda la "Société Nautique de Bayonne", que organiza a partir de aquel año regatas de vela. Ya en 1891 contaba con un número muy elevado de socios y un prestigio reconocido. Dicha sociedad tenía programadas para el día 5 de julio, cinco regatas. Para la última de ellas había sido anunciada la participación donostiarra. Esta participación era la respuesta a una invitación formulada por los socios de la "Société Nautique" a los remeros donostiarras, reciente todavía la victoria de Carril sobre Ondarroa. Estos aceptaron la invitación, aunque impusieron las siguientes condiciones:

  1. 1.° Las traineras participantes tenían que haber sido construidas por lo menos tres meses antes y haber hecho servicio de pesca.
  2. 2.° Su longitud no debía exceder de los 12 metros y debían ser tripuladas por 12 remeros y el patrón.
  3. 3.° El trayecto sería de unos 3.000 metros, debiendo darse dos vueltas.
  4. 4.° Cada embarcación debía tener su baliza en la primera vuelta, si no pasaran de seis las que tomaran parte (pues no podían establecerse más de seis balizas); a la segunda vuelta habría sólo tres balizas.

Dichas condiciones fueron aceptadas y el 5 de julio Carril y sus marineros llegaban a la estación de Bayona. En el mismo tren viajaban los remeros de San Juan de Luz. Estos, junto con los de Bayona, iban a ser los adversarios que los donostiarras tendrían en la línea de salida. De la estación salieron los de San Sebastián a almorzar y a la diez y media se encontraban ya en el agua, haciendo un reconocimiento del trayecto de la regata. Gran número de espectadores presenciaron las pruebas, llamando la atención los donostiarras por su boga clásica y eficaz. A la una de la tarde se hallaban ya en la tribuna presidencial Monsieur Douxous (el prefecto), el alcalde de Bayona y demás autoridades. La banda del Regimiento de guarnición en la localidad dio la señal del principio de la fiesta con sus acordes.

El jurado estaba compuesto por don Luis Oyarzun y los capitanes de la marina mercante Legas y Daguerre. La primera regata estaba destinada a balandras de vela que no excedieran las 10 toneladas; la segunda para botes de recreo tripulados por dos remeros y un patrón; la tercera para las lanchas de los buques anclados en el puerto, y la cuarta para los marineros de la Armada Francesa. En la de traineras, que era la quinta, tomaban parte las siguientes embarcaciones: "Cécile", de San Juan de Luz, patroneada por Errecarte; "San José", de San Sebastián, patroneada por Carril, y "Lapurdun", de Bayona, mandada por Pelot. Una vez puestas las traineras en fila, la de Bayona al Norte, la de San Sebastián en el centro y la de San Juan de Luz al Sur, dieron la señal de salida a las cuatro, un minuto y cuarenta segundos. A los 350 metros -la regata era a dos vueltas- bogaban juntas las de San Sebastián y San Juan de Luz.

Media lancha más atrás, Bayona. Los de San Juan de Luz, en vez de dirigirse a su baliza, enfilaron, involuntariamente, la donostiarra, echándose encima de la "San José", chocando los remos. La trainera de Bayona, aprovechando la confusión, logró ganar terreno y tomar la baliza al mismo tiempo que los donostiarras. Eran las cuatro y diez. Desde este momento la lucha se redujo a donostiarras y bayoneses. A los 2.300 metros, la ventaja de Bayona era de media lancha, que logró mantener hasta la última baliza. San Juan de Luz se retiró antes de concluir la regata. La "Lapurdun" había empleado 15' 45"; y la "San José", 15' 55". Una de las causas de la derrota se puede atribuir a que la trainera ganadora era sumamente ligera, de forma de canoa y sin quilla, circunstancia que le hacía doblar las balizas con una facilidad asombrosa para aquel tiempo. Al finalizar la prueba, Carril con sus chicos se dirigió al puerto, siendo aplaudidos por el público que reconoció el mal causado por sus compatriotas de San Juan de Luz en el momento del abordaje a los donostiarras.